Peter Capelli en
Knowledge at Wharton del pasado 21 de noviembre plantea que normalmente la
innovación se asocia, con frecuencia, a entornos laborales relajados donde los
profesionales se sienten seguros por lo que prueban nuevas cosas y asumen
riesgos, pero que investigadores de Wharton, liderados por el autor, han hallado recientemente que un exceso de
confort resulta contraproducente.
Demasiada seguridad
psicológica puede dañar el desempeño de trabajos normales. La idea detrás de
la seguridad psicológica es que no debemos temer al ridículoo a ser criticados en contextos en los que
estamos intentando aprender o ser creativos. No pretende sugerir que no tiene que haber
consecuencias ante el bajo desempeño o si no seguimos las reglas y normas de la
organización, ni existe evidencia de que sea de ayuda en trabajos más
rutinarios o en los que la creatividad y el aprendizaje no es la actividad
central. Casi todos los trabajos tienen estándares que hay que cumplir y normas
que se tienen que seguir.
El autor , junto a Liat Eldor y Michael Hodor en su trabajo”The limits of Psychological Safety:nonlinear relationships with performance” han analizado cientos de evaluaciones
de desempeño internas y externas de profesionales de distintos sectores y puestos
de trabajo. Encontraron que un grado moderado de seguridad psicológica mejora
el desempeño, ya que sentir temor ante la posibilidad de ser, por ejemplo,
ridiculizado, es siempre malo para el desempeño, hasta en los trabajos más
rutinarios. Pero existe un punto en el que la productividad se compromete.
Parece que existen dos
razones por las que niveles muy elevados de seguridad psicológica pueden dañar
el desempeño:
a).- El estereotipo de que no existen “malas ideas” que puede simplemente significar que se generan
niveles altos de seguridad psicológica cuando percibimos que no habrá
consecuencias, o al menos no importantes, si tenemos pobre desempeño.
b).- El hecho de centrar nuestra atención en las tareas
creativas que tengamos, aunque sean escasas, olvidando las más importantes
tareas rutinarias que tengamos que realizar.
Los investigadores
proponen una estrategia para moderar los efectos negativos del excesivo confort
en el trabajo a través de la responsabilidad colectiva. Cuando se aborda de forma
correcta ésta ejerce como señal que redirige a los trabajadores de los
comportamientos individuales hacia las metas de la organización. Señalan que
puede aportar claridad a lo que se espera de cada persona y departamento e
incrementar el sentimiento de compromiso entre unos y otros y con la
organización.
Capelli recomienda a
las organizaciones que no fuercen a los directivos a maximizar la seguridad
psicológica. Este es un caso en el que “bien es suficiente”, ya que los
managers deben poderpresentar una mala
evaluación de desempeño u ofrecer una
reprimenda sin preocuparse de estar alterando el confort del profesional.
En un estudio relevante
un grupo de psicólogos se dispusieron a investigar las raíces del talento
excepcional entre músicos, artistas, científicos y atletas. Entrevistaron
ampliamente a 120 escultores ganadores del premio Guggenheim, pianistas
reconocidos internacionalmente, matemáticos premiados, investigadores destacados en el campo de la neurología , nadadores olímpicos y jugadores de tenis de primer
nivel, junto a su padres, profesores y coaches. Se sorprendieron al encontrar
que solo unos pocos de estos talentosos profesionales habían sido niños
prodigio.
Entre los escultores
ninguno de ellos había sido identificado como poseedor de unas habilidades
especiales por sus profesores de la escuela elemental. Pocos de los pianistas
ganaron algún concurso de piano importante antes de los nueve años y el resto
solo parecían dotados si se les comparaba con sus hermanos o vecinos. Aunque
los matemáticos y neurólogos generalmente iban bien en la enseñanza elemental y
media no destacaban entre otros buenos estudiantes en su cursos. La mayoría de
los nadadores solo habían ganado competiciones locales en su infancia y la
mayoría de los tenistas perdieron en las primeras rondas de sus primeros torneos y les llevó varios años ser
reconocidos como jugadores destacados a nivel local. Lo que destacaba de todos
ellos no era una aptitud inusual sino una motivación inusual. Esta motivación
no solía ser innata sino que comenzaba con un profesor o coach que hacía que el
aprendizaje fuese divertido. La conclusión de los psicólogos fue que: “Lo que
cualquier persona en el mundo puede aprender, casi todas las personas pueden
aprender si se le facilitan las condiciones apropiadas de aprendizaje”. Lo que
parecen diferencias en las habilidades naturales con frecuencia son diferencias
en oportunidades y motivación.
Cuando valoramos el
potencial cometemos el error cardinal de centrarnos en los puntos de comienzo o
habilidades que son inmediatamente visibles. En un mundo obsesionado con el
talento innato asumimos que las personas que parecen más prometedoras son las
que destacan directamente. Pero los grandes triunfadores varían dramáticamente
en relación con sus aptitudes iniciales. Si juzgamos a las personas solo por lo
que pueden lograr el primer día , su potencial se mantendrá escondido.
Con las oportunidades
correctas y la motivación de aprendercualquiera puede construir habilidades para lograr grandes cosas. El
potencial no es cuestión de dónde comenzamos sino hasta dónde somos capaces de
llegar. Debemos centrarnos no tanto en el punto de comienzo sino en la
distancia recorrida. Para cada Mozart que surge tempranamente existen múltiples
Bachs que florecen más tarde. No nacen con superpoderes invisibles , ya que la
mayoría de sus dones van creciendo con el tiempo.
Descuidar el impacto de nutrir los talentos nos conduce a subestimar la cantidad de
terreno que puede ser ganado y el abanico de talentos que pueden ser
aprendidos. Como resultado nos limitamos a nosotros mismos y a los que nos
rodean, aferrándonos a nuestras zonas de confort y dejando escapar
oportunidades más amplias. No vemos las promesas en otros y cerramos la puerta
a las oportunidades.
