Herminia Ibarra en la edición de noviembre –
diciembre de Harvard Business Review plantea que las iniciativas de mentoring o
de apoyo y respaldo a los profesionales con frecuencia son superficiales y no
obtienen los resultados deseados.
Se basan en la idea de que si juntamos a
profesionales con experiencia y éxito con otros más novatos, especialmente de
grupos poco representados en los cuadros directivos se obtendrán numerosos
beneficios. Los más jóvenes crecerán y recibirán apoyo para el desarrollo de
sus carreras y los seniors revitalizarán su impacto en la organización,
aprenderán nuevas habilidades y conseguirán entender a una generación cuyas
ambiciones, retos y prioridades son distintas a las suyas. Como consecuencia de
esta magia interpersonal las organizaciones atraerán no solo a profesionales de
alto desempeño y conseguir que desarrollen todo su potencial, sino, también,
conseguirán impulsar a un grupo más diverso de futuros líderes a escalar el
escalafón directivo.
Desgraciadamente mentorizar produce con frecuencia poca magia, ya que, por
ejemplo, las relaciones pueden no
funcionar y los juniors y seniors pueden malinterpretarse entre sí. Estos
problemas se han agudizado en la era actual de trabajo en remoto o híbrido, por
la dificultad de mantener interacciones significativas entre compañeros. Los
más jóvenes tienen dificultades para identificarse con sus organizaciones y no
pueden imaginarse permanecer en ellas por mucho tiempo, lo que implica que las
compañías tienen que esforzarse en fidelizar a sus empleados.
Ibarra, en la última década, ha dedicado mucho tiempo a estudiar y a
enseñar sobre el desarrollo de relaciones y ha trabajado con muchas
organizaciones ayudándolas a aprovechar el poder de los programas de
esponsorización y mentoring. Una lección que ha aprendido de todo ese trabajo
es la importancia de la:
a).- Defensa pública o proceso de un solo sentido por el que los seniors
defienden y usan su poder para ayudar a los más jóvenes a obtener oportunidades
en sus carreras profesionales, como promociones.
b).- Autenticidad relacional. Consiste en un proceso de dos direcciones en
el que ambas partes, seniors y juniors, comparten sus perspectivas y se
muestran abiertos a escuchar y aprender unos de otros. Los jóvenes consiguen el
apoyo y la validación que necesitan para abordar nuevos retos y los seniors
identifican las habilidades y talentos de los más jóvenes y les apoyan.
Al tratar de democratizar el acceso al desarrollo de relaciones las
organizaciones las han despojado de esas cualidades que las definen. El
psicólogo Daniel Levinson fue uno de los pioneros en utilizar la palabra
mentor para referirse a una persona que tiene una profunda experiencia y
veteranía en un mundo en el que los más jóvenes quieren entrar.
Levinson y la psicóloga Kathy Kram mostraron que los mentores podían servir
como modelos de rol, consejeros, docentes, guías y protectores, entre otras muchas cosas. Pero
opinaban que el mayor beneficio que podían ofrecer a los profesionales jóvenes
era el ayudarles a forjar sus identidades y a alcanzar sus sueños. Lo hacen
creyendo en sus “protegidos”, apoyando y promocionando sus ambiciones y creando
un espacio de apoyo desde el que puedan trabajar hacia sus metas. Los mentores se benefician
también ya que, con frecuencia, encuentran que este trabajo satisface la
necesidad de guiar a las personas de generaciones más jóvenes.
Las relaciones que Levinsosn y Kram estudiaron eran multifacéticas,
transformacionales y profundamente gratificantes. Pero en las décadas
posteriores, al incrementarse las demandas sobre los ejecutivos senior y las
filas de los más jóvenes se volvían más diversas, el desarrollo de las
relaciones se tornó cada vez más superficial, transaccional e ineficaz.
