Ginka Toegel y
Jean-Louis Barsoux, en la edición de junio de Harvard Business Review, plantean
que el conflicto dentro de los equipos puede añadir valor a los mismos o
destruirlos. Un conflicto bien llevado genera un debate respetuoso y soluciones
aceptadas por todos sus miembros que con frecuencia son superiores a las
iniciales. El conflicto mal gestionado se produce cuando los integrantes del
equipo no son capaces de superar sus diferencias, matando a la productividad y
reprimiendo la innovación. Las opiniones dispares no suelen ser la causa raíz
del problema, sin embargo. La mayor parte de los conflictos destructivos surgen
de razones más profundas: la incompatibilidad percibida de la forma en que sus
miembros actúan debido a una serie de factores que incluyen la personalidad,
formación, raza, género, edad y sector. El abordaje convencional de los
conflictos suele ser el responder a los enfrentamientos cuando aparecen o
esperar a que exista una evidencia clara de un problema antes de tratarlo. Pero
estos enfoques fallan porque permiten que las frustraciones crezcan durante
demasiado tiempo, dificultando la posibilidad de reconducir las impresiones
negativas y restaurar la confianza.
Los autores a lo largo
de 25 años de investigar sobre dinámica de equipos, de actuar como coaches de
numerosos equipos en grandes multinacionales y de enseñar a miles de ejecutivos
han encontrado que un enfoque más proactivo es mucho más eficaz. Si se consigue
que las diferencias afloren antes de que el equipo empiece a trabajar, aunque
parezca que es homogéneo y armonioso, se pueden evitar muchos conflictos destructivos.
Para ello Toegel y Barsoux han desarrollado una metodología que se centra en
cinco áreas: cómo las personas miran, actúan, hablan, piensan y sienten.
Consiste en que los líderes de equipos
faciliten una serie de conversaciones de 20 a 30 minutos de duración en las que
los miembros del equipo puedan expresar sus preferencias y diferencias en cada
área, identificar los puntos en que pueden aparecer fricciones y ofrezcan sugerencias para que aquellos con distintas expectativas logren
trabajar juntos. A través del intercambio de ideas y del feedback los equipos
establecen las bases de confianza y entendimiento y son capaces de fijar unas
reglas básicas para la colaboración efectiva.
Las 5
conversaciones deben incluir a todos los
miembros del equipo. El líder del equipo, al comienzo, debe clarificar sus
objetivos, puede hacerlo diciendo, por ejemplo: “Trabajar en equipo implica
colaborar con personas cuyos enfoques e ideas pueden diferir de las nuestras.
Exploremos esas diferencias ahora que no tenemos muchas presiones para que no
nos sorprendan y generen conflicto improductivo en momentos inoportunos”. Hay
que explicar que el centro de la discusión va a estar en el proceso del trabajo
más que en el contenido.
El facilitador debe
asegurarse de que los miembros del equipo se encuentran cómodos compartiendo a
su ritmo y debe enseñarles cómo pueden hacer preguntas. Debe animar a que
comiencen sus intervenciones con afirmaciones del tipo: “En mi mundo…..” y
preguntas que empiecen por “¿En tu mundo……?”, para reforzar la idea de que las
fuentes de diferencias subyacentes no son muy relevantes y lo que importa son
las actitudes y comportamientos expresadas como resultado de la experiencia
personal y profesional acumulada.
Las cinco categorías de
conversaciones, es conveniente, especialmente en el caso de equipos de nueva
formación, que se planteen en el siguiente orden:
1.- MIRAR: DETECTANDO LAS DIFERENCIAS
Los compañeros con
frecuencia hacen juicios rápidos, fundamentalmente negativos, sobre el carácter,
competencia o estatus de sus colegas basándose en exposiciones breves. Estas
reacciones con frecuencia se desencadenan
por las diferentes formas en que las personas se presentan. Respondemos
inconscientemente al aspecto físico, la forma de moverse y vestir, los tonos de
voz y a lo que los otros dicen sobre sí mismos.
Las preguntas que
debemos hacer en esta fase son: “¿En tu mundo:
…..qué condiciona una
buena o una mala impresión?
….en qué te fijas
primero de los demás (forma de vestir, de hablar, actitud)?
…..qué es lo que
piensas sobre los demás por ello (son
vagos, rígidos,…)?
….qué credenciales
intangibles valoras (educación, experiencia, conexiones)?
….cómo percibes las
diferencias de estatus?
El objetivo de esta
conversación es ayudar a los miembros del equipo a reflexionar sobre cómo se
ven unos a otros. Una buena forma de comenzar este tipo de conversaciones es
comentando qué es lo que se valora como estatus en cada uno de los “mundos”
particulares. Por ejemplo en unos casos algunos
consideran sobre todo los aspectos relacionados con el trabajo como la
experiencia o las relaciones, mientras para otros el estatus va ligado a
aspectos demográficos como pueden ser la edad, el género, la nacionalidad o la
educación.
2.-
ACTUAR: COMPRENDIENDO EL COMPORTAMIENTO
En equipos con gran
diversidad las normas de comportamiento que chocan entre sí son una fuente
común de problemas. Gestos aparentemente triviales pueden tener un impacto
desproporcionado, agravando estereotipos, alienando a las personas y distorsionando
los flujos de comunicación.
