"La aventura de vivir es aprender. El propósito de vivir es crecer. La naturaleza de vivir es cambiar. El reto de vivir es superar los obstáculos. La esencia de la vivir es cuidar. La oportunidad de vivir es servir. El secreto de vivir es atreverse. La sal de vivir es la amistad. La belleza de vivir es dar"
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jueves, 15 de agosto de 2019
miércoles, 14 de agosto de 2019
CÓMO DECIR NO EN EL TRABAJO
Joseph Grenny en hbr.org
del pasado 5 de agosto plantea que definimos los contornos de nuestro carácter
y la forma de nuestra vida por la manera en que decimos no, como por ejemplo cuando
decimos no ante demandas que pueden comprometer nuestros valores estamos
asegurándonos de que de este modo los reforzamos.
Aunque es importante
saber decir no en muchas ocasiones tememos hacerlo. Decir no es duro porque
somos una especie que considera que expresar acuerdo es una muestra de afecto y
negarnos a algo implica un rechazo. Cuando las personas no están de acuerdo con
nosotros, normalmente y frecuentemente de forma incorrecta lo interpretamos
como un signo de enemistad. Aquellos que declinan nuestras invitaciones,
muestran su desacuerdo con nuestras ideas o se oponen a nuestros planes los
consideramos como amenazas, por lo que pensamos que los demás sentirán lo mismo
si les decimos que no a algo.
El autor destaca que existen
6 condiciones que incrementan este riesgo percibido. Éstas son:
a).- Somos los nuevos. Si
nuestra reputación está sin consolidar en un grupo o ante un compañero éstos pueden
sacar conclusiones sobre nuestra personalidad de esa única interacción y pensar
que somos egoístas, cerrados o tercos.
b).- Nuestra marca
personal ya está comprometida. Decir no es todavía más arriesgado si nuestra
reputación pasada facilita interpretar nuestra posición como una expresión de
nuestras flaquezas en lugar de una respuesta ante unos hechos. Por ejemplo es
más difícil decir no a un nuevo proyecto si tenemos la etiqueta de ser vagos,
egoístas o cerrados.
c).- Nuestra lealtad está
siendo evaluada. Los equipos al tomar decisiones pueden equiparar desacuerdo
con deslealtad. El estar de acuerdo con una posición se puede ver como una
prueba del compromiso con los intereses del equipo.
d).- Nos encontramos frente
a un líder poderoso e inseguro. Resulta complicado
decir no a un líder que puede inferir que nuestro desacuerdo con su gran idea
demuestra una falta de respeto a su autoridad. También, si el líder es inseguro
puede personalizar nuestras reservas y concluir que no estamos en desacuerdo
con sus ideas sino con él.
e).- Nos enfrentamos a
una decisión grupal. Es duro decir no cuando el resto del equipo se siente
dominado por la euforia del consenso. Los grupos pueden inconscientemente
empezar a valorar más la conexión que los resultados. Cuando esto ocurre los
que disienten parece que están intentando arruinar la situación y nuestra
oposición no será bienvenida.
f).- El equipo se
encuentra exhausto ante el proceso de decisión. Si no se tiene cuidado se puede
comenzar a valorar más la resolución del proceso que los resultados por lo que
no se acepta bien que alguien manifieste sus reparos y dudas.
Entender la psicología
del problema es clave para mitigar estos riesgos. Puede ser inevitable que los
demás se sientan desilusionados por nuestra respuesta pero nuestro objetivo
debe ser que la decepción no aumente y
se convierta en insulto. Grenny propone una serie de recomendaciones para
inocularnos ante posibles atribuciones negativas cuando disentimos. Éstas son:
1.-
Argumentar nuestras razones. No decir simplemente no
sino compartir nuestros datos y hechos, nuestra lógica y el razonamiento detrás
de nuestra decisión y sobre todo los valores que motivan nuestra conclusión. Si
no lo hacemos los demás pueden llenar el vacío que dejamos con sus miedos y
prejuicios.
2.-
Transmitir que simpatizamos con los valores que nuestra posición compromete. Las
decisiones rara vez son tan simples como blanco o negro o correcto, incorrecto.
Por ejemplo podemos decir ante una situación en la que es necesario disolver un
equipo que trabaja en un proyecto social: “Lamento profundamente el tener que disolver
el equipo. Estoy de acuerdo con aquellos que creen que la sociedad agradecería
que se mantuviese para seguir haciendo el bien pero no veo como lo podemos
hacer si no tenemos un propósito bien definido”.