A finales de la década
de los 80 del siglo pasado el estado de Tennessee abordó un ambicioso
experimento. En 79 colegios, muchos de ellos pertenecientes a zonas de renta
baja, asignaron de forma aleatoria a más de 11000 alumnos a distintas clases, desde jardín
infantil a tercer grado. El objetivo inicial era comprobar si las clases
pequeñas, con menos alumnos, eran mejores para el aprendizaje. Pero el
economista Raj Chetty pensó que ya que tanto los alumnos como los profesores se
asignaban aleatoriamente se podían analizar otros datos para comprobar si otros
factores marcaban una diferencia. Se
encontraron con un hallazgo sorprendente: Chetty era capaz de predecir el éxito
que los niños tendrían en el futuro simplemente viendo quién había sido su
profesor en el jardín de infancia. A los 25 años los alumnos que habían tenido
profesores más expertos ganaban mucho más dinero que sus compañeros.
La respuesta intuitiva
sobre las razones de este hecho sería que los profesores más eficaces ayudaban
a sus alumnos a desarrollar habilidades cognitivas. La educación temprana constituye
un fundamento sólido para la comprensión de las palabras y números, por lo que
los niños con profesores más expertos puntuaban más alto en las pruebas de lectura
y matemáticas al final del jardín de infancia. Pero con los años los compañeros
les alcanzaban.
Chetty y su equipo
buscaron otra explicación plausible y comprobaron que del cuarto al octavo
grado los alumnos eran puntuados por sus profesores por otras cualidades como:
a).- Proactividad.
Medían con qué frecuencia los niños mostraban iniciativa para hacer preguntas,
buscar información en libros y buscar la ayuda del profesor para aprender fuera
de las clases.
b).- Actitud
prososcial. Analizaban lo bien que se llevaban y colaboraban con sus compañeros.
c).- Disciplina.
Observaban si prestaban atención correctamente y si resistían el impulso de
interrumpir las clases o molestar en ellas.
d).- Determinación. Valoraban
la consistencia con la que abordaban problemas retadores, hacían más trabajo
que el que tenían asignado y persistían cuando se enfrentaban a obstáculos.
Cuando los estudiantes
tenían un profesor experto los docentes de cuarto grado les valoraban más alto
en estos cuatro atributos. Las capacidades para ser proactivos, prosociales,
disciplinados y para actuar con determinación se mostraban más útiles y se
mantenían más tiempo que las habilidades tempranas de lectura y escritura.
Cuando Aristóteles
escribió sobre cualidades como ser disciplinado y prosocial las llamó “virtudes
del carácter”. Describió el carácter como un conjunto de principios que las
personas adquieren y recrean a través de la fuerza de voluntad. El autor
plantea que, a pesar de haber estado de acuerdo siempre con esta idea, en las
dos últimas décadas la evidencia que ha recogido sobre el temale ha llevado a cuestionar esta perspectiva
y, en la actualidad, considerar el carácter, menos en relación con la fuerza de
voluntad y más como un conjunto de habilidades.
El carácter va más allá
de tener unos principios. Consiste en la capacidad aprendida para vivir esos
principios. Las habilidades del carácter nos equipan, por ejemplo, para que un
procrastinador crónico cumpla los plazos si alguien le importa mucho o a un introvertido tímido encontrar el valor
para hablar para luchar contra una
injusticia. Estas son habilidades que los buenos profesores de preescolar
fomentan y nutren y los coaches cultivan.
Cuando nos referimos a nutrir y fomentar nos
referimos normalmente a la inversión que los padres y profesores hacen para
desarrollar y apoyar a sus hijos y alumnos. Pero ayudarles a alcanzar su máximo
potencial requiere algo distinto. El apoyo debe prepararles para dirigir su
propio aprendizaje y crecimiento, lo que los psicólogos llaman “andamiaje
docente”. En la construcción el andamiaje consiste en una estructura temporal
que permite a los equipos de trabajo subir a alturas que están más allá de su
alcance sin ayuda. Una vez que la construcción se ha completado el apoyo se
retira y ésta se mantiene sin ayuda.
En el aprendizaje el
andamiaje sirve para un propósito similar. Un profesor o coach ofrece unas
instrucciones iniciales y luego retira el apoyo. La meta es trasladar la
responsabilidad a la persona para que pueda desarrollar su enfoque propio de
aprendizaje.
A finales de 1800 el “padre”
fundador de la psicología Williams James escribió que “a los 30 años el
carácter se ha forjado como el cemento y no se volverá a ablandar nunca más”. Recientemente
un grupo de científicos sociales han realizado una investigación para evaluar
esta hipótesis. Para ello reclutaron 1500 emprendedores en África Occidental,
una mezcla de hombres y mujeres de 30 a 50 años, que dirigían pequeñas startups
en sectores de la manufactura, servicios y comercio y les asignaron
aleatoriamente a uno de estos tres grupos: control, que seguían con sus
ocupaciones como lo hacían habitualmente, grupo de entrenamiento en habilidades
cognitivas y grupo de entrenamiento en habilidades de carácter. Estos dos
últimos grupos dedicaban una semana a aprender nuevos conceptos, analizándolos
en casos estudio y aplicándolos en sus
propias startups a través de role playing y ejercicios de reflexión.
La formación cognitiva
consistía en un curso acreditado de negocios creado por International Finance
Corporationy en el que estudiaban finanzas, contabilidad, recursos humanos, marketing y
tarificación y practicaban lo aprendido para resolver retos y aprovechar
oportunidades.La formación en
habilidades de carácter estaba dirigida a que los participantes aprendiesen a
desarrollar su iniciativa personal. Estudiaban proactividad, determinación y
disciplina y practicaban poniendo en práctica estas cualidades.
Esta última formación
tuvo un impacto dramático: después de solo 5 días de trabajar las habilidades
de carácter los beneficios de las empresas de los participantes crecieron una
media del 30% en los dos años siguientes, casi el triple de los beneficios
obtenidos por el grupo de habilidades cognitivas. El conocimiento de finanzas y
marketing podía ayudar a capitalizar las oportunidades, pero el desarrollo de
proactividad y disciplina facilitaba la
generación de oportunidades, aprender a anticipar los cambios en los mercados en
lugar de a reaccionar ante ellos, a desarrollar
más ideas creativasy a introducir
nuevos productos.
Este estudio además de
demostrar que las habilidades de carácter nos pueden llevar a alcanzar grandes
cosas, muestra que el carácter conserva su plasticidad en el tiempo.
