David Pilbeam y Glen Wallis en “Leader iD. Discover
your leadership profile. Learn how to improve¡” plantean la
necesidad de que los líderes conozcan su perfil, tanto sus características
personales como sus habilidades de liderazgo para conseguir desarrollarse para
lograr ser grandes líderes.
Cuando los líderes
cuentan con un sentido claro de su propia identidad el desempeño de la
organización florece. Comprender cómo son como personas les permite tener éxito
en su rol como líderes y les va a aportar la confianza necesaria para procurar
liderar bien.
El entorno de trabajo
actual está cambiando rápidamente, por ejemplo los silos y funciones están
desapareciendo y surgen los equipos de proyectos, los equipos virtuales y
numerosas formas de relaciones contractuales nuevas, En este contexto los
líderes para tener éxito deben:
a).- Sentirse cómodos
en la ambigüedad.
b).- Ser flexibles en
sus pensamientos e ideas.
c).- Ser capaces de
centrarse en lo distintivo y único no solo de las situaciones sino de las
personas.
d).-Mostrarse abiertos
a una amplia gama de opiniones que pueden desafiar los cimientos de verdades,
valores y creencias largamente
mantenidas.
Este nuevo mundo del
trabajo requiere, también un nuevo tipo de confianza que no procede
exclusivamente de la experiencia y conocimientos sino de la creencia en las
propias habilidades para triunfar en situaciones complicadas. Los líderes especialmente
deben ser conscientes y creer que sus comportamientos y acciones son
responsables de los buenos resultados.
Al tiempo de adaptarse
y ejercer de modelos los líderes deben desarrollarse a sí mismos al tiempo que
a sus colaboradores. No asumir esa necesidad de cambio no es una opción. Los
líderes deben ser capaces de apreciar lo distintivo de cada individuo con el que
trabajen y adaptar su estilo de liderazgo. No hay que olvidar que en 2018, por
ejemplo, los millennials representarán el 75% de la fuerza laboral y los
líderes deberán estar preparados para responder a sus expectativas.
Los estilos de
liderazgo con frecuencia reflejan los contextos en los que son ejecutados. La
revolución industrial se caracterizó por un tipo de liderazgo dictatorial en el
que lo que decía el líder debía ser seguido sin cuestionar por lo trabajadores.
Éstos se consideraban un recurso y como oposición surgieron los sindicatos que
gozaban de un gran poder.
En la actualidad
estamos viviendo en una sociedad más pluralista donde la capacidad de elección
y las libertades para la mayoría son prácticamente ilimitadas. Con la llegada
de las tecnologías y de los entornos de trabajo constantemente cambiantes la
teoría de liderazgo se ha expandido para reflejar esta nueva situación e
incluye una serie de enfoques dirigidos a lograr un liderazgo altamente
efectivo. Entre estos destacan:
a).- El liderazgo de
servicio.
b).- El liderazgo
auténtico.
c).- El liderazgo con
coraje.
d).- El liderazgo
integrador.
La clave se centra en
que si queremos liderar de forma efectiva debe existir una sintonia con el contexto
en el que lideramos.
Algunas investigaciones están demostrando que el rol del líder se encuentra profundamente
incrustado en la psicología humana, así como el de seguidor. Se ha descubierto
que el liderazgo está asociado con una parte muy reducida de nuestro código
genético que se conoce como rs4950 (De Neve, Mikhaylov, Dawes, Christakis yFowler). El liderazgo sería pues fruto de unas condiciones naturales y de un
desarrollo posterior, que comienza por el trabajo con nuestra identidad
combinándolo con el desarrollo de una serie de habilidades.
La IDENTIDAD la podemos definir como: “la forma en que somos
percibidos por los demás y por nosotros mismos. No se trata sólo de nuestra
apariencia (nuestra identidad externa) sino de cómo nos sentimos (identidad
interna)”.
Ser un líder en este
contexto sería “tener la capacidad de facilitar comportamientos humanos y
desempeño organizacional positivos, incluyendo en nosotros mismos”. Los líderes
altamente desarrollados parece que son capaces de articular una filosofía clara
de liderazgo que puede estar influida por experiencias pasadas o por factores
culturales, políticos o psicológicos. El desarrollo de una historia coherente y
aceptable de cómo queremos liderar es un paso esencial si queremos liderar con
seguridad y confianza. Nuestra filosofía de liderazgo existe dentro de nosotros
pero puede ser que tengamos que descubrirla. El desarrollo de una identidad
como líder requiere que identifiquemos las cualidades de liderazgo que poseemos
y que van a hacer que los demás quieran seguirnos y comenzar a utilizarlas y
desarrollarlas de forma consciente.