3.-
Proyectar una actitud segura pero no agresiva. Alienamos
más que convencemos si hacemos afirmaciones contundentes del tipo: “La única conclusión razonable a la que podemos llegar es …..” , o “ La
respuesta correcta es ….”, es mejor
mostrar que somos personas reflexivas que hemos llegado a una conclusión. Preámbulos
como “ He llegado a la conclusión de que
…..” o “Creo,,,,,” demuestran una combinación de resolución y humildad que
evita provocar conflictos innecesarios.
4.-
Pedir permiso para decir no. Cuando decimos que no a
una persona con autoridad especialmente si es alguien que puede interpretar
nuestra disensión con rechazo pues ser aconsejable pedir permiso para decir no.
Esto permite que reconozcamos su autoridad mientras mantenemos nuestra
integridad. Podemos decir , por ejemplo: “ Me has pedido que asuma un nuevo
proyecto pero pienso que es una mala idea y me gustaría decirte mis razones”.
domingo, 11 de agosto de 2019
LA IDENTIDAD DEL LÏDER II
David Pilbeam y Glenn Wallis en “Leader iD. Discover your leadership profile. Learn how to improve”,
que estamos comentando, plantean que los líderes que tienen un sentido claro de
su propia identidad conceden un gran valor a sus relaciones profesionales,
particularmente con aquellas con las que comparten metas. Se muestran generosos
con los demás y nunca están tan ocupados como para no ayudar a sus compañeros.
También, conocen las motivaciones y sentimientos de estos y saben cómo
adaptarse a todas las situaciones sociales y dejan que los demás obtengan el
crédito por los logros.
Los autores proponen
reflexionar sobre distintos aspectos para conseguir lo anteriormente expuesto:
I.-
RELACIONES
Los líderes competentes
son conscientes de que contar con un número pequeño de relaciones
significativas contribuye a un mejor desempeño. Estas relaciones clave se pueden
encontrar dentro y fuera de la organización y son imprescindibles para tener
éxito ya que el líder necesita colaboradores
que le apoyen.
Loa líderes para
desarrollar relaciones fuertes y sólidas deben:
1.-
Creer
Los mejores líderes
tienen dos creencias centrales sobre la importancia de construir relaciones de
trabajo profundas y mutuamente beneficiosas. Éstas son:
a).- El líder debe
estar presente para el beneficio de cada uno de los miembros de su equipo y
no para el suyo exclusivamente.
b).- Las relaciones
positivas pueden ser un fin en sí mismas. Los líderes fuertes no buscan
primariamente lo que pueden conseguir de esas conexiones.
2.-
Decir:
Una forma de asegurar
de que las relaciones significativas se han construido a través de la confianza
consiste en la utilización por parte de los líderes de “tú” y “nosotros” más
que “yo”, para que el foco de la conversación se desplace del líder hacia la otra
persona y transmite la sensación de que ésta es valorada genuinamente por el
líder.
3.- Hacer:
David Maister ofrece
los siguientes consejos a los líderes para desarrollar relaciones de confianza
a través de centrarse en cuatro elementos importantes, que son:
a).- Ser creíble.
b).- Ser coherente.
c).- Mostrar una
actitud abierta y animar a que las personas compartan información confidencial
escuchando activamente y demostrando empatía en la respuesta.
d).- Estar orientado en
los demás y no en nosotros mismos.
II.-
GENEROSIDAD
Ser un líder con un
alto desempeño requiere que una de sus prioridades consista en apoyar el
desarrollo y el desempeño de los colaboradores, ya que tiene claro que su éxito
es el de los demás.
Un líder orientado al
servicio se centra fundamentalmente en el crecimiento y bienestar de las
personas y comunidades a las que pertenece. Para hacerlo debe ser accesible y
estar disponible y reservar tiempo para los demás. Asimismo, se esfuerzan por
el desarrollo de sus colaboradores y en que éstos puedan demostrar las áreas en
las que son expertos en lugar de demostrar todo lo que saben.
Para ello se requiere
un patrón mental verdaderamente generoso, fingirlo no es recomendable porque
los demás lo van a percibir. En su libro “Give and take”, que hemos comentado en entradas anteriores, Adam Grant argumenta que una cualidad que determina el
éxito que va a tener una persona es su capacidad de compartir su tiempo,
recursos y conocimiento. Tener reputación de profesional generoso genera admiración
y lealtad aunque no se busque y contribuye al establecimiento de relaciones
estables que van a facilitar el logro de los resultados deseados.
