Jamil Zaki en la edición de
septiembre – octubre de Harvard BusinessReview plantea que algunas culturas corporativas están dominadas por la
desconfianza y paranoia, lo que conduce a una serie de resultados negativos
como un desempeño bajo, burnout, alta rotación y comportamientos tramposos y
traicioneros.
Esto es lo que le ocurrió en
2014 a Microsoft. En dicho año su crecimiento se había estancado y había
perdido cuota de mercado a favor de otras compañías como Apple, Google o
Amazon, teniendo, además, fama de estar en una situación decrépita y fuera de
onda, como un barco gigante moviéndose en la dirección errónea. En 2017 Satya Nadella en su libro: “Hit refresh” destacaba que los fallos de Microsoft tenían
su origen en un problema profundo: la existencia de una cultura atrapada en la
desconfianza, competencia y tribalismo, que acababa con la moral de su
profesionales y reprimía la innovación. En el libro Nadella mencionaba una
ilustración del organigrama de Microsoft realizada por Manu Cornet que mostraba
las divisiones de la compañía como círculos representados en rígidos separados apuntándose con armas entre sí. La viñeta
pretendía ser divertida pero el problema que ponía de manifiesto no lo era.
Numerosas organizaciones se
han visto sobrepasadas por el cinismo o la creencia de que las personas son
egoístas, codiciosas o deshonestas. Las personas con una expectativa pobre de
las acciones de los demás murmuran y son proclives a la traición y a las
puñaladas por la espalda, comportamientos que sacan lo peor de los demás, lo
que a la larga confirma a los cínicos.
Afortunadamente el autor
opina que podemos tomar medidas para evitar estos escenarios. Décadas de
investigaciones ofrecen una perspectiva de la forma en que las personas caen en
la trampa del cinismo, de cómo la política y prácticas de una organización
pueden ser responsables de esta situación y de lo que pueden hacer los líderes
para ayudar a que los profesionales escapen de esta trampa.
Si vemos el mundo a través de
una lente de cinismo las personas parece que van exclusivamente a lo suyo, los
actos de amabilidad esconden motivos ocultos y confiar en los demás hace que
seas considerado como un inocentón. Pero un exceso de cinismo puede ser tóxico
a cualquier nivel. Individualmente los cínicos van a ganar menos dinero a lo
largo de su vida, van a experimentar más episodios depresivos y a tener más
riesgo de padecer enfermedades cardiacas que los que no son cínicos. Microsoft,
también, puede ser un ejemplo de lo negativo que puede ser el cinismo en las
organizaciones y en el entorno laboral.
A pesar de sus consecuencias
nocivas el cinismo parece que está aumentando. En 1972 el 45% de los
estadounidenses, por ejemplo, creían que podían confiar en la mayoría de las
personas, según General Social Survey. En 2018 esta opinión había descendido
hasta un 30% aproximadamente. En la edición de 2022 del Barómetro anual deConfianza de Edelman casi el 60% de las personas entrevistadas de 27 países
decían que por principio desconfiaban de los demás. Este escepticismo no solo
se refiere a las personas a nivel individual sino que incluye a los líderes
políticos, instituciones y organizaciones.
Las razones por las que el
cinismo está tan extendido aunque sea muy perjudicial son múltiples. En
ocasiones son de carácter cultural: en los países en los que la corrupción y
las desigualdades son la norma es más fácil que el cinismo prospere. Algunas
profesiones son más vulnerables: los periodistas pueden tener éxito propagando
mentiras o los fundadores de start- ups con frecuencia exageran, lo que
contribuye de forma significativa a generar un clima de desconfianza.
