William Ury, cofundador del Programa de Negociación de la Universidad de Harvard, en “Possible. How
we survive (and thrive) in an age of conflict”, nos muestra cómo utilizar lo imposible
(nuestros aparentemente intratables conflictos) para crear lo posible,
defendiendo la idea de que perseguir una solución pacífica, aun en los casos
de conflictos que parecen intratables, es una señal de fortaleza y sabiduría,
no de debilidad.
Para el autor las
preguntas básicas son:
1.- “¿Cómo podemos
gestionar nuestras diferencias más profundas sin destruir todo lo que
valoramos?”
2.-“¿Cómo podemos
encontrar un modo de vivir y trabajar juntos, hasta con los conflictos
inevitables?”
3.- “¿Cómo podemos
transformar conflictos correosos fruto de enfrentamientos destructivos en
negociaciones colaborativas?
El conflicto nos rodea
y se está intensificando. Conflictos destructivos están polarizando nuestras comunidades,
envenenando nuestras relaciones y paralizando nuestra capacidad de abordar los
temas más críticos, favoreciendo el sacrificio de muchas necesidades y la
pérdida de muchas oportunidades, ante la incapacidad de gestionar adecuadamente
nuestras diferencias.
El conflicto no se va a
ir. Vivimos en un mundo de enormes cambios cada vez más acelerados, de todo tipo:
nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, turbulencias económicas,
alteraciones ambientales o cambios demográficos, por ejemplo. Mayor cambio
supone, también, mayores conflictos.
El conflicto lo podemos
definir como el choque entre posiciones enfrentadas que surgen de una divergencia
en la percepción de intereses y perspectivas. Es natural, ya que forma parte de
la vida. Solo por el hecho de ser humanos tenemos distintas perspectivas e intereses. El conflicto surge cuando
expresamos nuestras diferencias o hasta cuando no lo hacemos.
Puede ser sano, ya que, por ejemplo las mejores decisiones
pueden ser el resultado no de un consenso superficial sino del hecho de que afloren distintos puntos
de vista , que permitan buscar soluciones más creativas. Enfrentándonos a los
retos es la forma en la que las personas
y los grupos aprenden, crecen y cambian. El conflicto ofrece retos que
estimulan a las sociedades a evolucionar.
El verdadero problema
no es el conflicto sino la forma destructiva en la que lo gestionamos en
ocasiones. Por eso podemos plantearnos un enfoque diferente y en lugar de que escale o evitarle podemos encararlo con
curiosidad y colaboración.
También, en lugar de
tratar de resolver los conflictos y llegar a acuerdos, podemos intentar algo más
realista y sostenible como puede ser el
procurar transformar el conflicto. Transformar significa sencillamente cambiar
la forma del conflicto y pasar de la lucha destructiva a un conflicto
productivo y una negociación constructiva y, en vez de destruir aquello que
valoramos, procurar crear las cosas que valoramos al abrirnos a nuevas
posibilidades de convivencia unos con otros.
Transformar un
conflicto va más allá de alcanzar un acuerdo. Implica transformar la forma en
la que nos tratamos unos con otros y cómo tratamos a nuestras diferencias.
Implica transformar nuestras relaciones. Los acuerdos son finitos y con
frecuencia transaccionales, vienen y van. La transformación es relacional y
puede extenderse hacia el futuro. Los acuerdos son resultados, mientras la transformación
es un proceso.
Gestionar los
conflictos puede considerarse como el trabajo más duro que los humanos podemos
hacer. Requiere paciencia y persistencia. Que sea duro no significa que sea
imposible. Que sea posible no significa que su resolución sea fácil Con
frecuencia se traduce en mejoras graduales en las relaciones, que con el tiempo,
pueden marcar una gran diferencia.. Posible significa encontrar vías hacia
delante donde parece que no existen y, también, transformación gradual.
Transformar el
conflicto requiere que nos comprometamos cuando nos sentimos tentados a atacar
o a evitar y que nos responsabilicemos de los conflictos que nos rodean en
lugar de quedarnos como observadores pasivos. Requiere coraje, paciencia y
persistencia.
Si los posibilistas
tienen un principio central, éste es el de la audacia humilde. La audacia de
nuestras metas debe ser equilibrada con la humildad de nuestra estrategia. Se
necesita audacia para abordar retos aparentemente imposibles, así como para
buscar resultados que funcionen no solo para mis intereses sino para todos. Se
requiere humildad para ser pacientes y mantener la calma y para escuchar ante
las provocaciones. También es necesaria la humildad para enfrentarnos a hechos
duros y complicados y seguir aprendiendo y persistiendo..
Utilizando nuestra
curiosidad natural podemos intentar entender a todas las partes en un
conflicto. Desplegando nuestra creatividad innata podemos abrirnos a nuevas
posibilidades. Comprometiéndonos en una colaboración radical podemos superar
retos complicados.
Para el autor el tres
siempre ha sido el número mágico para recordar lo que es importante. El cerebro
humano responde ante patrones y el tres es el número más pequeño que podemos
utilizar para establecer patrones. Los antiguos romanos creían en la frase: "Omne
trium perfectum”: todo lo que viene en tríos es perfecto. Ury, en este sentido,
recuerda los tres conceptos más poderosos y valiosos que se ha encontrado en su
trabajo en el campo de los conflictos y que le han servido para visualizar un “camino
de lo posible” , compuesto de tres victorias a lograr durante el mismo.