Loa autores recomiendan
para cultivar una actitud generosa:
1.- Creer en la
importancia que la generosidad tiene.
2.- Pensar
constantemente cómo podemos añadir valor a los demás cuando trabajamos con
ellos y considerar cómo podemos hacerles la vida más fácil o más rica,
reconociendo siempre sus logros.
3.- Actuar, dando los
pasos necesarios para ayudarles a afrontar los retos.
III.-
AMABILIDAD Y CERCANÍA
El líder se tiene que
preguntar si es el tipo de directivo del que todos se alejan cuando entra en un
lugar o es el hacia el que todos gravitan, si es el que pone nerviosos a todos
porque no saben lo que les va a decir y cómo lo va a hacer o es el tipo de
líder que permite que los profesionales crezcan en su organización y puedan expresarse libremente sintiéndose
seguros al hacerlo.
Si el líder se
aísla está reduciendo su capacidad de
influencia y sólo la tendrá sobre aquellos que estén dispuestos, por las
razones que sean, a respetar al “líder” pero no a la persona. Muchos de estos
líderes se enorgullecen del efecto atemorizante que tienen sobre sus
colaboradores cuando en realidad tienen esta actitud tiene numerosas
consecuencias negativas, entre las que tenemos:
a).- Los profesionales
les evitan y sólo están en su compañía cuando no tienen más remedio.
b).- Sus colaboradores
no se atreven a ofrecerles en caso necesario ningún tipo de feedback negativo y
no son conscientes del efecto negativo de su actitud o de posibles errores en
su desempeño.
c).- Los profesionales
que dependen de ellos deben dedicar
mucho tiempo a ver cuál es la mejor forma de poder trabajar con ellos y para
averiguar cuál es el momento más adecuado para hacerlo, no planteando nunca
cuestiones complicadas o perspectivas alternativas a las que desea el líder.
d).- Los profesionales
terminan realizando exclusivamente los requerimientos básico de su puesto de
trabajo y nada más.
e).- Los colaboradores
no van a confiar en sus líderes y el desempeño del equipo se va a resentir.
f).- Siempre que sea
posible sus directrices se van a ver ignoradas o relegadas.
Pilbeam y Wallis
plantean que los líderes deben reflexionar para ver si poseen una de las seis
creencias limitantes siguientes:
1.- Soy un introvertido
y no me sale espontáneamente mantener una actitud abierta y cercana.
2.- No soy una persona
“de personas”.
3.- No tengo la
presencia que otros tienen.
4.- No puedo cambiar
quién soy.
5.- A otros les va bien
mi actitud, por lo que no sé por qué tengo que cambiar.
6:- Tengo una
reputación de persona dura y me ha sido útil hasta ahora.
Modificar nuestro
diálogo interno y nuestras creencias autolimitantes puede ser complicado pero
es necesario si queremos ser eficaces. Hacerlo requiere el pensar, decir y
hacer las cosas de forma diferente:
a).-
Pensar. Primero tenemos que reconocer que las cosas no van a
cambiar si pensamos que el estar cómodos con los demás no va con nosotros o no
es suficientemente importante. Si queremos transformarnos debemos comenzar por
aceptar su importancia y por comprometernos a cambiar.
b).-
Comunicar. Al hablar centrar las conversaciones en los demás y
no en nuestro ego.
c).-
Hacer. Se pueden seguir los siguientes pasos para comenzar
a adoptar una actitud más cercana hacia los demás:
1.- Hablar con los
colaboradores sobre lo que están haciendo y ofrecer nuestra ayuda y apoyo.
2.- Estar disponible
para los profesionales. Visitarles en sus lugares de trabajo.
3.- Contactar con
personas fuera del equipo directo y explorar lo que ocurre en otras áreas de la
organización.
4.- Si existe comedor y
cafetería para los trabajadores procurar frecuentarlas para establecer
relaciones informales con los colaboradores.
5.- En las reuniones y
actos saludar y mirar a los profesionales a los ojos.
IV.
RESPONSABILIDAD SOCIAL
Los líderes competentes
piensan y actúan más allá de su propio interés. Trabajan para el bien del
equipo y de la organización y manifiestan un fuerte sentido de responsabilidad.
