Julia A. Minson, Hanne K. Collins y Michael Yeomans en la edición de
noviembre-diciembre de Harvard Business Review plantean que para promover conflictos
constructivos las organizaciones deben animar a sus profesionales a que modifiquen
sus comportamientos observables durante los mismos.
Diariamente
en todas las organizaciones en el mundo las personas se muestran en desacuerdo
sobre todo, desde estrategias de precios a decisiones de contratación o grandes adquisiciones . Investigaciones de todas las ciencias sociales demuestran
que los desacuerdos ofrecen importantes beneficios, como ocurre por ejemplo con las
perspectivas divergentes que despiertan la creatividad, evitan errores costosos y
conducen a mejores decisiones. Pero, evidentemente existe el riesgo de que los desacuerdos gestionados inadecuadamente
originen costes masivos interpersonales y financieros.
Durante
décadas han existido una plétora de recomendaciones de los académicos y
consultores sobre cómo las personas pueden estar en desacuerdo de forma
constructiva. Algunas proponen que las personas “piensen y sientan” de
determinada manera en relación a sus compañeros: “Ponte en sus zapatos”, “Muestra
compasión y empatía” o “Trata de entenderles en lugar de juzgarles”. Otras
dicen lo que hay que hacer como: “Haz preguntas para aclarar”, “Haz
afirmaciones “yo” no “tú” o “Utiliza el lenguaje corporal abierto como señal de
receptividad, amistad y deseo de comprometerte”. Pero a pesar de todos estos
consejos, el conflicto permanece.
Los autores
han realizado en los últimos diez años docenas de experimentos sobre cómo las
personas en una variedad de entornos pueden estar en desacuerdo de forma
constructiva. Su hallazgo clave ha sido que los procesos mentales internos (
las técnicas basadas en pensar y sentir) tienen un impacto limitado en los resultados por
la sencilla razón de que no podemos leer la mente de los demás.
Esto quiere
decir que para que los demás perciban, aprecien y reaccionen ante nuestros
intentos de gestionar un conflicto, nuestros pensamientos y sentimientos deben
verse reflejados en las cosas que hacemos y decimos. Los estados mentales deben
traducirse en comportamientos observables.
Las
organizaciones deben formar a sus profesionales para que modifiquen su
comportamiento durante los desacuerdos o conflictos de la forma más concreta
posible. Más específicamente deben conseguir que éstos se muestren más atentos
a su comportamiento lingüístico, seleccionando cuidadosamente las palabras que
van a emplear, porque a diferencia de los pensamientos y sentimientos de las
personas que pueden no ser observables, el lenguaje si lo es. Podemos, también,
medir directamente el lenguaje con diferentes tecnologías y formar
apropiadamente a las personas para que mejoren su forma de hablar entre sí
durante conversaciones complicadas.
Cambiar
el comportamiento verbal es la forma más eficaz de superar dos problemas clave
que, con frecuencia, hacen que los desacuerdos se conviertan en conflictos:
1.- La brecha
intención-acción
Si
alguna vez hemos hecho una resolución de Año Nuevo estaremos familiarizados con
esta brecha, que hace que fracasemos en el seguimiento hasta de los planes mejor
trazados. Nuestras intenciones de gastar menos, hacer más ejercicio, comer más
sano o aprender otro idioma, por ejemplo, con frecuencia se vienen abajo, fruto
delas presiones de la vida cotidiana, Este tipo de fracaso es común, también,
en los casos de conflictos interpersonales. Mantener la calma y comunicar de
forma constructiva requiere esfuerzo y es complicado conseguirlo mientras nos
esforzamos por entender a nuestros compañeros y mientras nos sentimos enfadados
por su aparente incapacidad para entendernos. resulta difícil responder con
respeto y curiosidad cuando alguien está cuestionando algunas de nuestras
creencias y valores más profundos, aunque estemos haciendo todo lo que podamos
por mantener una mente abierta.
En una serie de estudios, realizados por los autores en los últimos años, cientos de participantes estaban de acuerdo, abrumadoramente, en que expresar curiosidad por las personas que estaban en desacuerdo con ellos era una buena idea. Pero cuando se les pedía que mostrasen su deseo de aprender de las perspectivas opuestas de los demás con frecuencia fallaban y se les “pillaba” defendiendo sus propios argumentos.
