Erica Ariel Fox, en su libro “Más allá del sí. Un método para superar el autosabotajey negociar con éxito” , que estamos comentando, tras analizar el papel y las
características que tienen los que ella llama nuestros negociadores internos o
los “ 4 magníficos”, responsables de nuestros deseos, pensamientos,
sentimientos y acciones y que representan distintos aspectos de cada persona:
el soñador inspirador, el pensador analítico, el amante relacional y el
guerrero práctico, plantea la necesidad de contar con una junta directiva que
los supervise para obtener un mayor rendimiento. Ésta debe funcionar de manera
independiente, actuando en casos de conflicto de intereses y vigilando que los
“4 magníficos” se mantengan fieles a sus objetivos y al crecimiento personal.
Nuestra
junta directiva interna se compone de tres directores y cada uno de ellos
desempeña un papel particular y exclusivo pero manteniendo el objetivo de
mantenernos motivados, equilibrados, decididos, satisfechos y prósperos. La
autora los llama los “transformadores”.
Como grupo funcionan de manera independiente de los “4 magníficos” y cada uno
es catalizador en el proceso de cambio,
operando en el centro de lo que constituye nuestro ser y hacen posible nuestro
crecimiento o autorrealización. Son los siguientes:
I.- EL CENTINELA.
Presta
mucha atención a lo que pasa dentro de nosotros. Vigila cómo se comportan los
“4 magníficos” y si alguno está reaccionando de forma exagerada ante algo que
está ocurriendo. Ariel Fox pone el ejemplo de cuando nos encontramos en una
reunión y el Pensador considera la presentación aburrida y equivocada y piensa
que hay que intervenir para manifestarlo pero en ese momento actúa el centinela
y nos recuerda que el orador es nuestro jefe y que puede ser más conveniente
adoptar una actitud más prudente.
El
centinela es transformacional porque da el primer paso para separarnos de los
“4 magníficos”. Es crucial porque a falta de la perspectiva del centinela la
mayoría de las veces escuchamos las instrucciones de los “4 magníficos” y las
ponemos en práctica: estamos enfadados y hacemos comentarios sarcásticos,
sentimos el impulso de solucionar el problema de alguien y ofrecemos una
solución. No consideramos la visión limitada que posee cada negociador interno.
Dan una orden y nosotros la cumplimos.
El
centinela vigila las estrategias que emplean los “4 magníficos” y las ve tal
como son: impulsos, sugerencias, posibilidades que podemos seguir o no. No son
órdenes, sino diferentes partes de nosotros.
Cuando
se pregunta a los centinelas qué está pasando, ellos indican qué negociadores
internos están dominando y qué está haciendo cada uno de ellos. Nos avisan de cuando uno se apodera del juego
y manda a los otros al banquillo. Nos muestra la negociación que está
ocurriendo dentro de nosotros, jugada a jugada.
II.- EL CAPITÁN.
Coordina
al soñador, al pensador, al amante y al guerrero y aprecia que cada uno de
ellos tenga sus propios intereses y prioridades. Cada uno representa una parte
de nosotros que se preocupa por hacer frente a
nuestras necesidades, pero valorando cosas diferentes y definiendo lo
que necesitamos de forma distinta: el amante trata de satisfacer nuestra necesidad de relaciones, el guerrero se ocupa de
obtener logros y de nuestros anhelos de seguridad, por ejemplo.
El
papel del capitán es escuchar a cada uno de nuestros negociadores internos y
decidir con conocimiento de causa cómo debemos actuar. Lo que le distingue es
la habilidad de recurrir a todos ellos en la medida en que los necesite y de
permitir que éstos puedan desplegar todas sus competencias. Tiene la capacidad
de dirigir la acción.
Una
de las etapas más importantes para pasar de la competencia a la maestría es
descubrir nuestro capitán interior. Puede resultar sorprendente que descubramos
que, mientras hemos dejado que nuestro soñador o guerrero llevasen la voz
cantante, existía dentro de nosotros una fuente de sabiduría mucho más
profunda. Los capitanes ofrecen una brújula más fiable porque tienen en cuenta
tanto la visión del soñador como el aspecto práctico del guerrero, el corazón
del amante y la lógica del pensador.
Si
queremos generar un cambio perdurable el centinela y el capitán pueden
transformar nuestra conducta.
III.- EL VIAJERO.
Es
el paladín de la forma de pensar orientada al crecimiento. Ayuda a diseñar
nuevas estrategias para nuestros “4 magníficos” y a experimentar con ellos a lo
largo del tiempo. El cerebro adulto cambia con el tiempo, tienen
neuroplasticidad por lo que las neuronas tienen la capacidad de realizar nuevas
conexiones, de abrir nuevos caminos a través del córtex y a asumir nuevos
roles.
Nos
marca nuevos rumbos. Conoce nuevas posibilidades que nosotros no imaginamos de
una situación.