El liderazgo es un
proceso de interacción social con los seguidores y en un contexto
organizacional, por lo que su desarrollo debe tener lugar en la intersección de
estos tres elementos.
Conocernos a nosotros
mismos y saber qué líder queremos ser resulta esencial si queremos desarrollar
un estilo de liderazgo que refleje nuestras creencias y valores personales.
La excelencia no es el
resultado de una misteriosa cualidad que existe dentro de nosotros sino que es
el producto de una rutina y requiere trabajo, motivación y atención a lo que
los autores consideran como los
principios fundamentales:
1.-
A).-
APRENDIZAJE. En términos de crecimiento de nuestra
identidad como líderes se refiere al proceso de descubrir nuevas formas de
hacer las cosas. Puede estar promovido por la necesidad de resolver nuevos
problemas o de probar nuevos enfoques. Suele conducir a la incorporación de
nuevo conocimiento, habilidades y como consecuencia competencias.
B).-DESARROLLO.
En relación con el incremento de la capacidad de adaptación a entornos
crecientemente complejos de una forma que sea sostenible.
Todos tenemos el
potencial para crecer a lo largo de nuestra vida y cambiar y adaptarnos l
entorno en el que vivimos. Un líder altamente desarrollado es capaz de pensar
con claridad en situaciones con niveles altos de complejidad e incertidumbre.
2.-
PRÁCTICA. PENSAR EN HACER NO ES HACER
Las intenciones y los
planes no son acciones. Nuestra identidad de líder se va a desarrollar a través
de una combinación de pensamientos y acciones, por tanto por la práctica.
Practicar las actuaciones correctas con frecuencia e intensidad conduce a un
desempeño de liderazgo mejorado. Para ello tenemos que aclarar:
a).- Qué es lo que tenemos
que practicar.
b).- De qué forma
tenemos que hacerlo.
c).- Las habilidades
específicas que tenemos que desarrollar.
Los mejores líderes son
aprendices que entienden la importancia de la práctica centrada y la
implementan para dar respuesta a su potencial, a través de pequeñas mejoras
continuas que poco a poco se van a convertir en algo grande.
3.-
CAMBIO
Las personas se
desarrollan como líderes con mayor rapidez cuando se sienten responsables de su
progreso en lugar de esperar que sea una demanda de sus jefes o compañeros.
Un buen líder se siente
obligado a desarrollar su talento al nivel máximo posible. Considera que es su
responsabilidad obtener el máximo de sus posibilidades, sin depender de las
elecciones que puedan hacer los demás al respecto.
4.-
DESPERTAR Y CRECIMIENTO
Despertar en términos
de liderazgo implica apartar cualquier deseo de controlar a los demás y
abrirnos a la opción de que nuestra versión de la realidad puede ser solo una
de muchas posibles interpretaciones. Los líderes eficaces aceptan perspectivas
frescas y se muestran flexibles en sus enfoques. Están dispuestos a aprender y
valoran mucho sus relaciones con los demás con lo que la calidad de su
pensamiento y de su capacidad de resolver problemas se incrementa.
5.-
CAPACIDAD DE MIRAR HACIA DENTRO Y HACIA FUERA
Podemos profundizar en
nuestras cualidades de liderazgo si miramos a nuestro interior y entendemos
nuestra naturaleza, nuestras motivaciones, nuestros patrones de
pensamiento e intuiciones y miramos al
exterior comprometiéndonos con los demás , con nuevos conceptos e ideologías
para generar nuevas perspectivas que añadirán significado a nuestro trabajo con
nuestros colaboradores.
Los líderes
excepcionales sistemáticamente buscan entender y desarrollar todos los factores
que contribuyen al logro de sus metas. Todos los días al finalizar la jornada
laboral o después de eventos clave se hacen preguntas de este tipo:
a).- ¿Cuál era el
resultado que deseaba?
b).- ¿Cuál ha sido el
resultado real?
c).- ¿Qué
comportamientos míos han contribuido a ese resultado?
d).- ¿Qué cosas nuevas
he aprendido sobre el cómo y el dónde puedo tener que centrarme en el futuro?
e).- ¿Qué he reforzado
de lo que ya sabía?
f).- ¿Qué es lo que me
queda por descubrir todavía?
g).- ¿Qué es lo que
tengo que mantener o mejorar para la próxima vez?
Es un error pensar que
los buenos líderes están en constante movimiento de una reunión a otra o respondiendo
correos sin parar, ya que saben dedicar tiempo a la reflexión sobre lo que
funciona y lo que no y a cómo mejorar y fomentan el que sus colaboradores
reserven tiempo y espacio para hacer lo mismo.
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