Desean trabajar para el progreso de la sociedad y muestran una clara
orientación hacia el fomento del desarrollo de los demás. Priorizan el éxito de
la organización sobre sus intereses personales.
Un sentido claro del
propósito ayuda a generar su sentido del deber. Los buenos líderes entienden que la satisfacción y motivación
dependen no sólo de tener unas metas sino en que están sean las correctas.
Necesitan saber que su trabajo tiene un sentido y que están contribuyendo al
crecimiento de su organización y a su lugar en la sociedad.
Tener este sentido bien
definido a nivel personal va a guiar nuestra forma de trabajar. Los autores
sugieren tres formas de incorporar nuestro propósito al rol de líder. Éstas
son:
1.- Cada vez que
tomemos una decisión considerar el impacto e implicaciones de las opciones que
tenemos a nuestra disposición, para lo cual podemos preguntarnos:
a).- ¿Cuál es el reto o
asunto?
b).- ¿Qué opciones
tengo?
c).- ¿Cuáles son las
consecuencias potenciales, tanto positivas como negativas de cada opción?
d).- ¿Considerando
nuestro propósito cuál de las alternativas nos parece más atractiva?
Puede ser conveniente
incorporar a otras personas a estas reflexiones para obtener una mejor
decisión.
2.- Ampliar nuestra
influencia buscando ocasiones para ofrecer nuestros servicios a la comunidad.
Convertirnos en el mentor de algún compañero en el trabajo que no tendría la
oportunidad de contar con ayuda de otra forma.
3.- Revisar nuestro
estilo de liderazgo y comprometernos a liderar para el bien de aquellos que nos
han concedido de manera formal o informal el título de líder. Evaluar periódicamente
con los miembros de nuestro equipo nuestra actuación para ver qué corregir y
cómo mejorar.
V.-
AYUDA A LOS DEMÁS
Los líderes competentes
saben que es el cuidado y la preocupación por el trabajo y por los
profesionales lo que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso. Las
personas quieren seguir a líderes que se preocupen por ellas y no sólo por las
metas que tienen que alcanzar. La verdadera fortaleza del líder se demuestra
por lo que pueden llegar a hacer sus colaboradores. Los líderes que son
desprendidos dejan a sus egos a un lado para centrarse en la misión y especialmente en los que
tienen que implementarla.
En el caso en que la
falta de egoísmo no se manifieste de forma natural debemos pensar de forma más
consciente en lo que hacemos y en cómo lo hacemos. Por lo que debemos: pensar
antes de actuar, pensar antes de hablar y pensar después de haber hablado y
actuado. Pilbeam y Wallis plantean las siguientes recomendaciones para empezar
a sentar las bases de un liderazgo no egoísta:
1.- Dejar de decir y
empezar a preguntar. Mostrar genuino interés y preocupación por los demás por
medio de las preguntas.
2.- Ayudar a hacer el
“trabajo desagradable” de vez en cuando en beneficio del equipo.
3.- Dejar que otros
asuman el liderazgo en determinados proyectos. Al revertir los roles los
líderes no solo facilitan el desarrollo de sus colaboradores sino que dan
ejemplo de cómo se pueden adoptar distintas perspectivas.
4.- Realizar pequeños
sacrificios personales ocasionalmente para apoyar el proyecto de un compañero.
5.- Intentar que los
demás se sientan mejor y más fuertes después de estar con nosotros
preguntándoles cómo se sienten y mostrando un interés real en sus respuestas.
6.- Dedicar tiempo para
hacer coaching a los miembros del equipo.
7.- Escuchar, escuchar,
escuchar y reflexionar sobre lo escuchado.
miércoles, 7 de agosto de 2019
6 RAZONES POR LAS QUE TOMAMOS MALAS DECISIONES Y QUÉ PODEMOS HACER PARA SOLUCIONARLO
Mike Erwin en hbr.org del
pasado 1 de agosto plantea que diversas investigaciones han puesto de
manifiesto que una persona toma aproximadamente 2.000 decisiones por hora. La
mayoría son menores y son automáticas o instintivas como por ejemplo cómo vestirnos
para ir al trabajo o cuándo comer algo. Pero muchas pueden necesitar una
reflexión seria y tener consecuencias serias si no son adecuadas. Por tanto
tomar buenas decisiones es muy importante, en todas las facetas de nuestra vida
para garantizar entre otros aspectos nuestra seguridad, bienestar, relaciones,…
El autor ha encontrado
que los siguientes factores afectan negativamente la toma de decisiones y por
lo tanto cuando tengamos que tomar decisiones trascendentales debemos estar
alerta ante:
1.-
FATIGA MENTAL. Hasta
las personas con más energía no tienen energía mental inacabable. Nuestra
capacidad para el desempeño de tareas mentales y tomar decisiones se va
agotando cuando se utiliza de forma continuada. Uno de los estudios más famosos
sobre el tema mostraba que a los prisioneros se les suele conceder con mayor
frecuencia la libertad condicionada cunado la decisión se toma por la mañana.
