Marlene Chism en
SmartBrief on Leadership del pasado 5 de mayo plantea que los ejecutivos deben
perfeccionar sus habilidades de comunicación para obtener claridad,
responsabilidad y buen desempeño.
La autora considera un
error que la comunicación siga siendo considerada como una habilidad “blanda”,
recomendable, pero no esencial para el desempeño. Pero la dura realidad es que
las conversaciones estratégicas son una de las habilidades más vitales que un
ejecutivo debe dominar. Recomienda, para ello:
1.-
Reformular la comunicación como una herramienta estratégica
Los ejecutivos creen
con frecuencia, que su pasada experiencia y su destreza operacional son
suficientes para liderar adecuadamente. Pero el liderazgo es algo más que
números y estrategia, requiere navegar la complejidad a través de
conversaciones.
En los entornos
laborales actuales los líderes tienen que tratar con personas que son
impacientes, reactivas o inmaduras emocionalmente. Sin una comunicación habilidosa
estos encuentros se pueden tornar en fuentes de malentendidos, dramas u
oportunidades perdidas. La comunicación estratégica no es una opción para los
líderes, supone el oxígeno necesario para el liderazgo.
2.- Gestionar la narrativa
La toma de decisiones comienza
en nuestra mente, por lo que para liderar con eficacia debemos controlar la narrativa
que tiene lugar en nuestra mente. La claridad en el interior conduce a la
claridad en el exterior.
3.-
Utilizar el lenguaje para crear el futuro
Si queremos conocer qué
tipo de cultura realmente existe en nuestra organización debemos escuchar a las
conversaciones que tienen lugar en ella. Cuando éstas se centran en lo que es
posible, lo que viene y lo que tiene que cambiar, estamos creando una cultura
de crecimiento. Pero si las conversaciones giran en torno a la culpa, a los
obstáculos y a las quejas, las situaciones problemáticas y el drama serán las
consecuencias.
Las declaraciones sobre
la misión no definen la cultura, ésta se modela a través del lenguaje y la
acción. Los líderes, por ejemplo, que toleran lenguaje tóxico eventualmente
verán éste reflejado en el desempeño.
4.-
Personificar los valores clave
La mayor parte de las
organizaciones defienden valores como la integridad, compasión o excelencia
como clave, pero con frecuencia si preguntamos a su profesionales cómo se
muestran esos valores en su entorno laboral no sabrán cómo responder, porque
esos valores son aspiracionales, pero no prácticos. Los valores suenan bien
pero luego no se practican: no se encuentran en las conversaciones, ni están
ligados al feedback o al reconocimiento, por lo que no están moldeando los
comportamientos.
Para alinear los
valores con la cultura los líderes deben personificar los valores clave, lo que
implica mostrar esos valores y encontrar formas prácticas para hacer que esos
valores tomen vida en las conversaciones, toma de decisiones, recompensas,
disciplina y coaching.
5.-
Dejar de evitar conflictos y comenzar a liderar
Evitar conflictos puede
parecer una buena idea en el primer momento, para mantener la paz, proteger las
relaciones y evitar incomodidades, pero su coste es alto.
6.-
Establecer nuestra intención antes de comunicar
Sin un propósito claro
las conversaciones y discusiones acaban en un bucle o se convierten en
emocionales o en enfrentamientos y terminan siendo un ping pong verbal, sin
progreso.
El antídoto consiste en
marcar bien nuestras intenciones, sobre todo antes de cada conversación de
desempeño. Debemos conocer nuestra meta y mantener la dirección establecida.
Cuando somos claros podemos liderar, aunque las emociones se disparen o la
conversaciones sean turbulentas.
7.-
Escuchar
Escuchar resulta fácil cuando
el mensaje es agradable, pero es más complicado cuando nos cuestiona o provocan. En estas ocasiones es cuando debemos
recurrir a la “escucha radical”. Ésta implica mantenernos quietos cuando
nuestros instintos nos piden que nos defendamos, dominemos o nos
descomprometamos. Significa escuchar buscando la alineación y hacer una pausa antes de reaccionar para
poder escoger el camino adecuado hacia delante. Es un acto de autogestión y
autorregulación. Que necesita disciplina y trabajo interno. Los líderes que
dominan esta técnica pueden redirigir conversaciones, ser coaches más eficaces
y reducir la reactividad de los demás.
8.-
Desarrollar la disciplina para aprender
Debemos aprender a
escuchar aunque sea difícil, a mantenernos centrados cuando estamos alterados,
a hablar con claridad cuando nos rodea el caos. Peter Senge, autor de “La quinta disciplina” ha escrito mucho sobre cómo el lenguaje moldea el
pensamiento, el comportamiento y la cultura y mantiene que: “A través del
aprendizaje percibimos el mundo de otra manera. Y, mientras aprendemos, cambiamos
la forma en la que hablamos y la forma en la que hablamos cambia la forma en la
que pensamos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario