Ben Bryant en I by IMDdel pasado 24 de abril ofrece una guía concisa de 5 pasos sobre autorreflexión
para los líderes para que puedan gestionar las emociones y sentimientos que las responsabilidades,
presiones y complejidades de sus roles conllevan.
Dirigir con éxito a
otras personas requiere gestionar las disonancias del liderazgo, los diferentes
elementos de nuestra identidad y de nosotros mismos que aportamos al rol. Hacer
esto bien dependerá de nuestra capacidad de autorreflexión. Ser consciente de
uno mismo no necesariamente va a hacer que nos sintamos mejor en relación a
cosas complejas. No dejaremos súbitamente de sentir emociones negativas, pero
si encontraremos que estaremos mejor equipados para normalizar nuestros
comportamientos erráticos o irracionales y de encontrar nuestro equilibrio y de
aclarar nuestra mente en situaciones difíciles, al tiempo de estar mejor
posicionados para ayudar a los demás a hacer
lo mismo.
El autor ha
identificado cinco pasos que podemos seguir para avanzar en nuestro proceso de
autorreflexión y de crecer como líderes al hacerlo. Éstos son:
1.-
Ser consciente de nuestros pensamientos y sentimientos
Cuando somos
conscientes de algo en nuestro mundo externo no notamos automáticamente la forma
en la que respondemos internamente y sobre cómo ésta nos hacer sentirnos. Hacer
esto último es el primer paso para construir nuestras capacidades de
autorreflexión.
2.-
Sentir la emoción antes de empezar a pensar sobre ella
Las emociones son una
parte intrínseca de la experiencia humana y no podemos evitarlas o negarlas.
Suprimirlas constituye un riesgo ya que encontrarán una forma u otra de
exteriorizarse. Evidentemente podemos ser conscientes de ellas e intentar
controlar nuestros impulsos, por ejemplo podemos no enviar un correo mostrando
nuestro enfado y guardarlo como borrador, pero nuestras emociones deben ser
procesadas y entendidas. Tenemos que recordar que suprimir las emociones,
intentando librarnos de la disonancia causada por los sentimientos incómodos,
puede alterar nuestra lógica y racionalidad. Al explorarlas exponemos la
irracionalidad de cualquier acción que puede seguirlas y podemos hasta llegar a
tomar decisiones para minimizar las emociones negativas en lugar de, por
ejemplo en el caso del entorno laboral, trabajar para alcanzar las metas de la
organización. Por esta razón la reflexión comienza por la emoción, no por el pensamiento.
La clave está en ser consciente de lo que hacemos con esos sentimientos, para
procurar desenterrar lo que estamos sintiendo y las razones subyacentes.
3.-
Cuestionar las propias explicaciones sobre nuestros sentimientos
Comprender nuestras reacciones
emocionales es importante y nos da seguridad, ya que nos permite pensar que si
algo nos hace sentir de determinada manera, la próxima vez sabré qué tengo que
hacer. Pero debemos estar alerta para no intentar encontrar una sola explicación
correcta sobre por qué dijimos o hicimos algo. En lugar de eso debemos procurar
descubrir las múltiples cosas que mueven los distintos comportamientos y
respuestas. Continuamente debemos preguntarnos: “¿Qué estaba esperando yo
conscientemente y que necesidad estaba tratando de satisfacer? Podemos
encontrar nuestras explicaciones interesantes e iluminadoras pero no debemos
sentirnos satisfechos con la respuesta demasiado tiempo ya que todo tiene
múltiples causas en el liderazgo.
4.-
Identificar nuestros patrones predecibles
Al empezar a
reflexionar más en profundidad sobre nosotros comenzaremos a identificar
algunas ideas fijas o presunciones que acarreamos. También podemos empezar a
observar ciertos hábitos, roles y
rutinas que reproducimos en el tiempo. Estos son los patrones más predecibles o
aspectos que revelan cómo somos.
Debemos preguntarnos hasta
qué punto nuestras experiencias actuales son similares a otras previas tales
como nuestra educación, historial o dinámica familiar que hayan podido
asignarnos un rol subordinado o dominante en relación por ejemplo a un hermano
o padres, como puede ser un deseo de perfección, por ejemplo. Tenemos que
preguntarnos si estos hábitos o rutinas son como anclas que nos mantienen
ligados a ciertos sentimientos o respuestas y luego si estamos dispuestos y
queremos levar esas anclas y movernos hacia otros lugares o no.
5.-
Realizar elecciones intencionadas para aceptarnos o cambiarnos
Una vez que somos
capaces de reflexionar sobre nuestras emociones y experiencias en toda su
complejidad seremos más intencionales que impulsivos o habituales en nuestras
respuestas y comportamientos.
Perseguir estos cinco
pasos nos coloca en una mejor posición para comprender las fuerzas que nos
empujan para reaccionar de una manera o de otra, para expresar nuestro
enfado o para controlarlo, por ejemplo,
Pero, lo más importante es que nos permite afrontar una elección interesante:
podemos aceptar o decidir cambiar la forma en la que nos comportamos como
líderes.
Recordar que la
autorreflexión es una elección que va a afectar a otras elecciones y que es
bueno tomarla, ya que si somos conscientes de nuestras emociones y de cómo y
por qué surgen podemos comenzar a minimizar su impacto en nuestra toma de
decisiones. También podemos decidir empezar a crecer como líderes. La autorreflexión
no es fácil ni cómoda y puede parecer ambigua y disonante en ocasiones, pero el
liderazgo no es cómodo o fácil y está lleno de disonancias.
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