miércoles, 14 de mayo de 2025

8 CLAVES DE COMUNICACIÓN PARA EJECUTIVOS

 


Marlene Chism en SmartBrief on Leadership del pasado 5 de mayo plantea que los ejecutivos deben perfeccionar sus habilidades de comunicación para obtener claridad, responsabilidad y buen desempeño.

La autora considera un error que la comunicación siga siendo considerada como una habilidad “blanda”, recomendable, pero no esencial para el desempeño. Pero la dura realidad es que las conversaciones estratégicas son una de las habilidades más vitales que un ejecutivo debe dominar. Recomienda, para ello:

1.- Reformular la comunicación como una herramienta estratégica

Los ejecutivos creen con frecuencia, que su pasada experiencia y su destreza operacional son suficientes para liderar adecuadamente. Pero el liderazgo es algo más que números y estrategia, requiere navegar la complejidad a través de conversaciones.

En los entornos laborales actuales los líderes tienen que tratar con personas que son impacientes, reactivas o inmaduras emocionalmente. Sin una comunicación habilidosa estos encuentros se pueden tornar en fuentes de malentendidos, dramas u oportunidades perdidas. La comunicación estratégica no es una opción para los líderes, supone el oxígeno necesario para el liderazgo.

2.- Gestionar la narrativa

La toma de decisiones comienza en nuestra mente, por lo que para liderar con eficacia debemos controlar la narrativa que tiene lugar en nuestra mente. La claridad en el interior conduce a la claridad en el exterior.

3.- Utilizar el lenguaje para crear el futuro

Si queremos conocer qué tipo de cultura realmente existe en nuestra organización debemos escuchar a las conversaciones que tienen lugar en ella. Cuando éstas se centran en lo que es posible, lo que viene y lo que tiene que cambiar, estamos creando una cultura de crecimiento. Pero si las conversaciones giran en torno a la culpa, a los obstáculos y a las quejas, las situaciones problemáticas y el drama serán las consecuencias.

Las declaraciones sobre la misión no definen la cultura, ésta se modela a través del lenguaje y la acción. Los líderes, por ejemplo, que toleran lenguaje tóxico eventualmente verán éste reflejado en el desempeño.

4.- Personificar los valores clave

La mayor parte de las organizaciones defienden valores como la integridad, compasión o excelencia como clave, pero con frecuencia si preguntamos a su profesionales cómo se muestran esos valores en su entorno laboral no sabrán cómo responder, porque esos valores son aspiracionales, pero no prácticos. Los valores suenan bien pero luego no se practican: no se encuentran en las conversaciones, ni están ligados al feedback o al reconocimiento, por lo que no están moldeando los comportamientos.

Para alinear los valores con la cultura los líderes deben personificar los valores clave, lo que implica mostrar esos valores y encontrar formas prácticas para hacer que esos valores tomen vida en las conversaciones, toma de decisiones, recompensas, disciplina y coaching.

5.- Dejar de evitar conflictos y comenzar a liderar

Evitar conflictos puede parecer una buena idea en el primer momento, para mantener la paz, proteger las relaciones y evitar incomodidades, pero su coste es alto.

6.- Establecer nuestra intención antes de comunicar

Sin un propósito claro las conversaciones y discusiones acaban en un bucle o se convierten en emocionales o en enfrentamientos y terminan siendo un ping pong verbal, sin progreso.

El antídoto consiste en marcar bien nuestras intenciones, sobre todo antes de cada conversación de desempeño. Debemos conocer nuestra meta y mantener la dirección establecida. Cuando somos claros podemos liderar, aunque las emociones se disparen o la conversaciones sean turbulentas.

7.- Escuchar

Escuchar resulta fácil cuando el mensaje es agradable, pero es más complicado cuando nos cuestiona o  provocan. En estas ocasiones es cuando debemos recurrir a la “escucha radical”. Ésta implica mantenernos quietos cuando nuestros instintos nos piden que nos defendamos, dominemos o nos descomprometamos. Significa escuchar buscando la alineación y  hacer una pausa antes de reaccionar para poder escoger el camino adecuado hacia delante. Es un acto de autogestión y autorregulación. Que necesita disciplina y trabajo interno. Los líderes que dominan esta técnica pueden redirigir conversaciones, ser coaches más eficaces y reducir la reactividad de los demás.

8.- Desarrollar la disciplina para aprender

Debemos aprender a escuchar aunque sea difícil, a mantenernos centrados cuando estamos alterados, a hablar con claridad cuando nos rodea el caos. Peter Senge, autor de “La quinta disciplina” ha escrito mucho sobre cómo el lenguaje moldea el pensamiento, el comportamiento y la cultura y mantiene que: “A través del aprendizaje percibimos el mundo de otra manera. Y, mientras aprendemos, cambiamos la forma en la que hablamos y la forma en la que hablamos cambia la forma en la que pensamos”.

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