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miércoles, 25 de septiembre de 2019

5 FORMAS DE VENCER LA INCERTIDUMBRE PARA TENER ÉXITO



Larae Quy en SmartBrief on Leadership del pasado 18 de septiembre plantea que experimentar incertidumbre es distinto de asumir un riesgo. El riesgo implica la probabilidad conocida de que algo pase o no pase, mientras que la incertidumbre indica que las probabilidades son desconocidas, por lo que no podemos predecir los resultados.

La autora propone cinco maneras para fortalecer nuestra mente y no dejar que la incertidumbre nos impida actuar. Éstas son:

1.- APRENDER A SUPERAR EL MIEDO INNATO QUE EL CEREBRO SIENTE ANTE LA INCERTIDUMBRE

Nuestro cerebro está programado para reaccionar con miedo al enfrentarse ante la incertidumbre. Los neuroeconomistas explican que al incrementar la incertidumbre en un escenario el cerebro límbico toma el control del cerebro más reflexivo y al hacerlo engendra emociones tales como ansiedad o miedo. En la época de las cavernas esta respuesta servía para mantener a salvo a las personas pero en la época actual interfiere y retrasa nuestra capacidad de superar la incertidumbre tanto en la vida personal como laboral.

Por tanto ya que la incertidumbre hace que nuestro cerebro reflexivo ceda el control al emocional necesitamos comprometer a nuestro cerebro racional si queremos superar la incertidumbre del mundo moderno y la ansiedad que genera.

Quy recomienda para ello que etiquetemos todos los pensamientos de temor que surjan en la situación a la que nos enfrentamos, ponerlos por escrito y recordar que el miedo procede de una parte primitiva del cerebro que quiere tomar el control. Aplastar cada pensamiento atemorizante para poder contemplar la situación de forma racional. En este punto debemos comenzar a generar pensamientos positivos que nos den ideas sobre formas de vencer el miedo y seguir avanzando.

2.- NUNCA CONFUNDIR MEMORIAS CON HECHOS

Podemos superar la incertidumbre si reconocemos que nuestros recuerdos del pasado no siempre son exactos. Nuestras memorias pueden ser erróneas pero con frecuencia consideramos que son más fiables que la información procedente de la observación o los datos.

Nuestra memoria no almacena la información de forma tan exacta como nos es presentada, sino que extraemos la esencia de la experiencia y la almacenamos de la forma en que tiene más sentido para nosotros. Esta es la razón por la que distintas personas observando el mismo acontecimiento con frecuencia ofrecen versiones diferentes del mismo.

Los psicólogos han observado que una vez que hemos formado una opinión incorporamos la información que la apoya e ignoramos o rechazamos la que es contraria. El sesgo de la confirmación sugiere que seleccionamos los datos que nos hacen sentir bien porque confirman nuestras propias opiniones.

Lo mismo ocurre con nuestros recuerdos. Si tenemos una creencia autolimitante sobre lo que podemos hacer nos apoyamos en memorias que confirmen nuestra baja autoestima. Nuestros recuerdos no siempre son reales y podemos engañarnos si no tenemos cuidado.

Para evitar esto debemos recordar que nuestros sesgos de confirmación almacena información consistente con nuestras creencias, valores y autoimagen, reconocer que nuestra memoria en ocasiones no nos proporciona una información exacta y evaluar los recuerdos impregnados de creencias autolimitantes para que tengamos perspectivas más exactas de las situaciones.

3.- SER CUIDADOSO CON LAS GENERALIZACIONES

Daniel Kahneman describe cómo podemos pensar rápido utilizando estereotipos lo cual puede ser muy eficiente, normalmente exacto y esencial para nuestra supervivencia y sobre todo nos libera para poder pensar en otras cosas.

Pero debemos tener cuidado porque el pensar rápido puede generar errores en determinadas situaciones ya que si nuestra mente se apoya tanto en los estereotipos que recurrimos a ellos aunque desafíen a la lógica necesitamos dar un paso atrás y reevaluar nuestro sistema de creencias. Es importante que busquemos nueva información para determinar si corroboran todavía las normas y creencias que nos han servido en el pasado y que no están marcadas por los prejuicios.

También, debemos mantenernos alerta ante estereotipos que nos pongan límites a nosotros o a los demás y estar alerta de posibles errores al emitir decisiones o juicios rápidos.

4.- APRENDER A PENSAR CON MAYOR AGILIDAD

Las personas que tienen éxito se preparan para enfrentarse ante todos los resultados posibles. Si somos inteligentes comprobaremos siempre el terreno antes de dar un paso hacia lo desconocido, lo cual no implica falta de seguridad en nosotros mismos sino que es una muestra de nuestro instinto de conservación.  No es lo mismo que mantener la creencia de “esperar lo peor” porque nos recuerda que podemos manejar cualquier dificultad que pueda surgir. Podemos preguntarnos qué es lo peor que puede pasar para poder planificar  la forma de abordarlo si se confirma. Esta pregunta nos obliga a analizar todas las posibilidades y al hacerlo expandimos nuestra capacidad de enfrentarnos y adaptarnos a las distintas situaciones, con lo que la incertidumbre es más manejable.

Entre las recomendaciones de la autora tenemos el reunir al equipo antes del lanzamiento de un proyecto y plantear que el proyecto ha fallado y preguntar cuáles han podido ser las causas. Este “premortem” sirve para exponer posibles resultados indeseados que de otra forma pueden pasar desapercibidos. También debemos adaptarnos a la nueva información cuando se presente y cambiar nuestro curso de acción si es necesario. Todo esto no es reflejo de una actitud pesimista sino estar preparado ante todo lo que puede ir mal.

5.- CENTRARNOS EN LO QUE IMPORTA

Casi cualquier decisión importante que tomamos tiene un componente aunque sea pequeño de incertidumbre. Esta es la razón por la que debemos enfocar nuestra energía hacia aquello que más nos importe.

La mayor parte de las decisiones complicadas tienen que ver con los valores y en qué peso les damos a los que son más importantes. Al hacerlo estamos intentando ver las cosas de forma clara y concisa. La razón es simple: continuamente nos vemos asaltados por malos valores cada vez que vemos las redes sociales o la televisión. Éstos son superficiales, egoístas y dependientes de eventos externos y se escapan a nuestro control por lo que siempre estamos luchando por conseguirlos. Ejemplos de ellos son el éxito material, la necesidad de adoración o nuestro deseo de ser famosos y pueden influir en nuestro comportamiento de forma negativa y como resultado podemos fijar unos estándares bajos para nosotros mismos.

Los buenos valores, por el contrario, son honestos, considerados y controlables. Se obtienen de forma interna y no dependen de nadie más. Cuando escogemos valores buenos escogemos buscar cosas buenas y tomamos mejores decisiones porque perseguimos cosas que facilitan valor y significado para nosotros.

Quy recomienda, pues,  que nos centremos en lo que importa para mantenernos en contacto con nuestros valores. Al priorizarlos podremos ver cuáles merecen la pena y cuáles deben ser desechados, teniendo cuidado para no bajar demasiado nuestros estándares preguntándonos: “¿Qué es lo más fácil?”, sino “¿Cómo puedo ser una mejor persona?” La respuesta a esta pregunta nos ayudará a establecer prioridades y a definir qué es lo que consideramos que es el éxito para nosotros. Cuando nos encontramos ante buenos problemas podemos superar la incertidumbre con mayor facilidad.

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