Para contrarrestar este
efecto debemos identificar as decisiones más importantes que tenemos que tomar
y procurar priorizar el tiempo para intentar tomarlas cuando nuestros niveles
de energía son más elevados.
2.-
ESTADO DE DISTRACCIÓN MANTENIDO. El tsunami tecnológico
de la última década ha creado un entorno en el que la información y la
comunicación nunca cesan. Los investigadores sobre el tema estiman que nuestras
mentes procesan en la actualidad un volumen de información 5 veces mayor a l de
1986. Consecuentemente muchos de nosotros vivimos en un estado continuo de
distracción y luchando por centrarnos.
Para amortiguar esta
situación debemos intentar dedicar tiempo diariamente a desconectar del flujo
constante de información y no consultar los correos, noticias, redes sociales,
etc, durante ese tiempo.
3.-
FALTA DE PARTICIPACIÓN Y OPINIONES. The Kellogg School of Management ha encontrado que en una reunión típica,una media de tres personas son
las que intervienen durante el 70% del tiempo, ya que como Susan Cain explica
en su libro “Quiet” muchos introvertidos evitan hablar en las reuniones hasta
que deciden qué es lo que quieren decir, lo cual puede ser un problema porque
con frecuencia son miembros del equipo que pueden aportar las mejores ideas ya
que dedican mucho tiempo a la reflexión.
Para contrarrestar esta
situación podemos enviar la agenda de la reunión con la suficiente antelación
para que todos los participantes tengan tiempo de preparar sus contribuciones y
trabajar para crear una cultura en las reuniones que permita la participación
de todos.
4.-
MULTITAREA. Existen pocos puestos de trabajo en el
mundo actualmente que no requieran algún tipo de multitarea.Aunque esta sea la
realidad las investigaciones demuestran que el desempeño, incluida la eficacia
de la toma de decisiones se resiente hasta en un 40% cuando nos centramos en
dos tareas cognitivas al mismo tiempo.
Cuando tengamos que tomar
decisiones importantes debemos reservar tiempo para dedicarnos a una tarea
exclusivamente.
5.-
EMOCIONES. Experimentar frustración, ira, alegría, etc,
constituye una parte fundamental de la experiencia humana diaria. Pero en sus
momentos más álgidos pueden obstaculizar nuestra capacidad de tomar decisiones.
Hablar o responder a un correo cuando nos sentimos muy irritados puede generar
una situación complicada porque nuestras palabras no van a ser las correctas.
Para contrarrestar este
efecto debemos prestar atención a nuestro estado emocional y centrarnos en el
autocontrol, resistiendo la tentación de responder a las personas o tomar
decisiones cuando estamos muy alterados emocionalmente. Podemos practicar el
abandonar el ordenador o colgar el teléfono y responder o abordar la toma de
decisión cuando seamos capaces de pensar más tranquila y serenamente.
6.-
PARÁLISIS POR EL ANÁLISIS. Debido al exceso de información que
tenemos que considerar cada vez tardamos más en tomar una decisión. Aunque éste
proceso debe ser exhaustivo la mejor manera de tomar decisiones no suele
consistir en dedicar más tiempo a él o buscar más información. En lugar de ello
podemos revisar al información pertinente que necesitemos, marcar un plazo
límite para tomar la decisión y mantenerla.
Las decisiones que
tomamos determinan nuestra realidad. Impactan directamente en cómo empleamos nuestro
tiempo y en qué información procesamos o ignoramos, moldean nuestras relaciones
y contribuyen a nuestro nivel de energía y en el grado de eficiencia
alcanzaremos en varios aspectos de nuestras vidas.
domingo, 4 de agosto de 2019
CÓMO TRATAR CON PERSONAS DIFÍCILES
Roy Lilley, en “Dealing with difficult people. Fast, effective strategies for handling problem people” ,
plantea que determinadas personas complicadas son capaces de ocasionarnos
situaciones horribles y embarazosas que debemos estar preparados para superar y para ello tenemos que procurar
entender las razones por las que actúan así, para lo cual hay que utilizar abordajes
que se centren más en la razón y menos en las emociones.