Las preguntas que
debemos hacer en esta fase son: “¿En tu mundo:
….qué importancia
tienen la puntualidad y los límites temporales?
…cuáles son las
consecuencias de llegar tarde o incumplir los plazos marcados?
….cuál consideras que
es la distancia física adecuada para mantener entre compañeros?
….los profesionales
deben ofrecerse como voluntarios para realizar un trabajo o deben esperar que
se lo encarguen?
…qué comportamientos
grupales son valorados (ayudar a los demás, no quejarse,…)?
Los límites físicos
para interactuar con los demás con frecuencia son un problema, especialmente el
excesivo acercamiento.
Las actitudes con
respecto al tiempo pueden ser, también, origen de conflictos. Las personas
difieren en muchas ocasiones en la consideración de la importancia de ser
puntual, de respetar las agendas de los
demás y de cumplir los plazos de entrega de los proyectos.
Los diferentes niveles
de asertividad pueden originar problemas. Por ejemplo los ejecutivos suelen
ofrecerse como voluntarios para asumir nuevas tareas porque consideran que es
un signo de compromiso, competencia y confianza en uno mismo. Pero otros pueden
ver esas acciones como señal de autopromoción y considerar que son poco dignas.
Las expectativas sobre el grado de apoyo que se debe esperar de los miembros
pueden variar mucho ya que puede ir en detrimento de las aportaciones
individuales.
Es necesario establecer
reglas claras sobre estos aspectos para evitar antagonismos innecesarios.
3.-
HABLAR: DIVIDIDOS POR EL LENGUAJE
Los estilos de
comunicación tienen numerosas dimensiones y por tanto las posibilidades de
malas interpretaciones son infinitas.
Las preguntas que
debemos hacer en esta fase son: “¿En tu mundo:
…..una promesa es una
aspiración o una garantía?
…..qué es más
importante el ser directo y sincero o la armonía?
….se aprecian la ironía
y el sarcasmo?
….las interrupciones
son muestras de interés o de mala educación?
…el silencio significa
reflexión o falta de compromiso?
….las opiniones discordantes
deben ser aireadas en público o discutidas en privado?
….el feedback no
solicitado es bien recibido?
Los equipos compuestos
por miembros con diferentes idiomas nativos presentan numerosos retos en esta
área. Pero aunque todos tengan un dominio fluido del mismo idioma pueden
existir diferencias notables en la forma en que los individuos se
expresan. Por ejemplo dependiendo del
contexto cultural “sí” puede significar “tal vez”, “Vamos a probar” o hasta “de
ninguna manera”.
En ocasiones hasta metas
organizacionales loables pueden ocasionar dinámicas de comunicación
conflictivas. Por ejemplo las organizaciones que promueven una cultura de
positividad pueden terminar generando entre sus profesionales una cultura en la
que no se cuestione nada o se sienta temor de emitir cualquier tipo de crítica.
4.-
PENSAR: CONSIDERANDO LOS DIFERENTES MAPAS MENTALES
Una de las mayores
fuentes de conflicto en los equipos es la forma en que sus miembros interpretan
el trabajo que realizan. Sus variadas personalidades y experiencias hacen que
estén alerta a diferentes señales y les lleva a considerar distintos enfoques a
la hora de resolver problemas y tomar decisiones, lo que puede ocasionar que
terminen trabajando con objetivos contradictorios.
Las preguntas que debemos
hacer en esta fase son: “¿En tu mundo:
….se considera la
incertidumbre una amenaza o una oportunidad?
…. que es más
importante el enfoque global o los detalles?
….. es mejor ser
flexible o no serlo?
…. cuál es la respuesta
ante los fracasos?
….cómo se toleran las
desviaciones con respecto a lo planificado?
Surgen problemas, por
este motivo, por ejemplo entre profesionales analíticos y creativos. En este
caso se puede plantear que en las fases creativas y conceptuales estén al mando
los creativos y en las de implementación y evaluación los más metódicos.
5.-
SENTIR: CANALIZANDO LAS EMOCIONES
Los miembros de un
equipo pueden diferir ampliamente en la intensidad de sus sentimientos, en la
forma en la que insuflan pasión al equipo y en la manera en la que se enfrentan
al desacuerdo o al conflicto.
Las preguntas que
debemos hacer en esta etapa son: “¿En tu mundo:
…. qué emociones
(positivas o negativas) son aceptables o inaceptables mostrar en un contexto
profesional?
….cómo expresan las
personas la ira o el entusiasmo?
….cómo reaccionarías si
te sientes disgustado con un compañero de equipo ( con el silencio, con el
lenguaje corporal, con el humor, a través de terceras personas)?
En ocasiones el
entusiasmo puede agobiar a los compañeros o desencadenar escepticismo. En el
extremo contrario las emociones negativas fuertes, especialmente las
expresiones exageradas de ira, pueden resultar molestas e intimidantes.
Abordar el tema de las
emociones negativas puede ser delicado, por lo que podemos comenzar hablando
sobre el tipo de contexto al que están acostumbrados los miembros del equipo,
para pasar luego a temas más personales.
Los beneficios de
anticiparse al conflicto, mediante la estrategia descrita, antes de que se
convierta en destructivo son inmensas, entre otras la participación se
incrementa, mejora la creatividad y se toman mejores decisiones en equipo.