Francesca Gino en “Rebel talent. Why it pays to break the rules at work and in life”, plantea que en todas las organizaciones existen normas que hay que seguir y que si no se siguen pueden ocasionar problemas o hasta el caos. Por esta razón los profesionales “rebeldes” son sólo tolerados o llegado el caso expulsados. Pero con frecuencia el rebelde siente una gran pasión por su trabajo y si esta rebeldía se gestiona adecuadamente puede ser muy útil y ayudarnos a progresar.
La autora en sus
investigaciones ha identificado 5 elementos centrales de lo que llama el “talento
rebelde”. Éstos son:
a).- La novedad. La
búsqueda de nuevos retos y de lo nuevo.
b).- La curiosidad. No
perder el impulso que teníamos de pequeños de preguntar “por qué” constantemente.
c).- La perspectiva. La habilidad
de ampliar continuamente la visión del mundo y de verlo como lo ven los demás.
d).- La diversidad
entendida como la tendencia a desafiar los roles sociales predeterminados y
llegar a aquellos que pueden parecer diferentes.
e).- La autenticidad. Los rebeldes
la incorporan a todo lo que hacen, manteniéndose abiertos y vulnerables para
poder conectar con los demás y aprender con ellos.
Gino en sus estudios ha
observado que los comportamientos inconformistas como puede ser, por ejemplo,
el expresar nuestras verdaderas preferencias en los círculos sociales en lugar
de seguir la opinión de la mayoría, mejora el grado de felicidad de los que los
muestran en las relaciones cotidianas. Sus investigaciones sugieren que podemos
introducir un mayor gozo en nuestras vidas si somos rebeldes y actuamos de
forma que desafiemos la conformidad.
Normalmente asociamos a
los piratas con violencia, robos y desorden, lo cual es cierto, pero la vida en
sus veleros presenta algunas sorpresas instructivas. En mar abierto los barcos
mercantes eran dictaduras flotantes, en las que con las bendiciones del dueño,
el capitán trataba a su tripulación como quería y con frecuencia los marineros
no recibían suficiente comida, eran golpeados, trabajaban un número de horas
excesivo y estaban mal pagados. Como consecuencia la moral entre ellos era baja
y las disensiones se castigaban como si fuesen motines. Por el contrario los
piratas practicaban una forma especial de democracia. Para que todo en el barco
funcionase adecuadamente durante los largos meses de estancia en el mar y para
evitar la posibilidad de rebeliones los piratas elegían s u jefe de forma
democrática, limitaban su poder y concedían a cada individuo la posibilidad de
opinar sobre los asuntos del barco. También seleccionaban al contramaestre que además
de sus tareas principales, entre las que estaban resolver las pequeñas disputas
y la distribución de los suministros y el dinero, servían como barrera a la
autoridad del capitán. Excepto en el fragor de la batalla en el que el capitán tenía
el control absoluto, ningún hombre podía mandar a los demás. El capitán y su
tripulación votaban todo: acordaban adonde ir, a quién robar y atacar, cómo
hacerlo y el destino de los prisioneros, entre otras cosas. Con los votos
suficientes la tripulación podía destituir al capitán. Le podían dejar
abandonado en una isla o lanzarle al mar.
Cualquier pirata podía
expresar sus quejas o preocupaciones sin miedo a sufrir represalias ya que los miembros de la
tripulación estaban protegidos por una especie de constitución redactada para
cada barco. Los artículos que incluía se decidían de forma democrática y
requerían del acuerdo unánime antes de que la expedición partiese. Determinaban
los derechos y obligaciones de la tripulación, reglas para gestionar las
disputas y los incentivos que iban a asegurar su valor en la batalla. También
se estipulaban las compensaciones que podían recibir los piratas heridos en sus
incursiones. Después de capturar un barco solían preguntar a sus prisioneros si
querían unirse a ellos y con frecuencia éstos aprovechaban la oportunidad ya
que, como hemos visto, las condiciones de trabajo eran mejores en los barcos
piratas. Al final, como surcaban todos los mares, la tripulación se
caracterizaba por su diversidad tanto de etnias como de religiones y razas. Por
ejemplo las normas que imperaban en el barco de Barbanegra eran más
democráticas de las que existían en la Norteamérica de su tiempo. Otro detalle
sorprendente sobre Barbanegra era que a pesar de su imagen de salvaje,
inmisericorde e implacable que cultivaba no mató a nadie durante su carrera en
el mar. Capturaba a los marineros pero no les quitaba la vida.
En todo el mundo los
grupos y organizaciones se apoyan en alguna forma de jerarquía social para
introducir orden y eficiencia. Adoptan la forma de una pirámide con menos personas
en lo alto que en la base y si tratan de suprimir la jerarquía normalmente
fracasan. Las jerarquías presentan algunos beneficios ya que satisfacen la
necesidad psicológica de orden, facilitan el aprendizaje de los profesionales
entre sí y funcionan bien cuando la coordinación es necesaria para producir un
servicio o producto. Pero tienen importantes consecuencias, que pueden no ser
buenas, ya que, por ejemplo, los recursos y el poder tienden a ser distribuidos
de forma inequitativa entre los miembros de la organización en función del rol
que desempeñan en la misma, se sobreestima el desempeño de los profesionales de
mayor estatus.
Las jerarquías, por
tanto, pueden ser costosas e ineficientes. Parte del problema radica en que los
grupos con frecuencia no conceden el estatus basándose en el mérito y las
personas equivocadas terminan en lo alto de la organización lo que conduce a la
adopción de malas decisiones y deficiente
rendimiento. Las jerarquías muy empinadas se han ligado a baja satisfacción de
los trabajadores, a una disminución de la moral y de la motivación, a la
reducción del compromiso y a mayor estrés y ansiedad entre los profesionales.
Las “organizaciones
rebeldes” , sean un barco pirata o un restaurante innovador como la “Osteria
Francescana” evitan las trampas de la rutina y complacencia y son más eficaces.
El “liderazgo rebelde” implica que preferimos trabajar en una “organización
rebelde” y que apoyamos a ésta en esa misión, que luchamos contra las
tendencias naturales humanas que nos impulsan hacia lo familiar y confortable,
que estamos dispuestos a cuestionar el estatus quo, a mostrar nuestra
disconformidad con las opiniones de los demás, a procurar no caer en prejuicios
inconscientes como los estereotipos y que somos conscientes de nuestras
limitaciones en estos aspectos pero que no tenemos que dejar que nos dominen e
incapaciten.
La autora cree que, como
los piratas, los rebeldes siguen sus propios “artículos” a los que llama los 8
Principios del Liderazgo Rebelde. Éstos son:
1.-
SIEMPRE BUSCAR LO NUEVO
El rebelde es voraz con
respecto a sus intereses que abarcan múltiples temas. Un nuevo interés no
necesita una justificación cuando surge ya que puede llevar a nuevas
perspectivas que pueden ser útiles en momentos posteriores. Hasta las
situaciones que hemos experimentado en el pasado o rutas que parecen familiares
pueden convertirse en novedades si nos acercamos a ellas centrándonos en los
aspectos que parecen nuevos.
2.-
ESTIMULAR LAS DISENSIONES CONSTRUCTIVAS
Uno de los detalles más significativos
en la gestión del presidente Kennedy de la crisis de los misiles cubana en 1962
fue que lo que buscaba de sus consejeros fue el desacuerdo. Año y medio antes
había apoyado el fiasco de Bahía Cochinos, fruto del cual había ordenado la
revisión de los procesos de toma de decisiones lo que había conducido a la introducción de
una serie de cambios. Primero cada miembro debía adoptar el rol de generalista
escéptico abordando cada problema en su totalidad en lugar a desde la
perspectiva de su departamento. Segundo, para fomentar la conversación abierta y
sin filtros los consejeros se debían reunir en entornos libre de toda
formalidad, sin una agenda definida. En tercer lugar el equipo se subdividiría
en subgrupos que trabajarían cada uno de ellos en distintas opciones para luego
juntarse todos para discutirlas. Finalmente Kennedy, en ocasiones favorecía el
que sus ayudantes se reuniesen sin él para evitar que simplemente se
manifestasen de acuerdo con sus ideas. Kennedy confiaba en que estas
modificaciones estimulasen el debate, cuestionasen las creencias y aclarasen el
camino para que el mejor plan emergiese a través de sus méritos. Todas estas
medidas estaban dirigidas a derrotar al pensamiento grupal.
Utilizando esta
estrategia condujo a la retirada de los misiles y a la prevención de una crisis
nuclear. Robert Kennedy comentó : “No existía el rango, en realidad no teníamos
ni un director de reuniones, las conversaciones fueron totalmente desinhibidas
y sin ninguna restricción”.
Alfred Sloan, presidente de
General Motors desde 1937 a 1956 concluyó
una reunión con los altos ejecutivos de su compañía en la que se discutía una
decisión crítica diciendo: “Entiendo que todos estamos de acuerdo con la
decisión a tomar. Por tanto propongo que pospongamos las discusiones hasta la
siguiente reunión para que tengamos tiempo de pensar en desacuerdos y quizás
entender mejor sobre qué va la decisión.” Esto es actuar con talento rebelde.
