Una pregunta fundamental
que tenemos que hacernos, como líderes de equipos es por qué unos grupos suman
para ser mejores que la suma de sus partes y otros hacen todo lo contrario.
Hace varios años Peter Skillman realizó una competición con el fin de averiguar las causas. Durante
varios meses reunió a una serie de grupos compuestos por 4 personas cada
uno en las Universidades de Stanford,
Tokio y otros muchos lugares. Retaba a cada equipo a construirla
estructura más alta posible contando con los siguientes objetos: 20 piezas de
espaguetis sin cocinar, una yarda de cinta transparente, una yarda de cuerda y
un “marshmallow” de tamaño estándar, que era el que tenía que estar en lo más
alto. Los equipos estaban formados por estudiantes de escuelas de negocios y
por niños de guardería.
Los primeros, en todos
los casos, comenzaron a trabajar
directamente, hablando y pensando estratégicamente, examinando los materiales y
haciendo preguntas sesudas. Generaron diversas opciones y reflexionaron sobre las
ideas más prometedoras. Todo el proceso era profesional, racional e inteligente
y concluía con el reparto de tareas y el comienzo de la construcción.
Los niños pequeños
utilizaron otro enfoque. No plantearon estrategias, ni analizaron o
compartieron experiencias, no hicieron preguntas ni propusieron opciones.
Apenas hablaban entre ellos. Comenzaron a construir sin seguir un plan y sólo
se comunicaban para decir dónde se debían colocar los materiales.
El resultado de docenas
de pruebas fue que los niños construían, con diferencia, las estructuras más
altas. Entre las razones que pueden explicar este resultado es que aunque los
estudiantes de escuelas de negocios parecía que estaban colaborando entre sí
realmente se encontraban inmersos en un proceso al que los psicólogos llaman
gestión del estatus, por el que se estaban preguntando realmente cómo encajaban
en un marco más amplio : “Quién está al mando?, ¿Es correcto criticar la idea
de otro? o ¿ Cuáles son las reglas? Sus interacciones parecían sin complicaciones
pero los comportamientos subyacentes estaban llenos de dudas, ineficiencia y
competencia sutil. En lugar de centrarse en la tarea mostraban la incertidumbre
que sentían hacia los demás. Dedicaron tanto tiempo a manejar el estatus que no
llegaron a captar la esencia del problema ( el marshmallow es relativamente
pesado y lo espaguetis son difíciles de fijar y controlar). Como resultado sus
primeros esfuerzos con frecuencia se colapsaban y se quedaban sin tiempo.
Las acciones de los niños
de guardería parecían desorganizadas en la superficie. Pero si se contemplaban
en su conjunto su comportamiento era
eficiente. No competían por el estatus por lo que trabajaban juntos. Se movían
con rapidez detectando los problemas y ofreciendo su ayuda. Experimentaban,
asumían riesgos y valoraban los resultados lo que les guiaba a soluciones
eficaces. Tuvieron mejores resultados no porque fuesen más inteligentes sino
porque fueron capaces de trabajar mejor juntos.
El autor en sus
investigaciones ha encontrado que los equipos que tienen más éxito se
caracterizan por contar con una cultura que se basa en tres aspectos
fundamentales:
I.- La existencia de un
sentimiento de seguridad entre sus miembros.
II- La importancia de
compartir la vulnerabilidad.
III.- La determinación de
un propósito y valores compartidos.
I.-
LA EXISTENCIA DE UN SENTIMIENTO DE SEGURIDAD ENTRE SUS MIEMBROS
La seguridad es la base sobre
la que se puede construir una cultura sólida. Si pedimos a los miembros de
equipos o grupos que tienen mucho éxito que describan las relaciones entre sí
todos tienden a elegir la misma palabra: familia (por ejemplo, los trabajadores
de Google se llaman a sí mismos googlers o los de Pixar, pixarians). Estos equipos,
independientemente del sector, se
caracterizan por mostrar un patrón distintivo de interacción que se evidencia
no en grandes momentos o hechos sino en pequeños momentos de conexión social,
entre los que destacan:
a).- Proximidad física,
con frecuencia en forma de círculo.
b).- Gran cantidad de
contacto visual.
c).- Profusión de
contactos físicos, como por ejemplo por medio de abrazos, estrechar la mano,…
d).- Abundancia de
intercambios energizantes y breves (no
monólogos largos).
e).- Altos niveles de
intercambios: todos hablan con todos.
f).- Pocas
interrupciones.
g).- Muchas preguntas.
h).- Escucha activa.
i).- Frecuentes momentos de humor y risas.
j).- Cortesías pequeñas,
como dar las gracias, abrir las puertas, saludar atentamente,…
El autor ha percibido
que, compartir el tiempo con estos equipos es adictivo por las conexiones que
se establecen entre sus miembros. El término que se utiliza para describir
estas interacciones es química. Cuando nos encontramos con un equipo que tiene
buena “química” entre sus miembros lo
detectamos inmediatamente, fundamentalmente a través de una serie de pistas que
indican pertenencia, como por ejemplo, la proximidad, los gestos, la energía,
el lenguaje corporal,…
Estas señales de
pertenencia transmiten el mensaje de : “estas seguro aquí”. Buscan notificar a
nuestra siempre vigilante mente que tiene que dejar de preocuparse por posibles
peligros y pasar a estar en modo “conexión” , condición que se conoce como “seguridad
psicológica”.
1.- Todos los miembros
del equipo hablan y escuchan en igual medida, manteniendo las contribuciones
breves.
2.- Los miembros del
equipo mantienen altos niveles de contacto visual y sus conversaciones y gestos
transmiten energía y pasión.
