William Ury, en “Possible.How we survive and thrive in an age of conflict”, plantea como hemos visto en
una entrada anterior que existe un “camino de lo posible”, compuesto de tres victorias a lograr durante
el mismo. para superar los conflictos.
I.- IR AL “BALCÓN”
La primera consiste en considerar que, quizás, el mayor poder que
tenemos cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles es el de escoger no
reaccionar e ir “al balcón”.
El “balcón” es un lugar de calma y perspectiva desde el que podemos
mantener la mirada en el “premio”. Es muy importante ser conscientes de la
vital importancia que tiene el lograr influir sobre nosotros mismos, sobre
nuestros pensamientos y emociones, si queremos ser capaces de influir en los
demás.
Transformar un conflicto es un proceso de dentro a fuera. En el camino
hacia lo posible, el trabajo que hacemos dentro de nosotros, debe preceder al
trabajo con los demás. Para enfrentarnos a los conflictos actuales necesitamos “ir
al balcón”, no solo para controlar nuestras reacciones naturales, debemos
utilizarlo, también, para expandir nuestra perspectiva.
Vamos “al balcón” cuando ejercitamos tres poderes naturales que poseemos. Cada poder es una capacidad
humana innata, algo que puede ser que ya sepamos cómo ejercerlo, pero que
necesitamos desarrollarlo y fortalecerlo.
El primer poder es el de hacer una pausa, parar y
reflexionar antes de actuar. En lugar
de reaccionar, nos concedemos un momento para serenarnos para poder contemplar
la situación con mayor claridad.
El segundo poder es el de hacer zoom hacia dentro
de nosotros mismos, para
centrar nuestra atención en lo que realmente queremos, analizando en
profundidad cuáles son nuestros intereses y necesidades.
El tercer poder es el de hacer zoom hacia fuera, para centrar nuestra atención en lo que está
pasando en el exterior.
Estos tres poderes tienen una secuencia lógica. Hacer una pausa
interrumpe nuestra mente reactiva para que podemos hacer zoom hacia dentro y
recordar qué es lo que realmente deseamos. Hacer zoom hacia fuera nos ayudará a
ver cómo podemos alcanzar lo que deseamos. Una vez que activamos un poder
podemos continuar usándolo y de forma continuada hacer pausas, zoom hacia
dentro y zoom hacia fuera, según necesitemos. Cuanto más ejercitemos estos
poderes, más rutinarios se convertirán.
Eventualmente el “balcón” se convertirá no solo en un lugar al que
visitar ocasionalmente, sino la base de operaciones desde la que podemos ver
continuamente el entorno en su totalidad y mantener nuestra mirada fija en la
meta. El “balcón” se convierte en un verdadero superpoder que nos permite liberar
el potencial total que tenemos dentro de nosotros para transformar los
conflictos. Es nuestra primera victoria en el camino hacia lo posible: una
victoria dentro de nosotros.
1.- Pausa
Es un poder que todos
tenemos: hacer una pausa para serenamente escoger el paso siguiente.
Dónde terminemos va a
depender de dónde comencemos. Si tenemos éxito a la hora de transformar los
conflictos difíciles a los que nos enfrentamos hoy, será porque comenzamos con
una pausa transformadora. Hacer una pausa significa sencillamente parar para
escoger, reflexionar antes de hablar o actuar. Separar el estímulo de la respuesta,
creando un espacio que nos permite realizar una elección bien meditada y cambiar nuestro estado mental de reactivo a proactivo, permitiéndonos que actuemos
intencionadamente en servicio de nuestros intereses.
En todo conflicto, en
cada momento, podemos elegir. Al ejercitar nuestra capacidad de elección
podemos empezar a recuperar el control de nuestros conflictos, nuestras
relaciones y nuestras vidas, ya que en casi cualquier disputa, sea del tipo que
sea, familiar, de negocios o hasta de carácter bélico, el patrón es el mismo:
una reacción seguida de una reacción seguida de otra reacción y así
indefinidamente.
Puede parecer
paradójico pero la mejor forma de mantenernos centrados y comprometidos consiste
en dejar de estarlo por un momento. Debemos comenzar deteniéndonos. Justo
cuando estemos tentados a a reaccionar atacando, evitando o apaciguando, hacer
una pausa. Solo porque la otra parte nos esté provocando, no significa que
debamos reaccionar y "morder” .En situaciones de alta presión con partes opuestas, debemos
hacer una pausa y mostrar curiosidad, primero por nuestras propias reacciones y
luego por las de los demás. Reaccionar ante la animosidad con curiosidad.
La forma más fácil de hacer una pausa es muy sencilla: recordar respirar. En situaciones
conflictivas frecuentemente olvidamos respirar o lo hacemos de forma rápida e
ineficaz. Hacer dos respiraciones profundas ( dentro y fuera) ayuda a calmar al
sistema nerviosos. La respiración disminuye los niveles de cortisol (la hormona
de estrés) en nuestros cuerpos y haceque descienda nuestro ritmo cardiaco y tensión
arterial. Respirar puede cambiar nuestro estado de ánimo.
