miércoles, 15 de agosto de 2018
EL MUNDO NCESITA LÍDERES MÉDICOS CON ESTAS 3 CUALIDADES
Vijay Govindarajan y RaviRamamurti en hbr.org del pasado 7 de agosto plantean que casi todas las
organizaciones sanitarias de alto rendimiento que han analizado en sus
investigaciones durante 5 años en India y Estados Unidos están dirigidas por facultativos.
Éstos, no sólo son
expertos médicos, sino que poseen otras cualidades que les hacen ser muy buenos
líderes. Entre ellas destacan:
1.-
EXCELENCIA CLÍNICA
Todos son excelentes
clínicos, con una formación de primer orden, lo que favorece que tengan
credibilidad entre los profesionales médicos de su organización y por tanto facilita
la implementación de estrategias innovadoras. También, como son excelentes
profesionales nunca pierden de vista la calidad.
2.-
COMPASIÓN
Se caracterizan por ser
todos seres humanos compasivos que creen
que tienen la responsabilidad de utilizar sus conocimientos para servir a las
personas. Consideran la asistencia sanitaria como un derecho fundamental y
tienen la capacidad de sentir empatía por los problemas de los pacientes.
3.-
GESTIÓN DISCIPLINADA
Son expertos gestores y
prestan gran atención a los procesos de gestión y al control económico porque
entienden que si su organización no es altamente productiva no sobrevivirá y no
podrá alcanzar su propósito de servir al mayor número posible de personas.
Buscan activamente la
reducción de los costes promoviendo la innovación, para garantizar la
sostenibilidad del sistema y el acceso universal. Consideran que una
organización financieramente disciplinada puede asegurar su sostenibilidad,
tenga o no ánimo de lucro.
Los autores citan como ejemplo a Atul Gawande que recientemente ha sido contratado por Amazon, Bekshire Hatahaway y J.P. Morgan como CEO de su nueva iniciativa conjunta de asistencia sanitaria, buscando una gestión innovadora.
domingo, 12 de agosto de 2018
"RED TEAMING". TÉCNICAS ANALÍTICAS
Bryce G. Hoffman en “Red teaming. Transform your business by thinking like the enemy”, que estamos comentando, plantea que un prerrequisito para utilizar la metodología de “red teaming” de manera eficaz es contar con pensamiento crítico para reflexionar sobre los problemas.
El pensamiento crítico no es sólo cuestión de
hacer las preguntas correctas sino que requiere un análisis profundo de las
respuestas y estar alerta no sólo ante la posible presencia de los prejuicios
vistos en una entrada anterior sino ante las falacias lógicas que se introducen en muchas de nuestras
conversaciones, argumentos y planes y que pueden no ser visibles en un inicio
pero que pueden hacer que un plan o estrategia fracasen. Entre las más
frecuentes tenemos:
1.- El ataque “ad hominem”: criticar a la
persona creando un argumento, diciendo por ejemplo, “eso es ridículo. ¿Qué
saben sobre ingeniería los que trabajan en la planta?”
2.- Apelar a la edad o tradición: basar un
argumento en la creencia de que las generaciones anteriores eran más sabias o tienen
más conocimientos que las actuales.
3.- Apelar a las emociones o al miedo: jugar
con las ansiedades de las personas en lugar de argumentar los méritos de una
idea, como por ejemplo cuando decimos, ”si no aprobamos este plan estaremos
buscando un nuevo empleo en 6 meses”.
4.- Apelar a la popularidad. Afirmar que algo
es inherentemente bueno o correcto porque otros piensan que lo es, como ocurre
si decimos, por ejemplo, “todos los competidores lo están haciendo”.
5.- Apelar a la novedad. Afirmar que algo es
inherentemente bueno o correcto porque es nuevo, por ejemplo “existe una nueva
versión de ese software por lo que tenemos que incorporarlo inmediatamente”.
6.- Apelar a fuentes cuestionables. Apoyar un
argumento con información débil, “lo he leído en internet”.