La estrategia es
sencilla. No vamos a cambiar a una persona difícil siendo nosotros difíciles,
ya que no les importamos al preocuparse solo por ellos mismos. Por tanto
debemos decidir qué es lo que queremos obtener de nuestra relación con ella y
prepararnos a maniobrar para conseguir lo que deseamos.
Lilley destaca que
existen 7 tipos básicos de personalidad que se pueden considerar complicados y
difíciles de tratar. Éstos son:
TIPO
1: HOSTIL, BELIGERANTE, AGRESIVO Y OFENSIVO
Se reconoce por su
comportamiento atemorizante y suelen ser los bullies. En esta categoría tenemos
tres tipos de personalidades principales:
1.-
EL “TANQUE”: se caracterizan por atacar. Son abusivos,
intimidantes, abruptos y arrolladores. Cargan contra comportamientos
individuales y características personales. Bombardean con críticas y argumentos
incesantes. Con frecuencia obtienen sus objetivos a corto plazo pero con el
coste de pérdida de amistades y la erosión de las relaciones a largo plazo.
Robert Bransom , autor de
“Coping with difficult people” hace una serie de recomendaciones para tratar
con estas personalidades.
En este primer caso son:
1.- Dejarles tiempo para
que se calmen.
2.- No preocuparnos por
ser educados con ellos, captar su atención por ejemplo llamándoles por su
nombre o levantándonos o sentándonos de forma deliberada.
3.- Conseguir que se
sienten es una buena idea así como mirarles a los ojos.
4.- No argumentar con
ellos ni tratar de interrumpirles.
5.- Estar preparados para
ser amables.
2.-
EL “FRANCOTIRADOR”: prefiere un abordaje más protegido. Se
presentan como amistosos para atacar de una forma más sutil utilizando
indirectas. Utilizan las restricciones sociales para crear un lugar seguro desde
el que atacar por ira o envidia a sus víctimas. Compatibilizan sus misiles
verbales con gestos no verbales de juego y amistad, lo que ocasiona situaciones
en que cualquier represalia hacia ellos se puede interpretar como un acto
agresivo como si estuviésemos atacando y no defendiéndonos. Como en el caso del
“tanque” los “francotiradores” creen que poner a los demás en un mal lugar hace
que ellos destaquen positivamente.
Bransom propone:
1.- Facilitarles una
alternativa a sus desafíos, no centrándonos en sus puntos de vista sino
procurando involucrar a todos.
2.- Intentar solucionar
con prontitud todos los problemas que puedan surgir.
3.- Prevenir su actuación
fijando de forma regular reuniones para solucionar problemas.
3.-
EL “EXPLOSIVO”: sus pataletas pueden surgir de
conversaciones o discusiones que parece que comienzan de forma amistosa.
Normalmente estas rabietas aparecen cuando se sienten amenazados físicamente o
psicológicamente y la respuesta más frecuente es primero la ira seguida de la
culpabilización de los demás o la desconfianza.
En este caso Bransom recomienda:
1.- Dejarles tiempo para
que se tranquilicen.
2.- Si no lo hacen interrumpir sus pataletas con una
frase o palabra neutral como “para”.
3.- Mostrarles que les
tomamos en serio.
4.- Si es posible
procurar dedicarles un tiempo en privado.
TIPO
II: QUEJICA, GRUÑÓN Y AMARGADO
Los quejicas gimen y se
quejan exageradamente por todo pero nunca parece que puedan hacer algo para
cambiar la situación. Parece que disfrutan teniendo siempre algún motivo de
queja. Encuentran faltas en todo pero no buscan soluciones.
Las quejas constantes
pueden hacer que las personas que les rodean se pongan a la defensiva, mientras ellos creen que son
perfectos pero que no tienen poder para hacer nada por lo que tienen que
trasladar sus quejas a los que sí pueden hacer algo. Su actitud va acompañada
de un fuerte sentido de cómo piensan que tienen que ser las cosas y cualquier
desviación origina sus reproches. Las quejas son una forma de reafirmar que no
tienen el control ni son responsables de las cosas que se hacen mal reafirmando
su perfeccionismo.
