Jennifer Moss en
hbr.org del pasado 1 de julio plantea que todos conocemos la frase: “Si amas lo
que haces nunca trabajarás un solo día en tu vida”, pero que ésta no se
corresponde con la realidad: es una idea agradable pero un mito total. Cuando
equiparamos “trabajo que amamos” con “no estar trabajando” propagamos la
creencia de que si lo amamos tanto deberíamos estar continuamente trabajando y
no necesitaríamos días libres y de descanso puesto que no estamos realmente
trabajando. Este tipo de mentalidad conduce al burnout y sus consecuencias
pueden ser funestas y difíciles de detectar.
Durante décadas el
término burnout ha sido banalizado y acusado injustamente posteriormente de ser
un producto del primer mundo surgido fundamentalmente por los deseos de los
millennials y los profesionales de la generación Z para lograr una mayor
equilibrio entre la vida personal y profesional. La realidad muestra que la
fuerza laboral joven tiene razón y paradójicamente al incrementar sus demandas
sobre un trabajo que tenga un sentido,
cuanto más trascendental mejor, (están dispuestos a ganar hasta un 32% menos
por conseguirlo) el burnout, especialmente el ligado al propósito continuará
aumentando. Por ejemplo en una encuesta
Gallup entre 7.500 profesionales con trabajo a tiempo completo el 23%
respondieron que sentían los efectos del burnout con frecuencia.
Recientemente la
Organización Mundial de la Salud ha incluido el burnout en su clasificación
internacional de enfermedades: IDC-11 destacando que se refiere de forma
específica a fenómenos que surgen en un contexto ocupacional, a un síndrome
resultado de estrés crónico en el trabajo que no se ha gestionado
adecuadamente. Las OMS señala que el síndrome se caracteriza por tres
dimensiones:
a).- Síntomas de
falta de energía o agotamiento.
b).- Incremento de la
distancia mental con el trabajo y sentimientos de negatividad o cinismo
asociados al trabajo.
c).- Reducción en la
eficacia profesional.
Aunque el burnout puede
afectar a cualquiera independientemente de la edad o el tipo de organización,
es importante tener en cuenta que en algunos sectores o roles el riesgo se
incrementa, como por ejemplo el trabajo movido por un sentido, esto es trabajos en el que los profesionales pueden sentir que lo aman o sienten pasión al
desempeñarlos. Según un estudio publicado en “Journal of Personality” este tipo
de tareas pueden alimentar una pasión obsesiva en lugar de armoniosa, que
predice un incremento de los conflictos y del burnout. En la lista de la
Clínica Mayo sobre los 6 riesgos principales de burnout, 2 están relacionados
con este patrón mental: “te identificas tanto con tu trabajo que careces de
equilibrio entre tu vida laboral y personal” y/o “Trabajas en una profesión de
ayuda”.
Los ejecutivos muy
centrados en la misión de sus organizaciones, los profesionales de
organizaciones no lucrativas, los profesores y los trabajadores sanitarios,
especialmente los médicos y enfermeras son algunas de las profesiones con un
mayor riesgo de padecer burnout. Edward Ellison escribió en un artículo publicado
en Annals of Internal Medicine que: “Más allá de la ansiedad, insomnio,
depresión, agotamiento físico y emocional y pérdida de capacidad cognitiva para
concentrarse asociadas con el burnout en los médicos aproximadamente de 300 a
400 facultativos se quitan la vida anualmente”. Este índice de suicidios es un
40% más alto que el de la población masculina en general y un 130% más elevado
en el caso de las mujeres.
Además de en los
profesionales de la salud el burnout puede aparecer, también, cunado los
líderes asimilan el trabajar muchas horas con las posibilidades de promoción y
se espera que los trabajadores acudan al trabajo independientemente de que
estén sanos o enfermos y cuando las condiciones de trabajo dificultan las
relaciones y favorecen el aislamiento.
Ellison para mitigar
estos efectos negativos recomienda mantener una actitud alerta para detectar
cuándo la pasión se convierte en un arma de doble filo: “Si te sientes tan
inspirado para hacer lo que haces es difícil que seas capaz de poner límites
por lo que debemos enseñar a los profesionales que fijar límites es lo correcto
y que permite ser más eficaces y poder ayudar mejor a los que queremos servir.
Caroline Elton, autora
de “Also human. The inner lives of doctors” está de acuerdo en que es responsabilidad de los líderes el
cuidar del bienestar de sus trabajadores y recomienda la utilización de
indicadores indirectos para monitorizar la situación tales como el absentismo y
la rotación, la existencia de políticas antibullying. también sugiere que los
líderes no utilicen excesivamente el concepto resiliencia pues puede parecer
que los profesionales tienen que ser capaces de evitar o de recuperarse del
burnout por sí mismos.
La autora concluye
reconociendo que aunque al final del día todos queremos volver a nuestras vidas
personales sintiéndonos inspirados y motivados por un día de compromiso
apasionado con un trabajo que tiene un sentido, ya que es preferible a la
monotonía y el aburrimiento, debemos ser cuidadosos porque puede producir
burnout. Por tanto debemos estar alerta y si detectamos que nuestra pasión por
el trabajo o la de nuestros colaboradores se ha tornado demasiado excluyente
puede ser el momento de tomar un descanso o facilitar que los demás lo tomen. .
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