7.- Apelar al ridículo. Rechazar una idea
argumentando que expondrá a la organización a mofas y burlas, “si introducimos
ese modelo de coche seremos el hazmerreír de la industria del automóvil”.
8.- Apelar a muestras sesgadas. Utilizar
evidencia estadística débil para defender un argumento.
9.- Confundir identificar con resolver. Pensar que
hemos solucionado un problema simplemente porque lo hemos identificado.
10.- Utilizar una falsa dicotomía. Simplificar excesivamente
un argumento reduciéndolo a una cuestión de elección “blanco o negro”, “depende
de ti. Podemos aprobar el plan o cerrar”.
11. Utilizar analogías defectuosas. Emplear
comparaciones que no apoyan la conclusión a la que se ha llegado, “como Ford se
salvó al contratar a un director general externo nosotros debemos hacer lo
mismo”.
12.- Utilizar generalizaciones glamorosas.
Justificar un argumento envolviéndolo en una frase o declaración muy llamativa
que permite que el argumento sea incuestionable, “ bueno, es el enfoque 6 sigma”.
13.- Utilizar generalizaciones apresuradas.
Hacer suposiciones basándonos en evidencias insuficientes, “al grupo focal no
le gustó nuestro prototipo por lo que evidentemente no existe un mercado para
ese producto”.
14.- Utilizar preguntas cargadas de intención.
Plantear una consulta que no puede ser respondida sin hacer referencia algo
negativo o no deseable, “ así que dormiste mejor esta noche sabiendo que hemos
decidido despedir a 300 trabajadores”.
15.- Buscar el punto medio. Asumir que el compromiso
entre dos posturas extremas es la mejor opción.
16.- Utilizar asociaciones incorrectas. Asumir
que una cosa causa la otra porque están relacionadas entre sí.
17.- Utilizar un exceso de simplificación.
Asignar una sóla causa a algo que es complejo y tiene diversas causas
interrelacionadas.
18.- Asumir que un hecho causa otro simplemente
porque ocurrió antes.
19.- Introducir un tema irrelevante para
desviar la atención del problema original.
20.- Asumir que una acción propuesta va a desencadenar
una serie de efectos indeseables aunque existen los medios para prevenirlos.
21.- Distorsionar o exagerar un argumento para
que sea más fácil atacarlo.
22.- Asumir que una premisa es cierta sólo
porque deseamos o necesitamos que los sea.
Con frecuencia ya sólo el hecho de ser
consciente de estas falacias de la lógica es suficiente para identificarlas y
detectar su presencia, pero cuando se utiliza la metodología de “red teaming”
en un plan o estrategia complicada puede ser más adecuado realizar un análisis
más formal utilizando la técnica de “disección
de argumentos”. Ésta consiste en realizar las siguientes preguntas sobre
cualquier argumento que se utilice para justificar el curso de una acción
particular o que se emplee como explicación para un problema:
a).- ¿Este argumento aborda el problema real?
b).- ¿Cuál es el punto de vista de la persona o
grupo que plantea este argumento?
c).- ¿Este argumento incluye palabras vagas o
ambiguas o lenguaje con segunda intención?
d).- ¿El argumento incluye algún conflicto de
valores?
e).- ¿Incluye el argumento presunciones
descriptivas (por ejemplo afirmaciones de cómo son las cosas)?
f).- ¿Existen sospechas de la existencia de
prejuicios? En caso afirmativo ¿Cuáles?
g).- ¿El argumento incluye falacias de la
lógica?
h).- ¿Es correcta la evidencia que apoya el
argumento?
i).- ¿Si se facilitan datos estadísticos, son
buenos? ¿Se presentan en el contexto adecuado?
j).- ¿Qué información falta sobre el argumento?
k).- ¿El argumento se basa en una intuición?
l).- ¿Si el argumento se basa en analogías, son
éstas las apropiadas para la situación?
m).- ¿Existen otras posibles hipótesis
plausibles?
n).- ¿Se podría extraer otra conclusión con las
mismas evidencias?
