Friederike Fabritius, neurocientífica, en “The brain friendly workplace. Why
talented people quit and how to get them to stay”, ofrece una serie de claves
basadas en la ciencia y probadas sobre el terreno para conseguir crear un lugar
de trabajo amigable.
En el momento actual
tenemos la oportunidad de crear un mejor futuro en relación con el entorno
laboral. El antiguo paradigma corporativo
de horas de trabajo excesivas, escaso descanso, reuniones interminables y
viajes sin fin está muerto. Nadie quiere volver a él, ya que es malo para el
desempeño y para la salud física y mental. El futuro es híbrido y requiere un
nuevo paradigma flexible que ayude a todos a alcanzar un gran desempeño: un
entorno laboral amigable para la mente.
En julio de 2021 el
Wall Street Journal publicaba que los profesionales estadounidenses estaban
abandonando su trabajos con mayor frecuencia que en las dos décadas anteriores,
al gravitar hacia trabajos más apropiados para sus habilidades, intereses y
vidas personales.
El entorno laboral
amigables para nuestra mente retiene el talento porque nos anima a trabajar de
acuerdo con lo que nuestro cerebro necesita para trabajar de forma óptima.
Valora a los profesionales con distintos patrones mentales por las ideas
diversas que aportan a sus equipos., llegando a valorar la diversión. Como
mantiene la autora: “si no te diviertes en el trabajo no estás teniendo tu
mejor desempeño”.
Fabritius considera que
cuatro sustancias químicas poderosas moldean nuestra personalidad: los
neurotransmisores dopamina y serotonina y las hormonas estrógenos y
testosterona. Juntas forman cuatro sistemas diferentes que estimulan áreas
específicas de nuestro cerebro.
Las personas con
niveles elevados de dopamina son curiosas, enérgicas y orientadas hacia el
futuro, como es el caso de los inventores y emprendedores. Suelen aburrirse fácilmente
y necesitan estar siempre buscando nuevos y excitantes proyectos.
Las personas con
niveles altos de serotonina son detallistas, responsables. Cautas y leales. Les
agrada la rutina y disfrutan con la consistencia y la estabilidad.
Las personas con
niveles elevados de testosterona son duras, directas y disfrutan ejercitando su
poder. Tienden a ser analíticas y utilizan el pensamiento sistémico, lo que
implica actuar de forma lógica pasando de una etapa a la siguiente para
solucionar un problema.
Las personas con
niveles altos de estrógenos son empáticas y buenas a la hora de construir
relaciones personales y comunitarias. Los estrógenos incrementan la secreción de
la hormona oxitocina que aumentan los sentimientos de unión y confianza. Destacan
por el pensamiento lateral, lo que implica examinar un problema desde múltiples
ángulos hasta que surge una perspectiva. Las personas con pensamiento lateral
destacan por su capacidad de contemplar las implicaciones a largo plazo de las
decisiones y por hacer conexiones que otros tipos de pensadores no logran
hacer.
Helen Fisher ha
dedicado décadas a investigar la forma en la que estos cuatro sistemas mentales
condicionan la personalidad. El inventario del temperamento de Fisher (FTI) ha sido utilizado por más de 16 millones de
personas en más de 40 países. En 2015 cofundó NeuroColor, empresa de
consultoría que ayuda a empresas y gobiernos a utilizar herramientas basadas en
la neurociencia para ayudar a que sus ejecutivos alcancen desempeños sobresalientes.
De los datos de sus
investigaciones se desprende que los altos ejecutivos tienden a puntuar más
alto en el cuestionario en los rasgos asociados con los sistemas ligados a la
testosterona y a la dopamina que la población normal, independientemente del
género.
Estos líderes con
niveles elevados de testosterona y dopamina presentan muchas buenas cualidades:
son duros, directos y lógicos. Prosperan en entornos laborales con insanas
horas de trabajo y enormes presiones. Son carismáticos e impacientes y les gusta
el riesgo. No pierden el tiempo y van directamente a los asuntos, sin
divagaciones.
Pero, algunos
ejecutivos en los que domina la testosterona pueden ser considerados
maleducados y con escaso control de sus impulsos. Pueden generar entornos de
trabajo extremadamente estresantes y no son capaces de comprender que los profesionales
con otros sistemas mentales pueden no sentirse emocionados y motivados a lograr
su mejor desempeño; no entendiendo cuando éstos dicen que están exhaustos,
pensando que son unos vagos.
Llevados al extremo los
líderes con niveles altos de dopamina y testosterona pueden promocionar y
recompensar a los profesionales que muestran la “triada negra” de narcisismo,
maquiavelismo y psicopatía y castigar a aquellos que reaccionen negativamente
ante el estrés extremo. Esto genera un ambiente tóxico de trabajo que hace que
los profesionales con otros sistemas mentales se desanimen y piensen en
abandonar en cuanto puedan.
