Marcus Buckingham y
Ashley Goodall en “The big idea” de hbr.org analizan la situación del
compromiso en las organizaciones y el papel que los equipos juegan en él.
Al definir el
compromiso como un conjunto de actitudes es posible medirlo y comprender su
impacto sobre el desempeño. Desde las investigaciones realizadas por Gallup
Organization en las décadas de los 80 y 90 del pasado siglo y continuadas
posteriormente en diversos estudios se sabe que ciertas actitudes de los
profesionales pueden ayudar a predecir comportamientos productivos y que las
organizaciones y sus directivos pueden emprender acciones para mejorar o
cambiar esas actitudes. Se conoce, también, que esas actitudes parecen
agruparse en relación con una serie de temas tales como un sentido claro del
propósito, de lo que es valioso e importante, de sentimientos de seguridad
psicológica y de confianza en el futuro y que si las encontramos en una
persona, equipo u organización podemos decir que existe compromiso.
Finalmente se sabe que el compromiso cuando
se mide utilizando una serie de afirmaciones sobre las experiencias y
sentimientos de los profesionales identifica una situación en el trabajo que conduce a productividad, innovación o retención
entre otras muchas posibilidades.
Pero cuando se analizan
los niveles presentes de compromiso en el tiempo y en los distintos países se
observa que, independientemente de lo que las organizaciones hayan estado haciendo
para mejorar sus resultados, sea esfuerzos centrados en la cultura o gestión
del desempeño rigurosa, no funcionan.
Buckingham junto a sus
colaboradores ha dirigido recientemente un estudio (ADPRI) que se puede
considerar el más completo de compromiso a nivel global. En él una muestra
representativa de trabajadores de 19 países, 1000 en cada uno de ellos,
respondieron a 8 afirmaciones diseñadas para medir el compromiso de forma
clara. El estudio se ha centrado en aquellos aspectos del compromiso en los que
una organización puede influir no en los que se escapan de su control como los
políticos o personales.
Las afirmaciones a las
que se podía responder en una escala de 1 a 5
( de fuerte desacuerdo a totalmente de acuerdo) son las siguientes:
1.- Me siento realmente
entusiasmado con la misión de mi organización.
2.- En el trabajo,
conozco claramente lo que se espera de mí.
3.- En mi equipo estoy
rodeado de personas que comparten mis valores.
4.- Tengo la
oportunidad diariamente de utilizar mis fortalezas en el trabajo.
5.- Puedo confiar en
mis compañeros de equipo y ellos en mí.
6.- Sé que seré
reconocido por mi excelente trabajo excelente.
7.- Tengo una gran
confianza en el futuro de mi organización.
8.- En mi trabajo
siempre me encuentro con desafíos para crecer.
Los encuestados no
están, al responder midiendo ni a sus directivos ni a su organización sino a
sus propios sentimientos y experiencias. Los investigadores analizando los
patrones de respuesta han sido capaces de posicionar a cada persona en una de
dos categorías:
A).- “Completamente
comprometida” cuando casi todas las respuestas han sido muy positivas.
B).- “Viene al trabajo”
para describir a aquellas que
respondieron neutralmente o negativamente a la mayor parte de las afirmaciones.
Las personas que se encuentran dentro de esta categoría no tienen que ser
necesariamente dañinas o destructivas para las organizaciones pero no están
personalmente comprometidas: venden simplemente su tiempo y su talento sin más.
En el primer caso el
estudio demostró que se encuentran el 16% de los trabajadores y en el segundo
el 84% restante. Estos resultados concuerdan con las investigaciones
realizadas, entre otros, por Gallup a lo
largo de los años.
El desafío se
encuentran en encontrar lo que realmente mueve al compromiso y los resultados
de la investigación ponen de manifiesto que el foco hay que ponerlo no en la
cultura o en los individuos como si trabajasen aislados sino en los equipos. De
los participantes en el estudio aquellos que realizaban la mayor parte de su
trabajo dentro de un equipo mostraban un nivel que suponía el doble de compromiso con su trabajo que los
que trabajaban en soledad.
Sentir que somos parte
de un equipo no requiere que estemos orientados hacia la cultura de la compañía
ni un curso de formación en particular o iniciativa de desarrollo. En cambio,
depende de si el líder y los compañeros realizan diariamente el trabajo que
tienen asignado, si se comunican con nosotros, si se apoyan y nos apoyan y si
confían en nosotros. Nuestra experiencia del equipo influye en lo productivos
que somos en el trabajo, en lo felices que nos sentimos, lo creativos,
innovadores y resilientes que vamos a
ser y en definitiva en el tiempo que vamos a estar en la organización.
Otro de los hallazgos
del estudio en relación con los equipos es que en muchas ocasiones no están
reflejados en los organigramas ya que se constituyen para proyectos específicos
y pueden mantenerse solo durante determinados periodos en el tiempo. Es
importante porque esta realidad impone que en muchos casos se deban suprimir
iniciativas que se están utilizando
para gestionar el desempeño y el compromiso. Por ejemplo una encuesta anual de
compromiso por departamentos va a ofrecer pocos resultados útiles.
