Erica Ariel Fox, tras analizar en su libro “Más allá del sí. Un método para superar el autosabotaje y negociar con éxito”, como hemos visto en una entrada anterior, al primero de los Cuatro Magníficos: el Soñador, ya que para para cerrar el Desfase del Desempeño, debemos comenzar por saber adónde queremos llegar, pasa a estudiar la importancia del Pensador, porque sin el razonamiento que éste ofrece se pueden pretender resultados imposibles de alcanzar.
II.- PERSPECTIVAS: COMPRENDER EL PUNTO DE VISTA DE NUESTRO PENSADOR.
Sin el análisis y la claridad del Pensador nos encontramos con fenómenos sin nombre que pueden ser malinterpretados. El resultado es que actuamos mal o no actuamos en absoluto. Necesitamos que nuestro Pensador interno entienda las cosas, ya que en la vida cotidiana hay muchas cosas sobre las que pensar, cuestiones que aprender, ventajas y desventajas que considerar, evaluaciones que hacer,…
La fuente de poder del Pensador es la razón, y su característica más importante es la claridad. El Pensador equilibrado practica la reflexión y se especializa en las capacidades que se necesitan para realizar un análisis.
Los recursos internos del Pensador son la prudencia, humildad, curiosidad y paciencia.
Los puntos óptimos del Pensador nos capacitan para:
1.- Expresarnos con datos y lógica, exponiendo ejemplos con detalle. Los Pensadores muy activos deben tener cuidado para que no se les escape el significado más profundo de las cosas porque están demasiado ocupados calculando estadísticamente los resultados más significativos. Vivir racionalmente todo el tiempo puede volvernos insensibles. Si nuestra identidad está dominada sólo por el Pensador, puede que encontremos las respuestas correctas, pero perderemos la esencia de las cosas. Está bien dejar que nuestro Pensador sea el primero entre iguales, pero no debemos permitir que los datos y la lógica aplasten a los otros miembros de los Cuatro Magníficos.
2.- Considerar las consecuencias. No es correcto suponer que si razonamos analizando datos y hechos tomaremos decisiones puramente racionales. Al contrario, debemos utilizar a nuestro Pensador para que capte todo lo que influye en nuestras evaluaciones para detectar la potencial influencia de los prejuicios en nuestras decisiones, antes de caer presa en ellos. Una forma valiosa de hacerlo es pararnos y preguntarnos cuáles pueden ser las implicaciones de lo que estamos planeando decir o hacer.
3.- Examinar la situación desde todas las perspectivas, recordando que podemos estar equivocados. Los Pensadores de perfil alto pueden tener un problema que es la arrogancia ya que se caracterizan por tener una asombrosa capacidad intelectual, por analizar las situaciones y sintetizar la información a gran velocidad para tomar decisiones difíciles sin titubear. Se sienten inteligentes porque lo son y pueden manifestarse con un exceso de orgullo. Los buenos líderes saben que utilizar su intelecto en el campo laboral no significa dejar su humanidad en la puerta del despacho. El Pensador funciona mejor si lo hace en colaboración con el resto de los negociadores internos, esforzándose en reconocer el valor que puede haber en otras formas de liderar y de vivir.
La autora recomienda que nos hagamos una serie de preguntas para reflexionar sobre nuestro Pensador interno:
1.- ¿Me resulta sencillo imaginar la perspectiva y los puntos óptimos del Pensador? ¿Me resulta difícil apreciar cómo funciona mi Pensador interno?
2.- ¿Cómo me relaciono con la claridad, la prudencia, la humildad, la curiosidad y la paciencia?
3.- ¿Cómo utilizo el poder de razonar de mi Pensador?
4.- ¿Cuándo he dejado que mi Pensador considere las implicaciones, consecuencias y niveles de riesgo antes de hacer una operación? ¿Cuándo he pasado por alto la opinión de mi Pensador para reflexionar detenidamente sobre las cosas? ¿Qué he aprendido de esas experiencias?
5.- ¿Qué creencias u opiniones mantiene con firmeza mi Pensador últimamente? ¿Hay alguna postura alternativa o incluso contraria? ¿Qué información o análisis podría menguar la certidumbre de mi Pensador de que tiene razón?
6.- ¿Qué me parecen las estrategias más frecuentes de mi Pensador? ¿Sobresale mi Pensador sobre el resto de mis negociadores internos? ¿Se suele quedar rezagado mi Pensador? ¿Qué pasa cuando mi Pensador se hace con el mando o cuando le dejan fuera?
7.- ¿Cómo creo que podría alcanzar un mejor equilibrio entre mis Cuatro Magníficos?
El tercer negociador interno, tras ver las posibilidades (Soñador) y perspectivas (Pensador) se ocupa de:
III.- PERSONAS. ESCUCHAR AL CORAZÓN DE NUESTRO AMANTE.
Mientras que el soñador medita acerca del futuro y el Pensador analiza las ideas, el Amante hace hincapié en las relaciones, asumiendo nuestras emociones y poniéndonos en contacto con otras personas.
El Amante es quien forja las relaciones. Se preocupa por los demás y se manifiesta en la variedad de papeles que interpretamos como amigos, padres, coach, hijos, hermanos, compañeros,… Si el amante es quien dirige podemos dedicar nuestra vida a ayudar a los demás.
