domingo, 21 de julio de 2013

EL MITO DEL CARISMA III. CÓMO CREAR ESTADOS MENTALES CARISMÁTICOS



En dos entradas anteriores hemos visto las ideas que plantea Olivia Fox, en su libro “El mito del carisma”, sobre el concepto del carisma y los obstáculos con los que nos encontramos a la hora de su desarrollo. La autora propone que tras conocer éstos es el momento de crear los estados mentales adecuados que nos ayudarán a alcanzar todo nuestro potencial carismático, al mismo tiempo que aprendemos a aumentar nuestra confianza y a transmitir cordialidad y poder, dos de los tres componentes cruciales del carisma según Fox. 

La estrategia a desarrollar es:

I.- VISUALIZACIÓN. 

Es una de las herramientas disponibles más eficaces para potenciar el carisma, dados sus poderosos efectos mentales y fisiológicos. Una visualización acertada puede ayudarnos a aumentar nuestra confianza interna, así como nuestra habilidad para proyectarla. Simplemente utilizando las imágenes mentales adecuadas, nuestra mente subsconsciente enviará, por todo el cuerpo, una reacción en cadena de señales de seguridad en nosotros mismos. Olivia Fox sugiere los siguientes PASOS PARA PRACTICAR LA VISUALIZACIÓN DE LA CONFIANZA:

1.-  Cerrar los ojos y procurar relajarnos.

2.- Recordar una experiencia del pasado en la que sentimos una sensación de  triunfo absoluto, como por ejemplo ganar un premio por nuestra actividad.

3.- Escuchar los sonidos que hay en la estancia: el murmullo de aprobación, la oleada de aplausos,…
4.- “Ver” las sonrisas y expresiones de cordialidad y admiración en la cara de la gente.

5.- “Sentir” los pies afirmados en el suelo y los apretones de mano con que le felicitan.

6.- Experimentar, sobre todo, los sentimientos que estamos sintiendo: la sensación de confianza que está creciendo en nuestro interior. 

Con esta técnica algunas personas alcanzan grandes resultados desde su primera visualización y otras no tanto, por lo que hay que continuar practicando procurando crear cada vez imágenes más detalladas. 

Otra alternativa consiste en la utilización de frases clave seleccionadas para que nos centremos mentalmente en ellas  e intentemos conseguir la calma y serenidad. Entre ellas tenemos:

“Dentro de una semana o de un año, ¿algo de esto tendrá importancia?”

“También esto pasará. Sí, pasará”.

“Busque pequeños milagros que suceden en este mismo momento”.

“Disfrute con la confusión”.

“¿Y si pudiera confiar en el universo, incluso con esto?”

Pueden ser útiles en momentos de pánico en los que nuestro cerebro se queda en blanco y lo único que podemos recordar son frases sencillas.

También podemos añadir un elemento sensorial real a nuestras visualizaciones como por ejemplo escuchar música mientras verbalizamos estas frases, eligiendo canciones que sabemos nos darán energía y confianza especiales. Si añadimos movimientos  como los gestos que reproducen los que hacemos cuando conseguimos algo reforzaremos emociones específicas.  En casos de ansiedad puede ser útil visualizar el abrazo de una persona querida.

II.- DESARROLLO DE LA CORDIALIDAD.

La cordialidad, como ya hemos visto,  es uno de los componentes clave de la conducta carismática. Puede hacer que los demás confíen en nosotros y quieran ayudarnos. Es una cualidad difícil para muchas personas porque no es algo natural para ellas. Fox propone, en estos casos, utilizar una serie de pasos  para desarrollarla potenciando:

1.- LA GRATITUD. Es el primer paso y nos sirve para entrar en contacto con la cordialidad dirigida a la vida en general y a nuestra vida en particular. Tiene la ventaja para los que se sienten incómodos para conectar con los demás y es que nos brinda la oportunidad de ofrecer una cordialidad carismática sin tener que conectar con nadie.

Pocas cosas destruirán nuestras oportunidades de alcanzar algo como el dar la impresión de desesperación, necesidad o resentimiento. La gratitud es un gran antídoto contra todos estos sentimientos negativos porque surge al pensar en cosas que ya tenemos, desde artículos materiales o experiencias hasta relaciones. La gratitud puede actuar como un gran conductor de carisma al devolvernos al presente y darnos acceso inmediato a sentimientos de confianza y cordialidad.
El problema está en que para la mayoría la gratitud no resulta fácil porque los seres humanos estamos programados instintivamente para la adaptación hedonista  que es la tendencia a dar por sentado lo bueno que tenemos. Decirnos a nosotros mismos que deberíamos estar agradecidos suele ser contraproducente, ya que sólo puede producir culpabilidad.

La autora recomienda las siguientes TÉCNICAS PARA PONER EN PRÁCTICA LA GRATITUD:

a).- Centrarse en el presente: cuando nos moleste algo de menor importancia debemos recordar que dejar que nuestra mente se concentre en esa molestia puede perjudicar nuestro lenguaje corporal  y para contrarrestarlo debemos:

1a).- Recorrer nuestro cuerpo de la cabeza a los pies y encontrar tres cosas que aprobemos. Podemos estar agradecidos por tener pies y dedos que nos permiten caminar u ojos que nos permiten leer.

