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domingo, 7 de mayo de 2023

CÓMO APRENDER DEL FEEDBACK NEGATIVO Y SEGUIR MOTIVADOS

 


Ayelet Fishbach en “Get it done. Surprising lessonsfrom the science of motivation”, que estamos comentando, recuerda las palabras del dramaturgo Samuel Beckett: "Inténtalo otra vez. Falla otra vez. Falla mejor”, para recordar que nuestra sociedad celebra los fracasos al considerarlos momentos de aprendizaje. Una y otra vez escuchamos tras un fallo que hemos obtenido lecciones valiosas.

Aprender de los fracasos puede ser una fuerza poderosa. Los humanos tendemos a preocuparnos más por prevenir eventos negativos que por experimentar hechos positivos. Por lo que “malo” puede ser un mayor incentivo para aprender que “bueno”.

Por ejemplo, el fenómeno de “aversión al riesgo” nos enseña que odiamos sufrir pérdidas más que la ausencia de ganancias, aunque ambas situaciones pueden ser muy parecidas.

Pero, en el caso del feedback negativo pocas personas aprenden de él. Una de las razones por las que esto ocurre es que el feedback negativo mina nuestra motivación para aprender. Tras recibir este tipo de feedback nos sentimos mal, nos rendimos y dejamos de prestar atención, con lo que podemos perder información valiosa. Otra causa por la que las personas consideran más difícil aprender de los fallos es que objetivamente es más complicado. Si hemos hecho algo bien la primera vez que lo hacemos sabemos cómo debemos seguir haciéndolo, pero si lo hemos hecho mal solo sabremos cómo no tenemos que hacerlo.

El feedback negativo suele minar nuestra motivación y capacidad de aprender, pero aprender de nuestros errores es imperativo para crecer. Al monitorizar nuestro progreso tanto el feedback positivo como el negativo nos indican si estamos en el camino de alcanzar nuestras metas o si estamos utilizando la mejor ruta para llegar a ellas. Necesitamos ambos tipos de feedback.

Si queremos aprender de los fracasos primero tenemos que superar las dos barreras mencionadas:

1.- Barrera motivacional

Es la tendencia a desconectar si nuestro ego se siente dolido. El fallo a aprender de los fallos resulta irónico y a la vez tiene consecuencias graves. No podemos aprender de algo que hemos decidido ignorar, lo que puede que nos lleve a desarrollar una visión irreal de nuestras capacidades.

Con frecuencia no aprendemos de nuestros errores porque nos duele y no queremos sentir emociones negativas, por lo que cuando sospechamos que una información que vamos a recibir va a ser negativa o va a indicar un fallo por nuestra parte con frecuencia escogemos en primer lugar ignorarla, No consideramos que la información es valiosa si tiene el potencial para influir en una decisión. Debería darnos igual cómo nos hace sentir, lo importante es que si conociéndola vamos a cambiar lo que decidamos hacer. Pero es una tendencia humana buscar o evitar información basándonos en cómo nos va a hacer sentir, independientemente de lo útil que nos pueda ser para llegar a tomar una decisión correcta. Esta tendencia a evitar de forma intencionada información desagradable, aunque nos pudiese ayudar a monitorizar nuestro progreso hacia las metas se conoce como “efecto avestruz”. El nombre procede de la falsa creencia de que los avestruces entierran su cabeza en la arena para evitar el peligro.

El feedback negativo también mina el aprendizaje porque contribuye a que nuestra autoestima disminuya. Somos más capaces de aprender de los errores en la situaciones en las que la autoestima no está involucrada. Si no pensamos que el feedback refleja lo que somos como personas sino que facilita oportunidades para aprender algo nuevo estaremos más dispuestos a aprender del feedback negativo. Por esta razón con frecuencia somos más capaces de aprender de los errores de los demás que de los nuestros. En general el aprendizaje vicario es menos eficaz que el aprendizaje a través de la experiencia personal, porque normalmente prestamos menos atención a lo que hacen los demás, pero los fracasos de los demás no afectan nuestros egos. Por esta razón en el caso del aprendizaje a través del feedback negativo  vamos a tender a aprender mejor observando que haciendo.

Cuando comencemos algo nuevo , ya sea aprender a tejer o empezar en un nuevo trabajo, por ejemplo, debemos intentar observar los fallos de los demás primero. Otra forma de proteger nuestro ego cuando fallamos consiste en recordar que siempre estamos aprendiendo y mejorando. Cuando reconocemos que nuestras habilidades y conocimientos son un trabajo continuo aprendemos mejor.

2.- Barrera cognitiva o gimnasia mental

Son las dificultades objetivas de aprender de nuestros errores. Si alguna vez hemos intentado entrenar a un cachorro hemos visto que las recompensas funcionan mejor que los castigos, ya que nuestro perro castigado puede entender que estamos molestos pero no sabe las razones, porque averiguar cuál es el comportamiento deseado , eliminando el censurado, requiere un razonamiento sofisticado  del que carece nuestro cachorro. Esta lógica supone un “giro mental”. Para aprender de los éxitos solo tenemos que repetir lo que hicimos bien la primera vez. Aprender de los fracasos requiere una inversión mental para aprender lo que no tenemos que pensar, decir o hacer. Vamos a ir aprendiendo eliminando soluciones posibles, si una no es la respuesta otra debe serlo. Por tanto si una persona o un producto nos ha fallado necesitamos elegir otra persona o producto que no nos haya fallado todavía. Estos giros mentales pueden resultar confusos ya que aprender de los fallos requiere que lleguemos a la solución eliminando aquellas que no han funcionado.

