Julie Battilana y Tiziana Casciaro en la edición de septiembre – octubre de Harvard Business Review plantean
que aunque el poder es esencial para dirigir y movilizar el cambio puede hacer
que los líderes sean vulnerables a dos tipos de trampas que pueden no solo
erosionar su propia eficacia sino minar la de sus equipos.
Mostrarse anteriormente
recelosos antes el poder no garantiza la inmunidad ante la posibilidad de
abusar de él. Todos podemos ser susceptibles ante sus efectos embriagantes y
caer en las dos trampas:
a).- Soberbia y arrogancia.
b).- Centrarse en exclusiva
en uno mismo.
Los peligros de la soberbia
o excesivo orgullo y autoconfianza que pueden acompañar al poder están bien
documentados. Si por ejemplo consideramos un estudio en el que algunos
participantes deben escribir sobre algún momento en el que se sintieron
poderosos y otros sobre situaciones en las que se sintieron indefensos y luego
se les ofrece un reto con una recompensa por predecir correctamente un
resultado tirando un dado, solo el 58% de aquellos que se sentían indefensos
tiraron el dado ellos mismos y el resto optaron por que lo hiciese el
investigador, mientras que todos los que se sentían poderosos lo hicieron. Esto
demuestra que simplemente por recordar
una experiencia de poder las persona podemos sobrestimar nuestras habilidades
hasta el punto de creer que podemos influir sobre el azar.
Si el pensar sobre el poder unos pocos minutos tiene esta
influencia podemos imaginar las implicaciones que tiene el mantener una
posición importante durante años. Diversas
investigaciones muestran que los altos ejecutivos que han experimentado y han
sido homenajeados por sus éxitos muestran tal confianza en sí mismos que pueden
llegar a pagar premiums muy inflados por adquisiciones, especialmente si no
existe una vigilancia por parte del os consejos de administración de sus
empresas. Cuanto mayor es la soberbia del CEO mayores son las pérdidas para los
accionistas. Si el poder se sube a la cabeza todos pierden.
Los psicólogos han
documentado el impacto de reflexionar, aunque sea brevemente, en el poder
personal en relación con el de los demás. En un estudio, por ejemplo, los investigadores pidieron a los
participantes que pensasen en aquellos con la mayor riqueza y prestigio en Estados
Unidos y en aquellos con menos y luego a que indicasen cuál era su posición en una
escala. La reflexión sobre los más poderosos llevaba a los participantes a
sentirse bastante impotentes y se colocaban en una posición baja en la escala,
mientras que la reflexión sobre los menos poderosos llevaba a que se colocasen
en un segmento más elevado de la escala. Los participantes, después, realizaron
el test “Reading the mind in the eyes”(RME) que mide la empatía de las personas
al pedirles que identifiquen el estado emocional de algunas personas a través
de fotos de sus ojos. Los que se habían situado en puestos altos de la escala fueron
menos exactos en sus conclusiones que
aquellos que se habían colocado en niveles más bajos ya que el sentimiento de
poder les había vuelto más insensibles a las emociones de los demás.
Esta insensibilidad con
frecuencia se refleja en la falta de comprensión de los directivos de las relaciones
que se establecen entre sus subordinados. Investigaciones muestran que la
habilidad para detectar redes es una fuente de poder, pero paradójicamente al
ir teniendo más poder las personas vamos perdiendo la capacidad de percibir adecuadamente
las redes que se encuentran debajo de ellas debido al egocentrismo que se va
induciendo por el poder. Las personas en los escalafones más altos tienden a estar
menos pendientes de aquellos que tienen
por debajo y no se preocupan por conocer las redes que han creado.
“No ver” a las personas que
lideras disminuye la eficiencia a todos los niveles. No podemos liderar a compañeros
a los que no entendemos y las personas se
sienten poco motivadas a contribuir con
sus mayores esfuerzos si perciben que su líder está desconectado o no tiene
interés en ellas. En un principio puede que logre resultados pero eventualmente
el desempeño se verá afectado y se podrá cuestionar el liderazgo.
