Tiziana Casciaro, Amy C.Edmonson y Sujin Jang en la edición de mayo-junio de Harvard Business Review
plantean que aunque la mayor parte de los ejecutivos reconocen la importancia
de romper los silos para ayudar a que los profesionales colaboren a través de
sus fronteras tienen problemas para hacerlo ya que es muy complicado lograrlo.
En la actualidad la
mayoría de las oportunidades de innovación y de desarrollo yacen en la interfaz
entre funciones, departamentos u organizaciones ya que se requiere colaboración
horizontal.
El valor del trabajo en
equipo horizontal es ampliamente reconocido. Los profesionales que salen de sus
“reinos de taifas” para encontrar compañeros con capacidades complementarias
aprenden más y adquieren nuevas competencias con mayor rapidez y facilidad.
Una forma de romper los
silos consiste en rediseñar la estructura formal de la organización. Pero este
enfoque tiene sus límites: es costoso, confuso y lento. Peor aún, cada nueva
estructura resuelve unos problemas pero genera otros. Por esta razón las
autoras han centrado sus investigaciones en identificar actividades que
faciliten el poder atravesar las barreras. Los retos principales para poder operar
eficazmente en una interfaz son sencillos:
a).- Aprender de las personas que se encuentran en el otro
lado.
b).- Relacionarse con las
personas que están al otro lado.
Los líderes deben ayudar
a sus profesionales a desarrollar la capacidad para afrontar estos retos tanto
al nivel individual como organizacional. Esto implica facilitar la formación y
el apoyo en 4 aspectos que favorecen el trabajo colaborativo. Éstos son:
I.-
DESARROLLAR Y DESPLEGAR “AGENTES CULTURALES”
En toda compañía existen
personas que suelen ser excelentes a la hora de fomentar las relaciones entre
departamentos, áreas,…Normalmente cuentan con experiencias y tienen relaciones que abarcan
numerosos dominios, funciones y sectores y de forma informal actúan como nexos
entre ellos. A estos profesionales las autoras les llaman “agentes culturales”.
Sujin Jang, por ejemplo, en sus estudios de más de 2000 equipos “globales” ha
encontrado que los que cuentan con esta figura tienen mejor desempeño que los
que carecen de ellos.
Estos agentes fomentan el
trabajo a través de las áreas de dos formas, actuando como:
a).-
Puente. En este caso su función es de intermediarios,
facilitando a las personas que realizan distintas funciones o en distintas
localizaciones la colaboración entre ellas con la mínima disrupción en su
rutina cotidiana. Son más eficaces cuando tienen un conocimiento considerable
de ambas partes y pueden adivinar lo que cada una necesita.
Este tipo de ayuda es
útil porque permite que partes muy diversas trabajen a pesar de sus diferencias
sin tener que dedicar tiempo en conocer la perspectiva de la otra parte o
cambiar su forma de trabajar. Suele ser muy valiosa en colaboraciones uno a uno
o si la organización se encuentra bajo una gran presión para obtener
resultados.
b).-
Adhesivo. Su labor, por el contrario, se centra en juntar a las
personas y en ayudar a crear un entendimiento mutuo y relaciones duraderas al
facilitar el contacto entre profesionales de distintas funciones,
localizaciones o sectores.
Los líderes pueden contar
con ambos perfiles en sus organizaciones si contratan a personas con
antecedentes multifuncionales o multiculturales que posean las competencias
interpersonales requeridas para generar buenas relaciones entre múltiples
partes. Asimismo como es necesaria grandes
dosis de resiliencia para trabajar con personas para superar las diferencias culturales deben buscar profesionales con un
patrón mental de crecimiento que tengan, por tanto, el deseo de aprender y de
asumir retos y ampliar las oportunidades.
Otra forma que tienen los
líderes para desarrollar estos agentes es a través de fomentar y facilitar el
que las personas a todos los niveles varíen de roles para que conozcan y queden
expuestas a diversas áreas de la organización.
Las organizaciones matriciales
en las que los profesionales reportan a dos o más grupos pueden ayudar al desarrollo
de los “agentes culturales” ya que éstos deben acostumbrarse a trabajar fuera
de un silo.
II.-
PROMOVER EL QUE LOS PROFESIONALES HAGAN LAS PREGUNTAS CORRECTAS
Resulta casi imposible trabajar
traspasando fronteras entre equipos sin
hacer numerosas preguntas. La indagación es fundamental porque lo que vemos
como evidente en un lado de la interfaz no tiene por qué ser lo mismo que lo
que experimentan los que se encuentran en el otro lado.
Pero todos tendemos a
olvidar la práctica crucial de hacer preguntas al ir ascendiendo en el
escalafón profesional. Los profesionales de alto rendimiento, especialmente, con frecuencia no se preguntan qué es lo que
los demás pueden estar observando. Peor aún, cuando reconocemos que no sabemos
algo podemos evitar hacer preguntas debido al temor de que nos haga parecer
incompetentes o débiles.
Los líderes pueden
fomentar la indagación de dos formas y en el proceso pueden ayudar a crear una
organización en la que sea los profesionales se sientan psicológicamente
seguros a la hora de hacer preguntas. Éstas son:
1.-
Ejercer como modelo. Cuando los líderes muestran su interés en
lo que los demás están viendo y pensando a través de formular preguntas tiene
un enorme efecto ya que fomenta el que las personas que trabajan en su
organización hagan lo mismo.
