Seb Murray en Knowledge at Wharton del pasado 3 de septiembre plantea que las discusiones públicas
sobre el edadismo con frecuencia se centran en los prejuicios en relación con
los adultos de más edad, con estereotipos comunes que les describen como lentos,
gruñones y olvidadizos. Pero una investigación reciente liderada por Stéphane Francioli, profesor visitante en Wharton, revela que la mayor parte de las
opiniones negativas en la sociedad están dirigidas realmente hacia los jóvenes
adultos.
En dos grandes
encuestas sobre adultos estadounidenses, Francioli y sus colaboradores han
encontrado que las personas tienen opiniones más positivas de los adultos
mayores que de los jóvenes, cuestionando la creencia común de que las personas
más maduras aguantan el peso de los prejuicios relacionados con la edad.
Los jóvenes adultos,
entre 18 y 30 años, con frecuencia se enfrentan a la condescendencia, estereotipaje
y discriminación directa. Los prejuicios contra los jóvenes se suelen presentar
de una forma determinada. Mientras el edadismo relacionado con los adultos de
más edad encuentra sus raíces en la incomodidad asociada con el proceso de
envejecer y con la edad más avanzada dentro de las etapas de la vida, el
relacionado con los jóvenes surge de la percepción de que los jóvenes de hoy no
están respondiendo a las expectativas marcadas por las generaciones anteriores
cuando tenían esa edad. Pero los estudios sugieren que esta percepción es una ilusión que ha confundido a las personas durante
siglos, con ejemplos documentados que nos llevan hacia el pasado hasta la
Antigua Grecia. En los tiempos modernos los baby-boomers, por ejemplo, se
quejan de la generación X y de los millennnials diciendo que son perezosos, que
se consideran con derecho a todo e ingenuos, cuando ellos mismos fueron
estereotipados como indolentes, sentenciosos y “hippies” crédulos en su
juventud. Por lo tanto en relación con los prejuicios sobre los jóvenes, las víctimas
de ayer parece que se convierten en los perpetradores de hoy.
Por esta razón parece
que se está produciendo una licencia moral por la que como todas las personas son
sido jóvenes en algún momento de su vida,
es más fácil que puedan justificar sus prejuicios contra los jóvenes sin
sentirse culpables o cuestionarse sus opiniones. Las personas piensan que no
pueden ser acusadas de tener prejuicios contra los jóvenes, ya que han sido
también jóvenes.
Pero estas creencias negativas
sobre los jóvenes tienen consecuencias. Francioli destaca las frustraciones de
las jóvenes generaciones, por ejemplo, con los baby-boomers, en relación al
cambio climático y a la economía. Los jóvenes adultos se considera que son el
futuro de la sociedad, pero su propio futuro parece lúgubre, ya que se está
produciendo un reparto más inequitativo de riqueza que en épocas anteriores y
van a heredar el daño medioambiental que están produciendo las generaciones
anteriores.
Las investigaciones de
Francioli, también, sugieren que las percepciones negativas de los jóvenes
adultos hacen que sea más difícil encontrar soluciones para estos problemas.
Los adultos mayores que expresen sentimientos negativos más fuertes hacia los
jóvenes estarán menos predispuestos a abordar aspectos críticos que afectan a
los jóvenes. El verdadero cambio depende de las generaciones mayores que son
las que tienen la mayor parte del poder económico y político necesario para que
se produzca.
Mientras estudios
anteriores revelaban que existían prejuicios contra los adultos mayores, los
hallazgos de Francioli ponen de manifiesto que los estadounidenses los
consideran bajo una luz bastante favorable. Estas opiniones han podido cambiar
con el tiempo al mejorar las condiciones de vida de los mayores, que están, en
la actualidad, más sanos, activos e independientes que los de las generaciones
anteriores.
Las conclusiones de
estas investigaciones refuerzan la idea de la necesidad de abordar el problema
de la discriminación en relación con todos los grupos de edad, en lugar de
generar competencia sobre quién está sufriendo más, por lo que deben fomentar
políticas que apoyen a todos los grupos de edad y mantengan la sociedad unida.
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