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miércoles, 9 de octubre de 2024

CONSECUENCIAS DE LA DISCRIMINACIÓN POR LA EDAD

 


Seb Murray en Knowledge at Wharton del pasado 3 de septiembre plantea que las discusiones públicas sobre el edadismo con frecuencia se centran en los prejuicios en relación con los adultos de más edad, con estereotipos comunes que les describen como lentos, gruñones y olvidadizos. Pero una investigación reciente liderada por Stéphane Francioli, profesor visitante en Wharton, revela que la mayor parte de las opiniones negativas en la sociedad están dirigidas realmente hacia los jóvenes adultos.

En dos grandes encuestas sobre adultos estadounidenses, Francioli y sus colaboradores han encontrado que las personas tienen opiniones más positivas de los adultos mayores que de los jóvenes, cuestionando la creencia común de que las personas más maduras aguantan el peso de los prejuicios relacionados con la edad.

Los jóvenes adultos, entre 18 y 30 años, con frecuencia se enfrentan a la condescendencia, estereotipaje y discriminación directa. Los prejuicios contra los jóvenes se suelen presentar de una forma determinada. Mientras el edadismo relacionado con los adultos de más edad encuentra sus raíces en la incomodidad asociada con el proceso de envejecer y con la edad más avanzada dentro de las etapas de la vida, el relacionado con los jóvenes surge de la percepción de que los jóvenes de hoy no están respondiendo a las expectativas marcadas por las generaciones anteriores cuando tenían esa edad. Pero los estudios sugieren que esta percepción es una ilusión  que ha confundido a las personas durante siglos, con ejemplos documentados que nos llevan hacia el pasado hasta la Antigua Grecia. En los tiempos modernos los baby-boomers, por ejemplo, se quejan de la generación X y de los millennnials diciendo que son perezosos, que se consideran con derecho a todo e ingenuos, cuando ellos mismos fueron estereotipados como indolentes, sentenciosos y “hippies” crédulos en su juventud. Por lo tanto en relación con los prejuicios sobre los jóvenes, las víctimas de ayer parece que se convierten en los perpetradores de hoy.

Por esta razón parece que se está produciendo una licencia moral por la que como todas las personas son  sido jóvenes en algún momento de su vida, es más fácil que puedan justificar sus prejuicios contra los jóvenes sin sentirse culpables o cuestionarse sus opiniones. Las personas piensan que no pueden ser acusadas de tener prejuicios contra los jóvenes, ya que han sido también jóvenes.

Pero estas creencias negativas sobre los jóvenes tienen consecuencias. Francioli destaca las frustraciones de las jóvenes generaciones, por ejemplo, con los baby-boomers, en relación al cambio climático y a la economía. Los jóvenes adultos se considera que son el futuro de la sociedad, pero su propio futuro parece lúgubre, ya que se está produciendo un reparto más inequitativo de riqueza que en épocas anteriores y van a heredar el daño medioambiental que están produciendo las generaciones anteriores.  

Las investigaciones de Francioli, también, sugieren que las percepciones negativas de los jóvenes adultos hacen que sea más difícil encontrar soluciones para estos problemas. Los adultos mayores que expresen sentimientos negativos más fuertes hacia los jóvenes estarán menos predispuestos a abordar aspectos críticos que afectan a los jóvenes. El verdadero cambio depende de las generaciones mayores que son las que tienen la mayor parte del poder económico y político necesario para que se produzca.

Mientras estudios anteriores revelaban que existían prejuicios contra los adultos mayores, los hallazgos de Francioli ponen de manifiesto que los estadounidenses los consideran bajo una luz bastante favorable. Estas opiniones han podido cambiar con el tiempo al mejorar las condiciones de vida de los mayores, que están, en la actualidad, más sanos, activos e independientes que los de las generaciones anteriores.

Las conclusiones de estas investigaciones refuerzan la idea de la necesidad de abordar el problema de la discriminación en relación con todos los grupos de edad, en lugar de generar competencia sobre quién está sufriendo más, por lo que deben fomentar políticas que apoyen a todos los grupos de edad y mantengan la sociedad unida.

 

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