Manfred Kets de Vries
en INSEAD Knowledge del pasado 10 de enero plantea que con frecuencia existe una distancia entre nuestras buenas intenciones y nuestro comportamiento real y que
lo preocupante es que, con frecuencia, no somos conscientes de la diferencia
entre lo que pensamos que estamos haciendo y lo que verdaderamente estamos
haciendo.
Alinear nuestras
acciones con nuestras intenciones es complicado ya que nuestra mente
inconsciente puede influir y arruinar nuestra conducta y toma de decisiones.
Aunque pensemos que nuestras acciones están guiadas por pensamientos racionales
y conscientes solo una parte pequeña de nuestra mente está activamente
implicada en razonar conscientemente.
La neurociencia nos
ofrece algunas perspectivas obre la forma en la que nuestra mente funciona.
Existe una tensión constante entre la corteza prefrontal, responsable del
razonamiento lógico, y la amígdala asociada con las emociones y la memoria. En
condiciones estresantes la emocional amígdala anula la toma de decisiones
racional.
Sigmund Freud explicó
la lucha entre nuestros impulsos emocionales y nuestros procesos racionales de
pensamiento utilizando la metáfora del jinete y su caballo. El jinete
representa nuestra mente consciente y pensamientos racionales y el caballo
nuestra mente inconsciente, la fuente de nuestras emociones, instintos y
deseos. Idealmente el jinete debe tener el control guiando al caballo hacia un
destino deseado. Pero con frecuencia los fuertes impulsos del caballo apartan
al jinete del camino, ocasionando conflictos entre las mejores intenciones y
las acciones.
Puede ayudar ampliar
esta metáfora y reemplazar al caballo
por un elefante. Éste representa los procesos que tienen lugar bajo la
superficie, las dinámicas psicológicas que determinan nuestro carácter. El
elefante es testarudo y resistente al cambio, siempre en alerta y rápido en
responder de forma defensiva ante cualquier desencadenante. El elefante dentro
de nosotros cargará contra cualquier cosa que considere como una amenaza.
Irónicamente nuestro elefante interno no tiene la piel gruesa y nos tomamos de
forma personal las críticas y nos ponemos a la defensiva si nos cuestionan. Con
frecuencia nos vemos de una forma más positiva que los demás y sobreestimamos
nuestras contribuciones a nuestros éxitos. Ante los fallos con frecuencia
desviamos las críticas y rápidamente culpamos a los demás por los mismos. Este
tipo de reformulación positiva para nosotros nos resulta útil para mantener
nuestro equilibrio mental y para evitar sentimientos depresivos y así mantener
la autoestima, confianza y optimismo necesarios para mantenernos motivados.
Pero descuidar
gestionar nuestro elefante interno puede sacar lo peor de nosotros mismos. Para evitarlo el autor recomienda:
1.- Gestionar al elefante
El primer paso consiste
en evaluar sinceramente nuestras acciones. Necesitamos crear el espacio
psicológico para reconocer nuestro comportamiento, especialmente si nuestras
acciones hasta el momento han sido ineficaces. También debe existir un deseo
sincero de cambio.
Posteriormente debemos
implicar a la parte analítica y reflexiva de nuestra mente para anular a
algunos de los procesos inconscientes que están estropeando nuestras buenas
intenciones. De esta forma podemos obtener un mayor control sobre nuestras
acciones. Pero, conseguir esto requiere un esfuerzo para deconstruir procesos
inconscientes y examinar lo que está sucediendo en profundidad.
2.-
Abrazar la incomodidad
Embarcarse en este
viaje interior necesita contar con un deseo genuino de mejora a nivel personal
y la disposición a salir de la zona de confort. Críticas constructivas y
feedback recibidos sin estar a la defensiva pueden servir como catalizadores.
3.-
Ampliar la consciencia
Realizar un ejercicio
de desarrollo mediante feedback 360º puede ofrecernos un mayor nivel de
conocimiento sobre nuestros defectos y sobre la distancia que existe entre
nuestro comportamiento percibido y real. Este ejercicio nos ayuda a vernos a
través de las perspectivas de otros y a identificar las áreas que realmente tenemos que trabajar y
reflexionar sobre las barreras que están dificultando que hagamos lo que
decimos que queremos hacer.
4.-
Buscar ayuda
Afrontar bloqueos
mentales puede requerir la ayuda de un coach ejecutivo o de un psicoterapeuta. Estos
profesionales nos pueden ayudar a explorar la desalineación entre nuestros
comportamientos problemáticos y metas, apoyar nuestra habilidad para cambiar y
ayudar a que seamos más conscientes de las consecuencias de nuestros actos.
5.-
Desarrollar estrategias de afrontamiento
Los coaches y
psicoterapeutas pueden reconocer cuando estamos dando pequeños pasos en la
dirección correcta y ofrecer apoyo para desarrollar estrategias de
afrontamiento.
6.-
Revisar el progreso y nuestra responsabilidad
Un coach o una persona
de nuestra confianza pueden ayudarnos a monitorizar y evaluar nuestro progreso
hacia nuestras metas a largo plazo, mientras nos recuerdan que somos
responsables de implementar los cambios necesarios.
Finalmente, no olvidar
que, solo nosotros somos los responsables de gestionar al elefante que está
dentro de nosotros. El inconsciente, a pesar de sus fuerzas poderosas, puede
ser anulado. No siempre tenemos que operar con el piloto automático. La clave
está en mejorar la activación de la parte reflexiva de nuestra mente.
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