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miércoles, 1 de mayo de 2024

AUTORREFLEXIÓN PARA LÍDERES EN 5 PASOS

 


Ben Bryant en I by IMDdel pasado 24 de abril ofrece una guía concisa de 5 pasos sobre autorreflexión para los líderes para que puedan gestionar las emociones y  sentimientos que las responsabilidades, presiones y complejidades de sus roles conllevan.

Dirigir con éxito a otras personas requiere gestionar las disonancias del liderazgo, los diferentes elementos de nuestra identidad y de nosotros mismos que aportamos al rol. Hacer esto bien dependerá de nuestra capacidad de autorreflexión. Ser consciente de uno mismo no necesariamente va a hacer que nos sintamos mejor en relación a cosas complejas. No dejaremos súbitamente de sentir emociones negativas, pero si encontraremos que estaremos mejor equipados para normalizar nuestros comportamientos erráticos o irracionales y de encontrar nuestro equilibrio y de aclarar nuestra mente en situaciones difíciles, al tiempo de estar mejor posicionados  para ayudar a los demás a hacer lo mismo.

El autor ha identificado cinco pasos que podemos seguir para avanzar en nuestro proceso de autorreflexión y de crecer como líderes al hacerlo. Éstos son:

1.- Ser consciente de nuestros pensamientos y sentimientos

Cuando somos conscientes de algo en nuestro mundo externo no notamos automáticamente la forma en la que respondemos internamente y sobre cómo ésta nos hacer sentirnos. Hacer esto último es el primer paso para construir nuestras capacidades de autorreflexión.

2.- Sentir la emoción antes de empezar a pensar sobre ella

Las emociones son una parte intrínseca de la experiencia humana y no podemos evitarlas o negarlas. Suprimirlas constituye un riesgo ya que encontrarán una forma u otra de exteriorizarse. Evidentemente podemos ser conscientes de ellas e intentar controlar nuestros impulsos, por ejemplo podemos no enviar un correo mostrando nuestro enfado y guardarlo como borrador, pero nuestras emociones deben ser procesadas y entendidas. Tenemos que recordar que suprimir las emociones, intentando librarnos de la disonancia causada por los sentimientos incómodos, puede alterar nuestra lógica y racionalidad. Al explorarlas exponemos la irracionalidad de cualquier acción que puede seguirlas y podemos hasta llegar a tomar decisiones para minimizar las emociones negativas en lugar de, por ejemplo en el caso del entorno laboral, trabajar para alcanzar las metas de la organización. Por esta razón la reflexión comienza por la emoción, no por el pensamiento. La clave está en ser consciente de lo que hacemos con esos sentimientos, para procurar desenterrar lo que estamos sintiendo y las razones subyacentes.

3.- Cuestionar las propias explicaciones sobre nuestros sentimientos

Comprender nuestras reacciones emocionales es importante y nos da seguridad, ya que nos permite pensar que si algo nos hace sentir de determinada manera, la próxima vez sabré qué tengo que hacer. Pero debemos estar alerta para no intentar encontrar una sola explicación correcta sobre por qué dijimos o hicimos algo. En lugar de eso debemos procurar descubrir las múltiples cosas que mueven los distintos comportamientos y respuestas. Continuamente debemos preguntarnos: “¿Qué estaba esperando yo conscientemente y que necesidad estaba tratando de satisfacer? Podemos encontrar nuestras explicaciones interesantes e iluminadoras pero no debemos sentirnos satisfechos con la respuesta demasiado tiempo ya que todo tiene múltiples causas en el liderazgo.

4.- Identificar nuestros patrones predecibles

Al empezar a reflexionar más en profundidad sobre nosotros comenzaremos a identificar algunas ideas fijas o presunciones que acarreamos. También podemos empezar a observar ciertos hábitos, roles  y rutinas que reproducimos en el tiempo. Estos son los patrones más predecibles o aspectos que revelan cómo somos.

Debemos preguntarnos hasta qué punto nuestras experiencias actuales son similares a otras previas tales como nuestra educación, historial o dinámica familiar que hayan podido asignarnos un rol subordinado o dominante en relación por ejemplo a un hermano o padres, como puede ser un deseo de perfección, por ejemplo. Tenemos que preguntarnos si estos hábitos o rutinas son como anclas que nos mantienen ligados a ciertos sentimientos o respuestas y luego si estamos dispuestos y queremos levar esas anclas y movernos hacia otros lugares o no.

5.- Realizar elecciones intencionadas para aceptarnos o cambiarnos

Una vez que somos capaces de reflexionar sobre nuestras emociones y experiencias en toda su complejidad seremos más intencionales que impulsivos o habituales en nuestras respuestas y comportamientos.

Perseguir estos cinco pasos nos coloca en una mejor posición para comprender las fuerzas que nos empujan para reaccionar de una manera o de otra, para expresar nuestro enfado  o para controlarlo, por ejemplo, Pero, lo más importante es que nos permite afrontar una elección interesante: podemos aceptar o decidir cambiar la forma en la que nos comportamos como líderes.

Recordar que la autorreflexión es una elección que va a afectar a otras elecciones y que es bueno tomarla, ya que si somos conscientes de nuestras emociones y de cómo y por qué surgen podemos comenzar a minimizar su impacto en nuestra toma de decisiones. También podemos decidir empezar a crecer como líderes. La autorreflexión no es fácil ni cómoda y puede parecer ambigua y disonante en ocasiones, pero el liderazgo no es cómodo o fácil y está lleno de disonancias.

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