ñ).- ¿Cuáles son las implicaciones de aceptar
el argumento tal como se presenta?
No existe necesariamente una respuesta correcta
para cualquiera de estas preguntas, pero al contestarlas el equipo “rojo”
tendrá una visión más completa del argumento
que se está presentando.
Otras técnicas que se pueden utilizar para
profundizar en el análisis de una situación o problema son:
1.-
Revisión de las suposiciones principales. En “red teaming” es esencial diferenciar
entre hechos y conjeturas. Los hechos son las cosas que son objetivamente
ciertas en el momento, no son cuestión de opiniones, no están abiertas a
debate, ni son cosas que pensamos que serán verdad en un futuro. Las
suposiciones, por el contrario, son cosas que pueden ser ciertas pero que en la
actualidad no se puede probar que lo sean, por lo que pueden convertirse en
reales o quedarse en el futuro en el campo de los deseos.
No existe nada inherentemente malo con las
presunciones. Cualquier estrategia, plan o decisión que toma una organización
está basada en ellas y se tienen que hacer como parte de cualquier proceso de
planificación. El reto se encuentra en hacer las conjeturas correctas porque cuánto
mejores sean más sólido será el plan y tendrá más posibilidades de éxito. El
peligro está en hacer las suposiciones incorrectas o en no reconocerlas como
tales. La mayor parte de los planes fallan porque se apoyan en presunciones no
examinadas o mal documentadas. Para asegurarnos que esto no nos sucede debemos
identificar y examinar todas las suposiciones en las que se basa nuestro plan
antes de aprobarlo.
La técnica de revisión comienza por el examen
cuidadoso por parte del equipo “rojo” del plan para recoger en un listado todas
las presunciones que se deben cumplir para que éste funcione. Si el plan es
complejo puede ser mejor dividirlo en sus partes constituyentes y examinar cada
una de forma independiente.
Una vez completada la lista el siguiente paso
consiste en examinar cada una de las conjeturas para asegurarnos de que son
necesarias para el proceso de planificación, si alguna es innecesaria debe ser
eliminada. La siguiente etapa va a consistir en cuestionar las restantes
planteando las siguientes preguntas:
a).- ¿Es lógica?
b).- ¿Es exacta?
c).- Está basada en nociones preconcebidas o
prejuicios?
d).- ¿Está basada en analogías históricas y en
caso afirmativo son éstas relevantes?
e).- ¿Qué tiene que ocurrir para que se
conviertan en realidades?
f).-¿Qué grado de confianza tienen los
planificadores de que esto vaya a ocurrir?
g).- ¿Si se convierte en una realidad, se
mantendrá así en cualquier situación?
h).- ¿Si no se confirma y no se convierte en
real, cómo alterará esta situación al plan?
El equipo rojo debe centrar sus esfuerzos en
aquellas suposiciones que tienen un alto potencial de fracaso y que vayan a
tener un mayor impacto potencial en los resultados del plan si se demuestra que
son falsas.
Si el resultado de utilizar la técnica de “disección
del argumento” sugiere que pueden existir más de una explicación a un problema,
tendremos que examinarlas con más detenimiento a través de la técnica de la “competencia entre hipótesis”,
desarrollada por la CIA en la década de los 70 del siglo pasado. Este método es
especialmente útil cuando tenemos que realizar juicios analíticos de problemas
complejos y tenemos una gran cantidad de información para valorar y considerar.
Los pasos a seguir son los siguientes:
a).- Emplear la técnica de brainstorming para
identificar todas las posibles explicaciones del problema, aunque sean remotas.
Cuando tengamos todas las posibilidades sobre la mesa es cuando tenemos que
sacrificar aquellas que no merecen una consideración seria, eliminando sólo aquellas
que pueden ser refutadas no aquellas que de momento no podemos probar.
b).- Elaborar una relación de evidencias a favor y
en contra de cada una de las hipótesis. Para cada explicación el equipo debe
preguntarse qué evidencias se deberían tener si la hipótesis fuese cierta y
luego determinar si existe en la actualidad. Si el resultado es afirmativo se
añade a la lista. Si la evidencia está ausente se debe registrar. La lista
puede incluir suposiciones, pero deben identificarse como tales.
c).- Preparar una tabla en la que se relacionen
todas las hipótesis en la parte de arriba y las evidencias en el lateral. Una
vez está completa analizar cada evidencia y marcar con una x cualquier explicación
que no apoya esa evidencia y con una y, por ejemplo, los casos en que sí. Si la
evidencia no apoya ni refuta la hipótesis se deja en blanco el cuadro.
d).- Una vez que ya se ha evaluado cada
evidencia echar un vistazo a cada explicación considerando esta nueva
información. Podemos pensar si reformulando la hipótesis ésta será más
consistente teniendo en cuenta la evidencia de que disponemos. Si creemos que
sí podemos reformularla utilizando un nuevo lenguaje y ver si se producen
cambios en la tabla o si han surgido nuevas explicaciones sugeridas por la
evidencia.
Si existe poca evidencia que distinga dos
hipótesis hay que combinarlas. Si alguna evidencia vemos que apoya a todas las
hipótesis debemos eliminarla ya que no tiene valor diagnóstico, así como cualquier
evidencia que no apoye o refute a alguna hipótesis. Finalmente si pensamos en
una nueva evidencia que apoye o refute cualquiera de las hipótesis se debe
añadir a la tabla.
e).- Describir conclusiones tentativas sobre la
posibilidad de cumplimiento del resto de las hipótesis, analizando si alguna de
las explicaciones parecen ahora más
oportunas que antes. La hipótesis que cuente con más Y será la mejor hipótesis
y la que tiene más X la menos oportuna. Esta tabla no debe dictar las conclusiones
sino que debe servir como guía para ayudarnos a comparar las fortalezas y
debilidades de cada hipótesis.
miércoles, 8 de agosto de 2018
6 PASOS PARA QUE NUESTRA PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA RESULTE REALMENTE ESTRATÉGICA
Graham Kenny en hbr.org
del pasado 7 de agosto plantea que con frecuencia cuando un grupo de directivos
se reúne para una sesión de planificación estratégica suelen terminar
elaborando un documento que no contiene ninguna estrategia y que en ocasiones
ni siquiera es un plan.
Este problema surge por
la falta de un método eficaz. Esto es de un procedimiento sistemático para
abordar cualquier proyecto paso a paso. Kenny propone seguir 6 pasos:
1.-
Reconocer de quién dependemos, por ejemplo nuestros
principales grupos de interés. La clave está en identificar el rol que juega cada
uno, teniendo en cuenta que pueden tener más de un rol en relación con nuestra
organización, como por ejemplo ser a la vez proveedores y clientes.
2.-
Identificar nuestro cliente “diana”. Por ejemplo KPMG tiene
como objetivo fundamental trabajar con grandes empresas, no con aquellas de
mediano tamaño y presupuestos limitados. Aislar el consumidor “diana” tiene
implicaciones enormes, incluso en relación con otros grupos de interés. En el
caso de KPMG sólo contrata a profesionales que ya estén cualificados para
ofrecer servicios a grandes corporaciones. Nuestro plan estratégico no puede
pretender ser todo para todos los consumidores, por lo que hay que dedicar
tiempo a discriminar y seleccionar nuestro cliente “diana”.
3.-
Decidir qué es lo que la organización quiere de cada grupo de interés clave
para conseguir prosperar. Por ejemplo, un departamento de
recursos humanos no sólo debe prestar atención a identificar lo que puede
satisfacer a su staff, sino que tiene que centrarse, también, en cuál es el
retorno esperado: lo que la organización espera de sus profesionales, como
puede ser el reducir la rotación de éstos al tiempo que se incrementa la
productividad y la innovación.
4.-
Averiguar lo que los grupos de interés esperan.
Los criterios que utilizan éstos cuando interactúan con nuestra organización. Por
ejemplo, pueden incluir los factores que influyen en la decisión de comprar
nuestros productos o servicios (clientes), de trabajar con nosotros (empleados),
abastecernos (proveedores) o invertir en nosotros (accionistas).