Con estas personas
Bransom sugiere que:
1.- Escuchemos
atentamente a sus quejas y reconozcamos lo que dicen parafraseando sus
afirmaciones.
2.- No nos mostremos de acuerdo o nos disculpemos por sus alegaciones y evitar los argumentos ping- pong ( acusación
– defensa – acusación,…).
3.- Establezcamos y
reconozcamos los hechos sin comentarios.
4.- Intentemos ir hacia la
solución de problemas haciendo preguntas específicas e informativas.
5.- Si todo falla
preguntar al quejica cómo le gustaría que terminase la conversación.
TIPO
III.- SILENCIOSO, INDIFERENTE E
INSENSIBLE
Este tipo de personas
responde a las situaciones desagradables cerrándose y si les preguntamos qué es
lo que piensan contestarán con un gruñido.
Utilizan el silencio como
arma defensiva para evitar revelarse a sí mismos y posibles reprimendas. Por
otra parte se puede usar, también, como un mecanismo agresivo, ofensivo para
ocasionar daño al negar el acceso a nosotros. En ocasiones la falta de
respuesta es una señal de desconfianza lo que puede explicar la necesidad de
una actitud hermética o una forma de evitar la propia realidad, ya que las
palabras pueden revelar pensamientos o miedos del que habla.
Tratar con este tipo de
personas puede ser muy complicado por las barreras a la comunicación que construyen, que se
manifiesta también con un lenguaje corporal caracterizado por mirar fijamente,
con rabia, frunciendo el ceño y con los brazos cruzados reflejando incomodidad.
Bransom propone que en
nuestras relaciones con este tipo de personas:
1.- En lugar de intentar
interpretar lo que significa su silencia debemos tratar de que se abran.
2.- Hagamos preguntas
abiertas y esperemos pacientemente su respuesta.
3.- No llenemos sus
silencios con nuestras conversaciones.
4.- Reservemos tiempo para
procurar que nos respondan y si no lo hacen comentar sobre lo que está pasando
y terminar con una pregunta abierta. Si no responden volver a comentar lo que
está pasando y esperar otra vez.
5.- Si finalmente se
abren ser atentos y si no lo hacen terminar la reunión fijando una nueva fecha
e informarles de lo que pensamos hacer ya que la conversación no se ha podido
llevar a cabo.
TIPO
4: EXCESIVAMENTE AGRADABLE
Es la persona que siempre
se muestra razonable, sincera y dispuesta a prestar apoyo delante de nosotros
pero que luego no hace todo lo prometido. Quieren ser amigos de todos ya que
desean captar su atención, pero tienen un lado oscuro ya que tienden a aceptar
nuestros planes para luego dejarnos colgados.
Buscan desesperadamente
el ser queridos y aceptados por todos y por tanto dicen las cosas que piensan
que los demás quieren oír. También utilizan el humor para facilitar las
conversaciones con los demás. El problema es que nos llevan a pensar que están
de acuerdo con nuestras ideas y planes y luego su apoyo no se materializa.
Bransom recomienda que
ante este tipo de personas:
1.- Hagamos aflorar los
hechos que están evitando que el superagradable actúe.
2:- Les transmitamos que
les valoramos como personas.
3.- Les pidamos que nos
informen sobre las cosas que pueden interferir en el mantenimiento de una buena relación con ellos.
4.- Les pidamos que nos
digan cuáles son los aspectos de nuestro producto o servicio que piensan que no
son lo suficientemente buenos.
5.- Nos mostremos dispuestos
a llegar a compromisos y a negociar si surge un conflicto.
6.- Procuremos detectar si
tras su humor existen mensajes ocultos.
TIPO
5: EL NEGATIVO
Este tipo de persona
ejerce una influencia corrosiva en los equipos y puede resultar muy
desmotivadora a nivel individual. Se caracteriza por ser una personalidad que
no sólo se muestra en desacuerdo con cualquier sugerencia del equipo sino que
es la primera en criticar sus progresos. Aunque las críticas puedan ser
interpretadas como constructivas alteran el progreso en el entorno laboral y
pueden impactar de forma negativa en las relaciones interpersonales.
Una variante es la
formada por el grupo de los escépticos., que como los negativos dedican su
tiempo a destrozar y a encontrar fallos en todo lo que se dice.
