Joseph Grenny en
physiciansleaders.org del pasado 2 de julio plantea que el predictor primario
de éxito en una conversación crucial tiene mucho que ver con lo que hacemos
antes de comenzarla.
En la preparación de este
tipo de conversaciones es conveniente.
1.- Conocer nuestros motivos y que éstos sean
correctos
En condiciones de estrés o
ante algo que sentimos como una amenaza nuestros motivos se pueden convertir en
egoístas y cortoplacistas. Por ejemplo podemos preocuparnos por si gustaremos a
los demás o en ganar o evitar un conflicto. El problema con los motivos a corto
plazo es que preservan el presente hipotecando el futuro. Por tanto, lo primero
que debemos hacer al preparar una conversación crucial es resetear nuestros
motivos. Podemos cambiarlos de forma radical si nos hacemos la siguiente
pregunta: ¿Qué es lo que realmente quiero?. Para que sea más útil la podemos
contestar a cuatro niveles: ¿Qué es lo que realmente quiero para mí?, ¿Qué es
lo que quiero para la otra persona?, ¿Qué es lo que quiero para la relación? y
¿Qué es lo que quiero para otros grupos de interés?
2.- Aclarar nuestras emociones y controlarlas
Las emociones de poca utilidad y que no ayudan
son una segunda barrera para las conversaciones productivas. Con frecuencia las
abordamos estando a la defensiva, heridos, asustados o enfadados.
Sorprendentemente nuestras emociones tienen menos que ver con lo que la otra
persona está haciendo y más con la historia que nos contamos a nosotros mismos
sobre lo que están haciendo.
Por ejemplo, antes de
despedir a alguien muchos directivos se contarán a sí mismos historias sobre víctimas
y villanos. La historia en la que se sienten víctimas les ayuda a absolverse de cualquier responsabilidad en el
problema: “he hecho todo lo que he podido por José. He sido paciente, le he
apoyado y me he mostrado amable con él. No habría podido hacer nada más. Se lo
ha hecho a sí mismo”. Una historia en la que somos la víctima nos hace sentir
que somos los sufridores en la situación.
Una historia con un villano
nos ayuda a justificar cualquier acción negativa que tomemos hacia el otro al
atribuirle motivos malvados o maliciosos, para que se merezca el sufrimiento: “No
puedo creer que José no haya arreglado esto. Ha sido un vago y no ha estado
motivado. Ha tenido todas las oportunidades pero no se ha preocupado lo
suficiente, ni siquiera para tener en cuenta el feedback totalmente claro que
le ofrecí”.
Debemos reconocer y cuestionar
las historias que nos contamos a nosotros mismos. Tenemos que dejar de ser
víctimas y pasar a ser actores y a la otra persona en lugar de considerarla un
villano tenemos que verla como un ser humano. Preguntarnos: ¿Qué estoy haciendo
no considerando mi papel en la situación? Y ¿Por qué una persona racional, razonable y
decente haría lo que creo que está haciendo?
3.- Recoger los hechos
Por definición comenzamos
una conversación crucial con visiones opuestas, con lo que ésta degenera en
conclusiones contrapuestas en lugar de en información compartida: yo digo lo
que pienso y tú dices lo que piensas.
No debemos empezar una conversación
importante compartiendo nuestras conclusiones, sino los hechos y premisas que
nos han llevado a ellas. Tenemos que explicar la lógica que hemos empleado para
llegar a ellas. La recogida de datos se puede considerar como los “deberes”
necesarios para mantener una conversación sana. Si, por ejemplo, yo digo: “José
es incapaz de gestionar proyectos o personas”, debo justificar mis palabras de
una forma honesta y debo estar dispuesto a dejarle que cuestione y desafíe mis
comentarios, lo que nos lleva al cuarto paso:
4.- Mostrar curiosidad
La actitud más importante
que tenemos que tener durante una conversación crucial es una mezcla de
seguridad y curiosidad. Hemos tenido que analizar bien nuestra posición para
tener la confianza de que se sostiene y debemos mostrar la suficiente humildad
para estar interesados en cualquier otro hecho o lógica que pueda mejorar nuestras
conclusiones. Muchas persona se resisten a ser curiosos porque piensan que
puede debilitar su postura, cuando de hecho tiene el efecto contrario y nos
hace ser más persuasivos. Dean Rusk mantenía que: “La mejor forma de persuadir
a los demás es con nuestros oídos, al escuchar ya que al hacerlo en profundidad
y sinceramente los otros siente menor necesidad de resistirse a nuestros
planteamientos para ser escuchados”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario