Herminia Ibarra y AnneScoular en la edición de noviembre – diciembre de Harvard Business Review,plantean que hace muchos años la mayor parte comenzaban exitosas carreras
profesionales desarrollando su maestría en dominios de índole técnico,
funcional o profesional. Si realizaban su trabajo bien irían ascendiendo y
eventualmente pasarían a tareas directivas. Como “managers” sabían lo que había
que hacer, enseñaban a los demás cómo hacerlo y les evaluaban con un enfoque de
ordeno y control y de reproducción de éxitos previos.
Actualmente, por el
contrario, la norma es el cambio rápido, constante y disruptivo y lo que
triunfo en el pasado no puede ser utilizado como guía de lo que ocurrirá en el
futuro. Los directivos del siglo XXI no tienen y no pueden tener todas las
respuestas. Para adaptarse a esta nueva realidad las organizaciones están
abandonando las tradicionales prácticas de mando y control para adoptar un
modelo en que los managers deben ofrecer apoyo y guía en lugar de instrucciones
y los profesionales aprenden a trabajar en entornos en constante cambio de
forma que liberan su energía, creatividad y compromiso.
El rol del directivo,
pues, se está transformando en el rol de un coach, en su relación con sus
profesionales. El coaching al que se refieren las autoras es del tipo que crea
una verdadera organización que aprende y es continuo y ejecutado dentro de la
organización. Un directivo eficaz en su labor como coach va a hacer preguntas
en lugar de facilitar respuestas, apoya a sus trabajadores en lugar de
juzgarles y potencia su desarrollo en vez de dictar lo que se tiene que hacer.
Este concepto de
coaching supone una evolución ya que deja de ser exclusivamente una forma
benevolente de compartir lo que conocemos con alguien que tiene menos
experiencia, aunque éste siga siendo un aspecto muy valorable y añade el
enfoque de procurar despertar ideas en los demás a través de las preguntas. Los
mejores expertos dominan ambas partes del proceso: impartir conocimiento y
ayudar a los demás a descubrirlo por sí mismos.
Ibarra y Scoular en el
artículo se centran en cómo desarrollar coaching primero como una capacidad
directiva individual y posteriormente a nivel organizacional.
I.-
INDIVIDUAL
Para muchos líderes que
están acostumbrados a gestionar los problemas de desempeño diciendo a las
personas qué tienen que hacer un enfoque de coaching con frecuencia les parece
demasiado blando y puede hacer que se sientan incómodos porque les impide utilizar la herramienta de gestión que
utilizan usualmente: la afirmación de su autoridad. Por este motivo se resisten al coaching y buscan excusas para
ni siquiera intentarlo como: “no tengo tiempo”, “no es el momento adecuado para
emplearlo” o “las personas a mi cargo no lo van a aceptar”. En el clásico
estudio de Daniel Goleman publicado en Harvard Business Review en 2002 sobre
estilos de liderazgo el de coaching era el estilo que menos les gustaba a los
directivos argumentando que sencillamente no tenían tiempo para el lento y
tedioso trabajo de enseñar a sus profesionales y ayudarles a crecer.
En el contexto de una
organización que aprende las autoras plantean la siguiente matriz:
ESTILOS DE
COACHING
|
||
Gran cantidad
de información facilitada por el coach
|
1.-
Directivo
|
4.-
Situacional
|
Poca cantidad
de información facilitada por el coach
|
2.-
Laissez – faire
|
3.-
No directivo
|
Poca energía
obtenida del coachee
|
Mucha energía
obtenida del coachee
|
1.-
COACHING DIRECTIVO. Se caracteriza por “decir”. El
mentoring entraría en esta categoría. Todos saben lo que esperar de él. Un directivo o mando intermedio con años de
conocimiento acumulado comparte voluntariamente sus conocimientos con un
miembro de su equipo más novato y éste escucha cuidadosamente, esperando
absorber la mayor cantidad de conocimiento posible. Este enfoque tiene muchos
aspectos recomendables pero tiene algunos inconvenientes, ya que consiste en decir
qué hay que hacer y cómo hacerlo libera poca energía del coachee y puede llegar
a deprimir su nivel de energía y motivación. Asume, también, que el jefe sabe
cosas que el que recibe coaching no, presunción que puede ser equivocada en el
complejo y constantemente cambiante entorno de trabajo. Además, al permitir que
los líderes continúen haciendo aquello en lo que destacan: resolver los
problemas de los demás no contribuye a facilitar el desarrollo de competencias
en la organización.
2.-
COACHING ESTILO “LAISSEZ – FAIRE”. En ocasiones el
coaching puede no ser la respuesta ya que todos los miembros del equipo están
trabajando de forma productiva y el enfoque correcto es dejarles que sigan
haciéndolo sin intromisiones.
3.-
COACHING NO DIRECTIVO. Se basa en escuchar, preguntar y
evitar los juicios. Los directivos persiguen que aflore la sabiduría, la
reflexión y la creatividad de sus coachees con el objetivo de que aprendan a
resolver problemas y a afrontar situaciones complicadas por su cuenta. Es un
enfoque que puede liberar mucha energía en aquellos que lo reciben pero que no
surge con naturalidad en la mayoría de los directivos que suelen sentirse más
cómodos facilitando directrices.