El carácter con
frecuencia se confunde con la personalidad pero no son lo mismo La personalidad
es nuestra predisposición o instintos básicos sobre cómo pensar, sentir o
actuar. El carácter es la capacidad de priorizar nuestros valores sobre
nuestros instintos. Conocer nuestros principios no significa que sepamos cómo ponerlos
en práctica, especialmente en situaciones de estrés o presión. Es fácil ser
proactivo y mostrar determinación cuando las cosas van bien. La verdadera
prueba del carácter es ver si somos capaces de mantener esos valores cuando las
cosas parece que están contra nosotros. Si la personalidad es cómo respondemos
en un día normal , el carácter sería cómo nos mostramos en un día duro.
La personalidad no es
nuestro destino, es nuestra tendencia. El carácter son las habilidades que nos
permiten trascender esa tendencia para mantenernos fieles a nuestros
principios. No son tanto los rasgos que tenemos sino lo que decidimos hacer con
ellos.
Si nuestras habilidades
cognitivas son las que nos separan de los animales, las de carácter nos elevan
sobre las máquinas. Las computadoras y los robots permiten en la actualidad
construir coches, pilotar aviones, gestionar dinero, diagnosticar enfermedades
y realizar operaciones cardiacas, por ejemplo. Al ir siendo automatizadas cada
vez más habilidades cognitivas, las habilidades que nos hacen humanos, las
relacionadas con el carácter, se tornan más importantes.
Graham Ward en INSEAD Knowledge del pasado 8 de noviembre plantea que si nuestro jefe está actuando
como si fuese un gurú, debemos tomar el control reafirmándonos y estableciendo
límites.
En el entorno laboral,
con frecuencia, tenemos un estado semidependiente. Buscamos la aprobación y
guía de nuestros compañeros y superiores, mientras escondemos nuestras más
íntimas vulnerabilidades. Nuestras inseguridades nos llevan a buscar la
validación externa, lo que va a modelar nuestras acciones y decisiones. En
esencia mostramos lo que el psicólogo Robert Kegan llama “una mente socializada”,
por la que nos sentimos incapaces de liberarnos de las expectativas de los
demás o tomar decisiones alineadas con nuestro verdadero yo.
Para algunos
profesionales puede ser una bendición entrar en la órbita de un líder
omnisciente y muy seguro de sí mismo. Su efecto puede ser irresistible,
llevándonos a establecer un pacto fáustico, por el que nos volvemos poco
críticos de sus palabras y actos. Si muchas personas caen en dicha órbita, un
gurú va a nacer y el peligro surge.
Los líderes sucumben
ante el complejo del gurú cuando solo confían en sí mismos y dejan de escuchar
a los demás, rodeándose de personas débiles e inseguras. Con frecuencia
inconscientemente, posteriormente, van adquiriendo y mostrando tendencias
autoritarias.
Los gurús adoptan
varias formas. Adam Grant los clasifica en tres categoría, principalmente:
a).- Predicadores:
defienden sus creencias y convencen a sus seguidores,
b).- Fiscales:
defienden con fuerza sus posiciones e intentan demostrar que los demás están
equivocados.
c).- Políticos:
mantienen ideas preconcebidas de lo que está bien y buscan obtener la
aprobación de los que les rodean.
La interdependencia
entre estos líderes y sus acólitos es lógica ya que muchos de nosotros son sentimos
atraídos por personas poderosas, carismáticas y que parecen protectoras, como
enmuchos casos son los padres. Si
nuestro desarrollo fue sano, como adolescentes vamos a cuestionar los juicios de
nuestros padres y ser conscientes de que pueden estar equivocados y, por tanto,
los podemos rechazar. Si nuestros padres
tienen equilibrio psicológico fomentarán este proceso y eventualmente nos
liberaremos, convirtiéndonos en adultos libres e independientes.
En algunos casos, si las
relaciones con los padres carecieron del adecuado apoyo y cuidado durante la
infancia , se pueden desarrollar conexiones emocionales inseguras y, como
resultado, esos individuos pueden buscar un reemplazo de esas figuras paternas
y maternas en distintos entornos, como el laboral que con frecuencia les ofrece
una plataforma para buscar las experiencias nutritivas de las que han carecido
durante la infancia.
Para evitar caer bajo
el influjo de un gurú, si vemos que nuestro jefe empieza a monopolizar todas
las reuniones y que nadie le lleva la contraria, disienteo le cuestiona ni plantea nuevas ideas,
puede ser el momento de actuar. También, si se da el caso de que ciertos individuos
son excluidos mientras otros forman un grupo especial.
Los sistemas de
evaluación pueden ser un método válido para poner de manifiesto la conducta
inapropiada de los líderes “desviados”, pero con frecuencia no se utilizan por
el temor de los profesionales críticos a ser identificados como voces disonantes.
Ward recomienda:
1.-
Abrazar nuestro guerrero interno. Si vemos que nos
callamos en lugar de decir nuestra opinión y sentimos que no podemos ser fieles
a nosotros mismos y tememos perder el afecto de nuestro jefe, debemos analizar
cómo nos comunicamos y aprender a hacerlo de forma asertiva.
Tenemos que comenzar por
preguntarnos por qué nos resulta más importante callarnos que expresar nuestras
opiniones y reflexionar sobre los sentimientos que experimentamos cuando pensamos
en mantener una conversación valiente con nuestro jefe y sobre las emociones
que surgen si nos imaginamos escribiendo una evaluación sincera y sin filtros
sobre ellos.
2.-
Renegociar la alianza de poder. Aprender a negociar y
a navegar por nuestros propios límites. Por ejemplo si el jefe nos dice lo que
tenemos que hacer, en lugar de consultarnos, podemos pedir mantener una reunión
privada con él para discutir nuestras relaciones de trabajo, para
comentarle cómo nos sentimos en esta situación y expresar nuestra preocupación
por la destrucción de valor que ese tipo de liderazgo crea. Hacerlo con la clara
intención de ayudar a nuestro jefe a mejorar sin ninguna condición. Debemos ser
claros sobre nuestros límites y sobre lo que no funciona para nosotros.
Esencialmente, se trata de intentar llegar a un acuerdo sobre cómo poder trabajar juntos en
adelante.
