Debora Ancona, Elaine Backman y Kate Isaacs en la edición de julio – agosto de Harvard Business Review plantean que aunque últimamente nadie recomienda el liderazgo de ordeno
y mando no ha surgido ninguna alternativa que se haya consolidado en su totalidad.
Esto está ocurriendo en parte porque los ejecutivos de alto nivel se muestran
ambivalentes a la hora de cambiar su propio comportamiento. Son conscientes de
que las organizaciones necesitan ser más innovadoras y sospechan que esto no
pasará si no están dispuestos a trasladar parte del poder, la toma de
decisiones, la asignación de recursos en niveles más bajos de las mismas, pero
se sienten aterrorizados ante la posibilidad de que surja el caos y ellos
pierdan el control como consecuencia.
En sus investigaciones desde
el MIT las autoras buscan comprender cómo estas tensiones se gestionan en organizaciones que tienen un historial
consistente de innovación continua. Para ello analizan en profundidad dos
organizaciones que existen desde hace varios años y que por tanto se han tenido
que ir adaptando a condiciones cambiantes manteniendo una gran capacidad de
innovación. Éstas son PARC, la empresa de XEROX dedicada a la investigación y
el desarrollo ubicada en Silicon Valley y W. L. Gore & Associates .
En el estudio han
identificado tres tipos de líderes:
I.-
EMPRENDEDORES
Se suelen concentrar en
los niveles más bajos de la organización, crean valor para los clientes por
medio de nuevos productos y servicios y colectivamente hacen que la
organización avance por territorios inexplorados.
Buscan y captan las
oportunidades de crecimiento. Suelen mostrar tres características:
1.-
Confianza en sí mismos y disposición a actuar
Estos líderes creen en sí
mismos. Experimentan y se muestran resilientes al enfrentarse a los fracasos.
2.-
Un patrón mental estratégico
Comprenden las metas de
su organización, unidad de negocio y equipo en un nivel muy profundo y cuando
actúan lo hacen para conseguir alcanzar dichos objetivos. Buscan muevas
oportunidades y perfeccionan y redefinen las ideas sobre los productos y
servicios para adaptarlos a las necesidades cambiantes de los clientes.
La incorporación de las normas culturales ( “cómo se hacen las
cosas aquí” ) es una parte en el desarrollo de un patrón mental estratégico tan
importante como la comprensión e interiorización del modelo de negocio.
3.-
La habilidad de atraer a los demás
Los líderes de ambas
compañías no “reciben” seguidores, tienen que ganárselos. Muchos nuevos
proyectos de desarrollo de productos o servicios no comienzan por la sugerencia
del directivo de más alto nivel sino que lo hacen porque un individuo o grupo
se interesa ante una oportunidad, profundiza en el tema y valora si merece
realizar alguna inversión posterior. En este punto los emprendedores deben ser
capaces de captar personas para formar un equipo y los recursos financieros
necesarios. Para ello necesitan ser persuasivos, tener seguridad en sí mismos y
con frecuencia un buen historial en relación con la innovación en productos.
Una vez que los
voluntarios han formado un equipo el líder emprendedor toma inicialmente las
riendas, Pero esto no significa que los profesionalmente le sigan ciegamente ya
que en las dos organizaciones existe un gran compromiso con la toma de decisiones
colectiva. Por tanto, los líderes emprendedores deben tener la suficiente
confianza en sí mismos como para atraer a las personas a un proyecto pero deben
estar abiertos a cambiar el rumbo si se les presentan argumentos basados en la
evidencia.
Las tres cualidades
mencionadas permiten el desarrollo de ideas innovadoras sobre el desarrollo de
productos y servicios que están alineadas con los objetivos estratégicos y que surgen
de abajo a arriba dentro de las organizaciones. Las tres florecen, en parte,
gracias a la intervención de tres pilares culturales:
a).- La autonomía en el
trabajo. La libertad de cambiar de compromisos de trabajo permite la asignación
rápida y voluntaria de los profesionales a nuevos proyectos cuando las necesidades
aparecen.
b).- La práctica de hacer
muchas pequeñas apuestas y facilitar recursos “just in time”. Es imposible
saber qué ideas van a funcionar por lo que muchas iniciativas son necesarias.
En ambas organizaciones existen procesos de revisión colectivos para determinar
qué ideas se van a seleccionar, asegurando de esta forma que son escogidas las
mejores y que los fondos son asignados sin necesidad de largas esperas para la
aprobación del equipo más senior.
c).- Liderazgo de “subir
y bajar”. En las dos empresas se defiende la idea de que cualquiera y no sólo
aquellos que ocupan posiciones formales de autoridad pueden liderar. En Gore,
por ejemplo, todos los participantes en el desarrollo de nuevos productos deben
mostrar el deseo de saber cuándo van a tener que liderar, lo que implica el ser
capaces de discernir, también, cuando deben ser seguidores. Este proceso
demanda humildad, respeto y el poner el éxito del equipo y de la compañía por
encima de los logros propios.
II.-
FACILITADORES
Son los que se suelen
encontrar en niveles medios de la organización y se aseguran de que los emprendedores
cuentan con los recursos e información
que necesitan.
Tienen más experiencia
que sus compañeros emprendedores y suelen estar en un nivel superior jerárquico
se centran en ayudar a los líderes de los proyectos para su desarrollo
individual, para afrontar y superar los obstáculos organizacionales, a conectar
unos con otros fundamentalmente. Determinadas habilidades son claves para ello:
1.-
Capacidad como coaches y mentores
Este tipo de líderes deben
actuar más como coaches o mentores que los jefes tradicionales. Tienden a hacer
preguntas más que a ofrecer directrices explícitas, evitando caer en la
tentación de solucionar los problemas para evitar que los líderes emprendedores
caigan en la dependencia.