El cinismo se aprovecha
también de los errores en la forma en que las personas piensan y sienten, por
lo que si entendemos tres de sus motores principales podremos tomar medidas
para erradicarlo de las organizaciones. Estos
motores son:
I.- SINTONÍA CON LA MALDAD
La mayor amenaza para los
seres humanos son otros seres humanos que pueden hacer trampas, robar y
aprovecharse de nuestra confianza. La respuesta de la naturaleza ante estas
amenazas sociales es la de equiparnos con una coraza psicológica, a la que los
científicos llaman la “detectora de trampas y engaños”. Ésta nos ayuda a
distinguir entre personas “malas” tales como delincuentes y estafadores y
personas “buenas”, pero también nos puede llevar a sumir que las personas son
malas y a centrarnos en sus peores cualidades. Los psicólogos llaman a este
fenómeno “asimetría positiva – negativa, pero se puede considerar como una
sintonía con la maldad.
Un proverbio ruso mantiene
que una goa de alquitrán estropea un barril de miel. Nuestros juicios sociales
pueden funcionar de forma similar. En lo que se considera actualmente como dos
estudios clásicos los investigadores John Skowronski y Donald Carlston hablaban
a los participantes sobre alguien que actuaba moralmente (ayudando a los
desconocidos) , otro que se comportaba de forma inmoral ( evadiendo impuestos )
y otro que era una combinación de los dos anteriores. Las personas juzgaban al
inmoral con mayor rapidez que alababan al moral y consideraban que el que
actuaba de ambas formas estaba contaminado moralmente.
Por tanto, tendemos a
imaginar que los demás son peores de lo que
son en realidad y cuando interactuamos con esa versión en lugar de con la real
nuestras respuestas pueden ocasionar daños y extender aún más el cinismo.
II.- RESPUESTAS (GOLPES) PREVENTIVOS
Los cínicos con
frecuencia piensan que la mejor defensa es un buen ataque. Investigaciones
recientes realizadas por el autor han encontrado que los individuos cínicos,
aquellos que no están de acuerdo con afirmaciones del tipo: “la mayor parte de
las personas son buenas”, están menos dispuestos a donar su tiempo, dinero o a
ayudar a los demás. Otro estudio dirigido por Malia Mason en la Universidad de
Columbia revela que las personas que consideran que los demás son deshonestos tienen
más tendencia a negociar de forma deshonesta ellos mismos.
Las acciones de tipo
anticipatorio pueden dañar a todos los involucrados. Las personas muestran
devuelven la amabilidad con amabilidad y contraatacan ante la crueldad, lo que
muestra que las acciones de los cínicos sacan lo peor de los demás. En una
encuesta realizada en 2020 los psicólogos responsables exploraban estas profecías
auto - cumplidas preguntando a los participantes sobre sus interacciones
sociales una vez al día durante una semana. Encontraron que los cínicos suelen
actuar de forma irrespetuosa con sus amigos y compañeros , lo que incrementa la
falta de respeto de éstos hacia el cínico. En otro estudio los psicólogos
Harold Kekkey y Anthony Stahelski pidieron a pares de personas que participasen
en un juego en el que podían cooperar o hacer trampas. Como los cínicos
esperaban que sus parejas hiciesen trampas solían empezar el juego engañando.
En rondas sucesivas los compañeros de los cínicos dejaban de mostrarse
confiados y hacían trampas también, efecto que los investigadores llaman de “asimilación
del comportamiento”.
III.- LA “ILUSIÓN” DEL CÍNICO
los cínicos
autoproclamados con frecuencia consideran su cinismo como una sabiduría
adquirida duramente y creen que los que no comparten esta idea son unos
ingenuos.
Una investigación
liderada por Olga Stavrora de la Universidad de Tilburg encontró que el 70% de
los participantes creía que los cínicos son más inteligentes, en general, que
los no cínicos, aunque los primeros no obtienen buenos resultados en las
pruebas cognitivas y no son “socialmente inteligentes”.
Aunque acusen a los demás
de mostrar una confianza ciega parece que son ellos los que demuestran una
desconfianza ciega. Al considerar a todos bajo la misma lente oscura no
consiguen captar las señales que distinguen a los colaboradores de los
tramposos, pero mientras las personas sigan pensando que el cinismo es una
actitud inteligente los cínicos se verán recompensados.