3.-
Aprender cuándo debemos retroceder. Fijar unos plazos en
nuestra mente para que la situación mejore. Responsabilizarnos de éstos y si
las cosas no progresan empezar a imaginar un futuro en un departamento
diferente o en otro trabajo,
Los líderes que han
caído en el complejo de gurú rara vez cambian, ya que su comportamiento
normalmente empeora cuando van acumulando poder. Los resultados de las
organizaciones típicamente van a ir en declive al tiempo que se va inflando el
ego de los líderes, pero el problema es que pueden pasar muchos años hasta que
esto ocurra.
Si queremos crear
sistemas sanos y prosociales debemos evitar la génesis de gurús desde el
principio. Permitir que crezcan es negativo no solo para los gurús, sino para
los que dependen de ellos y para la organización en su conjunto. Es de hecho un
acto compasivo ayudarles a descender de sus torres de marfil para que revelen
sus vulnerabilidades y conecten con los demás de una forma más equilibrada y
sean conscientes de que nadie sabe todoy que las ideas de los demás pueden ser interesantes.
Nuestro éxito y
felicidad en el trabajo dependen de nuestras relaciones laborales. Las personas
a las que gestionamos, lo bien que trabajemos con nuestro jefe, la forma en la
que la colaboración fluye con los compañeros y la manera en la que conectamos con
colaboradores externos y clientes claveson relacionesfundamentales que
no podemos dejar que su salud dependa del azar.
Cualquier relación se
convierte en subóptima en algún momento, tanto en los casos es que es buena
pero se estropea como en los que es mala desde el principio. Cuando esto ocurre
la mayor parte de las personas no sabemos lo que hacer y nos culpamos a
nosotros o a los demás, sintiéndonos tristes,frustrados, abandonados, irritados, terminando resignados a pensar que
esto suele ocurrir con las relaciones y que no podemos hacer nada.
Para evitar caer en el
derrotismo el autor propone que de forma activa construyamos la “mejor
relaciónposible “ ( Best Possible Relationship:
BPR). Ésta debe ser segura, vital y reparable.
a).-
Segura.Amy Edmonson gran defensora de la idea de la
seguridad psicológica considera que ésta implica “la creencia de que nadie va a ser
castigado o humillado por plantear ideas, preguntas, preocupaciones o errores y
que el equipo se siente seguro para acometerriesgos interpersonales”.
Gran cantidad de
investigaciones confirman que la seguridad psicológica genera éxitos a nivel
individual y de equipo al liberar los beneficios de la diversidad, la creciente necesidad de agilidad ante el cambio y la expansión de la capacidad de innovar.
b).-
Vital. Se refiere a la amplificación de aquello que es
bueno. Implica la construcción de una relación laboral con la combinación
adecuada de apoyo y reto, una en la que ambas partes tengan la mejor
oportunidad de realizar un trabajo que tenga un sentido que importe, se
responsabilicen de y hagan sus propias elecciones y crezcan y aprendan.
c).-
Reparable. Responde a la realidad de que todas las relaciones
tienen un cierto grado de fragilidady
tendrán momentos en que estén fracturadas desde dentro o desde fuera. BPR no
significa que nunca va a experimentar la relación momentos complicados, sino
que existe la capacidad y el compromiso de arreglar los daños y seguir
adelante.
En el centro de la
creación de BPR está la “Conversación clave” que constituye su piedra angular y
que va a permitir que ésta soporte el
estrés, se mantenga sana y se fortalezca con el tiempo.
Para prepararla debemos
comenzar por hacernos 5 preguntas para poder crear una conversación que va a
ser atípica. Posteriormente mantendremos dicha conversación y finalmente
tendremos que mantener la relación viva y próspera aplicando un mantenimiento
regular para que permanezca segura, vital y reparable.
Esta conversación clave
construye la infraestructura para una BPR al :
a).- Generar una
responsabilidad compartida. Crear una BPR es un acto inesperado y con
frecuencia contracultural en muchas organizaciones. Preocuparse por esta
relación que es tan importante para el éxito y felicidad es responsabilidad de
ambas partes.
b).- Originar el
permiso para continuar hablando sobre la relación en los buenos tiempos y
especialmente en los complicados tiempos por llegar. Reconoce que las cosas no
siempre van a ir bien y que la relación va a necesitar ajustes y reparaciones y
ser reseteada y revitalizada. Una vez que nos hemos empezado a preguntar unos a
otros: “¿Cómo queremos que sea esto?”, podremos preguntar. “¿Cómo lo estamos
haciendo?”. La meta compartida de una BPR se convierte, así, en un tema
permitido de conversación.
c).- Ofrecer una comprensión
más profunda sobre la otra persona. En ocasiones podemos sentir que el otro no
nos aprecia tal como somos con nuestras complejidades, pero tenemos que ser
conscientes de que la otra persona puede estar sintiendo lo mismo. Crear
historias incompletas e inexactas de lo que el otro es, de los que le inspira y
de lo que puede dar es muy sencillo , pero esta conversación nos ayuda a
cercarnos a su historia real y a la humanidad de la otra persona.
Para identificar a la
persona con la que queremos establecer una BPR podemos considerar:
1.- El tipo de
relación: un subordinado directo, nuestro jefe, un compañero, alguien con
influencia, alguien con recursos, un compañero clave, un cliente, etc.
2.- El momento de la
relación: completamente nueva, en sus inicios, en la mitad del
camino o llegando a su final.
3.- La salud de la
relación: sin probar, buena, frustrante y rota, perfectamente adecuada o
estancándose, por ejemplo.
4.- Las razones por las
que nos importa:
a).- Estoy comprometido
con que mis profesionales “florezcan”.
b).- Desearía que los
dos tuviésemos éxito
c).- La forma en la que
estamos trabajando actualmente es una fuente de infelicidad.
d).- Me gustaría
mantener algo bueno vivo.
e).- Siento que hemos
aceptado la mediocridad.
f).- Desearía mantener
una relación de confianza y responsabilidad.
g).- La forma en la que
estamos trabajando actualmente es una fuente de irritación y frustración.
i).- Me gustaría
mostrarme más valiente/claro/ transparente en mis relaciones de trabajo.
j).- Si no corregimos
el curso ahora va a ser muy tarde.