La investigación,
sugiere, también, que existen una serie
de factores claves que separan a los mejores equipos del resto. Éstos son:
1.-
LA CONFIANZA EN EL LÍDER DEL EQUIPO
Los datos señalan que
es el mayor factor diferenciador entre equipos de alto y bajo desempeño. De las
afirmaciones que se consideraban en el estudio dos eran las que están más
relacionadas con la confianza:
a).- “En el trabajo
entiendo claramente lo que se espera de mí”
b).- “Tengo la
oportunidad de utilizar mis fortalezas diariamente en el trabajo”.
Los mejores líderes de
equipos deben, por tanto, ayudar a que cada miembro del mismo se sienta
entendido y centrado.
2.-
DISEÑAR EQUIPOS QUE PERMITAN UNA ATENCIÓN PERSONALIZADA
La atención frecuente
al trabajo que realiza cada miembro constituye lo que los autores consideran
como el “anclaje ritual “ del liderazgo de equipos. Una simple conversación
periódica, semanal, por ejemplo, del líder con cada uno de los integrantes de
su equipo incrementa el desempeño. En ella se le pueden hacer al colaborador
dos preguntas: “¿Cuáles son tus prioridades esta semana?” y “¿Cómo puedo
ayudarte?” que sirven para asegurarnos de que cada miembro del equipo recibe la
atención necesaria para que pueda realizar bien su trabajo. Están enfocadas al
futuro y a lo que moviliza al
profesional y se basan en las fortalezas y no en buscar remedios.
Los equipos más
comprometidos y los líderes más eficaces entienden que la clave del compromiso
es la atención humana y sincera. Esta idea nos ayuda a responder a la pregunta
del cuál es el ámbito de control óptimo que algunos sitúan entre 8 y 10
personas y en algunas organizaciones como los “call-centers” se llega a ampliar
hasta 70 trabajadores por supervisor. Como hemos visto que la atención
frecuente es la clave del compromiso el ámbito de control se debería sustituir
por el ámbito de atención. El estudio que estamos comentando revela que para
que las personas se sientan comprometidas éste debe permitir que cada líder de
equipo pueda mantener una reunión semanal con cada uno de los miembros del
mismo.
3.-
APRENDER JUNTOS
Si queremos que los
equipos mejoren frecuentemente lo que hacemos es procurar que cada uno de sus
miembros asista a formación relacionada con la empatía, la escucha activa o
diseño de proyectos, por ejemplo, en solitario. Aprenden los conceptos en un
contexto ajeno completamente a sus equipos.
Existe otra fórmula que
parece que puede dar mejor resultado. Por ejemplo en Cisco cuentan con un
programa llamado “El poder de los
equipos”. Cada sesión del programa, dirigido a equipos concretos, comienza con una discusión sobre cuál es la
situación del compromiso en el equipo en ese momento concreto. Los miembros del
equipo van luego conociendo a sus compañeros a través de sus fortalezas y van
construyendo nuevos hábitos y rituales para acelerar su crecimiento conjunto a
través del trabajo que realizan juntos. Cisco ha aprendido que ayudar a que
cada equipo sea consciente de cómo lo está haciendo y a encontrar nuevos
enfoques basados en las personas que forman parte de cada equipo y del trabajo
que tienen que hacer es más eficaz que procurar que los integrantes de los
equipos adquieran habilidades abstractas de trabajo en equipo.
4.-
CONCEDER MAYOR IMPORTANCIA A LAS EXPERIENCIAS DEL EQUIPO QUE A LA LOCALIZACIÓN
DE SUS MIEMBROS
Dos tendencias
recientes han suscitado muchas preguntas en relación con el compromiso. Éstas
son el trabajo a distancia y el trabajo
parcial y por proyectos. Parecería que ambos dificultan el compromiso y son
experiencias solitarias y atomizadas en el segundo caso por lo que en los últimos
años se observa, para contrarrestar estos efectos, una vuelta al trabajo en
oficinas.
El estudio ADPRI ha
mostrado algo sorprendente. El 23% de los encuestados trabajan desde casa la
mayor parte del tiempo y afirman estas más comprometidos que los que no lo
hacen (20% vs 15,8%) y la mayoría de ellos en lugar de sentirse aislados
consideran que forman parte de un equipo y de ellos el 27% están muy
comprometidos con su organización.
De estos hallazgos se
puede deducir que es recomendable que los líderes dediquen tiempo a los
profesionales que trabajan a distancia. El compromiso tiene más que ver con
quién trabajas que dónde lo haces.
5.-
PROCURAR QUE LOS PROFESIONALES SIENTAN QUE TIENEN CONTROL SOBRE SU TRABAJO
Los trabajadores que tienen
relaciones contractuales variables y parciales según el estudio se sienten
ligeramente más comprometidos que el resto. Esto puede ser debido a que piensan
que tienen un mayor control sobre sus vidas laborales y que tienen más libertad
para realizar el trabajo que les gusta.
Un trabajo a tiempo
completo aporta estabilidad y beneficios económicos fijos mientras que uno a
tiempo parcial puede ofrecer una flexibilidad y una oportunidad de elegir hacer
lo que a la persona le guste. Por tanto los líderes deben procurar que sus
profesionales sientan que tienen un rol estable y predecible en un equipo
concreto y luego la posibilidad de unirse a equipos más efímeros y dinámicos
dentro de la organización para que puedan hacer el trabajo que más les
apasione.