Friederike Fabritius en “The brain friendly workplace.
“Why
talented people quit and how to get them to stay”, plantea que un desempeño cumbre
es la experiencia de alcanzar un desempeño utilizando nuestras máximas
capacidades. Nuestra mente libera un delicioso coctel de sustancias que nos
ayudan a sentirnos, sin ningún esfuerzo, totalmente absorbidos por lo que estamos haciendo.
Nos sentimos completamente presentes y amando la vida, perdiendo el sentido del
tiempo. Investigaciones muestran que cuando nos encontramos en este estado
mental somos 5 veces más productivos. Este estado se llama también de flujo ( Flow).
Flow es un estado
mental en el que nos sentimos totalmente inmersos en una actividad, en el que
el tiempo se vuelve irrelevante y en el que por unos momentos mágicos nuestro
trabajo se convierte en el centro de nuestro universo. Empresas innovadoras
como Pixar Animation Studios y SAP reconocen que enseñar a sus profesionales a
alcanzar este estado es más importante para la productividad que el número de
horas que pasan en sus mesas de trabajo. Aquellas organizaciones que busquen
crear una cultura de resultados, como hemos comentado en una entrada anterior,
necesitan enseñar a sus empleados cómo llegar a este estado si quieren lograr
más en menos tiempo.
Cuando entramos en
estado de flujo nuestra corteza prefrontal, ubicación de nuestro “crítico
interno”, se desactiva y las inseguridades y dudas se evaporan. Posteriormente nuestro
lóbulo parietal derecho, también, se desactiva. Esta parte del cerebro define
nuestro “yo” individual como diferente de otros. Esta es la razón, por ejemplo,
por la que montañeros, en este estado, dicen que se convierten en “uno” con las
montañas. Nuestro cerebro empieza a liberar potentes neurotransmisores. Chutes
de dopamina y norepinefrina nos estimulan, la anandamida empieza a liberarse y
nos ayuda a centrarnos intensamente ampliando nuestra capacidad de pensar de
forma diferente. Impulsa, también, el pensamiento lateral, lo
que ayuda a que en este estado tengamos momentos de descubrimientos creativos. Las
endorfinas se incrementan aumentando los sentimientos de placer que nos motivan
a continuar en este delicioso estado de flujo.
Finalmente, cuando
empezamos a emerger de este estado de flujo, se liberan serotonina y oxitocina,
promoviendo sensaciones de bienestar. Si, por ejemplo, hemos estado trabajando
en un equipo que colectivamente ha entrado en este estado, nos sentiremos muy
bien unos con otros mientras vamos saliendo de los momentos en los que hemos
experimentado un desempeño y productividad extraordinarios trabajando juntos.
No solo este estado nos
hace sentir bien, también es un estado muy productivo que nos abre la mente al
perder el sentido de nosotros mismos, lo que favorece que nos mostremos más
abiertos a las ideas de personas ante las que nos habríamos resistido
anteriormente.
Las personas con altos
niveles de estrógenos suelen ser muy buenas a la hora de entrar en este estado.
Especialistas en neurociencia han
descubierto que las mujeres tienen más conexiones laterales entre los dos
hemisferios, por lo que suelen destacar en el pensamiento lateral.
Cuando nos sentimos
estresados nuestro cerebro produce pequeñas y rápidas ondas beta. En el estado
de flujo el cerebro cambia a ondas alfa más grandes y lentas. Esto crea un
estado de ánimo soñador y placentero. Posteriormente al hundirnos más
profundamente en este estado nuestro cerebro genera una mezcla de ondas alfa y theta, lentas y relajantes, mientras
vamos penetrando más intensamente en el estado de flujo. Las ondas theta
preparan el cerebro para las oscilaciones gamma, las más rápidas y sutiles de
las ondas cerebrales. Las ondas gamma nos sumergen en momentos creativos y de
descubrimiento.
Tres sustancias
neuroquímicas contribuyen a la inconfundible sensación de “flujo”: dopamina
(diversión), norepinefrina (temor) y acetilcolina (foco). Si conseguimos el
nivel adecuado de diversión y miedo el foco surgirá naturalmente.
I.-DIVERSIÓN
Cuando estamos
experimentando diversión nuestro cerebro libera dopamina. Cuando nuestra mente
está llena de dopamina pensamos y aprendemos más rápido lo que resulta muy
beneficioso para nuestro desempeño en el trabajo. La risa provoca estallidos de
dopamina y ésta facilita que nos centremos en lo que estamos haciendo.
Las sorpresas y las novedades elevan los
niveles de dopamina. Cada vez que nos sorprendemos el cerebro libera dopamina,
así como cada vez que vemos o experimentamos algo nuevo.
La autora recomienda
para elevar los niveles de dopamina en el trabajo:
1.- Acortar las
reuniones dramáticamente. No hay nada que reduzca más los niveles de dopamina
que tener que estar sentado durante reuniones largas y aburridas.
2.- Hacer ejercicio.
Concentrarnos profundamente durante 45 minutos y luego dedicar 15 minutos a
movernos: caminar, hacer gimnasia. ….
3.- Dedicar cinco
minutos a ver algo que nos haga reír.