Las cinco preguntas
fundamentales en una conversación clave para conseguir BPR son:
I.-
¿EN QUÉ DESTACO? (pregunta para amplificar)
Esta pregunta nos ayuda
a nombrar nuestras cualidades más destacadas y que identifiquemos qué es lo que
crea nuestros momentos cumbre, nuestros talentos, lo que nos gusta hacer y
somos buenos en ello y cuándo tendemos a brillar.
Una elección
fundamental cuando estamos luchando con los cambios a nivel individual u
organizacional es si nos centramos en lo que no está funcionando o en lo que sí
lo está. El sesgo general nos conduce hacia el intentar arreglar lo que no
funciona, pero existe una amplio número de expertos en gestión del cambio que
opinan que amplificar lo que ya está funcionando es la mejor estrategia para
comenzar. ¿Cómo conseguimos mejorar lo que ya es bueno y cómo construimos
caminos en lugar de rellenar socavones?
Nuestras fortalezas
pueden abarcar talentos técnicos, emocionales o relacionales, pero ser bueno en
algo no lo convierte inmediatamente en una fortaleza. Marcus Buckingham, autor
de varios libros sobre el tema, mantiene que: “Una fortaleza es una actividad
que nos hace más fuertes, nos sentimos inmersos en ella y el tiempo vuela
mientras la hacemos y hace que nos sintamos fuertes”. Podemos ser buenos en
algo pero sentir que nos agota en lugar de estimularnos.
Por tanto, la respuesta
a qué es aquello en lo que somos mejores no consiste solo en identificar
aquello en lo que somos buenos. Si somos buenos en algo con lo que no
disfrutamos nos podemos sentir atrapados por nuestro propio nivel de
competencia, ya que los demás nos pedirán que lo hagamos. Es la maldición de la
competencia.
Un resultado de esta
pregunta es que en una conversación clave seamos capaces de reconocer que somos
buenos en algo pero que no nos gusta hacerlo.
Cuando hablamos con
otras personas sobre cuáles son nuestras fortalezas y las suyas podemos obtener
información sobre cómo nuestra BPR puede hacer que afloren en ambas partes.
II.-
¿CUÁLES SON NUESTRAS PREFERENCIAS Y PRÁCTICAS HABITUALES?
Esta pregunta reconoce
que somos criaturas de hábitos. Y que existe una regularidad en mucho de lo que
hacemos. Cuanto mejor sepamos explicar a los demás los detalles de cómo nos
gusta trabajar, más fácil les resultará apoyarnos para ser mejores. Esta
pregunta puede resultar iluminadora porque los hábitos son por definición
acciones inconscientes y es bueno que seamos conscientes y reconozcamos cuáles
sonlas formas en que preferimos
trabajar.
Una BPR no puede
necesariamente acomodarse a cada una de nuestras formas preferidas de
interactuar, pero el conocer nuestras preferencias y compartirlas va a implicar
que, juntos, podremos ver cuándo las prácticas coinciden y cuándo pueden ser
diferentes y, por tanto, motivo de conflicto. De esta forma podremos buscar
entre ambas partes cómo acomodar las distintas formas en que nos gusta
trabajar.
Entre las preguntas que
nos podemos hacer están: la forma en que preferimos comunicarnos y nuestras
manías al respecto, lo que consideramos una buena reunión, el tipo de feedback
que pensamos nos es más útil, si trabajamos de forma regular o dejamos todo
para el final, qué cosas, aparentemente sin importancia , nos irritan, etc.
III.-
¿QUÉ PUEDO APRENDER DE MIS RELACIONES PASADAS SATISFACTORIAS?
Es importante reconocer
que aunque las relaciones pasadas tuvieron sus peculiaridades nos facilitan
información útil sobre patrones de éxito o fracaso y de esta forma ver lo que
funciona y lo que no. Nuestras respuestas nos ayudarán a construir un entorno
en el que podamos prosperar.
Debemos recordar una de
nuestrasúltimas relaciones laborales
favoritas, que sacó lo mejor de nosotros mismos y de la otra parte .y pensemos
en lo que hicimos para construirla. Para ello comencemos por reconocer el rol
de la otra persona en el éxito de la relación:
a).-- Lo que dijeron y
lo que no dijeron y qué palabras marcaron la diferencia.
b).- Lo quehicieron y que no hicieron y qué acciones
elevaron y nutrieron la relación.
c).- Las cualidades que
exhibieron que fortalecieron la relación.
La siguiente etapa va a
consistir en reconocer nuestro papel en el éxito de la relación. Debemos evitar
ser muy modestos al hacerlo:
a).-- Lo que dije y lo
que no dijey qué palabras marcaron la
diferencia.
b).- Lo quehice y que no hice y qué acciones elevaron y
nutrieron la relación.
c).- Las cualidades que
mostréque fortalecieron la relación.
Con frecuencia
olvidamos considerar el entorno, ya que el lugar y el tiempo juegan un papel en el
éxito de las relaciones. Por tanto debemos considerar el contexto que ha
ayudado a que florezca y los momentos que fueron un test para la relación y
cómo los manejamos con éxito.
IV.-
¿QUÉ PUEDO APRENDER DE MIS RELACIONES PASADAS INSATISFACTORIAS?
Instintivamente
tratamos de olvidarlas, ocultarlaso
culpar a la otra parte por el fracaso pero hacerlo es un error, ya que aunque
el otro tuviese un papel importante, nosotros también.
Los detalles que
podemos descubrir al analizarlas nos pueden dar pistas para evitaro al menos saber gestionar las dinámicas
recurrentes que pueden entorpecernuestras relaciones. Para ello debemos examinar nuestro comportamiento,
el de los otros y la situación. Comencemos por reconocer el rol nuestro en el
fracaso de la relación:
a).-- Lo que dije y lo
que no dijey qué palabras marcaron la
diferencia.
b).- Lo quehice y que no hice y qué acciones minaron la
relación.
c).- De qué forma me
mostré que contribuyó a enturbiar la relación.