3.- Los miembros se
comunican entre sí y no sólo con el líder del equipo.
4.- Los miembros
mantienen conversaciones personales dentro del equipo.
5.- Los miembros
periódicamente salen y se van a explorar fuera del equipo para volver con
información que compartir con el mismo.
Estos factores ignoran cada
una de las habilidades individuales que habitualmente asociamos con equipos de
alto rendimiento y las reemplaza por comportamientos que normalmente
consideramos tan primitivos que creemos son triviales, pero a la hora de
predecir el desempeño de un equipo Pentland y sus colaboradores han calculado
que nada es tan poderoso.
Las señales de
pertenencia, no tienen mucho que ver con el carácter o la disciplina sino con
construir un entorno que dé respuesta a estas preguntas básicas: ¿Estamos
conectados?. ¿Compartimos un futuro? Y ¿Estamos seguros?
Gregg Popovich,
considerado como uno de los mejores entrenadores de la NBA ha conseguido
grandes victorias en las que su equipo los Spurs ejecuta miles de pequeños comportamientos
desinteresados. Transmite el mensaje a sus jugadores de que pertenecen a un
equipo en el que tienen seguridad y por
tanto merece la pena esforzarse. Su método de comunicación se centra en tres
tipos de señales de pertenencia:
a).- Personales: lenguaje
corporal, atención y comportamiento que transmite: “me preocupo por ti”.
b).- Feedback sobre el
desempeño en forma de coaching continuo que traslada el mensaje de “tenemos
unos estándares muy altos aquí”.
c).- Perspectiva amplia
en forma de conversaciones extensas sobre otros temas tales como política,
historia o gastronomía que intentan transmitir la idea de que” “la vida es algo
más que el baloncesto”
Popovich comienza, pues,
por crear una conexión individual para después, señalar a los jugadores cuál es
la verdad sobre su desempeño para terminar mostrándoles el contexto más amplio
en que su interacción está teniendo lugar.
Crear seguridad en un
equipo requiere que el líder reconozca patrones, reaccione con rapidez y ofrezca
las señales correctas en el tiempo adecuado. Para ello Coyle recomienda:
1.-
Cuidar la forma de comunicar que estamos escuchando
a través de la postura física y la expresión, evitando las interrupciones.
2.-
No ocultar nuestros fallos, especialmente si somos
líderes. En cualquier interacción tenemos la tendencia natural de intentar ocultar nuestras debilidades para
parecer competentes. Si queremos construir una cultura de seguridad es un
movimiento erróneo. Lo que debemos hacer es abrirnos, reconocer nuestras
equivocaciones y pedir sugerencias, utilizando frases como: “Desde luego puedo
estar equivocado”, “¿Qué es lo que no he captado?” o “¿Qué es lo que pensáis?”.
3.-
Evitar “matar al mensajero”. Uno de los momentos más
vitales para crear una sensación de seguridad se produce cuando el equipo
comparte malas noticias o se tiene que
dar un feedback complicado. En estos momentos no sólo se tienen que tolerar las
malas noticias sino reconocer adecuadamente su valor para que “los mensajeros”
se sientan seguros para seguir diciendo la verdad aunque sea dura cuando sea
necesario.
4.-
Agradecer, agradecer, agradecer. En las culturas muy
exitosas la cantidad de agradecimientos que se escuchan es muy elevado. Existen
evidencias científicas que muestran que al hacerlo se fomenta el comportamiento
colaborativo, ya que no sólo son expresiones de gratitud sino que son señales
clave de pertenencia que generan una sensación contagiosa de seguridad,
conexión y motivación.
5.-
Disponer de un sistema de selección muy cuidadoso y concienzudo.
Decidir quién entra y quién se va es una de las más poderosas señales que un
equipo envía. La mayor parte de los que tienen éxito han construido meticulosos
procesos que buscan garantizar la adecuación, la contribución y el desempeño de
los profesionales que los integran.
5.-
Eliminar las “manzanas podridas”. Los equipos
extremadamente buenos tienen muy poca tolerancia hacia los malos
comportamientos y tienen la capacidad de identificarlos con rapidez.
6.-
Diseñar espacios de encuentro que fomenten la sensación de seguridad
y las interrelaciones.
7.-
Garantizar que todos los miembros tengan una voz,
por ejemplo no terminando una reunión hasta que todos los participantes hayan
compartido sus ideas.
8.-
Mostrar una actitud humilde, buscando formas
sencillas de servir al equipo, que contribuyan a mandar la señal de que estamos
todos juntos.
9.-
Cuidar los momentos importantes para los miembros del equipo,
fundamentalmente el día de su incorporación para facilitar la conexión del
nuevo profesional con sus compañeros.
10.-
Evitar ofrecer “sándwich” feedback. En muchas organizaciones
los líderes utilizan esta técnica, que consiste en hablar sobre algo positivo
primero, luego abordar el área que necesita mejora para terminar con algo
positivo. En teoría esta metodología tiene sentido pero en la práctica lo que
ocurre es que lleva a confusión porque las personas tendemos a centrarnos
completamente en lo positivo o en lo negativo. En las culturas que fomentan la
seguridad se separa el feedback en dos procesos diferentes. Los aspectos
negativos se gestionan a través del diálogo comenzando por preguntar a la
persona si desena recibir feedback y en caso afirmativo mantener una
conversación bidireccional centrada en el
aprendizaje y la necesidad de crecimiento personal. Los aspectos positivos se
presentan en forma de reconocimientos y halagos sinceros.
11.-
Propiciar la diversión y las risas,
ya que la risa no es solo risa sino que es la señal más importante de seguridad
y conexión.