Arnaud Chevallier, Fréderic Dalsace y Jean – Louis Barsoux ,en la
edición de mayo – junio de Harvard Business Review plantean que con las
organizaciones de todo tipo enfrentándose a grandes urgencias e imprevisibilidades
la capacidad de hacer preguntas inteligentes es fundamental.
Los avances en la
inteligencia artificial han producido un cambio sísmico de un mundo en el que
las respuestas eran cruciales a otro en el que lo son las preguntas. El gran
diferenciador no es ya el acceso a la información sino la habilidad de crear entornos
en los que el líder no sea el que tiene las repuestas sino los profesionales. Los
líderes, por tanto, son conscientes de la importancia de escuchar, de mostrar
curiosidad, de aprender y de ser humildes, cualidades críticas para la interrogación
hábil. “Questionstorming” que consiste en brainstorming para preguntas en lugar
de respuestas, se ha convertido en una técnica de creatividad. Pero al
contrario que en el caso de los abogados, médicos o psicólogos los líderes de
las organizaciones no se han formado en el arte de hacer preguntas.
No consiste en hacer gran
cantidad de preguntas con la esperanza de acertar con las correctas, ya que si
una línea de interrogación domina va a excluir, evidentemente, a otras. Los líderes deben estar alerta,
también, ante signos de complacencia, retornos poco útiles, evitación de temas
sensibles y señales de cabezonería.
Los autores, en sus
investigaciones y trabajos de consultoría realizados en la pasada década han
observado que determinado tipo de preguntas han adquirido importancia en el
mundo de las organizaciones por lo que ofrecen un marco práctico sobre el tipo
de preguntas que formular en la toma de decisiones estratégicas y una
herramienta para ayudar a autovalorar el estilo de interrogación.
Un punto muy importante que
no hay que olvidar nunca es que las preguntas que pueden poner en aprietos a
los líderes y equipos suelen ser, con frecuencia, aquellas que no se han
efectuado. Son preguntas que no surgen espontáneamente, que requieren un
esfuerzo consciente. Sumantra Goshal dijo en una ocasión que el liderazgo
implica hacer que ocurran cosas que sin él no pasarían. Al indagar, el trabajo
del líder consiste en hacer que surja información, perspectivas y alternativas
y hacer que afloren preguntas críticas que el equipo ha podido pasar por alto. El
líder no tiene que ser el que plantee las preguntas olvidadas, pero tiene que
llamar la atención de las esferas de indagación que se han descuidado para que
otros puedan incidir en ellas.
Las investigaciones de los
autores muestran que las preguntas estratégicas se pueden agrupar en cinco
dominios. Cada uno libera un aspecto diferente del proceso de toma de
decisiones y juntos pueden ayudarnos a abordar cuestiones clave que fácilmente pueden
pasar inadvertidas. Éstos son:
I.- INVESTIGADOR: ¿QUÉ SE SABE?
Los expertos en tomar
decisiones cuando se enfrentan a un problema o a una oportunidad comienzan por
aclarar su propósito, preguntándose qué pretenden conseguir y qué tienen que
aprender para alcanzarlo. El proceso puede ser impulsado por la utilización de
preguntas “¿Por qué?. Preguntar de forma sucesiva ¿Cómo? Puede ayudarnos,
también, a trascender las soluciones genéricas y a desarrollar alternativas más
sofisticadas. Las preguntas de investigación profundizan para generar
información no obvia, ya que el error más común suele consistir en no
profundizar lo suficiente
II.- ESPECULATIVO: ¿QUÉ PASARÍA SI?
Mientras las preguntas de
investigación nos ayudan a identificar y analizar un problema en profundidad,
las especulativas sirven para que lo consideremos de una forma más amplia. Para
reformular un problema o explorar soluciones más creativas los líderes deben
hacer preguntas del tipo: ¿Qué pasaría si? y ¿Qué más?. La compañía de diseño
global IDEO ha popularizado este enfoque y utiliza: ¿Cómo podemos ….? Para superar
presunciones limitantes e impulsar la solución de problemas creativa.
III.- PRODUCTIVO: ¿Y AHORA QUÉ?
Las preguntas productivas
nos ayudan a comprobar la disponibilidad de talento, capacidades, tiempo y
otros recursos. Influyen en la rapidez de la toma de decisiones, en la
introducción de iniciativas y en el ritmo de crecimiento.
IV.-
INTERPRETATIVO: ¿Y QUÉ…?