Las mujeres ejecutivas
con niveles altos de dopamina/testosterona con frecuencia sienten la necesidad
de triunfar y, en ocasiones, son promocionadas porque por sus rasgos les
resultan más familiares a los hombres en la cumbre. Algunas pueden ser líderes
inspiradoras y movilizadoras, pero otras pueden mostrar los mismos comportamientos
que sus compañeros masculinos con las mismas características y ser maleducadas,
ofensivas, creando entornos laborales muy estresantes, exhibiendo poca empatía
y pobre control de impulsos.
Un meta- análisis de 63
estudios realizado por la asociación americana de psicología mostraba que
cuando las mujeres actúan de forma asertiva y dominante, su comportamiento es considerado
de forma más negativa que cuando son los
hombres los que se comportan de este modo. El estudio concluía que las mujeres
que se mostraban asertivas con sus ideas, hacían requerimientos directos y
abogaban por ellas mismas gustan menos que los hombres.
El 86% de las mujeres
millennials en un estudio realizado en 2017 y publicado por Kavita Sahai en
Forbes, manifestaban que habían abandonado cómodos trabajos corporativos. El
33% se habían sentido restringidas e infelices y el 43% que no estaban
realizando aquello que les apasionaba.
La diversidad de pensamiento
facilita la creación de equipos más eficaces, pero como Helen Fisher plantea: “cuando
las organizaciones reflexionan sobre la diversidad, piensan en la raza, género
o antecedentes culturales, pero no en la diversidad de mentalidad. Por lo que
podemos tener la representación adecuada de mujeres, por ejemplo, pero si
comparten el mismo perfil de personalidad, el grupo no va a ser tan diverso
como pensamos”.
En 2020 millones de
personas comenzaron a trabajar desde sus hogares lo que ha provocado una enorme
disrupción y puede ser una oportunidad sin precedentes para comenzar una
revolución en los entornos laborales que era necesaria desde hace décadas. Un
entorno laboral amigable que apoye a todos los sistemas mentales facilita un apasionante nuevo paradigma para esta revolución.
Esta necesidad se pone
de manifiesto por ejemplo cuando en 2021 se filtró a la prensa un documento
interno de Goldman Sachs que facilitaba una mirada impactante a esta organización.
Los analistas de primer año informaban que trabajaban una media de 90 horas a
la semana y dormían solo 5 horas por la noche. El 100% decían que sus
relaciones personales se habían deteriorado y que se enfrentaban a plazos de
entrega de sus trabajos irreales. 42% se quejaban de haber experimentado
acusaciones injustificadas y el 17% un trato irrespetuoso. Puede parecer que es
lo esperable al trabajar en un banco de inversiones pero, al final, quien es el
verdadero perdedor es la compañía, ya que se convertirá en una organización que
solo atraerá a personas con sistemas mentales dominados por la dopamina o
testosterona y como resultado perderá el talento y las perspectivas que una
mayor diversidad de sistemas proporcionan.
Las organizaciones han
concedido erróneamente el mayor valor a los ejecutivos que pueden viajar
continuamente por el mundo, sin dormir y consumiendo miles de cafés, porque
piensan que éstos son los que tienen un mayor desempeño, pero ha llegado el
momento de ser conscientes del valor de todos los sistemas mentales, porque,
como hemos visto, las personas con elevados niveles de estrógenos y serotonina
destacan por su empatía y pensamiento lateral y buscan construir relaciones
armoniosas. Por ello, pueden ser excelentes líderes, reflexivos y con capacidad
de construir equipos. Pero las compañías los pierden cuando les avergüenzan por
pedir horarios razonables, permisos para cuidar a la familia y un equilibrio
vida personal/profesional sano.
Los estadounidenses
según un informe elaborado por el Instituto Becker Friedman, durante la
pandemia, con el teletrabajo, pudieron evitar perder 60 millones de horas en
los desplazamientos de sus casas al
trabajo. Tiempo que emplearon en actividades de ocio, mejora y dedicación a la familia.
Crear un entorno laboral
amigable que resulte atractivo para todos los sistemas mentales tiene numerosos
beneficios. Es más sencillo reformar el entorno que cambiar a las personas, por
lo que debemos dejar que éstas puedan utilizar sus fortalezas en lugar de
intentar cambiar sus personalidades.
Una organización
prosperará si contrata y respeta a sus profesionales con los 4 sistemas
mentales, ya que éstos aportarán valiosas fortalezas complementarias al entorno
laboral.
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