Peter Bregman, director general de Bregman
Partners, Inc, empresa de consultoría especializada en desarrollo de liderazgo
y autor de diversos libros sobre el tema, en un artículo publicado
recientemente en Harvard Business Review , planteaba cómo se pueden tener
amigos en el trabajo cuando eres el jefe.
La experiencia muestra que el trato que
damos a los amigos, cuando somos jefes, normalmente no es equitativo con respecto al que ofrecemos al resto de profesionales a
nuestro cargo. En ocasiones éstos pueden aprovecharse de esta circunstancia, no hacer lo que se les
pide y no responder con el desempeño adecuado. El resultado es que estas
conductas dañan tanto a la organización como
a la reputación del directivo. Los profesionales se sienten desmotivados
ante la aparente injusticia en el trato y su compromiso se resiente. El
problema surge porque el directivo puede sentir empatía y trata de justificar
la actuación de sus amigos porque se preocupa por ellos, mostrándose ciego a las
repercusiones negativas que tiene su comportamiento.
Numerosas investigaciones apoyan la idea
de que tener amigos en el trabajo hace que nos sintamos más felices en el mismo
y más comprometidos. Pero estos estudios no abordan el hecho de que las
amistades en el trabajo pueden ser complicadas, especialmente si una de las
partes es el jefe de la otra. Los líderes experimentados procuran no tener
amistad con sus subordinados.
Bregman propone 4 reglas para ayudar a
los altos directivos a mantener su liderazgo mientras conservan sus amistades
en el trabajo:
1.-
Tener un compromiso claro y fuerte con los objetivos de la organización.
De esta forma se facilita la toma de decisiones duras alineadas con el propósito
de la misma. Mantener una actitud
abierta, transparente y apasionada sobre ese compromiso, siendo conscientes de
que algunas personas, probablemente amigas, no van a estar de acuerdo con
nosotros.
2.- Estar cómodo con las emociones fuertes.
Esto incluye tanto las propias como las de los demás. Si actuamos de acuerdo
con nuestros compromisos con la organización con integridad, en ocasiones los
que nos rodean se enfadarán con nosotros, se sentirán ofendidos, se replegarán
o adoptarán una conducta pasivo-agresiva. Aunque parezca una actitud insensible
ante estas situaciones tenemos que aceptar que nos es nuestra obligación
arreglarlas y que podemos escuchar, mostrar empatía y apoyo, pero que no vamos
a ser tan dependientes de sus sentimientos que no vamos a liderar la
organización de la forma que creemos debemos hacerlo.
3.- Desarrollar las habilidades
necesarias para la amistad. Necesitamos dominar las capacidades que nos puedan
permitir mantener las amistades a pesar de los desacuerdos y simultanear los
roles de amigo y directivo. Entre ellas destacan la integridad inquebrantable,
la escucha con empatía y el mantenimiento de fuertes límites.
4.- Estar preparado para perder amigos.
Es importante aceptar que no podemos controlar lo que va a pasar con una
amistad, ya que aunque actuemos de acuerdo con las recomendaciones anteriores
la otra persona puede no estar de acuerdo con nuestras decisiones. En estos
casos tenemos que experimentar tristeza por la pérdida y seguir adelante. Para
paliar los efectos de esta desilusión el autor recomienda procurar tener muchos
amigos que ayuden a mitigar el impacto
de perder a uno que no es capaz de comprender nuestras decisiones.
Estas recomendaciones son difíciles de
seguir. Para Bregman la habilidad clave que subyace en todas es el coraje
emocional o el deseo de actuar de forma serena al enfrentarnos a emociones
profundas.
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