Normalmente estas
personalidades surgen del sentimiento de que no tiene poder sobre sus propias
vidas y aunque sienten un tremendo resentimiento por la forma en que piensan
que les trata la vida creen que cualquier proyecto o tarea que no realicen
ellos va a fallar.
Ante un pesimista Bransom
sugiere:
1.- Estar alerta ante el
potencial existente en nosotros mismos y en nuestro equipo de ser arrastrados
por el desánimo.
2.- Procurar recordar
éxitos pasados a la hora de resolver problemas similares.
3.- No intentar argumentar
para sacarlos de su pesimismo.
4.- Cuando una
alternativa se esté considerando seriamente, plantear los aspectos negativos que
pueden surgir ante su implementación antes de que lo haga el negativo y estar
dispuestos a actuar anunciando nuestros planes para hacerlo.
TIPO
6: EL SABELOTODO
Sienten la necesidad imperiosa de ser reconocidos por
su capacidad intelectual. Son aburridos, pesados y tediosos y suelen ser
personas muy complejas que pueden llegar a comportarse como bullies. Parece que
están tan seguros de que siempre tienen razón que parece inútil argumentar con
ellos. Pueden ser muy persuasivos y les gusta comunicar como si estuviesen
hablando a un niño,, queriendo dominar las conversaciones y ser el centro de la
atención. El problema es que en muchas ocasiones no son expertos de los temas a
tratar y no les importa inventar datos para disimular su ignorancia.
Normalmente las personas
que se enfrentan a situaciones en que están involucrados los “sabelotodo”
experimentan una gran frustración que va a originar tensiones en el trabajo.
Las respuestas que
Bransom plantea ante este tipo de personalidades son:
1.- Prepararnos bien
revisando todos los datos pertinentes, comprobando su exactitud.
2.- Escuchar
cuidadosamente y parafrasear los puntos principales de sus propuestas para
evitar el exceso de explicaciones,
3.- Evitar afirmaciones
dogmáticas.
4.- Para mostrar nuestro desacuerdo
hacer preguntas en las que planteemos nuestras dudas y que sirvan para reexaminar los
planes.
5.- Como último recurso
pensar en subordinarnos para evitar la parálisis y con el fin de intentar
construir una relación de igualdad en el futuro.
6.- Si el sabelotodo no
se muestra amenazante o como un bully podemos plantear los hechos o las
opiniones alternativas de forma lo más descriptiva posible como nuestras
propias percepciones de la realidad y de manera que no se sientan mal por ser
cuestionados.
TIPO
7: EL INDECISO Y TITUBEANTE
Dentro de un indeciso se
encuentra un perfeccionista tratando de aflorar, pero que parece que no lo
consigue. Según Robert M. Bramson este tipo de personalidad puede aparecer de
dos formas:
a).- Las cosas se tienen
que hacer como ellos dicen o no se hacen.
b).- Plantean un exceso
de alternativas que dificultan que se pueda tomar una decisión.
Con frecuencia tienen
dificultades para comunicar sus pensamientos, necesidades u opiniones a
aquellos que les rodean y conviven mal con el estrés. Para poder gestionar el
estrés tienden a procrastinar lo que afecta negativamente a sus compañeros de
trabajo, que terminan perdiendo la ilusión y el compromiso con el proyecto o persona con lo que el equipo acaba
fracasando.
A pesar de su éxito a la
hora de evadir tomar decisiones se estresan por otras múltiples causas y son
maestros en comunicar sus decisiones por medios indirectos como el lenguaje
corporal. En ocasiones ocultan información porque no saben cómo puede ser
recibida por el equipo.
Bransom recomienda ante
este tipo de personas:
1.- Facilitar el que el
indeciso nos cuente sobre sus reservas o temor de posibles conflictos que están
evitando que tome decisiones.
2.- Procurar detectar
palabras indirectas, titubeos y omisiones que pueden ofrecer pistas sobre áreas
problemáticas.
3.- Cuando haya aflorado el problema ayudarles a resolverlo
con una decisión.
4.- En ocasiones su
reservas estarán relacionadas con nosotros, Si este es el caso debemos
reconocer cualquier problema pasado y proponer un plan para solucionarlo
pidiendo ayuda si es necesario.
5.- Si no somos parte del
problema debemos concentrarnos en ayudar al indeciso a que examine los hechos
para buscar soluciones alternativas con un orden de prioridad.
6.- Apoyar al indeciso
después de que parezca que ha tomado una decisión para que la lleve a cabo.