domingo, 2 de noviembre de 2025

SOBREVIVIR EN UNA ERA DE CONFLICTOS: EL PODER DE LA "TERCERA PARTE"

 


Wiliam Ury en Possible. How we survive (and thrive) in an age of conflicts”, que estamos comentando, plantea que dentro del ciclo de lo posible, en relación con un conflicto el camino comienza, como hemos visto, en el “balcón” sigue con la construcción de un puente dorado y termina con la intervención de la tercera parte.

Esta tercera parte es el poder de las personas utilizando el poder de sus pares, adoptando la perspectiva de todos y apoyando el proceso de transformación del conflicto. En los conflictos que nos rodean cada uno somos potencialmente “terceras partes”, ya sea como miembros de la familia, amigos, compañeros, vecinos o ciudadanos. Cuando el conflicto afecta a todos es nuestra responsabilidad ayudar. Transformar los conflictos no es solo la responsabilidad de los expertos, es una responsabilidad de todos nosotros.

La “tercera parte” somos cada uno de nosotros y todos nosotros, trabajando juntos. Se puede considerar como un sistema social inmunológico que ayuda a mantener a los virus de la violencia y de la destrucción bajo control.

No tenemos que ser neutrales para actuar como “tercera parte”. Con frecuencia no lo somos. También las partes pueden actuar como “tercera parte” si toman la perspectiva de todos. Por ejemplo Nelson Mandela se convirtió en un líder “tercera parte” aunque se mantuvo como un firme defensor de su parte. El abogaba por el conjunto de los ciudadanos al tiempo que era el líder de  un partido en concreto.

La “tercera parte” está motivada por algo más que altruismo. Nos impactan los conflictos que nos rodean, ya seamos amigos, familiares, vecinos, compañeros, etc, y actuamos por un autointerés colectivo porque el conflicto afecta a nuestra comunidad. Por esta razón debemos pasar de la mentalidad ganar-ganar a la de ganar-ganar-ganar. Tenemos que pensar en términos de ganar para el conjunto de la comunidad, catalizando y sosteniendo los esfuerzos de la tercera parte para el largo plazo.

Ser una “tercera parte” eficaz no es fácil. Si nos mostramos reactivos o intrusivos nos arriesgamos a empeorar las cosas. Como “tercera parte” podemos ayudar a que los demás vayan al “balcón” solo si nosotros hemos ido ya a él. Podemos ayudar a las partes a construir un puente dorado solo si nosotros hemos construido “puentes” de confianza con las partes. Esta es la razón por la que en la secuencia lógica del camino hacia lo posible la” tercera parte” constituye  la victoria final, construida sobre el trabajo tanto del “balcón” como del puente.

La “tercera parte” es un recurso invisible que supone, quizás, el mayor poder que tenemos para transformar el conflicto. Si lo activamos totalmente tiene el potencial de ser el antídoto tan necesario en la actualidad para combatir la problemática polarización, los extremismos y la demonización del otro.

Si ir al balcón libera el potencial que está dentro de nosotros y construir un puente dorado libera el potencial entre nosotros, comprometer a la “tercera parte” libera el potencial que nos rodea.

Para liberar a  la “tercera parte” desplegamos tres poderes naturales. Cada uno es una capacidad humana innata, algo que puede que ya sepamos cómo hacer , pero que necesitamos desarrollar y perfeccionar.

I.- El primero es el poder de acoger, para recibir y conectar las partes.

II.- El segundo es el poder de ayudar a que las partes vayan al “balcón” y construyan un puente dorado cuando se presentan dificultades.

III.- El tercero es el poder de moverse “en manada” para aplicar una masa crítica de ideas e influencia. Como una bandada de aves se concentra alrededor del intruso que ataca un nido , así la “tercera parte” puede superar un conflicto mediante la unión de las distintas partes para crear una potente fuerza de persuasión e influencia.

Los tres poderes tienen una secuencia lógica. Comenzamos como anfitriones para crear una atmósfera psicológica propicia, intensificamos nuestro compromiso mediante la ayuda que se va a centrar en los problemas reales. El proceso culmina con la influencia de toda la comunidad.

I.- ACOGER

Probablemente todos sepamos como acoger. Cuando lo hacemos damos la bienvenida a nuestros huéspedes y les preguntamos, por ejemplo, si tienen sed o hambre. Atendemos sus necesidades, les escuchamos, hacemos que se sientan como en casa y les presentamos a los demás. Acoger es, quizás, el acto más básico de nuestra humanidad. Cuidar a alguien que lo necesita, es seguramente , más que cualquier otra actividad, lo que nos hace humanos.