Para ejercitar el poder evitando
sus inconvenientes los líderes deben cultivar la humildad como un antídoto a la
soberbia y la empatía como antídoto al egocentrismo. Estas cualidades
incrementan la apertura ante el aprendizaje y al altruismo, claves para
utilizar el poder hacia un propósito colectivo que trascienda en interés
personal.
I.- CULTIVAR HUMILDAD
La humildad implica la
libertad sobre la arrogancia o la soberbia, requiere tener una percepción
exacta de las propias habilidades, destrezas y limitaciones. Diversas tácticas
pueden ayudar a desarrollarla en nosotros y en nuestros equipos. Entre ellas:
1.- Hacer aceptable, incluso deseable, el reconocer
que no sabemos algo
Distintas investigaciones
sobre el tema confirman que cuando un líder expresa humildad la calidad de la
contribución de los miembros de su equipo mejora y la satisfacción, retención,
compromiso y disposición a aprender se incrementan también.
2.- Establecer formas de obtener un “input” honesto
Cuando unos pocos miembros
del equipo dominan, suele se a causa de la convicción que ellos son mejores que los
demás y que no tienen por qué conocer la opinión de nadie más. Pero ni siquiera
el más fuerte de los líderes tienen todas las respuestas y diversos estudios
han encontrado que uno de los mejores predictores del desempeño de un equipo es
el grado en que los miembros de un equipo participan mostrando sus opiniones.
Los líderes pueden fomentar la
participación amplia estableciendo canales para que los profesionales
manifiesten sus opiniones sinceras. Muchas organizaciones lo hacen a través de
foros donde los empleados puedan hacer preguntas y mostrar sus ideas.
Algunos líderes crean
canales personales para obtener una conexión directa con sus equipos que
facilite conseguir feedback sincero.
3.- Buscar recordatorios visibles de que el éxito es
fugaz
Los historiadores han
escrito que detrás de cada general romano que regresaba victorioso por las
calles de Roma en su cuadriga iba un esclavo que le murmuraba “Hominem te
memento” (Recuerda que eres (solo) un hombre). No existe nada que enfríe más
las ilusiones de infalibilidad que el recordatorio de la temporalidad de
nuestras vidas.
4.- Medir y recompensar la humildad
Si queremos incrementar
nuestra humildad debemos medirla, pero no podemos hacerlo basándonos en
nuestras opiniones. Por ejemplo una persona con un exceso de confianza en sí
misma diría que ella es la persona más humilde que nos podríamos encontrar, mientras
que alguien verdaderamente humilde diría que intenta ser humilde pero que con
frecuencia no lo consigue. Para obtener una visión clara de nuestro grado de humildad
debemos pedir a nuestros compañeros que realicen una valoración sincera y
honesta.
Los investigadores Bradley Owens, Michael Johnson y Terence Mitchell han desarrollado el siguiente
cuestionario para valorar la humildad.
Consiste en ver qué dirían los compañeros sobre la persona:
a).- Esta persona busca activamente
feedback aunque sea crítico con sus acciones.
b).- Esta persona admite
cuándo no sabe cómo hacer algo.
c).- Esta persona reconoce
cuando otros tienen más conocimientos o habilidades que ella.
d).- Esta persona se
fija y es consciente de las fortalezas de los demás.
e).- Esta persona
cumplimenta y felicita a los demás por sus fortalezas.
f).- Esta persona
muestra aprecio y reconocimiento por las contribuciones de os demás.
g).- Esta persona está
dispuesta a aprender de los demás.
En ocasiones algunos
líderes plantean la preocupación contraria ya que consideran que pueden estar
mostrándose demasiado humildes y se preguntan cómo pueden ser menos humildes. Las
autoras ofrecen tres recomendaciones:
a).- Aunque las
investigaciones muestran que el impacto del poder en el desarrollo de egocentrismo
y soberbia es más frecuente en hombres, no es exclusivo de ellos y por lo tanto
hay que estar atentos. Si el líder es una mujer es más fácil evitarlo ya que se
espera que las mujeres se muestren más empáticas por lo que va a ser más
sencillo para ellas desarrollar los antídotos ante los efectos tóxicos del
poder.
b).- Nunca hay que confundir
inseguridad con humildad para poder admitir nuestras limitaciones con
seguridad.
c).- Trabajar para
cambiar la cultura de la organización para que los líderes que nos rodeen tengan
que desarrollar humildad y empatía. Al
facilitar a las personas experiencias que aumenten su consciencia de sus
limitaciones e interdependencias podemos introducir el reconocimiento ante un
estilo de liderazgo humilde y empático.
