miércoles, 11 de diciembre de 2013

ENCONTRAR NUESTRO MANDELA INTERIOR: UN HOMENAJE Y UNA LLAMADA A LA ACCIÓN




Rosabeth Moss Kanter, profesora en Harvard Business School , en HBR Blog Network del pasado 5 de diciembre planteaba que no deberíamos dedicarnos sólo a llorar a Nelson Mandela, sino que deberíamos imitarle y comenzar un movimiento para transformar la cultura de liderazgo y a nosotros mismos.


Fue un consumado experto en dar la vuelta a las situaciones. Como el primer presidente democráticamente elegido en la Suráfrica postapartheid tomó las riendas y revirtió los síntomas destructivos de decadencia ( una versión ampliada de lo que ocurre en muchas organizaciones: supresión de información, antagonismos entre distintos grupos, aislamiento y autoprotección, pasividad y desesperanza). Comenzó el cambio transmitiendo mensajes de esperanza y optimismo, con comportamientos ejemplares (redujo su salario) y con unas nuevas instituciones que se centraban en la responsabilidad, transparencia y comunicación clara. Reformó la constitución para que incluyese a todos. Se acercó a sus enemigos previos y se aseguró de que en su gobierno estuviera representada la diversidad de razas y creencias. 


Era consciente de que era considerado un icono y que podía moldear la cultura de la sociedad para los demás. Su meta era modificar los comportamientos y actitudes, no sólo las leyes. Las personas ampliaron sus aspiraciones porque Mandela les estimulaba a ello.
Comprendió el poder del perdón. Tras 27 años en prisión logró mantener su sentido de justicia intacto sin que se evidenciase ningún resentimiento. Mantuvo su fe en las personas, independientemente de sus actos. Su Comisión de la Verdad y de la Reconciliación fue un mecanismo innovador para permitir a las personas que reconociesen atrocidades pasadas y evolucionasen a mejoras futuras. Resistió la presión para cambiar del rol de oprimido a opresor (en su partido algunos miembros clamaban venganza hacia los integrantes del antiguo régimen y hacia los blancos privilegiados) y centró la atención de toda la población en sentirse orgullosos de la nación que compartían y en trabajar conjuntamente para amplios retos comunes.
Fue capaz de hacer la transición de revolucionario a hombre de estado. No se aferró al poder. Al resultar elegido como presidente anunció que su mandato no se extendería más de 5 años, para así permitir que otros se convirtiesen en líderes.
Al abandonar la presidencia continuó su labor de servicio a los demás.
Su legado es mayor que la lucha por la justicia racial y que su influencia en su país. Reside en las lecciones de liderazgo que nos dejó a todos, entre las que Moss Kanter destaca que si :
a).- Estamos desanimados porque las cosas no salen como queremos debemos  recordar los 27 años que Mandela pasó en prisión.
b).- No queremos ceder el poder, no olvidar la promesa de Mandela de no estar más de 5 años ocupando la presidencia de su país.
c).- Sentimos tentaciones de machacar a la competencia, eviscerar a los enemigos o humillar públicamente a aquellos que se equivocan debemos encontrar nuestro Mandela interior,  perdonar y seguir adelante.


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