miércoles, 31 de julio de 2019

QUÉ HACER SI PERDEMOS EL CONTROL


Patricia Thompson en hbr.org del pasado 26 de julio plantea que el trabajo puede ser estresante e independientemente del origen, compañeros, jefes o carga de trabajo excesiva, la presión puede ser excesiva y podemos perder los estribos.

Cuando lo hacemos podemos atribuirlo a que tenemos un mal día y seguir adelante pretendiendo que nada ha pasado, pero los afectados por nuestro estallido no lo van a olvidar fácilmente., ya que como, por ejemplo,  Roy Baumeister escribía en “Bad is stronger than good” las experiencias negativas son procesadas de forma más exhaustiva que las positivas y las experiencias negativas se forman con mayor rapidez y son más difíciles de olvidar que las buenas. Para recuperarnos debemos enfocar la situación con humildad, siguiendo los siguientes pasos:

1.- SER HONESTOS CON NOSOTROS MISMOS. Debemos analizar si es un hecho aislado o uno que se repite con frecuencia. Si perder los nervios es algo muy raro en nosotros las personas que trabajen con nosotros y nos conozcan sabrán captar que los motivos son situacionales y en este caso una disculpa sincera puede ser suficiente. Pero si es algo que hacemos de forma regular tendremos un camino más complicado por delante para rehabilitar nuestra reputación.

2.- PEDIR DISCULPAS. Idealmente deberíamos hacerlo lo antes posibles tras nuestro  estallido para limitar el tiempo que los demás pueden dedicar a comentar lo ocurrido con los compañeros. Investigaciones realizadas por Roy Lewicki, Beth Polin y Robert Lount muestran que las disculpas eficaces tienen 6 componentes:

a).- Manifestar nuestro pesar.

b).- Explicar lo que pudo ir mal.

c).- Reconocer nuestra responsabilidad.

d).- Declarar nuestro  arrepentimiento.

e).- Ofrecer posibles reparaciones.

f).- Solicitar el perdón.

Los investigadores encontraron que cuantos más componentes de éstos se incluyen la respuesta de los demás es más favorable ante las disculpas. Pro no todos los elementos son igual de importantes. El factor fundamental es el reconocimiento de la responsabilidad. Por tanto al disculparnos debemos reconocer lo que hicimos y no tenemos que racionalizar o buscar excusas, sino admitir sinceramente que nuestro comportamiento fue equivocado.

En el estudio el segundo componente más importante se vio que era el ofrecimiento de reparación, por lo que tenemos que decir qué vamos a hacer para reparar el daño (por ejemplo disculparnos privadamente y luego ante las personas que presenciaron el hecho) y los pasos que vamos a dar para evitar que se repita en un futuro. Este último aspecto es importante porque si seguimos mostrando esa misma conducta una y otra vez nuestras disculpas van a dejar de tener sentido y van a ser inútiles.

3.- DESCUBRIR QUÉ FUE LO QUE HA DESENCADENADO NUESTRA PÉRDIDA DEL CONTROL. Es fundamental, identificar los factores desencadenantes, si queremos evitar que nos vuelva a suceder. Una vez que determinemos las causas podremos ser capaces de responder de forma más constructiva en el futuro. Por ejemplo si nos irrita cuando sentimos que los demás nos atacan cunado no están de acuerdo con nuestra opinión podemos  cambiar nuestra perspectiva y reconocer que las opiniones diversas ayudan a los equipos a resolver problemas de una manera más eficaz.

4.- SER CONSISTENTES. Si queremos que las percepciones de los demás cambien tenemos que demostrar que nuestro temperamento es sereno y calmado de forma habitual para que no consideren que somos irascibles e irracionales.

5.- CENTRARNOS EN LAS RELACIONES. Cuando hemos construido relaciones sólidas con los que nos rodean estarán más dispuestos a disculpar un fallo ocasional.

6.- SER PACIENTES. Aunque mantengamos nuestro mejor comportamiento durante mucho tiempo tenemos que ser conscientes de que puede ser necesario aún más tiempo para que los demás crean que los cambios que les mostramos son reales ya que:

a).- Pueden tardar en percibir que hemos modificado nuestra conducta.

b).- Les cuesta convencerse de que son cambios permanentes.


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