El Amante se especializa en las competencias para tratar con las personas que son indispensables para el liderazgo. Aprecia la auténtica comunicación y escuchan además de hablar, se preocupa por la moral del equipo, se entristece cuando los demás reciben malas noticias y permite que el mundo exterior le afecte.
En las organizaciones los Amantes potentes se ocupan del compromiso de los profesionales. Están alerta ante la aparición de talento y se afanan por desarrollarlo, reconociendo el trabajo bien hecho. Ayudan a la promoción de sus colaboradores.
Nuestro Amante interior permite que los demás le echen una mano y al mismo tiempo que facilita el proporcionar ayudo y apoyo a otras personas. Recurrimos a él para practicar la solidaridad.
La fuente de poder del Amante es la emoción y su músculo más fuerte es la compasión. Sus recursos internos son: franqueza, generosidad, empatía y aceptación.
Los puntos óptimos del Amante son:
1.- Conectar con las emociones. Tanto los hombres como las mujeres pueden poseer Amantes interiores que se muestren tibios. Por lo general, a los hombres se les ha enseñado a menudo desde muy pequeños a dejar de lado las emociones. Las investigaciones sobre el desarrollo del varón adulto muestran como las normas sociales contribuyen a la mala gestión emocional y a la limitada capacidad de empatía. El psicólogo Paul Dunion lo llama “el mandato cultural de la virilidad”: hábitos de aislamiento, rechazo de las emociones y las intuiciones y actitud centrada en el mundo exterior con rechazo del interior. En el mundo actual los Pensadores aunque sean muy brillantes chocarán contra un muro si no consiguen conectar a escala humana, ya que se espera que todo profesional serio aporte ciertas cuotas de inteligencia emocional a su trabajo., lo que requiere capacidades que facilita el Amante interior.
En el extremo opuesto del espectro, si la estrategia favorita de nuestro Amante es jugar fuerte, podemos llegar a mostrarnos excesivamente emotivos, provocar dramas innecesarios o forzar intimidades no requeridas. La franqueza para con los demás es un valioso recurso del Amante, si se usa de forma equilibrada. Si la llevamos demasiado lejos puede dar el resultado contrario, distanciar a la gente y agriar una relación.
2.- Colaborar con otras personas. Las relaciones crean valor. En ocasiones la capacidad de colaborar es la variable decisiva para la creación de valor. El problema puede surgir con los Amantes apasionados que prefieren las relaciones antes que obtener lo que legítimamente necesitan y les dificulta el marcharse. Se ven atrapados por un doble vínculo emocional que les disuade de romper la situación. No desean hacer daño a otras personas, pero tampoco quieren sufrir ellos.
Los Amantes equilibrados entienden que no debemos ser crueles con los demás, ni tampoco ignorar descaradamente nuestros sentimientos, por lo que son mesurados y se interesan tanto por los demás como por sí mismos.
3.- Crear confianza y mantenerla. Para ello primero tenemos que crear la relación comenzando por establecer el contacto, buscando un punto de conexión mutua con sinceridad. Tenemos que tener en cuenta que si queremos ganar la confianza de los demás debemos actuar de forma que seamos merecedores de su confianza.
Los Amantes equilibrados saben que para que funcione una relación de confianza debe ser sincera. Muchas veces los Amantes tibios cumplen con los requisitos del comportamiento correcto y luego se sorprenden cuando la gente no confía en ellos de verdad. Fomentar confianza significa que no aspiramos a parecer naturales sino más bien a sentirnos realmente naturales.
Un problema que se les plantea a los Amantes apasionados es que aunque la generosidad es una hermosa cualidad que poseen, si se ponen siempre en segundo lugar llegan a no ser dignos de confianza en un aspecto importante: no merecen la confianza de ellos mismos. En la práctica necesitan muchas veces que su Guerrero o Soñador interno de un paso adelante para protegerlos de sí mismos.
Las preguntas para reflexionar sobre nuestro Amante interno que plantea la autora son:
a).- ¿Me resulta sencillo percibir la visión del mundo y los puntos óptimos de mi Amante? ¿Es para mí un reto observar cómo actúa sobre mí mi Amante?
b).- ¿Qué relación mantengo con la compasión, la franqueza, la generosidad, la empatia y la aceptación?
c).- ¿Cómo utilizo la fuerza de la emoción de mi Amante?
d).- ¿Cuándo he permitido que mi Amante cree y mantenga una gran confianza con alguien? ¿Cuándo he bloqueado a mi Amante para que no se acerque demasiado a alguien? ¿Qué aprendí de estas experiencias?
e).- ¿En qué clase de situaciones me anima actualmente mi Amante a invertir? ¿Con clientes, compañeros, mi jefe,...? ¿Con mis padres, hijos, hermanos, amigos, pareja, comunidad,...? ¿Qué expresaría, pediría, haría o dejaría de hacer mi Amante en esas relaciones si le diese carta blanca?
f).- ¿Qué ocurre cuando mi Amante toma el control o queda excluido? ¿Cómo puedo promover un mejor equilibrio entre mis Cuatro Magníficos?