Es necesario que nos
centremos en el punto de vista de cada grupo y no en el nuestro y para ello
podemos mantener entrevistas con ellos para conocer sus experiencias con
nosotros y con la competencia, recibir feedback a través de las sugerencias y
reclamaciones o reunir a grupos focales. También podemos sumergirnos en la
experiencia de los grupos de interés viviéndola.
5.-
Realizar el diseño estratégico. Tenemos que decidir
cuáles van a ser las posiciones de la organización en relación con los factores
estratégicos identificados para cada grupo de interés clave. Estará moldeado
por los objetivos que hemos marcado para nuestra organización y por el
conocimiento adquirido sobre las necesidades
actuales y futuras de los factores estratégicos para nuestros grupos de
interés clave.
6.-
Revisar y mejorar continuamente. Hay que ser conscientes
de que independientemente de cuál sea la decisión tomada no existe una
certidumbre total sobre cuál va a ser el resultado una vez que nos embarquemos
en la implementación vía un plan de acción. Esta perspectiva dinámica estimula
una actitud abierta, innovadora y preparada para los cambios.
lunes, 6 de agosto de 2018
CARACTERÍSTICAS DE LOS RED TEAMS
Bryce G. Hoffman, en “Red teaming. Transform your business by thinking like the enemy” que estamos comentando, plantea que ésta metodología se puede organizar de forma informal o formal, según que los responsables sean miembros del equipo de liderazgo senior, comités creados “ad hoc” formados por miembros del staff seleccionados por sus habilidades de pensamiento crítico o por un equipo “rojo” dedicado exclusivamente a facilitar perspectivas frescas en el examen de las estrategias y planes de la organización. Pueden ser dirigidos los equipos por un experto interno o un facilitador externo. Existen diferentes modelos de abordaje y cada enfoque tiene sus ventajas y desventajas. La elección del más adecuado va a depender de lo que se espere obtener a través de red teaming y de los recursos que se vayan a dedicar.
1.-
Red teaming informal. En lugar de constituir un red team,
el equipo de líderes más senior o el staff dedicado a planificación puede
utilizar simplemente alguna de las técnicas de la metodología red teaming para
analizar en profundidad un plan o estrategia antes de implementarla. No es
recomendable porque carece del rigor analítico y la objetividad que un enfoque
más formal ofrece. Las personas que van a participar en este ejercicio
normalmente van a tener ya una opinión formada sobre la estrategia o plan a
examinar por lo que es más fácil que se dejen llevar por prejuicios o sean
víctimas del pensamiento grupal u otras presiones organizacionales.
2.-
Red teaming externo. En lugar de correr con los gastos de
construir y mantener un equipo interno la organización puede contratar a una
empresa especializada en red teaming para que realice este tipo de análisis
sobre su estrategia o planes. La ventaja de este enfoque es que los costes son
conocidos de antemano, la inversión en tiempo es mínima, el equipo consultor
estará inoculado contra los prejuicios de la organización, será inmune a las
políticas internas y podrá ofrecer una valoración honesta al equipo directivo.
Pero tiene sus desventajas, también, ya que el equipo consultor puede no captar
algunos matices al no estar familiarizado con la organización, el sector o el
entorno. Otro aspecto negativo es la posibilidad de que los profesionales
saboteen su trabajo por sentirse menospreciados al no haber contado con ellos
para el análisis.
3.-
Red teaming con facilitadores externos. Estos expertos van a
trabajar con el equipo directivo para realizar un análisis riguroso de un plan
o estrategia específica. Al utilizar a un profesional externo como facilitador
se puede mitigar el efecto del pensamiento grupal y forzar a los miembros del
equipo a cuestionar sus creencias y a examinar sus prejuicios. Al participar
los miembros del equipo directivo en el análisis y en la determinación de las
conclusiones se facilita que los hallazgos y propuestas sean tomadas en serio y
no sean ignoradas. Permite también que el equipo se beneficie de la experiencia
y reflexiones del experto. Otra ventaja de este modelo es que no requiere el
entrenamiento de un equipo interno ni que se dediquen profesionales de forma
continua a esta labor. Entre las
desventajas tenemos que tiene menos
efecto a la hora de transformar la cultura de la organización y que se pierde
la capacidad de respuesta rápida cuando de repente surge una demanda.
4.-
“ Ad hoc” red teaming. Este modelo se apoya en un líder
entrenado en red teaming dentro de la organización para que reúna un equipo dentro
de la organización para analizar planes, estrategias y problemas a demanda. Presenta
numerosas ventajas y alguna desventaja, Entre las primeras la garantía de que
el equipo está familiarizado con la organización y el sector, pero puede tener
el hándicap de estar expuesto a caer en el pensamiento grupal y en los mismos
prejuicios que afectan al resto de la organización. Sus conclusiones son difíciles de ignorar ya
que el trabajo lo han realizado profesionales senior pero esto hace que estos
equipos sean más vulnerables a las luchas políticas internas. Como exige responder
a las demandas cuando éstas surgen puede plantear conflictos de dedicación y
que sus miembros no estén disponibles todo el tiempo necesario. El mayor gasto
consiste en el entrenamiento del líder del equipo pero ésta puede ser una buena
inversión para su desarrollo como líder.
Este enfoque permite la
extensión de red teaming por toda la organización y favorecer la creación de
una cultura más reflexiva y analítica especialmente si el rol de líder del
equipo es rotatorio y se convierte en un paso obligatorio para la promoción de
los ejecutivos de alto potencial. Con el tiempo, una organización que adopta
este enfoque terminará contando con un equipo senior de liderazgo bien formado
en las técnicas de red teaming lo que hará que sean mejores planificadores y
estrategas y pensadores más ágiles.
5.-
Red teaming permanente. Es el modelo original de red
teaming. Este enfoque implica el establecimiento de un equipo permanente de
analistas entrenados en profundidad en las técnicas y herramientas de red
teaming. Su propósito se centra en facilitar un análisis alternativo y una
revisión crítica de las estrategias y planes de la organización y posteriormente
pueden monitorizar el desarrollo de las mismas. La principal desventaja que
presenta este modelo es su coste tanto económico como en talento, ya que
necesita que sus miembros sean seleccionados entre las mentes más brillantes de
la organización. Es una opción buena para grandes organizaciones que pueden
permitirse el ir rotando a su staff.
El ejército
estadounidense entrena a oficiales de su staff para que actúen como líderes y
como miembros de equipo para poder abordar red teaming “ad hoc”. El ministerio
británico de defensa, por otra parte cuenta con dos equipos permanentes de analistas que pueden incrementarse por
miembros externos seleccionados por la diversidad de perspectivas que pueden
llegar a ofrecer. Uno de los grupos se ocupa de desmenuzar un plan hasta sus
partes constituyentes y de extraer todas las creencias observables y no
observables sobre las que está basado. El segundo equipo coge estos datos
brutos y los transforma en una tabla que muestra las correlaciones y
dependencias que conectan cada una de esas creencias o presunciones. Analiza el
mapa, identifica los enlaces débiles y las inconsistencias y revisa sus
hallazgos con el primer grupo antes de preparar el informe final. El objetivo
es separar las ideas contenidas en el plan de la forma en que son presentadas
por su autor. El resultado final es un mapa del concepto que muestra con
bastante claridad si existe una lógica en el mismo o si existen ideas que parecen
muy atractivas y maravillosas pero que no tienen relación con el objetivo
final.
En el mundo de la empresa
se está comenzando a utilizar esta metodología, pero suelen ser experiencias
más informales hasta el momento. Independientemente del modelo que se elija el
equipo rojo debe estar situado en el nivel más alto posible del organigrama ya
que tienen un mayor impacto si están cercanos a los centros de decisión
mientras mantienen un cierto grado de separación de los altos directivos para
garantizar el espacio e independencia que necesitan para pensar de forma
diferente.