No es solo la
psicología humana la que conduce a los empleados hacia la desconfianza, las
políticas y prácticas de las organizaciones también pueden conseguirlo si están
basadas o refuerzan el cinismo, como ocurrió en el caso de Microsoft. Dos de
las estrategias que utilizó Steve Ballmer,
predecesor de Nadella en Microsoft son muy comunes en muchas organizaciones. Éstas son:
1.- Liderazgo suma cero. Ballmer, por ejemplo,
implementó un sistema por el que los profesionales con el mejor desempeño en
cada equipo obtenían todas las recompensas, mientras los peores eran
apercibidos o despedidos. Este método busca fomentar la competitividad natural
de las personas, pero hace que los profesionales consideren su entorno laboral
como el de un juego de suma cero. En el caso de Microsoft los profesionales
eran recompensados no solo por hacerlo bien, sino también por hacer que sus
compañeros fracasasen y como resultado la compañía se vio inmersa en una serie
de luchas internas.
Pocas organizaciones
utilizan este método en la actualidad, pero muchas siguen promoviendo la
cultura del “genio”, valorando a la estrella creativa individual que aporta nuevas ideas y no la innovación
colectiva.
2.- Exceso de control. Los líderes que no
confían en sus profesionales tienden a restringirles, presionarles y
supervisarles para asegurarse que hacen lo mínimo y para prevenir que eludan
sus tareas laborales y hagan trampas. Como resultado los empleados detectan esa
desconfianza claramente, con lo que confían menos en su organización, se
sienten menos motivados e irónicamente, si pueden, van a procurar engañar al
sistema.
Cuando los directivos
fuerzan a los trabajadores a hacer al menos lo mínimo consiguen que éstos se
esfuercen por hacer solo esto y la moral se resiente en el proceso.
Esta situación es
desalentadora: la desconfianza y la competición nos están conduciendo en un
sendero de un solo sentido hacia el fracaso. Afortunadamente existen
estrategias claras que pueden ayudar a las organizaciones a revertir el curso
de esta situación. Inyectar “anticinismo” requiere implementar dos enfoques:
a).- Desarrollar políticas y procesos que redirijan la
cultura organizacional hacia la colaboración y confianza
Cuando contemplamos el
mundo como un juego de suma cero, este se encoge, lo mismo que nuestras
relaciones. El “anticinismo” puede parecer una actitud ingenua pero es la estrategia
más eficaz a largo plazo.
Si las personas ven
que confiamos en ellas suelen responder demostrando lo que los economistas
llaman “confianza ganada”. Demostrar confianza en los demás es una forma
sencilla por la que los líderes pueden reducir la desconfianza y paranoia en
sus organizaciones, por ejemplo, dejando que las personas realicen sus propias
elecciones. Cuando cultivamos la confianza los equipos sobresalen. Investigaciones
realizadas en colectivos de docentes, trabajadores de venta al por menor y
personal militar han encontrado que aquellos que sienten que se confía en ellos
tienen una mayor autoestima y tienen una mejor relación con sus supervisores,
logrando un mejor desempeño, también.
Las prácticas
anticinismo en Microsoft tuvieron éxito y bajo el liderazgo de Nadella la
capitalización en el mercado de la compañía se disparó por sus incursiones en
otros campos como la inteligencia artificial y otras áreas innovadoras,
alimentadas por una cultura que se centra en la colaboración, empatía y en la
comunidad.
La confianza es solo
un componente del liderazgo anticinismo. Los líderes deben, también, examinar
factores estructurales del entorno laboral, tales como el análisis de si los
valores son transmitidos y forman parte real de la cultura y no solo declaraciones
de intenciones sin nada detrás o si las remuneraciones, bonus y beneficios se
distribuyen de forma justa y equitativa. Si esto no ocurre será difícil vencer
al cinismo.
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