2a).- Observar nuestro entorno. Mirar alrededor y encontrar tres cosas agradables a la vista, incluso las más pequeñas. 

b).- Usar la óptica de una tercera persona: para esta técnica necesitamos sentarnos para escribir y seguiremos los siguientes pasos, dedicando todo el tiempo que sea necesario, ya que limitarnos a pensar en el relato y no escribirlo no resulta tan efectivo:

1b).- Empezar por describir nuestra vida como si fuésemos un observador externo, centrándonos en todos los aspectos positivos que se nos ocurran.

2b).- Escribir sobre nuestro trabajo y sobre las personas con las que trabajamos. Describir nuestras relaciones personales y las cosas buenas que los  amigos y familiares pueden decir de nosotros. Mencionar unas cuantas cosas positivas que nos hayan ocurrido ese día y las tareas que ya hemos completado.

2.- LA BENEVOLENCIA Y LA COMPASIÓN. Constituyen el segundo paso para desarrollar la cordialidad que se va a centrar en los demás. La buena voluntad es una manera muy eficaz de  tanto de proyectar cordialidad como de crearla en los demás. Cuando nos concentramos de verdad en el bienestar de alguien, nos sentimos más conectados a ellos y los demás nos perciben como alguien lleno de cordialidad, disparándose nuestro cociente de carisma.

Utilizar la benevolencia, entendida como el desear  lo mejor para los demás,  en nuestras interacciones diarias puede infundir más cordialidad, amabilidad, afecto y compasión en nuestro lenguaje corporal, todas ellas cualidades muy carismáticas. La benevolencia mejora cómo nos sentimos mientras inunda nuestro sistema de oxitocina y serotonina  que nos producen una sensación de bienestar. 

Olivia Fox sugiere utilizar los SIGUIENTES EJERCICIOS PARA DESARROLLAR ESTA CUALIDAD:

a).- Tratar de encontrar tres cosas que nos gusten de la persona hacia la que queremos sentir benevolencia. Cuando empezamos a buscar elementos positivos nuestro estado mental cambia en consecuencia y posteriormente impregna todo nuestro lenguaje corporal.

b).- Visualizar. Esta técnica la propone la neurocientífica Privahini Bradoo y consiste en que en cualquier interacción imaginemos que la persona con la que estamos hablando y todos los que nos rodean tienen unas alas de ángel invisibles.  Esto nos puede ayudar a cambiar de perspectiva ya que,  aunque sólo sea por un segundo, el poder ver a alguien como un ser fundamentalmente bueno puede hacer que nuestra reacción emocional hacia esa persona sea más  cálida, lo cual cambiará todo nuestro lenguaje corporal. Podemos imaginar que nosotros  también tenemos alas y que formamos todos  un  equipo de ángeles que trabajamos juntos con entusiasmo. 

c).- Utilizar frases. Por ejemplo al mirar a alguien pensar que nos cae bien o tratar de recordar esta directriz: “Ame todo lo que pueda dondequiera que esté” o esta frase: “De todas las opciones que tengo ante mí ahora, ¿cuál aportaría más amor al mundo?”

Para la mayoría de las personas estas técnicas al ayudar a centrarse en desear lo mejor a los demás son suficientes para sentir cordialidad, pero para otras no basta porque puede que la persona hacia la que queremos mostrar buena voluntad se muestre antipática, lejana  o poco receptiva o nos sentimos resentidos o irritados con ella. En estos casos debemos procurar ir un paso más allá de la benevolencia hacia la empatía y la compasión, teniendo en cuenta que:

Benevolencia significa que le deseamos lo mejor a alguien, sin que sepamos necesariamente qué es lo que siente.

Empatía implica que comprendemos lo que siente.

Compasión se puede considerar como la suma de benevolencia y empatía: comprendemos cómo se siente y le deseamos lo mejor. 

Paul Gilbert, uno de los principales investigadores en el campo de la compasión, describe el proceso de acceder a ella de la siguiente manera: primero llega la empatía, la capacidad de comprender lo que siente alguien, de detectar angustia; luego la simpatía, sentirnos emocionalmente conmovidos por la angustia y después la compasión que surge del deseo de que nos importe el bienestar de la persona que sufre.



Fox propone seguir las siguientes ETAPAS PARA PRACTICAR LA COMPASIÓN hacia alguien conocido:

a).- Imaginar el pasado de esa persona y pensar en qué habría pasado si nosotros hubiésemos nacido en sus  circunstancias y en su  familia, reflexionar sobre cómo fue crecer en esa situación familiar. Es posible que lleguemos a la conclusión de que si nosotros hubiésemos  experimentado sus experiencias quizás seríamos ahora como ellos.

b).- Imaginar el presente de esa persona. Tratar de ponernos en su lugar en este momento y pensar  lo que puede estar sintiendo.

c).- Mirarla y preguntarnos, en caso de que sea necesario: ¿Y si fuera su último día de su vida? ¿Cómo reaccionaríamos?