Acoger significa asumir una responsabilidad. Responsabilidad implica la habilidad de responder constructivamente ante un conflicto y de que le prestemos nuestra atención con la intención de transformarle. Acoger es cuidar a todas las partes y es lo que se necesita cuando las discusiones surgen alrededor nuestro.

Es contagioso y consigue reunir un mayor sentimiento o “círculo” de comunidad alrededor de las partes. Al crear este “círculo”, real o metafórico, el acto de acoger hace que la “tercera parte” se manifieste. Antes podía parecer que solo existían dos partes pero después se ve claramente que son tres.

En el centro de casi cualquier conflicto profundamente asentado se encuentra la herida de la exclusión (origen de muchos conflictos como el actual entre israelíes y palestinos, o católicos-protestantes en Irlanda del Norte o serbios y croatas, que pueden remontarse a muchas generaciones anteriores). Estos sentimientos de discriminación y humillación y traumas alimentan los conflictos  y con frecuencia desencadenan actos de violencia y guerras.

En el mundo de las organizaciones,  relaciones se rompen y conflictos surgen debido a menosprecios percibidos  como la exclusión de un compañero de una reunión importante o en el ámbito familiar por el sentimiento de un miembro de la familia de ser tratado como si fuese menos que otro miembro de la misma.

El único remedio para curar la herida de la exclusión es la inclusión. Incluir a aquellos que se sienten excluidos es una forma validada por la experiencia y el tiempo de gestionar las diferencias.

Acoger incluye. Da la bienvenida a todos y trata a todos como seres valiosos con una voz que merece ser escuchada. Reconoce la dignidad inherente y crea un lugar seguro en el que todos pueden sentir que pertenecen, independientemente de sus ideas.

Acoger implica, pues, recibir a las partes, contemplar y escuchar sus historias y tejer una red de comunidad a su alrededor.

1.- Recibir

Acoger comienza dando la bienvenida a las partes y a su conflicto. En lugar de evitarlas o unirnos a ellas, nos acercamos con un espíritu curioso y las introducimos en nuestro círculo de interés y preocupación. Les ofrecemos respeto humano básico y les hacemos saber y sentir que pertenecen y no son extraños. Por ejemplo, puede ser hacer algo tan sencillo como invitar a un compañero que tiene un conflicto a un café mientras escuchamos su historia.

2.- Escuchar

Una vez que hemos recibido a nuestros huéspedes y les hemos ayudado a relajarse el siguiente paso consiste en escucharles atentamente y ser testigos de la pérdida y dolor que acompaña cualquier conflicto complicado. Escuchar y ser testigos en profundidad es un ejercicio de compasión. Ésta va un paso más allá de la empatía, ya que además de entender lo que el otro puede estar sintiendo, la compasión implica buenos deseos y la voluntad de ayudar.

Cuando las partes tienen la oportunidad de ser verdaderamente escuchadas pueden empezar a dejar ir el pasado y están mejor preparadas para centrarse en el presente y en el futuro.

No es solo importante la forma en la que nos hablamos unos a otros, también lo es la manera  en la que nos escuchamos y miramos unos a otros. Si podemos ser testigos del dolor del otro con empatía y compasión, podemos cambiar la calidad de nuestras conversaciones y sentimientos de exclusión pueden dar paso a otros de inclusión y los de separación a otros de conexión. Nuevas posibilidades pueden surgir para gestionar hasta los conflictos más complicados.

3.- Tejer

Al final acoger un conflicto implica tejer una red de sentimiento comunitario que conecte a las partes. Tejer significa conseguir juntar a las partes, ayudándolas a que aprecien que son realmente parte de una comunidad mayor, independientemente de lo dividida que  esa comunidad parezca estar. Tejer consiste, también, en recordar a las partes que no existen solo dos partes en cualquier conflicto, sino que hay una “tercera parte” más amplia, un contexto social compartido con intereses comunes en el futuro. Tejer cambia el enfoque de “nosotros contra ellos” por el de “todos nosotros juntos”, siendo así la forma en la que fortalecemos nuestro sistema social inmunológico.

Acoger es el primer paso que cualquiera de nosotros podemos tomar. Todos sabemos cómo hacerlo. En su nivel más básico significa sencillamente prestar atención a las partes y a su situación, extendiendo nuestro círculo de preocupación. Implica transformar, como hemos comentado, los sentimientos de exclusión en unos de inclusión y cambiar nuestra actitud de “esto no es de mi incumbencia” a “esta es mi comunidad”.