Erin Meyer, en la
edición de julio-agosto de Harvard Business Review, plantea que las diferentes
culturales con respecto al enfoque del liderazgo con frecuencia originan
malentendidos inesperados. Por ejemplo los estadounidenses suelen pensar que
los japoneses son muy jerárquicos y que ellos son muy igualitarios, mientras
que los japoneses consideran que resulta muy confuso tratar con los
estadounidenses.
La autora ha encontrado
que esta incomprensión entre culturas con frecuencia surge porque los directivos
no logran distinguir lo que ocurre en
dos importantes dimensiones de la cultura de liderazgo que son:
1.-
LA AUTORIDAD JERÁRQUICA. Implica analizar la importancia
que le damos al rango o al estatus del profesional y el grado de deferencia y
respeto que asignamos a ese estatus. En esta dimensión los japoneses son
claramente más jerárquicos que, por ejemplo, los estadounidenses.
2.-
LA TOMA DE DECISIONES. ¿Quién toma las decisiones y cómo?
En este sentido debemos identificar si es el jefe el que decide o lo hace el
equipo de forma colectiva. En esta dimensión los japoneses se muestran más
predispuestos al consenso que los estadounidenses.
Los abordajes de la
autoridad y la toma de decisiones nos son los únicos aspectos en los que las
culturas difieren, en relación al liderazgo, pero son los más importantes en
dicho contexto.
A lo largo de finales
del pasado siglo una de las tendencias en relación con el liderazgo más
destacadas, en Estados Unidos y parte de Europa Occidental, ha sido el abandono
de los procesos de gestión jerarquizados buscando un enfoque más igualitario.
“Ordeno y mando” ha sido sustituido por “empowerment”. Los directivos han
tenido que aprender a dejar de decir a sus profesionales qué tienen que hacer
para comenzar a dirigir por objetivos, con
políticas de puertas abiertas y feedback 360º. Las jerarquías se
difuminan aún más cuando la alta dirección comienza a mantener reuniones y
discusiones informales con los profesionales de todos los niveles, en muchas
ocasiones sin que sus supervisores lo sepan o estén presentes. El diseño de los
espacios de trabajo se adapta a esta nueva cultura e imperan los espacios
abiertos.
Pero la actitud hacia
la autoridad es uno de los más llamativos puntos de diferencia entre culturas.
Por ejemplo, en Nigeria los niños aprenden a arrodillarse o hasta tumbarse como
signo de respeto cuando una persona mayor entra en la habitación en la que se
encuentran, mientras que en Suecia los alumnos llaman a los profesores por su
nombre de pila sin que suponga una falta de respeto y se sienten libres para
contradecirles delante de sus compañeros. Evidentemente el enfoque de liderazgo
que funciona bien en Lagos no es el mismo que el que es útil en Estocolmo.
Entender estas
discrepancias es importante ya que en general las grandes oportunidades de negocio
se encuentran, en la actualidad, en las grandes economías emergentes que
incluyen a Bangladesh, China, India, Indonesia, Rusia y Turquía. En casi todos
los caso estás son culturas en las que la jerarquía y el respeto a la autoridad
están interiorizadas profundamente en las mentes de sus nacionales.
El otro aspecto
importante a tener en cuenta es, como Meyer destaca, la actitud hacia la toma
de decisiones. Muchos ejecutivos asumen que en las sociedades más jerárquicas
las decisiones se toman en el nivel más alto de la organización por el jefe y
que en culturas más igualitarias lo harán por consenso. Pero en una escala
mundial se observa que las jerarquías y los métodos de toma de decisiones no
siempre se correlacionan.
El caso de Estados
Unidos es un ejemplo llamativo de este hecho. La cultura de negocios se ha ido
tornando más igualitaria en las pasadas décadas, pero la toma de decisiones por
consenso sigue sin ser la norma. Las organizaciones estadounidenses se
caracterizan por favorecer las decisiones rápidas y flexibles por lo que suele
ser el jefe el que tiene poder para tomarlas. Debido al rechazo a la “parálisis
por el análisis” y la creencia de que “cualquier decisión es mejor que no tomar
ninguna” el directivo puede solicitar input de su equipo pero al final es él el
que toma la decisión final y, en la mayoría de los casos, los miembros de su
equipo no sólo se sienten satisfechos con esta situación sino que es la que
esperan. Por tanto la cultura de liderazgo en Estados Unidos se puede definir
como igualitaria y con un proceso de toma de decisiones de arriba abajo.
En culturas con la toma
de decisiones de arriba abajo (India o Italia son otros ejemplos) las
decisiones se toman con rapidez pero están sujetas a cambios cuando surgen
nuevos argumentos o inputs. Los acuerdos no se pueden considerar como
compromisos firmes sino como referentes que pueden ser sometidos a justes.
En Alemania o Japón,
por ejemplo, un número elevado de profesionales parecen estar involucrados en
el proceso de toma de decisiones y lleva mucho tiempo negociar un acuerdo de
grupo, pero una vez que se alcanza su implementación es muy rápida porque los
detalles y los grupos de interés se han ido alineando al tiempo que se llegaba
a un consenso y el compromiso adquirido difícilmente se cambia.
Cualquiera de los dos
sistemas puede funcionar bien y ambos tienen ventajas. Las decisiones de arriba
abajo se adaptan bien a sectores en los que la velocidad de cambio es alta y
las consensuales son útiles cuando los tiempos de desarrollo pueden ser largos
y la perfección del producto o servicio es esencial.