Una parte importante de
la labor de coaching consiste en ayudar a los
equipos durante el proceso de desarrollo de producto.
Estos líderes también
ayudan a los profesionales a pensar en su propio desarrollo procurando encajar las
necesidades de los mismos con las de la organización de cara a afrontar roles
cada vez más complejos.
2.-
Capacidad para ayudar a establecer conexiones
Mientras el coaching
apoya a los líderes emprendedores en su crecimiento individual el ayudarles a conectar entre si
facilita que éstos experimenten “colisiones creativas”.
Los líderes facilitadores
normalmente tienen una visión más amplia
que los líderes de equipo de lo
que está pasando dentro y fuera de la organización por lo que pueden detectar
oportunidades para crear valor y “huecos estructurales” que deben llenarse corregirse. En ocasiones conectan a los emprendedores con los usuarios finales
y en otras promuevan las conexiones entre proyectos similares o complementarios
dentro de la organización. También se aseguran que los distintos departamentos
conozcan lo que están haciendo los demás.
3.- Capacidad de
comunicación
Los líderes facilitadores
se esfuerzan en conseguir que todos los profesionales de su organización
conozcan y comprendan su modelo de negocio y procuran mantenerles actualizados
compartiendo la información sobre oportunidades emergentes y cambios en el
entorno externo.
También se centran en
asegurar que todos sepan lo que hacen sus compañeros dentro de la empresa.
Otros pilares culturales
que favorecen el trabajo de este tipo de líderes son el acceso rápido a la
información y los altos niveles de conectividad dentro de las compañías así
como la utilización de la visión, los valores y las reglas como sistemas de
contención a la hora de tomar decisiones.
III.-
ARQUITECTOS
Se encuentran cerca de la
cúpula de las organizaciones, cuentan con la visión global de las mismas y
monitorizan la cultura, la estrategia de alto nivel y la estructura.
No sólo son capaces de responder
ante las amenazas y oportunidades externas sino que actúan como supervisores de
operaciones internas y como tales pueden ampliar una acción surgida desde un
nivel inferior y detectar y solucionar problema s no detectados en las unidades.
Las autoras observaron, también,
que ambas empresas integran normas culturales, muchas desde sus comienzos, que
apoyan la innovación y la resiliencia. Las más importantes de éstas pueden ser
la creencia compartida de que el “liderazgo” se debe apoyar en aquel
profesional que esté mejor posicionado para ejercerlo independientemente del
puesto.
Estos tres roles de
liderazgo junto a las normas culturales han permitido a las dos organizaciones a
convertirse en autogestionadas a un nivel elevado. Muchos profesionales definen
y escogen sus asignaciones de tareas, los nuevos productos y servicios son
propuestos por los equipos de trabajadores que pueden abandonarlos si el
proyecto pierde “fuelle”. Se reserva financiación para los proyectos que atraen
más a los profesionales y si van demostrando sus posibilidades y van teniendo
éxito reciben más recursos. De esta forma se ponen en marcha numerosos
proyectos y los trabajadores van eligiendo aquellos que quieren apoyar y el
talento se va agrupando alrededor de las buenas ideas y alejándose de las malas
que se dejan extinguir. Al contar los profesionales con mucha autonomía las
personas con talento siempre están disponibles para empezar y unirse a nuevos
proyectos y al estar distribuido el poder en toda la organización las personas pueden proponer y defender
nuevos proyectos y al facilitar las “colusiones creativas” los proyectos
aislados o en silos se convierten en colaborativos.
Las autoras destacan tres
aspectos de estas organizaciones como fundamentales:
1.-
El liderazgo distribuido. En ambas empresas un elevado número
de sus profesionales se consideran líderes ya que su cultura es lo que espera
de ellos. Como resultado tienen un colectivo de líderes disponibles y las
riendas pueden pasar de unas manos a otras según lo vaya necesitando la
situación.
Los diferentes tipos de
líderes descritos interactúan unos con otros todo el tiempo y los roles pueden
ser fluidos. Por ejemplo los líderes facilitadores si la ocasión lo requiere
pueden ser capaces de abordar campañas de cambio que en otros casos serían
asumidas por los líderes arquitectos.
2.-
El poder de muchos. Las estrategias de crowdsourcing van a
determinar que se vayan asignando más recursos al irse incorporando más
personas a los proyectos y al contar con muchos profesionales analizando el
entorno, hablando con los clientes y actuando de acuerdo con lo que ven toda la
organización es ágil y capaz de moverse en nuevas direcciones.
3.-
Los procesos equilibran la libertad y el control.
El gran temor que surge ante este tipo de organizaciones es que puedan caer en
el caos. Pero ambas empresas muestran cómo es posible construir procesos que
puedan mantener el orden mejor que otras regulaciones burocráticas mientras
apoyan al mismo tiempo la innovación. Tenemos que tener en cuenta que:
a).- Como los individuos
tienen que ser persuadidos para que se unan a un proyecto su feedback y dudas
se incorporan desde etapas muy iniciales al desarrollo del proyecto con lo que
el talento se va a alejar de los proyectos menos prometedores.
b).- Como los líderes
facilitadores dedican mucho tiempo y energía a las discusiones sobre nuevas
informaciones ningún patrón mental estratégico es inflexible.
c).- Como los valores
culturales y las reglas sencillas relacionadas con el modelo de negocio son
parte de las conversaciones y procesos de decisión cotidianos los profesionales
no van cada uno a su aire en múltiples direcciones.
d).- El abordaje
colectivo impide que las decisiones de inversión se determinen por los
proyectos “protegidos” del jefe.
e).- Como los proyectos
comienzan con pequeñas “apuestas” si nos equivocamos con uno de ellos no afecta
en gran medida a la organización.
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