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domingo, 9 de junio de 2024

¿QUÉ HACER SI NO GUSTAMOS A TODOS LOS MIEMBROS DE NUESTRO EQUIPO?

 


Laura Hills en “The problem employee. How to manage the employees nobody wants to manage”, que estamos comentando, plantea que en muchas ocasiones nos encontramos en situaciones en las que, como jefes, no gustamos a algún miembro de nuestros equipos. Puede ser por haber  tenido que tomar alguna decisión difícil que no ha satisfecho a todos  o porque el estilo de trabajo o personalidad no encaja con la nuestra, por ejemplo.

Aunque gestionar a un empleado al que no gustamos no es siempre fácil, la situación no tiene que ser necesariamente irreparable, pero tenemos que tener en cuenta que no se va a solucionar por sí sola.

Lo primero que tenemos que hacer, ante la sospecha, es determinar exactamente cómo se siente el empleado, si realmente le desagradamos o puede ser otra la razón por su comportamiento. Para ello podemos comenzar por programar una reunión con él y describirle específicamente los comportamientos que hemos observado, sin ningún tipo de juicio asociado. Si el empleado vemos que se siente incómodo, debemos sonreírle y decirle que es bueno comentar cualquier posible problema. Si éste se sincera y cita quejas legítimas podemos explorar cómo ambos tenemos que cambiar la dinámica de la relación para mejorarla, diciendo, por ejemplo: ”es bueno saberlo, estoy intentando ser un mejor jefe y aprecio el feedback”. Si podemos acordar hacer cosas de forma diferente debemos decirlo y si no es posible tenemos que intentar ayudar a que el empleado entienda las razones por las que no podemos y a gestionar lo que le está preocupando.

Con frecuencia la respuesta será que no ocurre nada. Si esto pasa podemos aceptarla o podemos continuar sospechando que no le gustamos al empleado y mantener los ojos abiertos para detectar una evidencia más clara.

Independientemente de lo que ocurra debemos recordar que no es imprescindible que gustemos a todos nuestros empleados, ya que éstos tienen la obligación de ir más allá de sus sentimientos personales y hacer su trabajo, aunque éste suponga tener que interactuar con nosotros.

Tampoco debemos olvidar que hay personas a las que lo que no les gusta es tener jefes y que, por lo tanto, van a rechazar a cualquier jefe, independientemente de lo que éste haga.  También tenemos que reflexionar sobre las causas más frecuentes por las que los jefes, en general, no gustan, por si nuestro comportamiento puede ser similar. Éstas son.

1.- El jefe parece no saber lo que está haciendo, pero actúa como si lo supiera.

2.- El jefe parece que trata con poco respeto a sus colaboradores.  Claramente cuando los jefes hablan sobre los empleados, ridiculizan o desprecian sus ideas, ignoran su input y les critican injustamente, resulta lógico que los empleados sientan que están siendo tratados sin respeto. Pero existen otros comportamientos más sutiles que también se pueden considerar como irrespetuosos, como, por ejemplo, convocar reuniones en el último minuto sin considerar los compromisos previos de los empleados, rechazar solicitudes de permisos razonables y adecuadamente solicitados  o no facilitar los recursos adecuados para que puedan realizar bien su trabajo.

3.- El trabajo gira exclusivamente alrededor del jefe, como si fuese la estrella .

4.- El jefe actúa como un cretino. Los jefes que son considerados egoístas, indiscretos, prima donas  o cotillas son con frecuencia odiados.

5.- El jefe microgestiona a los buenos empleados.

6.- El jefe no sabe lo que sus colaboradores están haciendo. Los bueno jefes entienden lo suficiente sobre el trabajo de sus profesionales como para poder guiarlos si es necesario y si no lo hacen mejor que no se entrometan.

7.- El jefe actúa como si el empleado no tuviese una vida personal y da por hecho que éstos pueden trabajar las horas que él decida o  cargar con  más trabajo del que pueden abordar en el horario laboral.

8.- El jefe no reconoce la labor de los empleados cuando ésta se debe reconocer y se atribuye todo el mérito a sí mismo.

9.- El jefe no apoya a los empleados. La confianza se rompe cuando el jefe no da soporte a sus profesionales y les señala como responsables cuando las cosas no van bien.

10.- El jefe es un bully. Los jefes que actúan así intimidan a sus empleados, les amenazan con posibles despidos y procuran acabar con su autoestima.

En otras ocasiones el jefe puede  no gustar a un colaborador por razones ajenas a él como, por ejemplo, por hacer que recuerde sus fallos, aquello de lo que carece, un pasado poco agradable, etc.