Los problemas surgen
cuando los miembros de un mismo equipo tienen normas distintas de
comportamiento, como, por ejemplo, cuando una compañía japonesa adquiere una
estadounidense. Conocer el enfoque de la otra cultura es importante, pero si
queremos dirigir la colaboración entre dos grupos con distintos sistemas de
alcanzar decisiones ser flexibles y adaptar nuestro estilo individual no es
suficiente, sino que debemos ser explícitos sobre el proceso y definir si las
decisiones se van a tomar por consenso o por el jefe, si es necesario el consenso
de todos los miembros del equipo, si existe una fecha límite para la toma de
decisiones y el grado de flexibilidad que vamos a permitir para la introducción
posterior de modificaciones.
Las
cuatro culturas de liderazgo
Marcar una distinción
clara entre las actitudes hacia la autoridad (de jerárquica a igualitaria) y de
las actitudes hacia la toma de decisiones (desde planteamientos de arriba abajo
al consenso) ayuda a los líderes a ser más efectivos en un contexto global.
Teniendo en cuenta estas variables Meyer distingue los siguientes tipos de culturas:
I.-
IGUALITARIA Y DE CONSENSO.
Ejemplos de países
donde predomina son Dinamarca, Países bajos, Noruega y Suecia. Meyer recomienda
si se quiere triunfar en este cuadrante seguir el siguiente enfoque de
liderazgo:
1.- Tener en cuenta que
la toma de decisiones no va a ser rápida y va a implicar un mayor número de
reuniones y de correspondencia.
2.- Mostrar paciencia y
compromiso a lo largo del proceso, aunque las opiniones divergentes conduzcan
a discusiones largas e inacabables.
3.- El jefe no debe
decidir por el grupo, su papel es estrictamente de facilitador.
4.- Resistir la
tentación de forzar una resolución rápida. Dedicar el tiempo necesario a
asegurar que la decisión que se tome es la mejor posible porque resultará
complicado modificarla más tarde.
II.-
JERÁRQUICA Y DE CONSENSO.
Entre los países donde
se adopta con más frecuencia tenemos a Bélgica, Alemania y Japón. En este
cuadrante tenemos que tener en cuenta que:
1.- Si somos el jefe
nuestro equipo esperará que tomemos las decisiones pero desearán tomar parte en
el proceso de toma de decisiones por lo que deberemos solicitar sus opiniones.
2.- Debemos ser
pacientes y rigurosos. Emplear el tiempo suficiente para que todos los grupos
de interés participen.
3.- En el momento en
que una decisión de grupo empiece a tomar forma, tener especial cuidado en
escuchar a aquellos que manifiestan su disensión y opiniones divergentes.
4.- Tenemos que
centrarnos en la calidad y exhaustividad de la información recogida y de la
solidez y sensatez del proceso de razonamiento seguido. Recordar que en este
cuadrante las decisiones son compromisos que no se pueden alterar con
facilidad.
III.-
DESCENDENTE Y JERÁRQUICA.
Brasil, China, Francia,
India, Indonesia, Méjico, Rusia y Arabia Saudí son ejemplos de culturas que
adoptan este enfoque. Si operamos en este cuadrante no debemos olvidar que:
1.- El jefe es el
director y no un facilitador.
2.- Si eres el jefe
debes recordar a tu equipo que te debe mostrar respeto y cómo hacerlo.
3.- Dejar nuestras
expectativas muy claras. Si queremos que nuestros colaboradores, por ejemplo,
nos presenten tres ideas antes de pedir nuestra opinión o que nos den
información antes de que tomemos una decisión debemos decirlo. Los hábitos son
complicados de cambiar por lo que debemos especificar con claridad el
comportamiento que esperamos para reforzarlo.
4.- Tener cuidado con
lo que decimos. Podemos encontrarnos con que un comentario banal es
interpretado como una decisión y nos podemos encontrar como de repente se
produce una reorganización o se actúa en función de lo que hemos dicho cuando
simplemente queríamos introducir, por ejemplo, una idea para explorar.
IV.-
DESCENDENTE E IGUALITARIA.
Son ejemplos de
culturas con este tipo de jerarquía y toma de decisiones países como Australia,
Canadá, reino Unido y Estados Unidos. Tener éxito en entornos de esta clase
requiere que:
1.- Antes de que se
tome la decisión participemos y hablemos, sea cual sea nuestro nivel jerárquico
y estatus. Puede que no se nos pida explícitamente que contribuyamos pero
debemos demostrar iniciativa y seguridad en nosotros mismos haciendo que
nuestra voz se escuche. Educadamente, pero con claridad, exponer nuestro punto de
vista aunque no parezca estar de acuerdo con lo que el jefe piensa.
2.- Una vez que el
asunto está resuelto alinearnos rápidamente con el jefe y apoyar la decisión
aunque entre en conflicto con la opinión que hemos expresado previamente. En
esta fase si mostramos nuestro desacuerdo, especialmente delante de los demás,
podemos ser contemplados como persona con la que es difícil trabajar.
3.- Una vez que se ha
tomado la decisión mantener una actitud flexible. Las decisiones en este
cuadrante no suelen ser rígidas e inamovibles y con frecuencia pueden ser
posteriormente ajustadas o revisadas si se considera necesario.
Siempre debemos
recordar que aunque hayamos sido un líder que ha tenido mucho éxito en nuestro
contexto cultural, si confiamos en motivar y comprometer a los profesionales de
otros países deberemos adoptar un enfoque multifacético.