La Dra Jill Bolte Tylor,
neurocientífica, mantiene que se produce un fenómeno que llama “la regla de los
noventa segundos” : en solo minuto y medio las sustancias bioquímicas qu e
regulan el miedo y la ira se disipan enteramente y podemos encontrar el
equilibrio emocional para poder elegir conscientemente la respuesta que sirve
mejor a a nuestros intereses. Si no facilitamos a nuestro cuerpo estos 90
segundos para procesar la emoción, ésta se puede atascar y liberarse más tarde
como una reacción de la que nos podemos arrepentir. Dedicar un momento al
silencio puede ser muy útil en momentos tensos.
Cuesta trabajo
observarnos a nosotros mismos. El autor lo considera que es como cultivar
nuestro científico interno, ya que nos convertimos en investigadores y
estudiosos de nuestras propias sensaciones, emociones y pensamientos. Al
reconocerlos podemos poner alguna distancia de ellos y ya no somos el
sentimiento en sí mismo, somos quienes estamos experimentando eses sentimiento.
Con curiosidad y empatía podemos aprender a aceptar los sentimientos incómodos
que en un inicio intentamos suprimir. Al prestar una atención amistosa, los
sentimientos y pensamientos comienzan a disminuir y nos volvemos más atentos y
presentes.
En conflictos polémicos
como las batallas políticas polarizadas que observamos cotidianamente es fácil “quemarnos”.
Indignados por las provocaciones de los demás nos enfadamos y aparece la
ansiedad, encontrándose nuestro sistema nervioso en un estado de alta excitación.
Pero es difícil mantener estos niveles elevados de enfado y ansiedad durante
mucho tiempo y nos sentimos superados. Puede ser que caigamos en el extremos
opuesto: un estado emocional depresivo, resignación y desesperanza, que nos
lleva a desconectar. Es fácil que oscilemos entre los dos extremos hasta que
terminemos agotados. Entre ambos extremos se encuentra la “zona emocional óptima”, descrita por el psiquiatra Daniel Siegel
como la “ventana de tolerancia”.
En esta zona óptima nos
sentimos más serenos, más asentados, más relajados y en control. Continuamos
sintiendo las mismas emociones fluctuantes pero no de forma tan exagerada. En lugar de sentirnos
controlados por nuestras emociones, podemos comenzar a regularlas y a funcionar
de manera más eficaz y a gestionar los factores estresores del conflicto con
mayor competencia.
Para mantenernos en esa
zona óptima Ury recomienda implicarnos en actividades regulares que nos ayuden
a hacer pausas y a relajar nuestro
sistema nervioso, para ir construyendo resiliencia y así poder mantenernos en
la zona óptima y recobrarnos más rápidamente cuando tengamos que salir de ésta.
Entre las actividades recomendables que nos van a ayudar a gestionar el estrés
emocional y las presiones del conflicto tenemos: hacer ejercicio, escuchar
música, meditar y practicar mindfulness y orar. También ayuda pasar tiempo con
amigos cercanos o familiares o con un coach o consejero. A través del ensayo y el error podemos
descubrir lo que funciona mejor para nosotros. El autor comenta que para él los
mejores momentos para pensar surgen mientras camina. Andar le ayuda a aclarar
su mente, dejando espacio para la creatividad y percepción, equilibrando sus estados de ánimo, ayudando a construir resiliencia emocional.
Al ser muy complicado
recordar la necesidad de hacer una pausa cuando estamos en medio de un conflicto
Ury recomienda crear lugares y momentos intencionadamente para hacer una pausa,
construyendo, así, un balcón. La planificación por adelantado ayuda.
Construir un balcón
puede significar simplemente diseñar un descanso planificado o una serie de
pausas, en lo que puede ser una reunión o encuentro complicado, o puede ser
decidir con antelación que la primera reunión se va a centrar en el
entendimiento mutuo y que las cuestiones más críticas se van a discutir en un
segundo encuentro tras una noche de descanso. Puede, asimismo, implicar la
incorporación de un paseo dentro de una tensa sesión de trabajo donde los
participantes puedan entrar en contacto con la naturaleza y caminar juntos. Una
pausa planificada puede actuar como red de seguridad en una reunión complicada.
Construir un balcón
puede, también, consistir en reclutar una persona de confianza a la que podemos
llamar para que nos ayude siempre que sintamos que nos estamos volviendo
reactivos. Por ejemplo los negociadores en caso de secuestro con rehenes nunca
negocian solos porque saben lo sencillo que resulta sentirse emocionalmente superados
cuando la vida de personas está en riesgo. Prefieren trabajar con compañeros
que se convierten en sus “balcones” .
En definitiva, construir
un “balcón” en un conflicto, significa escoger y diseñar un espacio físico en
el que todas las partes puedan hacer una pausa. Construir un “balcón” fuerte y
robusto con antelación puede ayudar a contener las reacciones naturales de las
personas y abrir nuevas posibilidades que, de otra forma, no surgirían.
El proceso de
transformar un conflicto comienza con tranquilidad: con una pausa. Hacer una
pausa es el primer paso esencial en el “camino de lo posible” , es el momento
en el que realizamos la elección fundamental a la hora de gestionar un
conflicto: hacerlo de forma constructiva o destructiva. Es la llave que nos
permite escapar de la prisión del conflicto destructivo.