El tamaño óptimo de un
equipo rojo oscila entre 5 y 11 miembros para que la diversidad de perspectivas
no sea muy limitada. Si se incluyen más personas para abordar problemas muy
complejos se puede dividir el equipo en subgrupos y a cada uno se le puede
asignar una faceta distinta del problema para analizar.
Es esencial que esté
compuesto por profesionales con buenas habilidades analíticas y de pensamiento
crítico, que presten mucha atención a los detalles y con capacidad para ser
creativos. Necesitan tener la confianza y seguridad en sí mismos que les
permita cuestionar el estatus quo, así como el autoconocimiento necesario para
reconocer sus prejuicios y limitaciones. Deben ser, también, honestos y ser
capaces de resistir las presiones de la política organizacional.
Un buen candidato tiene
que ser:
1.- Inteligente.
2.-Imaginativo.
3.-Inquisitivo.
4.- Analítico.
5.- Lógico.
6.-Buen estratega.
7.- Seguro de sí mismo.
8.- De mente abierta.
9.- Consciente de sí
mismo.
10.- Buen comunicador.
Mark Mateski, fundador y
editor de “Red Team Journal” mantiene que: “El mejor miembro es aquel que
comprende que no existe una visión objetiva del mundo, lo que incluye su visión
personal. La habilidad de percibir, entender y empatizar con otras visiones y
percepciones es la principal característica
del buen “red teamer”, así como la
consciencia de sí mismo. En la práctica esto implica que constantemente se
somete a una rutina de autochequeo especialmente en relación con su ego y
prejuicios”.
Otro factor importante al
crear un equipo rojo es el de la diversidad, tanto de género, como de generaciones,
experiencias y conocimientos. Es conveniente buscar a personas que tienen una
formación inusual, una carrera profesional poco convencional o unas
determinadas características personales y profesionales, como por ejemplo haber
trabajado en el extranjero, que tienen experiencia de trabajo con un competidor
clave, de distintos departamentos. Cuanto más diverso sea un equipo más capaz
será de mirar al plan, estrategia o problema desde ángulos diferentes y de
encontrar aspectos que han podido pasar desapercibidos para el resto de
profesionales de la organización.
Los militares
estadounidenses creen que es aconsejable que al menos una persona del equipo
conozca en profundidad el tema que se está analizando porque va a evitar
preguntas y análisis innecesarios y a evitar que se cometan los errores de
principiante que suelen aparecer cuando las personas no están familiarizadas
con un tema. Por el contrario, en el ejército británico piensan que el contar
con un experto en el equipo puede favorecer que los resultados se orienten
hacia favorecer el estatus quo. En estos casos el resto de miembros encuentran
que es difícil cuestionarle por su vasta experiencia. En la OTAN los equipos
incluyen a expertos en los equipos rojos que trabajan analizando planes que requieren
un conocimiento técnico pero se aseguran de que no ejerzan una influencia
excesiva en el pensamiento del equipo y en los casos en los que no intervienen
expertos, antes de que las propuestas y hallazgos del equipo rojo se envíen al
equipo directivo se revisan por expertos en la materia.
Es conveniente que los
equipos no sean estáticos. Si las asignaciones no son permanentes es más fácil
asegurar que la organización cuente con perspectivas frescas y pensamiento
innovador.
La selección del líder
del equipo es muy importante ya que éste va a ser la conexión que exista entre
el equipo rojo y la alta dirección. El líder de un equipo rojo debe tener
habilidades excelentes para gestionar y comunicar. Tiene que ser alguien con la
suficiente fortaleza, confianza y seguridad en sí mismo para decir la verdad al
poder, para demandar los datos que el equipo necesita para poder funcionar y
para mantener a sus miembros alineados para cumplir en plazo todos los
requerimientos que les hagan.