Para abordar ese problema las organizaciones respondieron de forma
pragmática e implementaron programas obligatorios que juntaban a los senior con
los junior y prescribían las formas en que los más veteranos debían apoyar a
los más jóvenes, como, por ejemplo, responsabilizarse de la acogida de los nuevos profesionales y ayudarles a entender la
cultura de la compañía o enseñar a los más jóvenes las habilidades especiales
dentro de su área de competencia. Estos roles limitados en la mayor parte de
los casos fracasaron a la hora de establecer relaciones auténticas.
Gradualmente la idea fundamental que subyace en el mentoring: establecer
relaciones auténticas, se perdió, ya que los seniors a los que se les encargó
la tarea de compartir su conocimiento, perspectivas y experiencias, con
frecuencia, carecían del poder institucional necesario para promocionar a los
más jóvenes hacia roles clave o no se preocupaban lo suficiente para dedicarles
su tiempo y conocimientos.
Es útil considerar las diversas formas en las que los mentores pueden
ofrecer ayuda y apoyo en distintas áreas:
1.- Desarrollo de carrera:
a).- Poniendo en contacto a los juniors con representantes de los grupos de
interés influyentes.
b).- Facilitando oportunidades de alta visibilidad.
c).- Proponiendo promociones
2.- Esponsorización auténtica:
a).- Facilitando ayuda para avanzar en la carrera profesional
b).- Buscando oportunidades de crecimiento públicamente
c).- Animando, apoyando y validando
3.- Formación
a).- Acogiendo y aconsejando sobre la cultura de la compañía
b).- Compartiendo conocimientos y experiencias
c).- Ofreciendo ayuda en el desempeño del puesto actual
4.- Apoyo emocional:
a).- Animando y validando
b).- Reafirmando la confianza
c).- Promoviendo una relación de cuidado mutuamente satisfactoria.
La relación más óptima para ambas partes es la que la autora llama de
esponsorización auténtica en la que un profesional senior ofrece instrucción y
posibilidades de desarrollo de carrera al más joven y, ambos individuos se
benefician de una relación que facilita oportunidades para el crecimiento
personal. El proceso para conseguir esta relación atraviesa una serie de etapas
en el caso del profesional senior:
1.- Mentor. Un senior de forma privada facilita
consejos y apoyo, sin nada más en juego que le tiempo invertido. Es el paso en
el que la mayor parte de las relaciones asignadas formalmente comienzan y
desafortunadamente es dónde se quedan la mayor parte.
2.- Estratega. Al irse conociendo las distintas partes el senior puede comenzar a jugar más
estratega compartiendo información interna sobre cómo el junior puede
progresar. En este punto ambos pueden empezar a hablar sobre los posibles
aspectos en el desarrollo que pueden impedir
la progresión del junior. En este momento la relación avanzará o no dependiendo
de la forma en que ambas partes den y reciban feedback y estén de acuerdo en la
disposición del junior para continuar progresando.
3.- Conector. La siguiente etapa en el espectro es la del conector que aboga públicamente
por el junior, le introduce a profesionales clave y le incluye en eventos o
reuniones que le facilitan contactos con personas que le pueden ayudar en su
desarrollo de carrera y con personas en sus redes profesionales.
4.- Facilitador de oportunidades. Busca proyectos o roles de alta visibilidad para que
participe el junior. Por ejemplo puede pedirle que haga una presentación clave,
que dirija una reunión importante o que asuma un proyecto complicado. De esta
forma manda el mensaje de que el junior es un profesional de alto desempeño,
incrementando su imagen y credibilidad en toda la organización.
5.- Esponsor. Cuando el junior y el senior han desarrollado una relación mutua
gratificante y el senior se siente comprometido con el éxito a largo plazo del junior
es cuando se alcanza la esponsorización auténtica.