Hacer preguntas transmite
también la sensación de humildad que se ha visto que es fundamental para tener
éxito. Por ejemplo Lazlo Bock, conocido por su trabajo en Google, mantiene que
las personas humildes logran mejores resultados a la hora de unir a las
personas para resolver problemas complicados. En un entorno cambiante la
humildad, no confundirla con la falsa modestia, es una fortaleza cuyo poder
procede del realismo: “el mundo exterior es muy complejo y si no trabajamos juntos
no vamos a tener ninguna oportunidad de triunfar”.
Francesca Gino, en su
artículo “The business case for curiosity” plantea que una forma en la que el líder puede
hacer que sus colaboradores se sientan cómodos haciendo preguntas es
reconociendo abiertamente que no tiene todas las respuestas. Otra forma consistiría
en
fomentar que en determinados días se promueva el que los profesionales
pregunten ¿Por qué?, ¿Qué pasaría si….? O ¿Cómo podemos …..?
2.-
Formar a los profesionales en el arte de la indagación.
La formación puede ayudar a ampliar el rango y la frecuencia de las preguntas
que hacen éstos y según Hal Gregersen del Centro de Liderazgo del MIT puede
reforzar su curiosidad. Pero algunas preguntas son mejores que otras, ya que si
sólo les decimos que hagan más preguntas podemos inducir a emplear técnicas de
interrogatorio que inhiban en lugar de promover el desarrollo de nuevas
perspectivas. Como Edgar Schein explica en su libro “Humble Inquiry” las
preguntas son el secreto para contar con relaciones de trabajo productivas,
pero deben estar motivadas por un genuino interés por entender el punto de
vista de los demás.
Es, también, importante
aprender a requerir información evitando los prejuicios. Esto implica hacer
preguntas abiertas que minimicen cualquier posible preconcepción, en lugar de
preguntas “si-no”.
La autora propone para
hacer buenas preguntas tener en cuenta:
A).-
Errores comunes:
a).- Comenzar con
preguntas cerradas: si o no.
b).- Continuar haciendo
preguntas demasiado generales, como por ejemplo: “¿Qué tienes en mente?” que
inviten a largas respuestas genéricas.
c).- Asumir que hemos
entendido lo que los oradores pretenden transmitir.
d).- Asumir que el
proceso de colaboración se cuida a sí mismo y que no hay que hacer nada.
B).- Indagación eficaz:
a).- Comenzar con
preguntas abiertas del tipo “¿Cómo van las cosas? ¿Qué es lo que tu equipo
considera como oportunidades clave?”.
b).- Al ir desarrollando
la colaboración hacer preguntas que se centren en aspectos específicos que den
a las personas un amplio espacio para explayarse, como por ejemplo: “¿Qué sabes
sobre X? o ¿Me puedes explicar cómo funciona?”
.
.
c).- Comprobar que
entendemos lo que pretende transmitir el que habla resumiendo lo que estamos
escuchando y pidiendo expresamente que nos corrijan o que nos digan si nos
hemos olvidado de algo.
d).- Periódicamente
dedicar tiempo para preguntar por las experiencias de los demás sobre el
proceso o la relación, preguntando por ejemplo: “¿Cómo piensas que va el
proyecto? o ¿Qué piensas que podemos hacer para trabajar juntos con más
eficacia?”
III.-
CONSEGUIR QUE LOS PROFESIONALES VEAN EL MUNDO A TRAVÉS DE LOS OJOS DE LOS DEMÁS
Los líderes no sólo deben
fomentar el que los profesionales sientan curiosidad por los diferentes grupos
y hagan preguntas sobre sus ideas y prácticas, también deben promover el que
consideren de forma activa las perspectivas de éstos. Las personas de distintos
equipos pueden contemplar las cosas de forma distinta y es importante tenerlo
en cuenta para evitar malentendidos.
Crear una cultura que
fomente este tipo de comportamiento es una responsabilidad de la alta
dirección. Diversos estudios psicológicos sugieren que aunque la mayor parte de
las personas somos capaces de considerar otras perspectivas raramente nos
sentimos motivados para hacerlo. Los líderes pueden ayudar a sus equipos enfatizando
cómo la integración de diversas experiencias genera creación nueva de valor.
También pueden hacerlo utilizando una serie de tácticas como:
a).-
Organizar debates y diálogos a través de los silos.
En lugar de mantener sesiones de información en un solo sentido los líderes
pueden promover reuniones y discusiones cara a cara en las que participen otros
compañeros de partes distintas de la organización o clientes. El objetivo se
centra en conseguir que todos compartan sus ideas y que trabajen para trasladar
todos los inputs para proponer nuevas soluciones.
b).-
Seleccionar a los profesionales teniendo en cuenta la curiosidad y la empatía para
que sean capaces de incorporar nuevas perspectivas.
IV.-
AMPLIAR LA VISIÓN DE LOS PROFESIONALES
De esta forma éstos tendrán que mirar más allá de su entorno
inmediato. Las autoras sugieren para ello:
1.-
Juntar a profesionales de distintos equipos para abordar distintas iniciativas.
Así se les ofrece la oportunidad de identificar las distintas experiencias y
conocimientos que existen dentro de la organización, ver cómo están conectados
o desconectados y averiguar cómo esta red de conocimiento interno puede ser
conectada para permitir colaboraciones valiosas entre sus miembros.
2.-
Fomentar la exploración y búsqueda de redes distantes.
Los profesionales deben conocer, también, experiencias fuera de su organización
y hasta de su sector.
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