La siguiente etapa va a
consistir en reconocer el papel de la otra parte en el fracaso:
a).-- Lo que dijeron y
lo que no dijeron y qué palabras nos hicieron sentir enfadados, frustrados o
tristes.
b).- Lo quehice y que no hice y qué acciones entorpecieron
la relación.
c).- Las cualidades que
mostraron que apestaban realmente.
En relación con el contexto hay pensar que ha ayudado a que no prospere y si otras personas pudieron intervenir para ello y en los momentos que fueron dañinos para la
relación y que no supimos navegar adecuadamente.
V.-
¿CÓMO PUEDO REPARAR LA RELACIÓN CUANDO LAS COSAS VAN MAL?
Esta pregunta responde
a la inevitable realidad de que todas las relaciones laborales van a atravesar,
en alguna ocasión, un momento complicado y nos abre a encontrar vías para
repararla tras momentos de desilusión, disrupciones y atascamiento.
En ella podemos:
a).- Identificar y
nombrar lo que está pasando.
b).- Mantener la
curiosidad: respirar en lugar de reaccionar, mantener la mente abierta,
examinar nuestra posible actitud defensiva y moralidad y recordar que ellos son
humanos también.
c).- Recordar la meta:
mantener la idea de una BPR, no olvidar lo que significa ganar y dejar ir
nuestro deseo de tener razón.
d).- Buscar entender:
escuchar atentamente para que la otra parte sienta que se le escucha, separar
los datos y hechos delas opiniones y
juicios.
e).- Desescalar:
introducir comentarios ligeros ya agradables, bajar la tensión.
f).- Reconstruir: tomar
la iniciativa para reconectar, pedir disculpas, reformular el “tú contra mí”.
Identificar y compartir
estrategias usadas para construir puentes ayuda a las personas a percibir
cuándo se están construyendo.
Julie Winkle Giulioni en
SmartBrief on Leadership del pasado 9 de noviembre plantea que muchas personas
quieren ser directivos porque el estatus , influencia, salario y poder que parece lleva asociado el serlo
parecen atractivos desde la distancia., pero en la práctica la experiencia se
puede parecer a la de una olla a presión llena de estrés y cuestiones “políticas”.
Horarios extensos, poco descanso, tener que apoyar decisiones con las que
podemos no estar de acuerdo y el sentimiento constante de estar atrapado entre
una roca (la organización) y algo duro (los empleados), es seguramente,
también, la vida del directivo, que no es un camino de rosas y no es para
cualquiera.
Por tanto, antes de
elegir este camino podemos preguntarnos:
I.-
¿CUÁL ES NUESTRA MOTIVACIÓN?
Para muchas personas el
deseo de ocupar puestos directivos tiene poco que ver con el nuevo rol o con la
naturaleza del trabajo y mucho con cubrir otras necesidades o intereses, como,
por ejemplo, un incremento salarial,
buscar una mayor visibilidad o más control sobre su trabajo. Todos los ejemplos
anteriores representan deseos y necesidades legítimas pero el rol de directivo
o manager puede que no las cubra.
Si la motivación no
está alineada con el rol fundamental de un manager: guiar, facilitar y apoyar
el desempeño y desarrollo y bienestar de aquellos a los que lidera, deberíamos
pensar bien si debemos ser jefes. El trabajo emocional que el puesto requiere
puede exceder en mucho las posibles recompensas si un profundo deseo de liderar
no está detrás de nuestros intereses.
La mejor alternativa en
estos casos consiste en trabajar con nuestros jefes para intentar encontrar estrategias
creativas para satisfacer esas necesidades desde nuestro rol actual.
2.-
¿QUÉ ES LO QUE ME APETECE HACER MÁS CUANDO SEA MANAGER?
Muchas personas no
saben cómo contestar a esta pregunta. En este caso sus jefes deben
recomendarles que consideren cuáles son las actividades que piensan les pueden
satisfacer más cuando se conviertan en jefes y ayudarles a pensar las
interacciones que tendrán, los retos a los que se enfrentarán y las habilidades
que tendrán que desarrollar. Posteriormente es conveniente que comenten sus
presunciones y suposiciones con otros managers de la organización, ya que,
aunque sus jefes directos puedan compartir su perspectiva, otros están mejor
posicionados para ayudarles objetivamente a calibrar sus expectativas.
Si continúan interesadas,
pueden con sus jefes trabajar conjuntamente para encontrar vías de probar la
experiencia antes de asumir el rol.
3.-
¿ESTOY PREPARADO PARA COMENZAR A HACER EL TRABAJO A TRAVÉS DE LOS DEMÁS ENLUGAR DE HACERLO YO?
Como sabemos cambiar
nuestra orientación de desempeñar nosotros las tareas a estar pendiente de las
personas y de los procesos es clave para que la transición a jefe tenga éxito. Los
aspirantes a managers deben aceptar rápidamente que su éxito radica ahora en
guiar, mentorizar y facilitar los logros de su equipo en lugar de ejecutar
tareas de forma independiente.
Esta evolución puede
ser especialmente dura para los profesionales de alto desempeño que destacan
por su excelencia como contribuidores individuales. El camino de obtener logros
personales a promover el éxito colectivo puede ser inquietante. Los aspirantes
a manager deben estar preparados para ceder el control directo sobre las tareas
para incorporar una visión más amplia sobre su impacto y hasta como definir el
progreso y el éxito. Por tanto, el jefe debe ayudar a las personas a que
entiendan que si no están preparadas a dejar de hacer directamente las tareas
deben buscar formas de enriquecer su rol actual en lugar de asumir puestos de manager.
Jack Fuchs, Scott Sandell y Vikram Shanker en la edición de noviembre – diciembre de Harvard Business Review plantean que cuando las compañías se enfrentan a decisiones
complicadas contar con principios bien articulados les puede ayudar a tomar mejores decisiones.
Los principios no son similares a los valores corporativos o a las
declaraciones sobre la misión, pero con frecuencia les sirven de inspiración. Facilitan
puntos de referencia y, en ocasiones destacadas reglas, sobre cómo una
organización debe perseguir su estrategia.