Las preguntas
interpretativas, las que buscan un sentido, facilitan la síntesis. Nos empujan
a que continuamente redefinamos los asuntos clave, para ir más allá de la
superficie y preguntarnos: ¿De qué va realmente el problema? Son las preguntas
que deben ir tras las de carácter investigador, especulativo y productivo para
poder sacar a la luz las implicaciones de una observación o idea.
Después de una pregunta investigadora
podemos preguntar: “¿Qué puede pasar si esta tendencia continúa?, tras una especulativa: ¿Por tanto,
cuáles son las oportunidades que esta idea nos brinda?, y después de una
pregunta productiva: ¿Qué es lo que esto implica para seguir escalando o
secuenciando?
Las preguntas interpretativas
pueden plantearse de otras formas, también: ¿Qué hemos aprendido de esto?,
¿Cómo resulta útil esto? o ¿Son estas las preguntas adecuadas a formular?, por
ejemplo.
Un proceso de toma de
decisiones debe volver siempre a las preguntas interpretativas. Facilitan el
espacio para pasar de una forma de indagación a otra y transforman la
información en perspectivas procesables. Hasta los análisis más sólidos son
ineficaces si no podemos hacer que tengan un sentido.
V.- SUBJETIVO:¿QUÉ ES LO QUE NO SE HA DICHO?
La categoría final de
preguntas difiere de todas las demás. Se centra en las posibles reservas
personales, frustraciones, tensiones y agendas ocultas que pueden desviar el
curso de la toma de decisiones. Dirk Hoke, CEO de Volocopter, manifestó en una
ocasión que: “Cuando fallamos , con frecuencia es el resultado de no haber
considerado los aspectos emocionales”.
Si descuidamos este tipo de
preguntas o no profundizamos lo suficiente en ellas nuestra solución propuesta
puede fracasar por las reacciones subjetivas, aunque nuestro análisis, perspectivas
y planes sean sólidos. British Airways fue un ejemplo: en 1997 era la compañía
líder en el transporte de viajeros a nivel internacional pero las encuestas
mostraban que era vista como muy seria y conservadora. Robert Ayling, su CEO, y
su equipo decidieron potenciar y animar la imagen global de la compañía
reemplazando los colores de la bandera británica de la cola de los aviones por
diseños étnicos de artistas de todo el mundo. Éstos eran visualmente llamativos
pero el equipo directivo no consideró las reacciones emocionales de empleados y
clientes. El personal estaba decepcionado porque la compañía se había gastado
60 millones de libras cuando estaba inmersa en un proceso de recorte de gastos.
Los viajeros británicos, fundamentalmente hombres de negocios, se sentían fuertemente
ligados a la imagen de marca nacional y se opusieron al cambio. Richard
Branson, CEO de Virgin, aprovechó el momento para anunciar que sus aviones
portarían la bandera. Los nuevos diseños fueron retirados dos años más tarde y
la equivocación contribuyó a la salida de Ayling de la empresa.
Los miembros del equipo
pueden sentirse recelosos de explorar aspectos emocionales salvo que el líder
les anime o les ofrezca un espacio seguro para la discusión. Pueden no
compartir sus dudas simplemente porque nadie lo está haciendo. Ésta es una
dinámica social conocida como de “ignorancia pluralista”. Los líderes deben
invitar a que los miembros del equipo manifiesten sus perspectivas discordantes
y a que los que dudan compartan sus preocupaciones.
Los autores han creado una
herramienta para ayudar a las personas a valorar sus estilos de interrogación y
la han probado, inicialmente, con 1200 ejecutivos globales. Aunque los
resultados combinados muestran una distribución equitativa entre los cinco
estilos descritos, las respuestas individuales revelaron mayores
desequilibrios. Una categoría u otra apenas estaban en el radar de un tercio de
los ejecutivos y entrevistas de seguimiento mostraban que muchos líderes
estaban ligados en exceso al tipo de preguntas con el que habían tenido éxito
previamente, apoyándose en éstas a expensas de otro tipo de preguntas.
El autoconocimiento es un
primer paso esencial para corregir o compensar nuestras debilidades. Para tener
una visión de cuáles son nuestras preferencias a la hora de hacer preguntas
podemos cumplimentar una versión abreviada de la herramienta diseñada por los
autores y, una vez, hayamos identificado nuestros puntos fuertes y debilidades
podemos utilizar tres tácticas para mejorar: ajustar nuestro repertorio de
preguntas, cambiar nuestro énfasis en función de las necesidades cambiantes y
rodearnos de personas que compensen nuestros puntos ciegos.