2.- La brecha
comportamiento-percepción
Aunque
consigamos realizar los comportamientos que queremos, no existe ninguna
garantía de que serán percibidos como esperamos. Las cosas que hacemos y
decimos con la intención de comunicar un cierto estado mental no siempre son
percibidas como deseamos por los demás, tal vez porque nos equivocamos con las
señales que emitimos.
Para poder
estar en desacuerdo de forma constructiva debemos pensar cómo podemos cerrar
estas dos brechas. Esto implica ayudar a los profesionales a:
a).- Aprender
comportamientos que van a ser interpretados como pretendemos.
b).- Ejecutar
correctamente estos comportamientos.
Un enfoque de gestión de conflictos centrado en el comportamiento tiene varias ventajas para las organizaciones. La mayoría de nosotros no somos muy hábiles a la hora de encontrar sentido a lo que está ocurriendo en nuestras mentes. Nuestras autovaloraciones de lo que estamos pensando y sintiendo con frecuencia están enturbiadas por sesgos cognitivos, motivos interesados y emociones fuertes. Por el contrario, el comportamiento es observable y, por tanto, medible. Cuando los individuos exhiben comportamientos los que les rodean: las personas con las que están en desacuerdo, así como observadores como mentores o coaches, pueden juzgar si han hecho lo “correcto” y ofrecer el feedback adecuado, analizando, por ejemplo, si expresaron curiosidad por el punto de vista del otro o simplemente reafirmaron el suyo propio o si reconocieron la perspectiva de la otra parte o procuraron pasar sobre ella y destruirla.
Además los
comportamientos concretos pueden ser probados a través de investigaciones
sistemáticas para determinar si son los correctos para el trabajo. Seguir la
guía de las investigaciones puede ayudar a superar la brecha de
comportamiento-percepción. Por ejemplo en las investigaciones los autores
han encontrado que los resultados de un conflicto mejoran mucho cuando las
personas expresan su disposición a aprender de la perspectiva opuesta de los
demás.
Resulta también
útil animar o enseñar a las personas a mantener un patrón mental abierto y
empático. Cualquier intervención a nivel
organizacional para cambiar la forma en que las personas interaccionan unas con
otras debe comenzar con su compromiso. Si los individuos mantienen una actitud
negativa hacia sus compañeros y sencillamente no quieren mostrar ninguna
curiosidad o empatía hacia ellos, éstos van resistir cualquier esfuerzo para
que cambien su comportamiento. Pero, cualquier consejo sobre cómo las personas
deben pensar y sentir debe acompañarse de consejos sobre cómo pueden y deben expresar esos pensamientos y
sentimientos.
En este
sentido los autores hacen las siguientes:
I.- RECOMENDACIONES PARA LOS
INDIVIDUOS
Estas
sugerencias proceden de años de investigaciones de los autores y de otros investigadores sobre
el efecto de diferentes técnicas lingüísticas sobre los resultados de los conflictos.
Un aspecto común en todas es que utilizan el lenguaje para escapar de la
espiral competitiva que con frecuencia caracteriza los desacuerdos y que
requieren que el orador comunique algún nivel de vulnerabilidad. Expresar vulnerabilidad en los desacuerdos no
es divertido ya que las personas suelen abordar los desacuerdos preparados para
luchar y lo último que tienen en mente es permitir que los otros asuman una
posición psicológica dominante en el intercambio. Pero esta es otra razón por
la que apoyarnos en el lenguaje es importante: solo al escucharnos a nosotros
mismos decir las palabras correctas podremos estar seguros de que hemos actuado
con intenciones positivas.
Las recomendaciones
son.
1.- Mostrar un deseo de aprender
Cuando las
personas reciben comunicaciones que claramente y explícitamente describen el interés
de sus compañeros para comprender, les van a evaluar de forma más positiva y
van a encontrar sus argumentos más atractivos y más razonables. La forma más sencilla de mostrar curiosidad es
decir que sentimos curiosidad. Por ejemplo, tan pronto como veamos que nuestro
compañero está en desacuerdo con nosotros podemos decir: “oye, me parece que
estamos viendo esto de forma diferente. Siento curiosidad por lo que piensas
sobre XYZ”. Mostrar un interés por aprender no requiere que abandonemos nuestro
propio argumento. Por ejemplo podemos decir: “Creo que existen distintas formas
de pensar sobre esto. Puedo creer en XYZ, pero me encantaría conocer de dónde proceden tus
ideas”.