Los principios bien
redactados son claros y factibles y son fundamentales para la identidad de una
compañía y un factor clave de su estrategia para tener éxito. Su poder resulta
más evidente en momentos críticos cuando los empleados se enfrentan a
elecciones difíciles sin una dirección explícita de sus líderes. Si los
principios entran en conflicto los empleados pueden lidiar con ellos y
priorizarlos en el contexto de una decisión. Los principios operacionales con
frecuencia facilitan que los empleados puedan tomar decisiones de forma
independiente, al tiempo que se mantienen alineados con la misión de la
organización.
En el futuro la
necesidad de tomar decisiones complicadas crecerá al tener las organizaciones
que enfrentarse a realineamientos geopolíticos, al cambio climático y a los
incesantes avances tecnológicos. Los principios son necesarios para la
construcción de instituciones capaces de tomar decisiones óptimas en estos
entornos inestables.
Los autores, fruto de
su experiencia y conscientes de esta necesidad, han creado un práctico marco general
que cualquier organización puede usar para desarrollar principios y ponerlos en
práctica:
BASES
DE UN BUEN PRINCIPIO
Muchos individuos y
organizaciones utilizan los términos “valores” y “principios” de forma
intercambiable. Fusionarlos termina siendo una oportunidad perdida. Los valores
comunican un amplio sentido de lo que una organización considera que merece la
pena. Por ejemplo el código ético de Bekshire Hathaway promueve la honestidad,
la integridad, la orientación al largo plazo y el énfasis en el cliente. Los
valores son puntos de inicio importantes para crear la cultura de una compañía
y para destacar sus compromisos. Pero, a diferencia de los principios, no son
eficaces para guiar las decisiones individuales dentro de una organización,
especialmente cuando las elecciones implican importantes compensaciones o
prioridades en conflicto. Los valores comunican aspiraciones , no estrategias.
Los principios son más instructivos. Por ejemplo: “la excelencia en el producto”
es un valor, “No pondremos a la venta un producto hasta que no lo deseemos
usar nosotros” es un principio.
En su trabajo los
autores han hallado que los principios sólidos comparten cinco atributos
críticos que son los siguientes:
I.-
DISTINTIVOS
Los principios con
frecuencia son únicos para una determinada organización y frecuentemente muy
distintos de los de sus competidores. Robinhood Markets, por ejemplo, aspira a
facilitar a sus clientes minoristas un acceso fácil y barato a mercados
públicos a través de su app de inversión. La compañía prioriza, a diferencia de
otras firmas de brokers al cliente sobre los beneficios “puros”, por lo que ha
desarrollado principios como: “la seguridad lo primero”, “participación es
poder” o “foco radical en el cliente”.
Los principios sirven, no solo, para informar las decisiones sino que ayudan, también, a su
implementación.
II.-
DEBATIBLES
Los principios deben
poder ser de forma razonable cuestionados.
III.-
TRANSFERIBLES
Los principios deben
ser articulados de tal modo que puedan aplicarse en diferentes escenarios a lo
largo de las diferentes unidades de negocios y roles. Google es bien conocido
como un pionero de internet conla
misión de “organizar la información en el mundo y hacer que sea accesible
universalmente y útil”. Pero, menos conocido es un principio clave que se ha
diseminado a todos los empleados de la compañía: “centrarse en el usuario y
todo lo demás vendrá”. La repetida aplicación de este principio es evidente en
muchas de las decisiones importantes que la empresa ha hecho en el tiempo. Por
ejemplo, su estrategia de facilitar gratuitamente productos como Gmail o Google
Maps y esperar que los ingresos por publicidad les siguiesen , se alinea con
este principio centrado en el usuario, que también ha guiado decisiones como
las de remover anuncios disruptivos para garantizar una experiencia del cliente
más limpia.
IV.-
ESENCIALES
Los principios son
claves para lo que la organización hace y necesarios para enfrentarse a los
desafíos con los que se encuentra dentro de su sector.
V.-
DEFINIDORES DE LA ORGANIZACIÓN
Los principios
establecen las normas que tendrán que estar en primera línea en periodos
cruciales.
Además de mejorar la
toma de decisiones a nivel organizacional al ofrecer a los empleados guías en
momentos de cambio cruciales los principios ayudan a los directivos a comunicar
la lógica que está detrás de complicadas decisiones en relación con los clientes,
empleados, inversores y otros grupos de interés.
Los principios
pobremente definidos pueden atar las manos de los líderes. Por ejemplo, un
principio aislado sobre la supremacía de la libertad de expresión en una
plataforma social puede poner a ésta en un aprieto si los discursos de odio
comienzan a proliferar. Estas decisiones conducen a problemas de comunicación
tanto con los empleados como con los clientes.
Tres tipos de principios:
1.-
Relacionados con los grupos de interés
Éstos transmiten buenas
prácticas para relacionarnos con los clientes, empleados e inversores y pueden
ofrecer claridad sobre cómo priorizar los grupos de interés, en el caso de que
los intereses de éstos entren en conflicto.
2.-
Operacionales
Ofrecen una guía sobre
las actividades cotidianas. Con frecuencia facilitan que los empleados puedan
tomar decisiones de forma independiente, mientras se mantienen alineados con la
misión de la organización.
3.-
Organizacionales
Este tipo de principios
ayudan a moldear la cultura, los procesos y la estructura de la organización,
incluyendo la forma en la que la información fluye y se toman las decisiones.
La formulación y creación de principios pues resultar una tarea
abrumadora. Los autores recomiendan seguir el siguiente enfoque:
a).- Comenzar por lo que nos
distingue de nuestros competidores
Delinear los elementos
de una organización que la diferencian de sus competidores, iguales u otros
miembros de la industria no solo sirve como un punto de inicio concreto, sino
que hace que afloren partes importantes de la estrategia. Debemos recordar que
la diferenciación y la apertura al debate se encuentran entre los cinco
atributos de un principio sólido y que el desacuerdo y la sutileza constituyen
una parte sana del proceso. Las diferencias pueden convertirse en principios
que sean transferibles, definidores de la compañía y esclarecedores,
codificando la ventaja competitiva de la organización.
b).-
Reflexionar sobre los puntos de inflexión de la compañía
Examinar las decisiones
difíciles y los puntos de inflexión de la historia de nuestra organización
puede darnos perspectivas esenciales sobre la misma. Por ejemplo podemos
preguntarnos las razones por las que decidimos eliminar un programa o proyecto
determinado y por los principios, más y menos importantes, que estaban en juego al hacerlo.
