HBR Press ha publicado recientemente en su serie sobre
Inteligencia Emocional: “Managing your
anxiety. Emotional Intelligence." El libro está compuesto por diversos capítulos en
los que distintos autores nos ayudan a distinguir entre ansiedad y estrés y a
abordar estas situaciones en el mundo laboral. Los dos primeros los
hemos visto en la entrada anterior. En los siguientes Alice Boyes y Amanda Imbernos dan claves para ayudarnos a gestionar distintos aspectos de la ansiedad:
I.-
EFECTOS DE LA ANSIEDAD EN NUESTRO ENTORNO LABORAL
Podemos aprender a
reconocer cuando estamos contemplando las situaciones a través de la ansiedad y
ajustar nuestro pensamiento para que no nos limite. Algunas de las formas en
que ésta nos puede causar problemas en el trabajo y sugerencias para minimizar
sus efectos son las siguientes:
a).-
Malinterpretación de la visión que los demás tienen sobre nosotros
Las personas ansiosas tienden
a preocuparse porque piensan que no gustan a los demás o que éstos piensan que no tienen
talento. Por ejemplo si un compañero no nos saluda de la manera tan amable que
utiliza para saludar a otros y parece que siempre tiene prisa en nuestras
interacciones con él, asumimos que no gustamos a esa persona. Pero, en
realidad, pueden existir otras posibilidades como el que sean más amables con
las personas a las que conocen mejor. Al sentir un cierto rechazo tendemos a
evitar a ese compañero, por lo que éste se puede sentir rechazado y llegar a la
conclusión de que no nos gusta.
Por tanto, debemos
procurar reconocer cuando estamos interpretando una relación interpersonal sin
tener evidencias sólidas y comprender que aunque un compañero no sea nuestro
amigo podemos mantener unas relaciones profesionales buenas y productivas.
b).-
Actitud defensiva ante el feedback
Las personas ansiosas
suelen estar motivadas por la búsqueda del éxito, por lo que desean recibir
feedbak que les ayude a mejorar. Pero también suelen adoptar una actitud
catastrofista si éste no es todo lo bueno que esperan y lo interpretan como que
están destinadas al fracaso. Por eso es importante saber cómo queremos recibir
feedback, negativo por ejemplo como si fuese un sándwich entre dos comentarios
positivos. También es útil saber cómo no nos gusta para encontrar formas para
estar más cómodos en estos escenarios.
c).-
Percepción de los demás como persona difícil al procurar evitar determinadas
situaciones
Tendemos a evitar aquellas
cosas que nos producen ansiedad y luego nos avergonzamos por hacerlo, lo que
nos lleva a ser poco claros a la hora de comunicarnos. Este problema puede manifestarse
de muchas maneras desde pequeñas a importantes. Por ejemplo podemos sentirnos
incómodos a la hora de responder a un correo por lo que tendemos a procrastinar
lo que puede transmitir la idea de que somos poco de fiar, desorganizados o
confusos. En muchos casos es mejor ser honesto y explicar las causas de nuestras
vacilaciones y aunque no siempre nos comprendan la transparencia reduce el
estrés de todos, incrementa la confianza y con frecuencia se percibe como algo
auténtico y valiente.
d).-
Reacción negativa ante las ideas nuevas e inesperadas
Si nuestro primer
pensamiento al encontrarnos ante nuevas ideas es el de considerar los riesgos,
inconvenientes y razones por las que éstas no van a funcionar las demás
personas pueden percibirlo como una actitud negativa indeseada. Aunque solo sea
nuestra reacción inicial puede ser contemplada como desmoralizante y molesta
para aquellos que pueden creer que son formas de seguir hacia delante.
Para evitar causar esa
impresión la autora recomienda entrenarse para ofrecer feedback tipo sándwich,
asegurándonos de que la primera respuesta ante una nueva idea consista en
identificar lo que tiene de bueno. Al hacerlo estaremos ayudando a nuestra
mente a mejorar en un pensamiento más equilibrado que beneficiará a todos.
Podemos después mencionar nuestras preocupaciones sobre la idea , para terminar
con algún comentario positivo. Otra estrategia se centra en retrasar la
respuesta una horas para que cuando lo hagamos ésta esté bien reflexionada.
La ansiedad puede
motivar a las personas de muchas formas, como por ejemplo el miedo al rechazo
puede hacer que nos esforcemos más y valoremos mejor las relaciones y
nos hace mostrarnos sensibles, cautos y cuidadosos, lo cual puede incrementar nuestro desempeño
en las tareas complicadas. Cuanto mejor entendamos cómo funciona nuestra ansiedad
mejor podremos maximizar su efectos positivos y minimizar los negativos con lo
que seremos capaces de aceptarnos mejor y de gestionar los retos que surjan en
el trabajo.
II.-
CÓMO DEJAR DE PREGUNTARNOS QUÉ ES LO PEOR QUE PUEDE PASAR
Normalmente cuando
hablamos con alguien sobre una situación que tememos o que nos preocupa mucho la
respuesta de la otra persona suele ser que reflexionemos sobre lo peor que nos
puede pasar. Michelle Poler , fundadora de Hello Fears, considera que el
problema de esta pregunta es que su propósito es que imaginemos los escenarios
peores, por lo que propone que: “Si realmente queremos enfrentarnos a un miedo
y hacerlo con una buena actitud lo mejor es que nos preguntemos qué es lo mejor
que puede pasar. En lugar de centrarnos en lo peor”. Cuando pensamos en lo peor que puede
pasar nuestra mente se llena de pensamientos negativos y de imágenes que
encienden nuestros miedos, preocupaciones o ansiedades, pero si pensamos en los
mejores escenarios ocurre lo contrario y
como dice Poler: “Recordamos las razones por las que pensábamos que asumir
riesgos era una buena idea”.
