Erin Reid y Lakshmi Ramarajan en la edición de junio de Harvard Business Review abordan el
problema de cómo dirigir entornos de trabajo de alta intensidad. Éstos son
aquellos en los que los profesionales se espera
que tengan dedicación plena a la
organización y estén disponibles las 24 horas del día, siendo penalizados si no
lo hacen.
Para ser
estos “trabajadores ideales” las personas deben elegir priorizar su trabajo sobre
cualquier otra faceta de su vida. Esta realidad se mantiene con frecuencia
porque seguimos con la creencia de que para triunfar en entornos profesionales
es necesario adaptarse a ese “ideal”. Loas autoras plantean que tras realizar
entrevistas a cientos de profesionales de diversos sectores han podido
comprobar que la evidencia sugiere es que contar con “trabajadores ideales” no
tiene por qué ser ni necesario ni beneficioso. La mayoría de los profesionales
encuentran dificultades para suprimir el resto de aspectos de su vida para
centrarse únicamente en el trabajo y pueden terminar padeciendo diversas
consecuencias disfuncionales.
En sus
investigaciones las autoras han encontrado que las estrategias más utilizadas
para intentar manejar la presión de estar disponible al 100% para el trabajo son:
1.- Aceptar,
rendirse y adaptarse a las demandas. En
el 43% de los entrevistados por Reid y Ramarajan éstos confesaban haber
sacrificado o suprimido aspectos muy importantes de quiénes eran.
Si el
trabajo que se realiza es agradable y disfrutamos con él puede ser una
estrategia beneficiosa que permite a los profesionales avanzar, en determinados
momentos, en sus carreras, pero si se mantiene ante cualquier contratiempo
laboral se pueden encontrar en una situación de extrema vulnerabilidad personal
a largo plazo. Otro problema que surge es que se convierten en los principales
impulsores de ese ritmo de trabajo al carecer de cualquier otra vida ajena a la
profesional y lo exigen al resto de colaboradores.
2.- Simular
ser un “trabajador ideal” y encontrar formas de saltarse las normas. El 27% de
los participantes en el estudio pertenecían a este grupo. Consiste,
fundamentalmente en dedicar el tiempo a actividades no laborales pero
manteniéndose bajo el radar de la organización. Por ejemplo buscando clientes a
los que pudiesen prestar servicios en poco tiempo por su cercanía para dedicar
el tiempo sobrante (no conocido por la empresa) a otras facetas de su vida. Los
que adoptan esta estrategia corren el riesgo de pagar un precio psicológico al
ocultar aspectos importantes de sí mismo a sus compañeros y jefes. Los seres
humanos necesitamos comunicarnos para que nos conozcan los que nos rodean. Cuando
no podemos compartir estos aspectos nos podemos sentir inseguros o poco
auténticos y comprometidos. La consecuencia para la organización es que se
produce una elevada rotación de trabajadores.
Los
directivos que adoptan esta estrategia pueden tener dificultades para dirigir a
otros profesionales. Por un lado no quieren obligar a sus colaboradores a que
sean “ideales” pero no pueden recomendarles que finjan y hagan lo mismo que ellos.
Un matiz
sutil destructivo que puede producir esta estrategia es que al no cuestionar
abiertamente la cultura del “trabajador ideal” permiten que persista.
3.- Revelar
sus otros compromisos y su deseo de no abandonarlos y solicitar que se
produzcan cambios. Las autoras encontraron que un 30% de sus encuestados
defendían esta estrategia, independientemente de su sexo. Suelen ser
penalizados por su actitud lo que con el tiempo les puede generar resentimiento
y acaban abandonando la organización.
Reid y Ramarajan plantean
que sus investigaciones sugieren que si los profesionales se sienten libres
para diferenciar sus vidas privadas de las laborales las organizaciones se
benefician de un mayor compromiso, de relaciones más abiertas y alcanzarán más
éxitos. Proponen tres pasos para que los directivos puedan crear una definición
más rica de lo que se considera el “trabajador ideal” sin sacrificar el alto
desempeño y rendimiento. Estos cambios se pueden implementar a nivel de los
equipos y son:
a).-
Fomentar el desarrollo de la identidad multifacética. Conocer, difundir y reconocerlas actividades que se
realizan fuera del ámbito laboral.
b).-
Minimizar las recompensas ligadas al tiempo de presencia y a la cantidad y
premiar la calidad del trabajo y el logro de las metas, en lugar del tiempo
empleado, marcando objetivos temporalmente realistas.
c).-
Proteger las vidas privadas de los profesionales, garantizando el tiempo
adecuado de descanso, de vacaciones, horarios razonables y comprometiéndose a
evitar las excesivas cargas de trabajo o las horas intempestivas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario