Tomas Chamorro – Premuzic en “The talent delusion. Why data, not intuition, is the key to unlocking human potential” plantea cómo medir, predecir y gestionar el talento, detectando e inhibiendo a los profesionales tóxicos e identificando y desarrollando a los líderes potenciales.
Todas las organizaciones
tienen problemas y en casi todas las ocasiones conciernen a las personas. En
este sentido Mc Kinsey, en 1997, introdujo el concepto de la “guerra por el
talento” o la idea de que ya que las personas son el activo crítico para las organizaciones,
el éxito de éstas va a depender de su capacidad para atraer, motivar y retener
a los mejores profesionales. Pero después de más de veinte años la habilidad
para identificar y nutrir al potencial humano parece que sigue siendo limitada
y muchos indicadores macroeconómicos sugieren que esta “guerra” se está
perdiendo por muchas causas entre las que destacan:
a).- La mayor parte de
los profesionales parece que no están contentos con sus trabajos.
b).- La mayor parte de
los profesionales parece que son buscadores de trabajo pasivos que esperan
tener mejores opciones para desarrollar sus carreras.
c).- Un número creciente
de profesionales están optando por el auto-empleo al sentirse insatisfechos con
sus trabajos.
El argumento original de
Mc Kinsey se basaba en dos hechos principalmente:
1.- En cualquier
organización un pequeño porcentaje de sus profesionales ( los de más talento) son los responsables de
casi todo el éxito de la misma.
2.- Al ser estos
trabajadores de élite muy escasos la competencia para conseguir sus servicios
cada vez es más grande.
Las definiciones de
talento han variado a lo largo de los siglos. En el siglo trece la palabra se
utilizaba con frecuencia para referirse a una inclinación personal o a una
predisposición psicológica general. En el quince el foco estaba en las dotes
mentales y en las habilidades innatas excepcionales. Esta idea se mantiene en
la actualidad ya que la mayor parte de las definiciones tienden a resaltar
algún grado de excepcionalidad o de brillantez innata.
Aunque los parámetros
para evaluar el talento han estado centrados históricamente en las
cualificaciones formales y en las credenciales educativas la conexión entre el
número de personas con título universitario y las personas con talento ha
disminuido dramáticamente en el último siglo. El valor de los títulos
académicos se ha diluido y los empleadores rara vez consideran que los recién graduados
poseen las necesarias habilidades y experiencia para lograr un desempeño bueno.
Por tanto el autor se
pregunta que dónde se encuentra la “guerra” por el talento en el momento
actual ya que por un lado las organizaciones
están convencidas de que el talento es importante pero por otro no son capaces
de gestionar todos los aspectos relacionados con el mismo adecuadamente y
parece que lo repelen. Cuatro tendencias macroeconómicas, algunas ya
mencionadas, apoyan esta idea:
a).- La epidemia de la
falta de compromiso que se manifiesta por el hecho de que la mayoría de los
profesionales se sienten desencantados con su trabajo o hasta alienados por él.
b).- El incremento de los
buscadores de trabajo pasivos. En las últimas décadas el mercado de trabajo ya
no se ha caracterizado por el empleo de toda la vida sino por los cambios
frecuentes y las trayectorias laborales menos claras y definidas.
Al no ser capaces o no
querer las organizaciones ofrecer perspectivas de trabajo a largo plazo los
profesionales, especialmente los que tienen más talento y por tanto más
posibilidades de encontrar otros trabajos no se sienten tan comprometidos con
ellas. Como resultado de este hecho las organizaciones desde 1980 se han
sentido menos responsables de las carreras futuras de sus empleados y esperan
que éstos gestionen de forma proactiva sus propio destino y los profesionales
se adaptan considerando sus trabajos como algo efímero en lugar de como una
relación de larga duración.
Estos cambios no se deben
interpretar como una modificación psicológica en el patrón mental de los
profesionales. De hecho el deseo de estabilidad es una necesidad universal lo
que significa que las personas siempre queremos que nuestros entornos sean lo
más predecibles y familiares posible, ya que la alternativa es muy estresante.
Docenas de estudios han documentado los efectos negativos de la inestabilidad
laboral en el bienestar físico y psíquico de los individuos. Esto no implica
que todas las personas responden igual ante el desconocimiento de lo que el
futuro laboral les depara ya que para alguno puede resultarles alienante y
aburrido, como suele ocurrir con los creativos y emprendedores, pero son la
excepción y no la norma.