Investigaciones publicadas
en Journal of Positive Psychology apoyan esta idea. Kathryn Adair Boulus que
lideró las investigaciones ha encontrado que cuando las personas piensan sobre un hecho
positivo que esperan ocurra en su futuro ( solo seis veces en un mes) informaban que tenían sentimientos más
resilientes y menos depresivos que las que no lo hacían.
Por tanto, cuanto más
seguridad sintamos ante la incertidumbre, más felices nos sentiremos en el
presente y más preparados estaremos antes los contratiempos a los que
inevitablemente nos enfrentaremos en el futuro. La siguiente vez en la que nos
sintamos nerviosos ante un evento o tarea que tengamos que realizar nos podemos
preguntar qué es lo mejor que puede pasar y dedicar unos minutos a escribir nuestra
respuesta y luego unos minutos a
internalizar realmente todas las posibilidades positivas. Revisar la lista nos
puede ayudar a reunir el coraje necesario para actuar y enfrentarnos a nuestro
miedo.
III.-
CÓMO DEJAR DE RUMIAR
Si continuamente
estamos reproduciendo mentalmente situaciones en las que nos hubiese gustado
actuar de manera diferente estamos dedicando demasiado tiempo a rumiar. Mientras
nos preocupamos sobre lo que puede ocurrir en el futuro rumiamos sobre los
hechos que ya han sucedido. Una reacción de este tipo ante un hecho con
frecuencia desencadena memorias de situaciones similares en el pasado y que nos
centremos de forma poco productiva en la distancia entre nuestro yo ideal y el
real. Provocados por este hecho comenzamos a reprendernos a nosotros mismos por
no ser ,por ejemplo más organizados, inteligentes, disciplinados o
carismáticos.
Rumiar no solo es
desagradable, sino que está fuertemente ligada a ansiedad, depresión y mala
resolución de problemas. Para vencer este fenómeno Boyes recomienda:
1.-
Identificar los desencadenantes más comunes
Podemos hacerlo
pensando en lo que ha desencadenado este efecto en el pasado que puede haber
sido , por ejemplo,: colaborar con personas en las que no confiamos todavía,
tener a nuestro alrededor personas que nos parece que son más inteligentes o
ambiciosas, tomar decisiones económicas importantes o dar un paso adelante en nuestra carrera.
Debemos pensar en si el
patrón dominante consiste en culparnos a nosotros o culpar a los demás.
2.-
Mantener una distancia psicológica
Una vez identificados
los desencadenantes debemos intentar distanciarnos psicológicamente de ellos.
Una forma de conseguirlo es etiquetar lo que está ocurriendo en nuestra mente
como pensamientos y sentimientos. Por lo que en vez de decir: “soy incompetente”,
podemos decir: “me estoy sintiendo algo incompetente” o “ ¡oh¡ esta es mi mente
rumiante en acción otra vez” .
Reconocer lo absurdo de
algunas de nuestras reacciones nos puede ayudar, también, a tomarlas menos en
serio ya que, por ejemplo, no podemos pensar que los demás nos están
escudriñando constantemente cuando en realidad estarán pensando sobre sí mismos
y sus problemas o no podemos perder el tiempo comparándonos con superestrellas
de los negocios o celebridades. Tenemos que ser conscientes de que el mundo no
gira alrededor nuestro. Si podemos debemos intentar ver la ironía de mostrarnos
a la vez narcisistas e inseguros en
lugar de considerarlo como una crítica a nuestro carácter.
3.-
Distinguir entre rumiar y solucionar problemas
Generalmente cuanto más
nos dedicamos a rumiar menos eficaces somos a la hora de resolver problemas.
Para pasar a una actitud más positiva podemos preguntarnos cuál es la mejor
opción en el momento actual dada la realidad de la situación. Esta estrategia
es particularmente relevante en el caso de los perfeccionistas. Si rumiamos
acerca de un error que hemos cometido debemos adoptar una estrategia que nos
permita disminuir las posibilidades de que vuelva a ocurrir.
4.-
Entrenar a la mente para evitar rumiar
Tan pronto como percibamos
que estamos comenzando a rumiar, intentar distraernos durante unos minutos,
realizando alguna actividad que sea breve, pero mentalmente absorbente y no muy
complicada. Tiene que ser una actividad que requiera concentración..
La actividad física
como correr o caminar puede calmar, también, a una mente
propensa a rumiar. La meditación y el yoga pueden ser especialmente útiles para
protegernos de pensamiento que tienden a
adherirse y para aprender a no dejarnos
envolver por ellos. Estas prácticas nos ayudan a identificar cuando nuestra
mente se ha ido hacia el pasado o futuro
y nos ayudan a retornar a lo que está pasando en el presente.
5.-
Revisar nuestro pensamiento para detectar errores
En ocasiones los
desencadenantes son los errores cognitivos. La solución consiste en desarrollar
una buena comprensión de los errores del pensamiento en el tiempo, en momentos
de calma, para que seamos capaces de reconocerlos en tiempos más turbulentos.
Entre los errores
cognitivos tenemos establecer unas expectativas muy elevadas sobre nosotros
mismos, malinterpretar las expectativas de los demás sobre nosotros, subestimar
el grado en que otras personas inteligentes tienen dificultades con aquello que
nos está preocupando y hacer una montaña de un grano de arena. Si estamos dando
vueltas al comportamiento de alguien en
relación con nosotros y atribuyendo una
causa a esa conducta, al menos debemos considerar la idea de que nuestra
explicación puede ser incorrecta y de que nunca conseguiremos saber la verdad. Reconocer
que con frecuencia no vamos a entender las razones de los comportamientos de
los demás es una habilidad muy importante para dejar de rumiar.
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