3.-
ABRIR LAS CONVERSACIONES, NO CERRARLAS
El Rebelde mantiene una
mente abierta, entendiendo que la comunicación lleva al entendimiento y
comprensión y que las conversaciones cerradas generalmente fallan. Las
disensiones son bienvenidas pero siempre que exista un respeto compartido y que
todos sientan que forman parte del mismo equipo. Muchos factores pueden cerrar
una conversación como por ejemplo la indolencia, las distracciones, el
monopolio de la conversación por una persona o la no intervención en el debate,
un comentario cortante o la hipocresía, pero el rebelde los resiste a todos. El Rebelde solicita feedback honesto y conocimiento abriendo nuevas conversaciones, hasta
las complicadas y manteniéndolas abiertas aunque resulte difícil.
4.-
ADOPTAR UNA ACTITUD SINCERA
Los rebeldes comprenden
el poder de mostrarse tal como son y de conocerse a sí mismos. No esconden
quiénes son ni pretenden ser alguien que no son. Animan a los demás a encontrar
y mostrar sus fortalezas. Piensan que es mejor centrarse en éstas y no en las
debilidades. Tenemos tendencia a criticar a un compañero si mete la pata y no
le alabamos cuando realiza bien su trabajo. En demasiadas ocasiones ponemos el
foco en los aspectos en los que los demás están fallando en lugar de en sus
éxitos. La mayor parte de las organizaciones caen en la misma trampa.
5.-
APRENDER TODO Y DESPUÉS OLVIDAR TODO
Los rebeldes son
conscientes de cuáles son los límites de su conocimiento y de que dominar lo
básico es un proyecto que dura toda la vida. Pero un rebelde no es un esclavo
de las reglas. En ocasiones retorna a los fundamentos para descubrir una
estrategia que es muy diferente y mejor. Por ejemplo Leila Janah, directora y
fundadora de Samasource dedicó muchos años a aprender todo lo que pudo sobre
cómo facilitar ayuda al mundo en desarrollo y trabajando para organizaciones
como el Banco Mundial, que tienen este objetivo. Con el tiempo comenzó a
preguntarse si la ayuda que se suele dar en forma de comida, dinero, ropa era
la más adecuada para reducir la pobreza. Llegó a la conclusión de que no era el
medio más eficaz y ha creado una compañía que ayuda a los pobres dándoles
trabajo en lugar de ayuda en especies. Massimo Bottura, dueño de la Osteria
Francescana, dice con frecuencia: “Si quieres innovar, tienes que saber todo y
luego olvidar todo”, de esta forma mantendremos una mente fresca y abierta.
6.-
ENCONTRAR LA LIBERTAD VENCIENDO LAS RESTRICCIONES
Los rebeldes son capaces
de trabajar a través de las constricciones para llegar a la libertad. La
naturaleza humana nos somete a una serie de retos a vencer tales como los
prejuicios o la preferencia por el estatus quo. Los rebeldes son conscientes de
estas limitaciones y luchan contra ellas. Diversas investigaciones muestran que
cuando nos encontramos con restricciones dedicamos nuestra energía mental a
actuar con más persistencia e ingenio y conseguimos sobrepasar las
expectativas. Pueden, por tanto abrir nuestras mentes y movilizar a la
creatividad. La escasez, en ocasiones, puede estimular la innovación. Si pedimos,
por ejemplo, a un equipo que diseñe y construya un producto obtendremos un
puñado de buenas ideas pero si hacemos la misma petición y añadimos que el
presupuesto es restringido normalmente los resultados serán más creativos.
7.-
LIDERAR DESDE LAS TRINCHERAS.
Los rebeldes saben dónde
está la acción y allí es donde quieren estar, no recluidos en una torre de marfil.
El rebelde sabe que la mejor forma de liderar es desde las trincheras. Los líderes
rebeldes son camaradas, amigos y compañeros entusiastas. Por ejemplo a los
oficiales en la mariana estadounidense se les enseña a liderar por el ejemplo
en todo lo que hacen. En una encuesta realizada por la autora entre más de 700
profesionales se ponía de manifiesto que los líderes más respetados eran
aquellos dispuestos a “ensuciarse las manos”. Bottura comparte las comidas con
sus empleados, juega al futbol con ellos por las tardes y está en contacto con
ellos cuando viaja.
8.-
FAVORECER LAS RELACIONES ENTRE LOS PROFESIONALES
Los líderes rebeldes
creen en espacios y equipos que estimulen la “polinización cruzada”.
La autora, en rebeltalents.org ofrece la posibilidad de realizar un test para conocer qué tipo de líder rebelde somos
La autora, en rebeltalents.org ofrece la posibilidad de realizar un test para conocer qué tipo de líder rebelde somos