II.- CULTIVAR EMPATÍA
Los psicólogos han demostrado
que las personas se ven a sí mismas como separadas e independientes de los demás o conectadas e
interdependientes. Esta última perspectiva inspira mayor empatía y cooperación,
antídotos al ensimismamiento que el poder puede traer consigo. La empatía puede
fomentarse a través de intervenciones sencillas, tales como sustituir los
pronombres independientes (yo, mi) por los interdependientes ( nosotros,
nuestro) al leer una historia.
Los líderes novatos
tienden a centrarse en sí mismos ya que piensan que tienen mucho que demostrar,
por lo que su atención se concentra en ellos mismos. Salvo que su desarrollo se
atrofie, superan esta etapa y terminan considerándose como interdependientes con
entidades superiores, tales como la organización, la comunidad, el país y hasta
la humanidad y el planeta. Este sentido de interdependencia permite que sientan
empatía y, por tanto, entender y compartir los sentimientos de los demás.
Las autoras
recomiendan a los líderes realizar las siguientes acciones para promover la
propia empatía y la de su equipo:
1.- Conocer e implicarse en el trabajo de los demás
Cuanto más conozcamos
las realidades de los profesionales más empatía sentiremos. Por ejemplo los
empleados que se incorporan a Bell Canada deben pasar 8 semanas en distintos
call centers y departamentos de venta al
por menor para adquirir la experiencia en primera línea que les va a ser muy útil
cunado posteriormente puedan acceder a puestos de gestión.
Experimentar la
realidad de alguien de primera mano sirve para generar empatía hacia los
compañeros y la apreciación de la forma en que las distintas unidades de
negocio y departamentos están ligados, creando las condiciones para romper los
silos y potenciar la colaboración.
2.-Utilizar historias para lograr visiones más personales
No siempre es posible,
evidentemente, sumergirnos en el trabajo de otra persona. Escuchar sus
historias es una poderosa alternativa que sirve también para generar empatía. Reservando
espacio para ello las organizaciones pueden ayudar a sus profesionales a
transcender sus propias perspectivas.
3.- Incorporar la interdependencia en los sistemas
organizativos
Las compañías pueden,
también, combatir el egocentrismo fomentando la interdependencia en sus
procesos. Microsoft, por ejemplo, ha reenfocado sus evaluaciones de desempeño
para centrarlas en la colaboración. Lo primero que los directivos preguntan a
sus colaboradores es cómo piensan que han contribuido al éxito de los demás y,
posteriormente, les piden que reflexionen sobre qué es lo que podían haber
hecho de forma diferente para reforzar la idea de que no trabajan aislados y de
que se necesitan unos a otros, así como que sus acciones repercuten en los
demás.
4.- Salir de la organización para contemplar el mundo
real
Para apreciar el
impacto que tenemos sobre los demás y desarrollar empatía por ellos debemos
salir de los confines de nuestra compañía y conocer comunidades cuyas
experiencias son muy distintas a las nuestras. Colaborar, independientemente de
nuestro estatus, con las comunidades que nos rodean, por ejemplo a través del
voluntariado, ayuda a evitar el egocentrismo y favorece la empatía.
Una relación
equilibrada con el poder no se desarrolla de un día para otro, ya que nuestras
emociones y no solo nuestros pensamientos entran en juego. No debemos olvidar
que aunque ejerzamos el poder por un propósito noble podemos ser vulnerables
ante sus efectos corrosivos, pero si cultivamos la humildad y la empatía y
establecemos estructuras organizativas que aseguren que el poder es compartido
y la responsabilidad podremos evitar caer en las dos trampas mencionadas. Los líderes
que lo consigan verán cómo se incrementa su eficacia y cómo están facilitando
un desempeño excelente en sus equipos.