Los buscadores de trabajo
pasivos que no buscan activamente trabajo pero están abiertos a nuevas
oportunidades representan en la actualidad aproximadamente al 75% de la fuerza
laboral lo que ocasiona una situación paradójica que consiste que en un momento
en el que la mayor parte de las organizaciones están preocupadas en incrementar
la productividad de sus profesionales y en liberar su potencial éstos sueñan
con encontrar mejores oportunidades en otros lugares.
c).- El incremento del
atractivo del auto-empleo aunque las condiciones económicas sean buenas. Las
personas se ven empujadas hacia el auto-empleo por numerosos motivos entre los
que destacan actualmente (como ponen en evidencia las encuestas de Gallup) los
malos jefes. Los meta-análisis realizados sobre el tema muestran que las razones
más comunes para abandonar las organizaciones son el estrés, la falta de
oportunidades de desarrollo profesional, la ausencia de autonomía y factores
ligados al liderazgo, factores todos relacionados con unos malos jefes lo que
lleva a los profesionales a no querer tener ningún superior y ser ellos sus
propios jefes dada las malas experiencias.
d).- El aumento de los
emprendedores. Hace quince años la mayor parte de los estudiantes de un MBA
aspiraban a trabajar en compañías como Deloitte o IBM. Hace 10 preferían
Google, Apple o Amazon, pero ahora la
mayoría prefieren crear sus propios negocios.
La realidad muestra que
la mayor parte de estas iniciativas fracasan entre otros motivos porque se
necesitan una amplia gama de habilidades para triunfar ya que sus promotores
deben actuar como mínimo como
inventores, inversores, contables, facilitadores, líderes, expertos en cambios
organizacionales, tecnólogos, especialistas en marketing y en ventas. También, las investigaciones han mostrado que
el talento emprendedor debe ser multifacético ya que para ser eficaz los emprendedores
deben desplegar una serie de rasgos de personalidad tales como una alta
necesidad de logro, de autonomía, de creatividad y de tolerancia al estrés que
raramente coexisten.
Como en el caso del
auto-empleo las personas inician sus propios negocios principalmente para
evitar trabajar para otros y la mayor parte de los que tienen éxito han trabajado
previamente para grandes empresas antes de crear la propia.
El talento no es un
fenómeno simple ya que no se puede observar directamente ( como por ejemplo el
color de algo). Como el comediógrafo latino Plauto decía “Los mayores talentos con frecuencia yacen enterrados fuera de la vista”.
Existen muchas
definiciones de talento pero muchas de ellas son equivocadas o confusas. La
premisa básica es que el talento es un atributo indispensable. En otras
palabras cualquier concepto de talento es una construcción social,
artificialmente creada para poder hacer una predicción del desempeño futuro de
una persona en una tarea, trabajo o rol. Al mismo tiempo , para garantizar la
exactitud, esta predicción no puede estra basada en una noción arbitraria de
talento sino en diferenciadores clave que son atributos relevantes que nos van
a servir para distinguir entre los profesionales que van a tener un mejor o
peor desempeño, así como a cuantificar el grado de esfuerzo que ha acompañado a
cada desempeño.
Chamorro – Premuzic plantea
la necesidad de analizar qué entendemos
por talento a través de cuatro enfoques distintos:
1.-
LA REGLA DE LOS “POCOS VITALES”
Defiende que en una
organización o grupo de individuos una minoría de individuos será responsable de
la mayor parte del “output” colectivo.
Desde la perspectiva de
la productividad la esencia del talento es fácil de comprender. Existe una
regla económica universal que predice que en cualquier organización el 20% de
su fuerza laboral será responsable del 80% de los resultados y el 80% restante
de los trabajadores serán los responsables del 20% de los “outputs”. Esta ley
es la conocida como “efecto Pareto” o de los “pocos vitales” y afirma que un
número relativamente pequeño de miembros de un equipo es normalmente
responsable de un gran número de consecuencias o de efectos agregados.
Según esta ley los
profesionales con talento serán aquellos que formen parte del 20% responsables
del 80% de la productividad o la minoría que interviene para lograr la mayor
parte de los éxitos de la organización.
2.-
LA REGLA DEL MÁXIMO DESEMPEÑO
Mantiene que el talento de una persona se
puede estimar cuando intenta lograr su mejor desempeño.