Si hacemos todo lo posible por encontrar las razones y no lo conseguimos no tendremos más remedio que aceptarlo, pero siempre tenemos que., independientemente de lo que nos diga el profesional, prestar atención a su comportamiento y ver si estamos experimentando algunos de los siguientes comportamientos, aisladamente o una combinación de ellos, acompañados por la intuición nuestra de que algo está pasando:

a).- El empleado no nos mira a los ojos pero mantiene el contacto visual con las demás personas. Cuando no nos gusta alguien nos cuesta mirarle directamente a los ojos y a la cara.

b).- El empleado procura evitarnos, deja de sonreír cuando nos ve o de reír  si estamos presentes. También el lenguaje corporal que muestra si estamos delante es negativo: brazos cruzados delante del pecho, por ejemplo.

c).- El empleado se ausenta del trabajo con frecuencia alegando  motivos relacionados con su salud.

d).- El empleado se muestra menos apasionado por su trabajo de lo que estaba con anterioridad.

e).- El empleado no nos invita a actos sociales, se comunica con nosotros por escrito, mientras con los demás la comunicación es normalmente verbal, sus respuestas son escuetas y breves ante nuestras preguntas y nos ignoran cuando nos acercamos.

f).- El empleado muestra su desacuerdo con nosotros constantemente y dimite sin ninguna razón.

Somos animales sociales y, por tanto, a la mayoría de nosotros nos gusta ser apreciados, por lo que una vez que hemos confirmado que a uno  o más empleados no les gustamos, la idea no suele ser de nuestro agrado, pero, afortunadamente, existen varias cosas que podemos hacer para gestionar, cambiar y afrontar la situación. Entre éstas, la autora recomienda:

1.- Identificar nuestra reacción, para ser conscientes de la variedad de emociones que estamos experimentando: enfado, daño, culpabilidad, temor, humillación, etc.

2.- Preguntarnos qué hay de verdad en la situación, porque puede ser  que no pretendan hacernos ningún mal.  

3.- Preocuparnos. Podemos sentir la tentación de decir que no nos importa, pero tenemos que ser conscientes de que el coste de tener en el equipo a alguien a quien no le gustamos o que hasta puede llegar a odiarnos es muy alto.

4.- Empatizar y considerar la perspectiva del empleado por si puede estar justificada la antipatía que manifiesta por nosotros.

5.- Mostrarnos directos sin agobiar. Por ejemplo, podemos decirle que sentimos que está molesto con nosotros y preguntarle  si puede ser que todavía esté pensando en la entrevista de evaluación de la semana pasada.

6.- No adoptar una actitud defensiva. El empleado puede decirnos algo que nos moleste o nos haga daño, especialmente si nos acusa de ser maleducados, incompetentes, egoístas o arrogantes, pero debemos procurar escucharle activamente y hacer preguntas para aclarar las dudas, manteniendo una actitud abierta tanto con  nuestras palabras como con nuestro lenguaje corporal.

7.- Recordar las interacciones pasadas cercanas y  disculparnos por posibles desaires cometidos.

8.- Establecer expectativas realistas y no esperar mantener amistad con nuestros empleados.

9.- No considerar la antipatía como algo personal y pensar si puede tener relación con nuestro rol de jefe.

10.- Aceptar la situación tal como es y la posibilidad de que no podamos hacer nada, pero asegurarnos de que todos realizan su trabajo correctamente.

11.- Preguntarnos si realmente importa porque la situación esté impactando en nuestro trabajo o en nuestra vida y aceptar que siempre habrá personas a las que no les gustemos.

12.- No cambiar nuestra manera de ser y actuar en el trabajo salvo que tenga sentido. No debemos intentar convertirnos en otra persona solo para intentar agradar a un compañero al que no le gustamos.

13.-Estar por encima  de la discordia y perdonar al profesional que no aprecia nuestra contribución.

14.- Encontrar formas sutiles de ayudar al empleado al que no gustamos y reconocer sus logros cuando lo merezca. Los cumplidos deben ser sinceros y honestos.

15.- Pedir consejo al empleado descontento con nosotros y tratarle con normalidad como al resto del equipo.

16.- Insistir en una actitud respetuosa. Podemos no conseguir cambiar la opinión que el empleado tiene sobre nosotros, pero debemos insistirle en que debe mostrar un comportamiento respetuoso, describiéndole la conducta inapropiada y comunicándole que ésta tiene que acabar.

Existen una serie de ventajas si conseguimos aceptar la situación si no la podemos cambiar. Entre otras son que no tendremos que obsesionarnos  por intentar complacer  a nuestra audiencia y podremos ser nosotros mismos, ni tendremos miedo a no gustar, ni pretenderemos ser quienes no somos, podremos hablar sinceramente aunque la verdad pueda resultar dolorosa de escuchar, podremos expresar libremente lo que pensamos, sin miedo, haremos lo que es correcto sin esperar nada a cambio y tendremos la oportunidad de utilizar nuestro tiempo sabiamente.

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