2.- Reconocer a la otra parte
Por definición
cualquier persona que está hablando desea ser entendida. Y en el conflicto las
personas se preocupan de que lo que
dicen ni siquiera se registre. El reconocimiento es un regalo sencillo que
podemos ofrecer a los demás. Aunque no estemos de acuerdo podemos mostrar a los
demás que hemos recibido su mensaje y que le hemos escuchado atentamente y, si
no lo hemos entendido, no debemos
fingir, sino pedir que se nos aclare.
3.- Encontrar terreno común
Independientemente
de lo mucho que estemos en desacuerdo con alguien sobre un determinado punto,
si hacemos un zoom hacia fuera siempre podremos encontrar algo que tenemos en
común: creencias, valores, metas, etc. Aunque el desacuerdo específico pueda
capturar nuestra atención, debemos intentar hacer que el terreno común sea
explícito a través de frases como: “estoy de acuerdo con parte de lo que estás
diciendo….”, o “Los dos queremos….” O “Cuando estuve en esa reunión también me di cuenta de que….”.
4.- Matizar nuestras afirmaciones
En un
desacuerdo sobre un hecho (por ejemplo el coste de un proyecto o la causa de un
problema técnico), las personas normalmente nos equivocamos en un 50% de las
ocasiones. Con este dato en mente en lugar de defender que estamos seguros de
que tenemos razón podemos intentar mostrar humildad matizando nuestras
afirmaciones y dejando abierta la posibilidad de que podamos estar equivocados.
Podemos hacerlo comenzando nuestras afirmaciones con comentarios como: “desde
mi punto de vista….” o “en ocasiones es el caso de que …”
5.- Compartir nuestras historias
Nuestras creencias
más profundas y la fuerza emocional que está detrás de ellas normalmente
proceden de algo que nos ha sucedido en el pasado en lugar de venir de datos.
Según muestran investigaciones realizadas por una de las autoras (Julia) y por
otros equipos de investigadores, compartir historias y los sentimientos que nos
despiertan es una forma más eficaz de generar confianza que el tratar de impresionar
a nuestros compañeros con listados de hechos o datos.
1.- Formar en habilidades verbales a
los profesionales
Al formar a
las personas para poder gestionar desacuerdos debemos considerar cómo una instrucción
para conseguir que una persona piense o sienta de determinada forma ( con más
empatía, mayor humildad o mayor vulnerabilidad, por ejemplo) puede ser
traducida en señales verbales claras. Por tanto en lugar de solo decir a las
personas que sean curiosas debemos enseñarles a que expresen esa curiosidad
verbalmente o en lugar de solo decirles que muestren
una mente abierta, enseñarles a que sean receptivas en sus comunicaciones.
2.- Ser un modelo de los
comportamientos correctos
Los líderes
pueden tener como meta incluir estas habilidades en los procesos regulares de
su organización. Por ejemplo en reuniones semanales con el equipo los jefes
pueden mostrar los comportamientos concretos que quieren que sus profesionales
tengan.
3.- Utilizar la tecnología para
reforzar los cambios
Muchas de
las conversaciones en la actualidad se producen de forma digital, a través, por
ejemplo, de correos, Zoom o Slack. Esto permite a las organizaciones a monitorizar
las habilidades de gestión de conflictos en tiempo real y a una escala. Por ejemplo,
muchas organizaciones usan, ya algoritmos de procesamiento de lenguaje natural
para medir la toxicidad en el lenguaje para poder identificar cuando es necesaria
una intervención. También hay que tener
en cuenta que una buena gestión del conflicto trata de fomentar los
comportamientos correctos antes de que una discusión se convierta en tóxica,
por lo que son útiles apps de mensajes que incluyan recordatorios
preconversación de palabras y frases recomendables.
Chatboxes
customizadas que empleen IA generativa pueden ser diseñadas para facilitar a
los usuarios tanto práctica como feedback específico sobre su habilidad para
usar el lenguaje para mostrar su desacuerdo de forma adecuada y eficaz. Estos métodos ofrecen la ventaja de que los profesionales se muestran más dispuestos a estar
en desacuerdo con la IA, que con sus compañeros de equipo y los líderes lo
prefieren por su menor potencial para dañar las relaciones dentro de un equipo.
4.- Contratar y promocionar a
profesionales que muestren sus desacuerdos de forma constructiva
Por ejemplo,
la Universidad de Harvard, así como otras universidades punteras, han añadido
en sus requisitos de admisión la necesidad de presentar un ensayo en el que describan
un episodio de fuerte desacuerdo en el que se hayan visto implicados y cómo
gestionaron la situación.

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