Esta forma de definir el
talento se centra en el mejor desempeño de un individuo. Esto es lo que puede
hacer cuando está altamente motivado y esforzándose bajo condiciones óptimas. Esta
regla equipara el talento con el máximo desempeño individual. Si la persona
está realmente intentando hacer algo lo mejor que puede podemos inducir que su
desempeño es indicativo de talento.
3.-
LA REGLA DEL DESEMPEÑO SIN ESFUERZO
Afirma que si una persona
tiene talento será capaz de lograr el mismo nivel de desempeño que un individuo con menos talento con menos
esfuerzo.
Las dos reglas anteriores
se centran en los comportamientos pasados pero en ocasiones las personas
todavía no han podido demostrar lo que pueden hacer mejor. De esta forma
incluiríamos a aquellos que aunque no son parte del grupo vital tienen
potencial para formar parte de él junto a los que todavía no han alcanzado su
máximo desempeño pero que pueden tener más talento de lo que parece aunque
todavía no hayan podido demostrarlo.
Una forma de superar esta
limitación consiste en considerar el esfuerzo que la persona ha empleado para
lograr su mejor resultado. Si existen diferencias claras en el desempeño ante
el mismo nivel de esfuerzo deben ser el resultado de alguna cualidad personal
que explique esta situación ya que podemos preparar y entrenar de forma similar
a varias personas y conseguir que su motivación sea similar pero el resultado
rara vez va a ser el mismo. Por tanto, cuando dos personas realizan el mismo
esfuerzo la que tenga más talento tendrá un mejor nivel y cuando dos personas
tengan un desempeño similar el individuo con más talento habrá realizado un
menor esfuerzo para alcanzar ese nivel. De esta manera se explican los casos de
talento “bruto” por el que personas sin mucha práctica o preparación alcanzan
niveles notables de desempeño.
También demuestra que
aunque parece que lo correcto es decir que todos podemos conseguir todo lo que
queramos si nos esforzamos lo suficiente no es real ya que el hacerlo no
garantiza que alcancemos un desempeño excepcional.
4.-
LA REGLA DEL CONTEXTO ADECUADO
Defiende que el talento
es la personalidad situada en el lugar adecuado y que la persona desplegará su
talento si encuentra el entorno adecuado.
La personalidad en este
caso se entiende como las tendencias típicas del individuo en relación con sus
valores, intereses, habilidades y patrones de comportamiento más frecuentes, en
otras palabras todo aquello a lo que nos referimos cuando definimos cómo es una
persona. Cuando estos atributos se emparejan con la tarea, contexto o entorno
adecuados representarán importantes impulsores del desarrollo profesional para
el individuo. Del mismo modo si el emparejamiento es incorrecto el profesional
tendrá un desempeño irrelevante o negativo para la organización.
Las personas que tienen
éxito se considera que poseen talento por
su habilidad relativa para adaptarse al entorno pero esto ocurre
fundamentalmente porque han dado con el entorno adecuado en el que sus
personalidades se pueden considerar como un valor y no un obstáculo. Por ejemplo
podemos recordar que antes de enrolarse en Cambridge para comenzar su carrera
como uno de los científicos más influyentes de todos los tiempos Isaac Newton estuvo
al frente de la granja de su familia donde fracasó miserablemente.
Cientos de estudios
avalan esta idea y muestran que los profesionales tienen un mejor desempeño
cuando sus personalidades son compatibles con las tareas requeridas por
sus trabajos. Por ejemplo las personas
estables emocionalmente tienen un buen desempeño en trabajos que implican vivir
en entornos estresantes y en tomar decisiones bajo presión y serán buenos
banqueros, neurocirujanos, bomberos, etc, mientras que los individuos más
ansiosos responden bien en contextos donde el pensamiento pesimista, la
atención al detalle y el estado de hiperalerta son un valor como es el caso de
los controladores aéreos.
En definitiva el talento
es en gran parte función de estar en el lugar correcto. Pero esto no implica
que las personas con talento únicamente tienen suerte sino que escogen para su
desarrollo profesional entornos en los que sus personalidades son un valor, lo
cual demanda un gran conocimiento personal. Por otra parte pone de manifiesto
la importancia de identificar y medir el talento propio y de los demás para
encontrar el trabajo adecuado para cada uno.