4.-
COACHING SITUACIONAL. Los directivos en las organizaciones
que aprenden deben aspirar a convertirse en expertos en esta modalidad de
coaching. Implica, como su nombre indica, alcanzar un equilibrio delicado entre
los estilos directivo y no directivo según las necesidades específicas del
momento.
Una de las mejores
formas de abordar un enfoque no directivo consiste en la utilización del modelo
GROW, diseñado en la década de los 80 del pasado siglo, por Sir John Whitmore y
sus colaboradores. Consta de cuatro pasos que son:
a).-
Meta (goal). Cuando comencemos a discutir un tema
con alguien al que estemos facilitando coaching debemos primero establecer qué
es lo que quiere conseguir en el momento. No cuáles son sus objetivos en
relación con el proyecto o su trabajo o rol en la organización sino lo que
espera obtener de ese encuentro en particular. Una buen forma de empezar es
preguntar, por ejemplo: “¿Qué es lo que te gustaría tener cuando nos despidamos
que no tienes ahora?”
b).-
Realidad (reality). Con la meta de nuestra conversación ya
decidida debemos hacer preguntas enraizadas en el “qué, cuándo, dónde y quién” para conseguir
evitar las divagaciones y centrarnos en los hechos específicos. De esta manera
la conversación será real y constructiva. No se incluye el “por qué” porque si
lo hacemos estamos demandando que las personas exploren las razones y
motivaciones más que los hechos, lo que puede conducir a juicios y desencadenar
intentos de autojustificación, lo cual puede resultar contraproducente.
En esta etapa una buena
pregunta es: “¿Cuáles son los hechos clave que debemos conocer?”. La respuesta
es importante porque podemos detectar si se están olvidando de algo importante
o si están demasiado enfocados en los aspectos operacionales olvidando el lado
humano, o al contrario.
Este paso es
fundamental porque evita que la persona se olvide de variables importantes y
que salten a conclusiones apresuradamente. El papel del coach debe ser el de
plantear las preguntas adecuadas y luego apartarse.
c).-
Opciones (options). Cuando las personas acuden buscando
coaching con frecuencia lo hacen porque se sienten atascadas y por ejemplo
decir: ”No puedo hacer nada”, “Sólo tengo una opción” o “no sé si elegir A o B”. En este punto la labor del coach
consiste en ayudarles a que piensen con mayor amplitud de miras y con mayor
profundidad. Por ejemplo podemos preguntar: “Si tuvieses una varita mágica qué
harías?” Esta pregunta sorprendentemente muchas personas encuentran que es
liberadora y les permite comenzar a
pensar de forma fresca y productiva. Una vez que han ampliado su perspectiva y
descubierto nuevas opciones el trabajo del coach consiste en conseguir que
profundicen en las opciones pidiéndoles que exploren las ventajas,
inconvenientes y riesgos de cada opción.
d).-
Actuaciones (will). Esta fase consta de dos partes:
·
En la primera el coach debe preguntar:
“¿Qué es lo que vas a hacer?” De esta forma el coachee debe revisar el plan de acción específico que
ha surgido de la conversación previa. Si ésta ha ido bien tendrá un sentido
claro de cuál es el plan y si no debemos volver a etapas anteriores del proceso
GROW para ayudar a que la persona defina cómo abordar el problema.
·
La segunda parte es en la que se tiene
que plantear cuál es el deseo real de actuar. Podemos preguntar, por ejemplo:
“En una escala del 1 al 10 cuál es la
probabilidad de que hagas lo que has definido”. Si la respuesta es un 8 o
superior a esta cifra parece que existe suficiente motivación para actuar, pero
si es inferior habría que volver a etapas más iniciales del proceso para
procurar encontrar otra solución que le impulse más a la acción.
Normalmente el coaching
en el entorno del trabajo suele tener lugar fuera de las sesiones formales de
coaching, se produce en forma de breves intercambios cuando un directivo puede
responder a una petición de ayuda formulando, por ejemplo, una pregunta sencilla
como: ¿Qué has pensado ya sobre esto? O ¿Qué es lo que realmente importa aquí?
II.-
ORGANIZACIONAL
Si queremos
transformarnos en una organización que realmente aprende no basta con enseñar a
los líderes a nivel individual a ser mejores coaches. Debemos realizar una
transformación cultural que incluye los siguientes pasos:
1.-
Articular el “por qué” y mostrar claramente las razones
por las cuáles el coaching es valiosos para la organización y para el éxito de
sus profesionales.
Un buen “por qué”
inevitablemente conecta el coaching con las tareas críticas marcadas en la
misión de la organización.
2.-
Modelar el comportamiento. Si queremos que los profesionales
incorporen el coaching entre sus tareas debemos como líderes incorporarlo a las
nuestras y ser un ejemplo para toda la organización. Diversas investigaciones
han encontrado que cuando las personas tienen dudas sobre qué conducta es la
apropiada copian las acciones de los demás, particularmente de los que tienen
un aposición de poder y estatus. Por tanto, si los trabajadores perciben que
sus líderes fomentan el aprendizaje y cultivan el delicado arte del liderazgo como conversación tenderán a hacer
lo mismo.
3.-
Remover las berreras