Los principios pueden
inicialmente requerir explicaciones y ejemplos para ayudar a los miembros del
equipo a apreciar sus matices. Pero al ir las organizaciones imbuyendo sus
principios con mayor profundidad, los empleados irán interiorizando su
significado para la compañía.
c).-
Reunir a los empleados para formular y revisar los principios
Enrolar a los empleados
en grupos de trabajo puede lograr que los principios sean más realistas y
útiles y crear más compromiso en los que se tienen que apoyar en ellos. Algunos
líderes eligen proponer un conjunto inicial de principios en un grupo pequeño y
luego añaden una sesión más amplia para refinarlos y para su adopción más
general.
d).-
Entregar a cada empleado y a los profesionales de nueva incorporación una lista
por escrito de los valores y principios de la compañía.
La incorporación de
nuevos empleados es una oportunidad única de instilar principios. Los autores
recomiendan ofrecer ejemplos de cómo se han utilizado los principios para tomar
decisiones clave en la organización en el pasado. Las historias ayudan; las
memorables pueden convertirse en el folklore de la organización. Dan validez a
los principios que así dejan de ser palabras en un muro.
e).-
Alinear las metas, las métricas clave y los presupuestos con los valores y
principios
De esta forma
aseguramos que los objetivos estratégicos de la organización son consistentes
con sus acciones y centrarán las decisiones
tácticas de los empleados.
f).-
Hacer referencia a los principios en el momento de tomar decisiones
Cuando un equipo está
debatiendo lo que hacer en una situación complicada, articular un principio
puede hacer que esa discusión se mueva para delante.
g).-
Mencionar los principios de la compañía al comunicar decisiones
Los empleados con
frecuencia emulan a sus líderes, por lo que los líderes que comentan el “por qué”
además del “que” eficazmente van introduciendo los principios en sus equipos,
conduciendo a una toma de decisiones más consistente en toda la organización.
Steve Keating en Lead Today del pasado 2 de noviembre plantea que en superficie parece que existen
muchas razones para quejarnos en la actualidad, por lo que es fácil que estemos
quejándonos continuamente.
Pero esto, además de improductivo,
no es sano e impide que disfrutemos de lo que nos rodea. Es fácil caer en la
trampa de las quejas y con frecuencia lo hacemos sin pensar. Por ejemplo cuando
alguien nos pregunta cómo estamos y lanzamos una retahíla de todo lo que está
mal en el mundo, con lo que la persona que se ha dirigido a nosotros se
arrepiente de haberlo hecho.
Si queremos dejar de
ser quejicas tenemos que reflexionar nuestra respuesta y, por ejemplo, ante la
pregunta anterior, considerar el impacto que nuestras palabras pueden tener en
su día, si queremos mejorarlo o no.
El autor propone que
sigamos las siguientes recomendaciones para transmitir positividad:
1.- Ser conscientes de
que tendemos a quejarnos. Para ello debemos prestar atención a nuestros
patrones de pensamientos y de comunicación, como, por ejemplo, si con
frecuencia manifestamos insatisfacción o negatividad en relación con diversos
aspectos de nuestra vida. Reconocer nuestra actitud es el primer paso para
mejorar.
2.- Identificar los
desencadenantes. Pueden ser la frustración, el estrés, el aburrimiento o una
persona o situación especial. Conocer los desencadenantes puede ayudarnos a
abordar las causas raíz.
3.- Practicar la
gratitud. Podemos cultivar un patrón mental de gratitud si reconocemos regularmente
los aspectos positivos de nuestra vida.
4.- Reformular nuestros
pensamientos. En lugar de centrarnos en lo que está mal hacer el esfuerzo de
reformular nuestros pensamientos para poner el foco en las soluciones y
aspectos positivos. Cuando algo nos preocupe podemos intentar encontrar una
perspectiva más positiva e identificar acciones que podemos realizar para
abordar lo que nos inquieta.
5.- Limitar nuestra
exposición a la negatividad, rodeándonos de personas positivas y que nos
apoyen. Si vemos que ciertos individuos o entornos estimulan nuestras quejas
debemos considerar reducir nuestra exposición a ellos o marcar límites para
proteger nuestra positividad.
6.- Practicar la
escucha activa y ser conscientes de lo que nos quejamos cuando conversamos con
otras personas. En lugar de hablar constantemente sobre nuestros problemas
escuchar activamente a los demás, mostrar empatía e implicarnos en
conversaciones significativas que no giren alrededor de quejas.
7.- Centrarnos en
resolver los problemas, en lugar de quejarnos, si éstos existen realmente. Identificar
el problema, buscar posibles soluciones potenciales y actuar para abordarle. Este
enfoque proactivo puede hace que sintamos que tenemos un mayor control sobre
nuestras vidas.
8.- Mantener un patrón
mental positivo, con la ayuda de lecturas, técnicas de mindfulness o buscando ayuda de un experto.
9.- Escoger nuestras
palabras cuidadosamente. Prestar atención a nuestro lenguaje y procurar evitar
utilizar palabras negativas o críticas en exceso. La forma en la que nos
expresamos puede influir en nuestro patrón mental y en la forma en la que los demás
nos perciben.
10.- Fijar metas claras
y mantener el foco en ellas. Junto con un propósito atractivo nos ayudarán a
mantenernos motivados y positivos. Cuando trabajamos activamente en algo significativo
es raro que dediquemos tiempo a las quejas.
11.- Practicar la
autocompasión y mostrarnos amables con nosotros mismos, entendiendo que todos
tenemos momentos de frustración o negatividad. No nos castiguemos por
quejarnos, en lugar de eso considera que es una oportunidad para el
crecimientola mejora personal.
12.- Buscar apoyos. Si
encontramos que nos resulta muy difícil dejar de quejarnos, debemos considerar
el buscar la ayuda de amigos, familiares o un mentor para que nos apoyen en el
viaje para lograr ser una persona más positiva y orientada en las soluciones.
Cambiar nuestro hábitos
y patrón mental lleva tiempo y esfuerzo, por lo que debemos tener paciencia y
celebrar nuestro progreso en el camino.