Si las relaciones surgen de un mandato de la dirección suelen quedarse
detenidas en la mitad del espectro expuesto. Las investigaciones de Ibarra
sugieren que existen diversas causas que
pueden desbaratar hasta las mejores intenciones. Entre ellas:
a).-
El sesgo hacia “alguien como yo”. Como seres humanos tendemos a
gravitar hacia personas como nosotros y este sesgo es difícil de vencer en el
trabajo donde frecuentemente vamos a encontrarnos con diferencias de generación
y rango y culturales, entre otras. Los juniors
y seniors deben entender que puede que tengan que invertir gran cantidad de
tiempo y energía en conocer a sus parejas antes de descubrir qué es lo que
tienen en común. Pero el esfuerzo merece la pena, los seniors que comparten sus
valores y creencias con los juniors tienden a ofrecer más apoyo moral y ayuda
para el progreso de la carrera de los más jóvenes. Y ambas partes van a
considerar su relación como de alta calidad. El truco consiste en ir más allá
de las presunciones basadas en las posibles diferencias demográficas y buscar
similitudes, que con frecuencia se basan en valores, creencias y experiencias
comunes, para lo cual deben reunirse con frecuencia, preparar cuidadosamente
las conversaciones, estar siempre dispuestos a escuchar y hacer preguntas
abiertas sobre los intereses y perspectivas del otro.
b).- Dilemas de autenticidad. Cuando clasificamos a alguien como “no
como yo”, lo que escuchamos de él tienen mayores posibilidades de que resuene
menos para nosotros como verdadero, valioso o comprensible. Para interrumpir
este círculo negativo, los seniors deben aprender a distinguir los dilemas de
autenticidad, que son los apuros que surgen cuando nos tenemos que enfrentar a la
elección entre ser nosotros mismos o hacer lo que sea necesario por triunfar,
desde problemas de confianza hasta asuntos relacionados con el compromiso. Si
los seniors no saben hacer esta distinción pueden hacer que los juniors,
especialmente en el caso de los individuos procedentes de grupos poco
representados, sientan que para tener éxito en el trabajo deben suprimir partes
importantes de quiénes son.
Los juniors, por su parte, deben
cultivar un patrón mental de crecimiento y reconocer que probar comportamientos
no familiares y nuevos estilos no significa ser inauténticos, sino que salir de
su zona de confort puede ser necesario para pasar al siguiente nivel en una
relación u organización.
c).- Fallos en el feedback. Cuando los
seniors se preocupan por si sus comentarios pueden ser percibidos como sexistas
o racistas con frecuencia optan por protegerse defensivamente, censurándose a
ellos mismos ante el temor de molestar a un profesional o transmitir por ello
una mala imagen. Al hacerlo pueden privar al junior de oportunidades valiosas
para aprender y crecer.
d).- La paradoja
de “traer todo tu ser al trabajo”. Para desarrollar relaciones más
estrechas y encontrar puntos de similitud profunda los juniors y seniors deben
comentar sus vidas fuera del trabajo. Con frecuencia los individuos de grupos
poco representados se muestran
reticentes a la hora de compartir porque piensan que las revelaciones de tipo
personal pueden acentuar las diferencias y dañar finalmente la relación. pero
investigaciones recientes de Rachel Arnett muestran que las conversaciones
ricas y profundas sobre los antecedentes raciales y étnicos con miembros de los
grupos mayoritarios pueden incrementar los comportamientos inclusivos.
Los seniors deben dar el primer
paso, por ejemplo, revelando desafíos que se han encontrado en sus carreras o
hablando sobre sus antecedentes. En un principio los juniors deben evitar el
exceso de información personal pero al desarrollar su relación pueden comentar
experiencias importantes para ellos e intereses para crear una unión más
profunda con los seniors.
e).- El enigma de
la confianza y seguridad en uno mismo. Investigaciones recientes han
mostrado que los evaluadores con frecuencia confunden los alardes de confianza
y seguridad en uno mismo con competencia, mientras que los juniors suelen
valorar el apoyo recibido por parte de los seniors para tener la confianza
suficiente para optar a roles más importantes. Pero los mismos evaluadores que
animan a los juniors a tener más confianza en sí mismos se sorprenden cuando
los juniors violan normas de lo que se considera un comportamiento apropiado.
Esta situación “tensa” induce a la
pregunta de si la confianza en las
relaciones de desarrollo se debe ganar o se debe conceder sin dudar y cómo pueden
los juniors obtener la seguridad necesaria para perseguir nuevas oportunidades
si los seniors no les ayudan.