Debemos comenzar por
ser conscientes de que no podemos librarnos de los conflictos, ni debemos
hacerlo, pero sí podemos cambiar la forma en la que los vemos y la forma en la que
escogemos vivir con ellos. El conflicto puede hacer que pensemos que podemos
reducir la situación a una batalla ganar-perder entre nosotros y ellos.
El secreto está en
hacer exactamente lo contrario y utilizar un enfoque totalmente diferente y, en
lugar de empezar con el problema, comenzar por las posibilidades. Si queremos ser
capaces de afrontar conflictos complicados tenemos que abrirnos a nuevas
posibilidades que no siempre nos resultan obvias.
La primera victoria que
plantea Ury está dentro de nosotros. En los conflictos destructivos
reaccionamos dominados por el miedo y la ira que terminan interfiriendo
inadecuadamente. Necesitamos hacer lo contrario y salir del “bunker” en el que
nos hemos metido y distanciarnos e ir “hacia el balcón” como propone el autor.
Un lugar de serenidad y perspectiva desde el que podemos mantener observada
nuestra recompensa que es la meta que queremos alcanzar.
La segunda victoria
consiste en tener en cuenta que en los conflictos destructivos nos centramos
excesivamente en nuestras posiciones y
construimos barreras. Tenemos que hacer lo contrario y pensar que si
existe un gran abismo entre nuestras posiciones y las del otro éste está lleno
de todas las razones por las que nos cuesta llegar a un acuerdo, incluyendo las
dudas, ansiedades y temor a parecer débiles. Si queremos llegar a un punto de
encuentro debemos construir un puente que invite a cruzar ese abismo de
conflicto para intentar ir uno hacia el otro. El puente es la segunda victoria
a alcanzar: una victoria con los demás.
La tercera pieza del
puzle se centra en que en los conflictos destructivos solo vemos dos lados: nosotros
contra ellos, luchando por una victoria unilateral. Necesitamos salir de esa
trampa, porque siempre existe una tercera alternativa que es la de del todo.
Desde una perspectiva tangible esta tercera parte está formada por las personas
que nos rodean y que pueden ayudarnos (familia, compañeros, amigos, etc). Es la
comunidad que nos rodea, que está
preocupada por el conflicto y que puede intentar interrumpir el enfrentamiento.
Pueden ayudarnos a serenarnos y a que vayamos “hacia el balcón” o a construir
un puente. La tercer victoria es una victoria con todos.
El balcón nos ayuda a
ver nuevas posibilidades, el puente a crear nuevas posibilidades y la tercera
victoria a actuar sobre esas nuevas posibilidades. Las tres juntas pueden
permitirnos transformar hasta los conflictos más complicados.
Si queremos transformar
los conflictos destructivos, pues, debemos liberar todo nuestro potencial
humano: el balcón es un trabajo interno para nosotros ya que se centra en el “yo”. El
puente se centra en el “tu”, el otro y el tercer lado en “nosotros”, en la
comunidad. En los conflictos complicados tendemos a saltar el trabajo necesario
que tenemos que hacer sobre nosotros, para señalar al otro (“Tú eres el
problema y tú debes cambiar”) y con frecuencia, olvidamos buscar la ayuda de la
comunidad (“nosotros”). Para transformar adecuadamente un conflicto tenemos que
trabajar con habilidad los tres aspectos: “Yo”, “tú” y “nosotros”.
Transformar un
conflicto difícil se parece a ascender una montaña alta. Si imaginamos que
estamos en la parte baja mirando hacia arriba la cumbre parece que está muy lejos
y parece imposible de alcanzar. En nuestra mente, después, imaginemos que ya
estamos en lo alto de la montaña y desde allí seguimos un camino hasta donde
nos encontramos en la parte de debajo de la montaña. Mientras estamos ocupados
en este acto de imaginación práctica puede que la cumbre nos parezca que es más
fácil de alcanzar.
Si ahora imaginamos un “círculo
de posibilidad” alrededor de un conflicto en el que el camino de lo posible nos
lleve alrededor del círculo en el sentido de las agujas del reloj, encontraremos
que el camino comienza con el balcón,
sigue con el puente y termina con la “tercera parte” y que el proceso es
iterativo y continuamos yendo alrededor
del círculo hasta que el conflicto que está en el centro se haya transformado.
Como el diagrama del
círculo sugiere vamos hacia el balcón ejercitando nuestros poderes para hacer
una pausa, hacer un zoom hacia dentro y luego otro hacia fuera. Construimos un
puente ejercitando nuestros poderes para escuchar, crear y atraer y nos comprometemos
con la tercera parte con nuestros poderes de anfitriones, de ayuda y de unir.
Cada poder es una
capacidad humana innata, algo que ya sabemos cómo utilizar pero que necesitamos
desarrollar. Cada poder nos abre nuevas posibilidades, pero los necesitamos a
todos para liberar nuestro potencial humano para transformar los conflictos.
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