Otra razón por la que aprender de los fallos es difícil es que aunque hayamos fallado en el pasado , los fallos nos sorprenden ya que no esperamos fracasar porque no perseguimos nuestras metas esperando el fracaso. Nunca buscamos información activamente sobre cómo fracasar, sino cómo tener éxito. Por tanto, cuando fallamos es fácil que ignoremos la información que nunca hemos buscado en primer lugar. La frase “sesgo de confirmación” se refiere a la tendencia a buscar selectivamente y a prestar atención a información que apoya y no refuta nuestras expectativas. Si esperamos triunfar buscaremos evidencias de ese éxito. Si, por ejemplo pienso que lo haré muy bien en mi clase de cocina  buscaré evidencias que lo confirmen y si cocino un plato decente consideraré que es una prueba de que soy una gran cocinera, pero ignoraré la evidencia que no avale mi creencia como el hecho de que he podido quemar diez platos anteriormente.

Fishbach plantea una serie de LECCIONES QUE PODEMOS APRENDER DEL FEEDBACK NEGATIVO:

Si lo que nos enseña es que el mundo es desagradable aceptamos pasivamente resultados negativos ya que pensamos que está fuera de nuestro control el lograr que sea mejor. Se produce el efecto de “indefensión aprendida” por el que aprendemos una lección incorrecta que no refleja el control que tenemos sobre nuestros resultados. Un ejemplo son los experimentos de Seligman que mostraban que tras sufrir abusos que parecían inevitables las personas creen que  no tienen poder para evitar más castigos. En un caso menos dramático la “indefensión aprendida” explica el hecho de que las personas que han fracasado en sus intentos de dejar de fumar en el pasado crean que van a ser incapaces de abandonar el hábito.

Afortunadamente las lecciones que aprendemos del feedback negativo no siempre giran en torno a la falta de compromiso. Cuando nos enfrentamos a contratiempos el feedback negativo puede indicar bajo progreso  lo que nos puede motivar a actuar. Por tanto, cuando las personas interpretan el feedback negativo como una señal de bajo compromiso se dan por vencidas, pero si lo hacen como un signo de falta de progreso se sentirán motivadas para trabajar más duro.

Según Carol Dweck las personas adoptamos dos teorías sobre nuestra inteligencia. Algunas creen que la inteligencia se puede desarrollar con la práctica y adoptan un patrón mental de crecimiento y otras creen que su inteligencia es estática y no puede modificarse, por lo que mantienen un patrón mental rígido. Estas teorías van a guiar las lecciones que van a aprender del feedback negativo. Aquellas que creen que la inteligencia se puede desarrollar a través de la dedicación y el trabajo duro aprenderán del feedback negativo que quedarse atrás significa que deben trabajar más duro, mientras que las que las que creen que la inteligencia es innata e inamovible y, por tanto, que la práctica no va a cambiarla, aprenden del feedback negativo que no son inteligentes lo que descarta cualquier aprendizaje futuro.

Cuanto más comprometidos nos sintamos con algo menos nos desmoralizará el feedback negativo y cuanto menos lo estemos más duro será mantener la motivación ante un fracaso. Es más fácil tolerar el feedback negativo cuando tenemos experiencia o somos expertos ya que sabemos que podemos hacer lo que nos hayamos propuesto y estamos deseando hacerlo bien.  Por ese motivo el feedback negativo nos proporcionará valiosa información y puede llegar a incrementar nuestra motivación como expertos. Los expertos  comprometidos buscan más feedback negativo que los novatos. Cuando tenemos confianza en nuestras habilidades estamos más abiertos a ver cómo podemos mejorar.

Para mantenernos motivados y aprender las lecciones del feedback negativo, éste, como hemos visto, debe centrarse en nuestra falta de progreso no de compromiso. Hacernos ciertas preguntas como respuesta ante un feedback negativo puede ayudarnos. Por ejemplo: “¿Siento que no he progresado?” puede llevarnos a enmarcar la experiencia negativa de forma que nos pueda motivar a hacer progresos. Si por el contrario nos preguntamos si nos sentimos comprometidos puede resultar en una reevaluación de nuestro compromiso y a la conclusión que éste es bajo e inferir que no estamos hechos para la tarea o que esa meta no es para nosotros, con lo que nuestra motivación disminuirá.

Otra vía para aprender del feedback negativo implica adoptar un patrón mental de aprendizaje que enfatice el crecimiento. Cuando aprendemos nuestra meta no será sólo “hacerlo bien” , sino, también, mejorar nuestras habilidades. Mientras los errores y los contratiempos nos apartan de nuestra meta de “hacerlo bien” , nos mueven en la dirección correcta de nuestra meta de mejorar nuestras habilidades.

Una tercera forma de mantener la motivación implica distanciarnos de la experiencia de fracaso. Recordar que las personas aprenden de los fallos de los demás tanto como de sus éxitos. Cuando nuestro ego no se siente lastimado es más fácil que no desconectemos. Al distanciarnos de nuestros fallos, por ejemplo imaginando que le ha ocurrido a un extraño, seremos capaces de aprender y de mantenernos motivados.

Finalmente, una cuarta estrategia para mantener la motivación ante un fallo implica aconsejar a alguien que se está enfrentando a una situación similar. Investigaciones sugieren que aconsejar puede servir para recuperar nuestra confianza y motivación. Para hacerlo debemos buscar en nuestra memoria para averiguar lo que hemos aprendido sobre cómo enfocar o no enfocar nuestra meta. Esta búsqueda nos recuerda lo mucho que sabemos. Posteriormente en el proceso de aconsejar planteamos planes concretos de acción y establecemos intenciones específicas  que van a incrementar nuestra motivación y la confianza en nosotros mismos.

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