Liderar a profesionales
con perspectivas poco ortodoxas puede ser complicado y constituir un reto. Requiere
paciencia, una mente abierta y la disposición a cuestionar las propias
creencias. El líder no sólo debe conceder la libertad para que los miembros
puedan explorar un problema desde distintas perspectivas, sino que también,
debe saber cuándo hay que detenerse. Tiene que saber cómo promover el
pensamiento divergente y cuando hay que cambiar y poner el foco en el
pensamiento convergente.
No hay que olvidar que es
fundamental que el líder de equipo rojo eficaz debe ser capaz de comunicar los
hallazgos y recomendaciones de éste en el momento oportuno y de la forma
adecuada para poder ser capaz de ayudar a moldear los planes dentro de una
organización y para poder guiar su proceso de toma de decisiones. Para
conseguirlo tiene que cultivar una relación estrecha con el alto directivo al
que tiene que informar directamente pero sin dejar que esa relación distorsione
los resultados.
miércoles, 1 de agosto de 2018
CÓMO AVANZAR EN TU CARRERA CUANDO EL JEFE NO AYUDA
Kristi Hedges, en hbr.org del pasado 26 de julio, plantea la primera persona que consideramos nos puede ayudar a desarrollar nuestra carrera es nuestro jefe inmediato. Pero con frecuencia este apoyo no lo vamos a encontrar en nuestro superior directo ya que no suelen tener las habilidades adecuadas para ello o carecen de influencia dentro de la organización.
Hedges recomienda en
estos casos:
1.-
Reunir un equipo de “consejeros”. En lugar de contar sólo
con una persona buscar a los profesionales que pensamos nos pueden ayudar a
desarrollar nuestra carrera, en todos los niveles y funciones tanto dentro como
fuera de la organización. Seleccionar personas que admiremos por sus logros.
Puede resultar de utilidad el reflexionar sobre cuáles son las cualidades que
queremos potenciar y elegir a los profesionales que parece que las poseen. Una
forma de abordar a un potencial mentor es pedir consejo de forma formal o
informal con lo que normalmente conseguiremos despertar su interés en nosotros.
El carecer de un buen
jefe y vernos forzados a buscar apoyos fuera puede ser una ventaja ya que si
somos muy dependientes de una sola persona puede que no nos molestemos en
establecer una red de “resiliencia” y terminemos en el abismo corporativo si
nuestro jefe abandona la compañía o cae en desgracia.
2.-
Priorizar nuestra visibilidad. Si
el jefe no colabora deberemos buscar medios para ser conocidos procurando
participar en proyectos interdepartamentales o proponer algún proyecto que dé
respuesta a alguna necesidad detectada en la organización.
3.-
Encontrar a los profesionales “influyentes” y ofrecerles nuestra ayuda. En
toda organización existen centros de influencia que, con frecuencia, no coinciden
con los grupos de poder formal.
Rob Cross sugiere dibujar gráficos en los que se puedan apreciar las conexiones de los
profesionales en la organización para mostrar las esferas de influencia en la
misma y detectar a los que tienen mayor número de contactos. Sus
investigaciones muestran cómo los nuevos empleados pueden tener éxito sin
necesidad de contar con un mentor si desarrollan relaciones productivas con los
líderes de opinión claves.
Una vez que hemos
determinado quiénes son los más influyentes en nuestro trabajo debemos ver qué
les podemos ofrecer en lugar de pensar sólo en cómo nos pueden ser útiles.
Debemos contribuir a sus esfuerzos sin esperar nada a cambio a corto plazo,
confiando en los beneficios a largo plazo que pueden surgir de la relación.
4.-
Crear nuestra imagen positiva externa. Si conseguimos construir
nuestro estatus fuera de la organización
con frecuencia podremos ganar en visibilidad dentro de ella. Los líderes se
fijan en quién es conocido por los clientes y otros grupos de interés. Los
profesionales de cualquier nivel pueden construir una plataforma sólida que
tiene un mayor alcance que el que su posición en la organización podría
sugerir.
Lo podremos lograr
eligiendo algo que nos interese realmente como participar en una asociación
profesional y buscar ocupar dentro de ella algún puesto de responsabilidad,
colaborar en las redes sociales en grupos de expertos, escribir un blog,…
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