3.- LA AUTOCOMPASIÓN.  Es el tercer paso y es la clase de cordialidad menos cómoda: la cordialidad hacia nosotros mismos. La autora al hablar de este tema plantea primero la distinción entre tres conceptos que considera clave:

La autoconfianza entendida como la fe en nuestra capacidad para hacer algo o aprender a hacerlo.

La autoestima considerada como el grado de nuestra aprobación o valoración de nosotros mismos. Con frecuencia es una evaluación comparativa con respecto a otros.

La autocompasión o cordialidad que sentimos por nosotros mismos, especialmente cuando pasamos por una experiencia difícil.

Es posible tener una gran autoconfianza, pero una autoestima y una autocompasión muy baja. Recientes investigaciones sobre ciencia conductual indican que puede ser más saludable centrarse en la autocompasión que en la autoestima, ya que la primera se basa en la aceptación de nosotros mismos y la segunda en ala autocomparación y valoración social.

Las personas con una autocompasión elevada presentan una resistencia emocional mayor ante las dificultades diarias y menos reacciones negativas ante las situaciones difíciles. Los errores personales les generan menos autocrítica por lo que están más dispuestos a reconocerlos.  Cuanto más alto es el nivel de autocompasión , más bajo es el sentimiento de pena por nosotros mismos, ya que la autocompasión es sentir que lo que nos ha sucedido es desafortunado, mientras que la lástima por nosotros mismos es sentir que es injusto, lo que nos conduce al resentimiento y a la amargura y a sentirnos más aislados y alienados. 

La autocompasión nos ayuda a perdonarnos cuando no hemos dado la talla e impide que las críticas internas nos dominen y se evidencien en nuestra cara destruyendo nuestro potencial carismático. Aporta un gran número de beneficios entre los que podemos destacar: disminución de la ansiedad y la depresión, mejora de las relaciones y mayores sentimientos de conexión social y satisfacción con la vida o aumento de la capacidad de manejar acontecimientos negativos. 

Kristen Neff, una de las investigadoras más destacadas sobre este tema la define como un proceso en tres pasos:
1º).- Darnos cuenta de que tenemos dificultades.
2º).- Responder con bondad y comprensión hacia nosotros mismos cuando suframos o nos sintamos incompetentes, en lugar de criticarnos duramente.
3º).- Comprender que sea lo que sea que estamos pasando lo mismo lo experimentan comúnmente todos los seres humanos y recordar que todos pasamos por tiempos difíciles. 
Olivia Fox recomienda las siguientes TÉCNICAS PARA PONER EN PRÁCTICA LA AUTOCOMPASIÓN:
a).- Anotar cinco maneras en las que ya cuidamos de nosotros cuando pasamos una mala época y destacar las que encontramos que han sido especialmente efectivas.
b).- Metta: es una práctica de compasión y autocompasión budista con miles de años de existencia y que consiste en la práctica consciente de desarrollar buenas intenciones hacia todos los seres. La metodología es la siguiente:
1b).- Sentarnos cómodamente, cerrar los ojos y respirar profundamente dos o tres veces. Al inspirar imaginar que atraemos masas de aire puro hacia la parte superior de la cabeza, para posteriormente dejar que recorran velozmente todo nuestro cuerpo, desde la cabeza a los pies mientras espiramos, llevándose con ellas todas nuestras preocupaciones.
2b).- Pensar en alguna ocasión de nuestras vidas en las que hayamos hecho una buena obra, grande o pequeña, un momento de generosidad y valor. Concentrarnos en ese recuerdo un momento.
3b).- Pensar en un ser presente o pasado, mítico o real que pudieran sentir un gran afecto por nosotros, puede ser una persona, una mascota o incluso un animal de peluche.
4b).- Imaginar a este ser en nuestra mente, su cordialidad, su bondad, su compasión y sentir como su cordialidad se irradia hacia nosotros.
5b).- Vernos a través de los ojos de esos personajes, con cordialidad, bondad y compasión. Sentir como nos ofrecen su perdón por todo lo que nuestro crítico interno nos dice que está mal. De esta forma estamos totalmente perdonados. 
6b).- Sentir como nos dan su aceptación de todo corazón, tal como somos en ese momento, con todas nuestras imperfecciones.
Pensar y repetir que somos perfectos y que en este estadio de crecimiento somos perfectos, con todo lo que hay en nuestra cabeza y en nuestro corazón, con todas nuestras imperfecciones  somos perfectos y que nos aprueban plenamente tal como somos.
c).- Colgar por toda la casa o en el despacho fotografías de personas (familiares, amigos o figuras públicas con las que compartimos valores  como el Dalai lama o Nelson Mandela) por las que sentimos afecto y que lleven cordialidad a nuestro corazón. También se puede utilizar la lectura y recopilación de frases sabias que nos transmitan cordialidad.

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