6.- Contratar personas
optimistas y positivas. Al realizar entrevistas de trabajo estar alerta ante
los quejicas u otros ladrones de energía.
Todas estas sugerencias
no funcionan si no amamos lo que hacemos y odiamos nuestro trabajo. La mayor
parte de las personas que triunfan aman lo que hacen y por tanto están llenas
de dopamina, divirtiéndose en el trabajo y sintiéndose estimuladas por los
retos a los que se enfrentan. Cuando odiamos nuestro trabajo nuestro cerebro está
hambriento de dopamina y nos sentimos que nos estamos arrastrando durante la
jornada laboral, por lo que hasta que encontremos el trabajo que amemos podemos
intentar compensar divirtiéndonos más en nuestro tiempo fuera del trabajo.
Procurar ser amables
con nosotros mismos es clave para alcanzar el estado de “flujo” de forma que la
corteza prefrontal reduzca su actividad y no sea tan autocrítica, para poder
sumergirnos totalmente en lo que hacemos.
II.-
MIEDO
Necesitamos
experimentar diversión para entrar en el estado de “flujo” pero, también, se
requiere un cierto temor. Nuestro mejor desempeño se presenta cuando nos
sentimos ligeramente desafiados y un poco asustados. Si, por ejemplo, nos
preocupa no hacer una buena presentación nos centraremos completamente.
Cuando sentimos que
estamos ante un reto el cerebro libera norepinefrina que nos ayuda a pensar con
mayor rapidez y estar a la altura del desafío. Si no sentimos ningún tipo de
temor en el trabajo nos aburriremos y no seremos capaces de centrarnos. Por otro
lado si nos sentimos demasiado estresados nos sentiremos saturados y
desbordados.
Cada persona tiene un
punto de estrés óptimo en el que nos sentimos desafiados y centrados, pero no
saturados. Si somos capaces de aprender a llegar al mismo de forma consistente, experimentaremos y obtendremos un desempeño mucho mayor que las personas que
estén aburridas o muy estresadas.
Si nuestro patrón
mental es elevado en estrógeno y serotonina llegaremos al desempeño cumbre en
un punto de estrés más bajo que las personas con patrones mentales altos en
testosterona y dopamina, que necesitaran niveles de estrés más elevados para
alcanzar su máximo desempeño. Por este motivo estos dos últimos patrones
mentales florecen en entornos con altos niveles de estrés.
Si gestionamos un equipo
considerar el punto máximo de estrés es muy importante y valioso, ya que nos
sirve para ser conscientes de las razones por las que algunos de los miembros
del equipo están floreciendo mientras otros se están hundiendo y entender que
no tiene nada que ver con el talento, habilidades o productividad. Solo tiene que ver con la forma en la que los distintos patrones mentales procesan el estrés.
No somos mejores si gestionamos mejor el estrés que nuestros compañeros solo
somos diferentes.
Los distintos patrones
mentales necesitan también distintos entornos para alcanzar el estado de “flujo”.
Algunas personas necesitan espacios cerrados
tranquilos y otras espacios abiertos con gran actividad alrededor. Por
lo que hay que respetar las necesidades de cada uno si queremos facilitar que
lleguen a este estado.
Hay que tener en cuenta,
también, que al envejecer tenemos biológicamente menor tolerancia al estrés
pero compensamos con la experiencia. Aprendemos a manejar la ansiedad y el
miedo mejor y tenemos más facilidad a la hora de mantener los niveles de estrés óptimos
para un desempeño excelente.
III.-
FOCO
Cuando nos encontramos
centrados nuestro cerebro libera acetilcolina que ayuda a que nuestra atención destaque
nuestros pensamientos más importantes, olvidando lo que normalmente nos puede
distraer. Sin miedo y diversión nuestro perezoso cerebro no se molesta en
producir acetilcolina y nunca conseguiremos centrarnos totalmente.
Las personas que
practican la meditación suelen tener más facilidad para entrar en este estado.
Una mente entrenada para estar más presente y cómoda consigo misma va a
experimentar fácilmente el estado de “flujo”, porque ha aprendido a no
distraerse y centrarse.
Establecer momentos en
los que desconectamos del móvil es necesario si queremos alcanzar este estado. Las
personas de media accedemos al móvil unas 110 veces al día. Las personas
utilizamos los smartphones como un mecanismo de escape cuando nos sentimos
aburridos / sin diversión) o muy estresados (demasiado miedo). Son adictivos y
cada vez que recibimos una notificación liberamos un pequeño chorro de dopamina
debido a la posibilidad de una interacción agradable con otra persona.
La autora recomienda,
también, que mantengamos reuniones con nosotros mismos para intentar acceder al
estado de “flujo”, por ejemplo cuando tengamos que solucionar un problema
importante. Algunas organizaciones han comenzado a hacer esto con sus equipos y por ejemplo establecen que los
viernes no se celebren reuniones para que los profesionales puedan dedicar el
día a centrarse en lo verdaderamente importante.
Tras estar un tiempo en
este estado es necesario dedicar un tiempo para un descanso estratégico para volver
a recargar nuestros neurotransmisores y restaurar el equilibrio. Es la única forma
de mantener de forma sostenible un alto desempeño.
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