Julie Winkle Giulioni, en SmartBrief on Leadership del pasado 13 de abril, plantea
que los altamente entornos polarizados actuales junto a niveles desconocidos de
estrés y burnout han ocasionado que muchas personas tiendan a hacer
presunciones sobre las motivaciones de los que les rodean. En algunos casos
parece que el momento social nos conduce a presunciones y respuestas negativas y, estos procesos internos afectan a la
persona que realiza esa presunción y a los que la rodean.
Si,
por el contrario, realizamos un profundo reseateado mental y asumimos
intenciones positivas en lugar de negativas obtendríamos efectos positivos
sobre el estrés, salud mental y bienestar, así como sobre nuestra comunicación,
confianza y relaciones y, en el entorno laboral, sobre los resultados (en áreas
como calidad, innovación o colaboración).
Asumir
una intención positiva no significa ver el mundo con unos cristales rosas, ni
ser débiles o no actuar cuando sea necesario, sino consiste en un cambio de patrón
mental asentado en el entendimiento de que no podemos leer la mente y el
corazón de los demás y por tanto debemos aprender de su motivación. Implica a
la disciplina de contener nuestros juicios hasta que exista algo concreto que
juzgar.
Diariamente
nos enfrentamos a multitud de situaciones en las que podemos atribuir
intenciones negativas con la espiral negativa que conlleva el hacerlo. Los
líderes ejercen un efecto amplificador con su comportamiento y los que desean
cultivar una cultura de asumir intenciones positivas dentro de sus equipos
pueden comenzar por seguir estas tres estrategias:
1.- Ser un ejemplo
Los
empleados siguen los ejemplos de los líderes, por lo que éstos deben dominar el
arte de asumir intenciones positivas. Al enfrentarse a situaciones de este tipo
deben dedicar unos momentos a respirar conscientemente, comprobar las historias
que se están contando a sí mismos, considerar un contexto más amplio, pensar
las consecuencias de las presunciones negativas, invocar a su curiosidad y
hacer preguntas evitando saltar a conclusiones destructivas y seguramente
inexactas.
2.- Ejercer de
coaches
Ayudar
activamente a sus profesionales a mirar a las situaciones desafiantes con un alenté
diferente y a reformular las potencialmente
muy emocionales con preguntas del tipo:
a).-
¿Qué experiencias positivas has tenido con esa persona?
b).-
¿Qué retos pueden estar experimentando?
c).-
¿Qué razones positivas pueden existir para su comportamiento?
d).-
¿Cómo puede ser esta situación beneficiosa para mí?
e).-
¿Cómo puedo descubrir las motivaciones reales y no imaginarias para esta
acción?
3.- Difundir
ejemplos positivos
Encontrar
formas de introducir en la cultura ejemplos de intenciones positivas. Compartir
historias de malinterpretaciones personales, ofrecer ejemplos de equivocaciones
en este sentido e invitar a los demás a que hagan lo mismo. Nutriendo la
narrativa del grupo con positividad puede ayudar a reconducir los patrones de
pensamiento habituales que el mundo moderno parece haber introducido.
Hasta
que la intención sea visible debemos asumir que es positiva. Es más beneficioso
para nosotros y para los demás el interrumpir la debilitante espiral hacia debajo
de las presunciones negativas y dejar espacio para pensamientos más positivos,
sin preocuparnos ya que tendremos tiempo posteriormente de responder de forma
diferente si descubrimos que, por ejemplo, un mensaje de alguien era un insulto
y no un aviso.
La magia de asumir intenciones positivas en las actividades tiene que ver con que esta actitud motiva entre los miembros del equipo una actitud más confiada y abierta a la colaboración, la corresponsabilidad y la creatividad, fundamentales en las áreas más resilientes de la organización, alimentando una espiral positiva de colaboración, calidad e innovación.
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