Mark Mortensen en INSEAD Knowledge del pasado 15 de septiembre plantea que
el retorno al trabajo presencial tras la pandemia puede ser un proceso muy tenso y que tiene que dar respuesta a una
serie de preguntas como por ejemplo: ¿Todos los empleados necesitan
flexibilidad?, ¿Cuánto terminará costando el trabajo híbrido?, ¿Las decisiones
sobre el trabajo en remoto las deben tomar cada directivo? O ¿Si las personas
dejan de acudir al trabajo la cultura de la organización se irá al traste?
La respuesta a estas complejas preguntas se complica por el hecho de que
los responsables de la toma de decisiones se enfrentan a prioridades que
compiten entre sí defendidas por los distintos grupos de interés. Y todo esto
en un contexto más incierto que nunca.
Mortensen mantiene que la valoración de las opciones implica tres
discusiones diferentes, cada una de ellas centrada en un objetivo diferente.
Éstas son:
a).- Una conversación en relación con la productividad. No está claro todavía cuál es el efecto del trabajo híbrido sobre las
capacidades de los empleados y equipos de colaborar de forma efectiva., por lo
que la conversación debe centrarse en la forma en que la organización puede dar
respuesta a sus compromisos dentro de un formato híbrido.
b).- Una conversación en relación con el personal. Después de trabajar durante más de un año desde casa la mayor parte de los
profesionales tienen nuevas preferencias y expectativas sobre cómo deben trabajar.
Las organizaciones que no estén dispuestas a ofrecer una flexibilidad
significativa a sus trabajadores actuales y futuros puede tener problemas para
atraerles y retenerles. Como resultado el trabajo híbrido se está convirtiendo
rápidamente en el campo de batalla en la
guerra por el talento, por lo que esta conversación se tiene que centrar en ver
los medios necesarios para asegurar que la organización no se queda atrás en el
mercado competitivo por el talento, cada vez más virtual y global.
c).- Una conversación sobre la cultura. Comunicar intangibles
tales como valores o creencias, así como normas a través de la tecnología sigue
siendo un reto para muchas compañías. Se observa también, en ocasiones, una
fractura entre los profesionales que han aprendido la cultura por experiencias
de primera mano y los de reciente incorporación que no han sufrido dicha
exposición. Por tanto esta conversación debe centrarse en la mejor forma de
asegurar la continuidad en el entramado social que define la organización en
particular.
El problema es que cada líder suele tener predilección por una de ellas. Los
centrados en la productividad están convencidos que lo que importa es lo que se
ha producido al final del día y que el éxito va a venir de optimizar los flujos
de trabajo y los procesos. Los centrados en las personas argumentan que lo más
importante es quién trabaja para ellos y que con las personas adecuadas todo es
posible. Por último los centrados en la cultura creen que el éxito surge de la
forma en que se trabaja, ese ingrediente secreto que les diferencia de la
competencia.
Para definir la estrategia para el trabajo híbrido es esencial presentar
argumentos claros, comparables y que estén mínimamente influidos por las
motivaciones individuales. La buena noticia es que tras años de investigaciones
se ha empezado a ver cuál es la mejor forma de afrontar la toma de decisiones
en asuntos que implican múltiples y divididos grupos de interés. Los siguientes
tres pasos, basados en dichas investigaciones, son:
1.- Hacer aflorar y reconocer
las diferencias
Los líderes deben reconocer que cada conversación es una parte importante
de la ecuación sobre el trabajo híbrido y para identificar qué es lo que desea
cada grupo de interés desea deben:
a).- Recoger datos. Por ejemplo por medio de una breve encuesta en la que cada
grupo de interés indique sus prioridades en relación con el trabajo híbrido. La
recogida de opiniones independientes y anónimas suele facilitar las respuestas
más exactas, siempre que nos aseguremos que el número de respuestas es elevado.
b).- Visualizar, a través de una herramienta de visualización que permita
que lso grupos de interés valoren cada opción mostrando sus preferencias.
c).- Reflexionar sobre los datos de forma colectiva. Discutir en grupo lo
que los datos nos dicen sobre las prioridades colectivas.
Posteriormente empezar a pensar en cómo alcanzar un consenso recordando que
rara vez la decisión de la mayoría es la mejor. En ocasiones, sin embargo, una
solución puede surgir naturalmente de los datos. Si esto no ocurre el líder
debe adoptar un enfoque más estructurado para evitar sesgos, como por ejemplo utilizando
la “Matriz del Cambio”.
2.- Centrarse en soluciones
integradoras
Es el momento de buscar las soluciones. El escenario ideal sería aquel en
encontrar una que satisfaga a todas las partes, pero puede ser que este
abordaje requiera un tiempo excesivo por lo que puede ser útil recurrir a
investigar sobre ofertas múltiples, equivalentes y simultáneas (MESO). Este enfoque implica agrupar elementos
potencialmente en competencia en unas pocas alternativas que tengan el mismo
valor general para el grupo.
3.- Revisar
En este mundo incierto nada se mantiene igual durante mucho tiempo. La
mejor estrategia consiste en utilizar un proceso que incluya reevaluaciones
planificadas. La frecuencia de las mismas dependerá de la volatilidad de las
condiciones que rodeen al mercado, al mercado laboral y a la cultura, Cuanto
más volátiles sean mayor será la frecuencia con la que hay que revisar la
política para comprobar que sigue siendo adecuada.
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