Los autores recomiendan
emplear la siguiente serie de preguntas, reflexionando sobre las que nos surgen
de manera más natural y sobre cuáles nos resultan más incómodas puntuándolas
del 1 ( no forman parte de mi repertorio) al 5 (utilizadas con mucha
frecuencia). Posteriormente debemos comparar los totales de cada sección y
centrar nuestra atención en los más bajos.
1.- Preguntas investigadoras:
a).- ¿Qué ha pasado?
b).- ¿Qué es lo que funciona
y qué es lo que no lo hace?
c).- ¿Cuáles son las causas
del problema?
d).- ¿Qué factible y
deseable es cada opción?
e).- ¿Qué evidencias apoyan
nuestro plan propuesto?
2.- Preguntas especulativas:
a).- ¿Qué otros escenarios pueden
existir?
b).- ¿Podemos hacerlo de
forma diferente?
c).- ¿Qué más podemos
proponer?
d).- ¿Qué es lo que podemos
simplificar, combinar, modificar, revertir o eliminar?
e).- ¿Qué soluciones potenciales
no hemos considerado?
3.- Preguntas sobre el proceso:
a).- ¿Cuál es el siguiente
paso?
b).- ¿Qué tenemos que
conseguir antes de adoptarlo?
c).- ¿Tenemos los recursos
para seguir adelante?
d).- ¿Sabemos lo suficiente
como para seguir adelante?
e).- ¿Estamos preparados
para decidir?
4.- Preguntas
interpretativas:
a).- ¿Qué hemos aprendido de
esta información nueva?
b).- ¿Qué implica para
nuestras acciones presentes o futuras?
c).- ¿Cuál debe ser nuestra
meta dominante?
e).- ¿Cómo encaja esto en
esa meta?
f).- ¿Qué estamos intentando
conseguir?
5.- Preguntas subjetivas:
a).- ¿Cómo nos sentimos
realmente ante esta decisión?
b).- ¿Existen diferencias
entre lo que se dijo, lo que se escuchó y lo que se quería decir?
c).- ¿Hemos consultado a las
personas adecuadas?
d).- ¿Están todos los grupos
de interés realmente alineados?
Una vez que hemos
establecido qué tipo de preguntas son aquellas en las que nos sentimos más y
menos cómodos al plantearlas debemos crear un mejor equilibrio. Una forma de hacerlo
consiste en recordar las cinco categorías antes de nuestra próxima reunión de
toma de decisiones y asegurarnos que las consideramos todas. También podemos
empezar a practicar introduciendo preguntas de nuestras categorías más débiles
en situaciones de poca importancia. Esto nos ayudará a entender cómo cosas que
no estamos acostumbrados a preguntar pueden servirnos para comenzar una
discusión. Existe otro paso necesario para reajustar nuestro repertorio que
consiste en descartar algunos tipos de preguntas que nos han resultado de
utilidad en el pasado, especialmente cuando cambiamos de rol.
No tenemos que olvidar que
no tenemos que plantear todas las preguntas nosotros, ya que debe ser un
esfuerzo de equipo, para que las pregunte sea el que está mejor preparado para
ello según el tema.
Como líderes somos
responsables de identificar posibles perspectivas ausentes y de ofrecer a las
personas la oportunidad de contribuir sintiéndose seguros al hacerlo. El cambio
de un estilo de liderazgo hacia un enfoque más indagador puede ser percibido
como amenazante, por lo que se tiene que cuidar la actitud y la intención
percibida del que hace las preguntas. Por tanto, el líder debe educar a su
equipo para que conozcan los distintos tipos de preguntas y la importancia de
considerar todas. Algunos de los mejores ejecutivos comienzan siempre sus
conversaciones con personas nuevas creando un espacio seguro y demostrando una
actitud abierta y vulnerabilidad. Operan en lo que Marilee Adams, autora de “Change your questions, change your life” , llama “modo aprendizaje” , en contraposición al “modo
juicio”. El primero es expansivo y se centra en las creencias, posibilidades,
soluciones y acciones significativas, mientras el segundo es reactivo, corto de
vista y se centra en descubrir a quién hay que culpar.
Pero, aunque todo el equipo
contribuya, no existen garantías de que se planteen los cinco tipos de
preguntas, especialmente en situaciones de alto estrés. Los miembros del equipo
puede ser que compartan un mismo punto ciego, por lo que, en ese caso, debemos asignar
un tipo de pregunta a cada miembro del equipo, al menos hasta que el repertorio
colectivo del equipo se encuentre razonablemente equilibrado.