Jamil Zaki en hbr.org del
pasado 30 de mayo recuerda las palabras de Tim Cook en 2017 a los graduados de
MIT en las que advertía a éstos que “Las personas tratarán de convenceros de
que debéis mantener a la empatía fuera de vuestras carreras profesionales pero
no tenéis que aceptar esta falsa premisa. El directivo de Apple no es el único
que reconoce y enfatiza la importancia de la empatía ya que la formación en
este tema está creciendo dentro de la formación de directivos y muchos altos
directivos reconocen que es clave para el éxito.
Diversas investigaciones
avalan esta idea ya que los entornos de trabajo con una cultura en la que
domine la empatía entre sus profesionales se caracterizan por una mayor
colaboración, niveles de estrés bajos y una moral más elevada.
El autor, en su libro “Thewar for kindness”, describe como las personas no sólo nos adaptamos e
incorporamos los malos comportamientos y ejemplos de los demás sino que también
nos adherimos a normas más bondadosas y productivas. Por ejemplo después de ver
como los demás votan, no derrochan energía o donan a organizaciones de caridad nos
mostramos más dispuestos a hacer lo
mismo.
Zaki propone una serie de
medidas para ayudar a los líderes a generar una cultura de empatía en sus
organizaciones:
1.-
RECONOCER EL POTENCIAL DE CRECIMIENTO
Si las personas pensamos
que la empatía es un rasgo del carácter que tenemos o carecemos de él parece
que no está a nuestro alcance cambiar la situación. Carol Dweck, Karina Schumman y el autor han encontrado que las personas que tienen este patrón
mental fijo sobre la empatía se esfuerzan menos en conectar con los demás. Si
estas creencias se extienden por la organización fomentar la empatía como un
valor colectivo va a fracasar.
La buena noticia es que
nuestros patrones mentales pueden cambiar. Por tanto, los líderes deben comenzar
por comprobar cuál es el patrón mental de sus colaboradores para transmitirles
y enseñarles, en caso de que sea necesario, que pueden caminar para alcanzar
sus ideales.
2.-
DESTACAR CUÁLES SON LAS NORMAS CORRECTAS
Las voces más altas rara
vez son las más amables, pero cuando dominan las conversaciones pueden
contaminar nuestras percepciones. Cuando un miembro del equipo expresa ruidosamente
una actitud tóxica sus compañeros pueden confundir ésta con la opinión de la
mayoría. Estas “normas fantasma” pueden descarriar cambios positivos si las
personas las aceptan y se adaptan a ellas.
Los líderes pueden
combatir estas normas haciendo que la atención se centre en los comportamientos
correctos a través de incentivos y reconocimientos, por ejemplo, cuando
trabajan juntos en lugar de competir o actúan con amabilidad. La empatía con
frecuencia se manifiesta en una mayoría “tranquila y silenciosa” por lo que hay
que destacarla.
3.-
ENCONTRAR LOS LÍDERES “CULTURALES” Y CO-CREAR CON ELLOS
Cualquier equipo cuenta
con personas que fomentan la cohesión aunque ésta no se incluya en su rol formal. Estos individuos puede que no
sean los más populares o poderosos pero son los mejor conectados. Información,
ideas y valores fluyen a través de ellos y son los que ejercen la mayor
influencia oculta dentro del equipo.
Para construir culturas
en las que prime la empatía los líderes pueden comenzar por identificar a los “conectores”
y reclutarles para defender esta causa.
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