En
la segunda parte del libro Erica Ariel Fox nos da pautas para descubrir nuestro
perfil, analizando:
1.- POSIBILIDADES: CONTEMPLAR LA
VISIÓN DE NUESTRO SOÑADOR.
Los
seres humanos tenemos una increíble capacidad de crear. Estamos inventando
cosas todo el tiempo. Cuando somos niños lo llamamos jugar, en la adolescencia
soñar despiertos y como profesionales adultos decimos que es innovación.
A
los soñadores les gusta esforzarse, les gusta luchar por lo que nadie ha hecho
antes, poner a prueba nuestros límites, establecer nuevos récords, buscar nuevas fronteras y llevarnos a lugares
nuevos. Los innovadores producen un valor enorme al convertir sus sueños en
realidad. Silicon Valley está lleno de
ejemplos de ello.
La
fuente de poder del soñador es la intuición
y su músculo más poderoso es la creatividad. El soñador equilibrado se
encarga de proporcionar la dirección y
está especializado en las competencias que necesitamos para innovar. Los
recursos internos son audacia, imaginación, pasión y esperanza.
Los puntos óptimos del soñador son:
a).- Generar su visión de futuro. Trabajar
con nuestro soñador interno nos ayuda a hacer la transición desde lo que no
queremos a lo que realmente queremos conseguir en nuestra vida. Debemos
negociar con nuestros “4 magníficos” en lugar de ignorarlos o eliminarlos de
nuestras vidas y aceptar que hacen lo que hacen porque tratan de ayudarnos. El
problema es que pueden funcionar con una estrategia anticuada, que en ciertos
momentos podía haber sido adecuada, pero no se han dado cuenta de que los
tiempos cambian.
Para
empezar a tomar nuevas decisiones en nuestra forma de liderar y en nuestra vida
personal tenemos que actualizar la base de datos de nuestros negociadores
internos para ponerlos al día sobre su situación actual. Posteriormente podemos
hacer que nuestro pensador y nuestro soñador trabajen juntos, extrayendo lo
mejor de ambos, haciéndoles trabajar como equipo para conseguir que hagan
grandes cosas juntos.
b).- Atreverse a perseguir su
sueño. La osadía del soñador no consiste sólo en concebir
grandes sueños. También requiere valor y fuerza para seguir insistiendo hasta
que los que nos rodean y el mundo en general vea lo mismo que nosotros vemos en
nuestro sueño. Realizar grandes cosas en la vida exige más que soñar con lo que
deseamos o incluso atrevernos a intentarlo. Tenemos que desearlo lo suficiente
para seguir intentándolo, aunque las cosas no nos sean favorables.
c).- Percibir una vía de avance. Lo
que más nos cuesta, con frecuencia, a la hora de poner en funcionamiento
nuestro soñador interno es el hábito de recurrir a nuestra capacidad racional. Tenemos
que aceptar que no es preciso elegir entre el pensador y el soñador, podemos
dejar que ambos estén activos. Los soñadores son muy buenos percibiendo hacia
dónde dirigir los pasos cuando estamos decidiendo dónde ir y cómo llegar. Miran
las cosas estratégicamente en lugar de tácticamente. Miran hacia el final del
camino. Les interesa más dónde se encontrarán dentro de cinco años que dentro
de tres meses. Utilizar a nuestro soñador no significa que tengamos que relegar
a nuestro pensador. La intuición y la deducción deben asociarse y no
considerarse adversarias.
Ariel
Fox propone una serie de preguntas para reflexionar sobre nuestro soñador:
·
¿Nos resulta sencillo imaginar la visión
del mundo y los puntos óptimos del soñador? ¿Nos resulta difícil ver cómo
funciona el soñador dentro de nosotros?
·
¿Cómo se nos da la creatividad, la
audacia, la imaginación, la pasión y la esperanza?
·
¿Cómo utilizamos el poder de intuición
del soñador?
·
¿Hemos dejado alguna vez que el soñador
persiga un gran sueño? ¿Hemos refrenado al soñador en alguna ocasión? ¿Hemos
refrenado a nuestro soñador en alguna ocasión? ¿Qué hemos aprendido de esas
experiencias?
·
¿Qué quiere actualmente nuestro soñador
para nosotros, para las personas que nos importan, para nuestra organización y
para el mundo? ¿Qué imágenes surgen si damos rienda suelta a la imaginación de nuestro soñador al pensar en
esas esperanzas y visiones?
·
¿Qué observamos con respecto a las
estrategias habituales de nuestro soñador? ¿Sobresale sobre el resto de los
miembros de nuestros “4 magníficos”? ¿Tiende a ser dejado de lado? ¿Qué pasa
cuando nuestro soñador asume el mando o cuando
le hacen callar?
·
¿Qué sentimos cuando tratamos de
equilibrar nuestros “4 magníficos”?
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