miércoles, 26 de noviembre de 2025

LA IMPORTANCIA DE LA PRÁCTICA DE LA GRATITUD

 


Scott Hutcheson en Chief Executive del pasado 24 de noviembre plantea que los líderes están volviendo a promover prácticas relacionadas con la gratitud para incrementar la moral, la motivación y la salud mental, especialmente en entornos de trabajo híbridos y en remoto.

La gratitud no cuesta nada, solo necesitamos segundos para practicarla y produce resultados medibles, tanto a nivel psicológico como organizacional. El problema está en que no creemos en ella porque subestimamos su impacto.

Una encuesta realizada por la Fundación John Templeton ha encontrado que el 80% de los empleados estadounidenses se esforzarían más en el trabajo si su jefe les mostrase algún tipo de reconocimiento, solo un 15% decían que recibían regularmente muestras de agradecimiento y un 35% que su jefe nunca les daba las gracias.

La ausencia de gratitud en el trabajo se puede considerar como un punto ciego biológico. Nuestras mentes están programadas para detectar amenazas con mayor rapidez que los reconocimientos. En términos evolutivos, el percibir el peligro nos mantiene vivos, mientras el percibir cosas buenas o buena suerte es opcional. Las prácticas de gratitud pueden invertir este sesgo si reentrenan a nuestra mente para que se centre en lo que funciona en lugar de en lo que falta.

La gratitud está firmemente asociada a la dopamina y a la oxitocina. La dopamina estimula la motivación y la recompensa, mientras la oxitocina genera confianza y conexión. Juntas forman las bases biológicas de la colaboración. Como explica el neurocientífico Alex Korb el simple acto de dar las gracias involucra al circuito de recompensa del cerebro incrementando tanto el placer como la perseverancia.

Desde un punto de vista neurológico la gratitud parece que calma la respuesta cerebral al estrés, permitiendo a la corteza prefrontal, responsable de la concentración y de la toma de decisiones, a operar de forma más eficaz. También activa regiones cerebrales ligadas a la cognición moral y a la conexión social, reforzando nuestra capacidad de empatía y cooperación.

A pesar de ser tan eficaz parece que se desvanece en los entornos laborales. La razón de esto con frecuencia radica en el ritmo de las organizaciones, ya que la mayoría de sus sistemas están construidos para la evaluación, no para la apreciación. Ofrecemos feedback cada X meses, reconocemos los logros anualmente y asumimos que el silencio equivale a la satisfacción con el trabajo realizado.

Pero la gratitud funciona como el ejercicio, solo  lo hace si es consistente y regular. Gestos ocasionales pueden elevar los espíritus brevemente, pero una motivación sostenida requiere un refuerzo regular, especialmente en entornos híbridos y remotos. Sin las micro- señales que ofrecen el contacto visual, la proximidad física y las interacciones espontáneas en los pasillos, por ejemplo, las personas se apoyan en el reconocimiento explícito para estimar si su contribución importa.

La gratitud tiene que ser algo más que dar las gracias, importa el lugar y la forma en la que se expresa. En equipos de alto desempeño se muestra de las tres maneras siguientes:

1.- Gratitud relacional. Consiste en reconocer directamente el esfuerzo, la delicadeza o la colaboración que la otra persona ha mostrado. Refuerza la confianza y la cohesión.

2.- Gratitud reflectante.  Trata de dedicar tiempo como equipo a reconocer los éxitos conjuntos o las lecciones aprendidas. Ayuda a construir un sentimiento de eficacia colectiva y de pertenencia.

3.- Gratitud reparadora. Se ocupa de expresar apreciación durante contratiempos o situaciones de estrés. Investigaciones realizadas por Martin Seligman y otros en el campo de la psicología positiva sugieren que la gratitud expresada en momentos tensos puede ser muy eficaz porque ayuda a regular las respuestas ante es estrés y a restaurar el equilibrio emocional.

Los líderes que practican estas tres formas de gratitud crean lo que los científicos del comportamiento describen como ciclos prosociales de feedback, de reconocimiento y cooperación que mantienen la motivación y fortalecen la unión en los equipos.

Transformar la gratitud de la mera intención a una cultura requiere estructura. El autor recomienda tres formas prácticas de incluirla en nuestro trabajo:

a).- Comenzar con pequeños actos. Por ejemplo, comenzar las reuniones con una breve ronda de reconocimientos, pidiendo los miembros del equipo que nombren a las personas que les han ayudado recientemente. Este simple acto activa los circuitos de la confianza en el cerebro y hace que el tono se incline hacia la conexión.

b).- Emparejar feedback y agradecimiento. Cuando ofrezcamos feedback de desarrollo debemos incluir reconocimientos específicos sobre lo que está yendo bien. La gratitud hace que el feedback se reciba más fácilmente.

c).- Cerrar el círculo. Al final de la semana enviar una breve nota de agradecimiento destacando un esfuerzo o una contribución significativa. Con el tiempo estas pequeñas muestras componen una fuerte corriente motivacional.

domingo, 23 de noviembre de 2025

CÓMO EVITAR QUE LOS DESACUERDOS SE CONVIERTAN EN CONFLICTOS

 


Julia A. Minson, Hanne K. Collins y Michael Yeomans en la edición de noviembre-diciembre de Harvard Business Review plantean que para promover conflictos constructivos las organizaciones deben animar a sus profesionales a que modifiquen sus comportamientos observables durante los mismos.

Diariamente en todas las organizaciones en el mundo las personas se muestran en desacuerdo sobre todo, desde estrategias de precios a decisiones de contratación o grandes adquisiciones . Investigaciones de todas las ciencias sociales demuestran que los desacuerdos ofrecen importantes beneficios, como ocurre  por ejemplo con  las perspectivas divergentes que despiertan la creatividad, evitan errores costosos y conducen a mejores decisiones. Pero, evidentemente existe el riesgo de que los  desacuerdos gestionados inadecuadamente originen costes masivos interpersonales y financieros.

Durante décadas han existido una plétora de recomendaciones de los académicos y consultores sobre cómo las personas pueden estar en desacuerdo de forma constructiva. Algunas proponen que las personas “piensen y sientan” de determinada manera en relación a sus compañeros: “Ponte en sus zapatos”, “Muestra compasión y empatía” o “Trata de entenderles en lugar de juzgarles”. Otras dicen lo que hay que hacer como: “Haz preguntas para aclarar”, “Haz afirmaciones “yo” no “tú” o “Utiliza el lenguaje corporal abierto como señal de receptividad, amistad y deseo de comprometerte”. Pero a pesar de todos estos consejos, el conflicto permanece.

Los autores han realizado en los últimos diez años docenas de experimentos sobre cómo las personas en una variedad de entornos pueden estar en desacuerdo de forma constructiva. Su hallazgo clave ha sido que los procesos mentales internos ( las técnicas basadas en pensar y sentir) tienen un impacto limitado en los resultados por la sencilla razón de que no podemos leer la mente de los demás.

Esto quiere decir que para que los demás perciban, aprecien y reaccionen ante nuestros intentos de gestionar un conflicto, nuestros pensamientos y sentimientos deben verse reflejados en las cosas que hacemos y decimos. Los estados mentales deben traducirse en comportamientos observables.

Las organizaciones deben formar a sus profesionales para que modifiquen su comportamiento durante los desacuerdos o conflictos de la forma más concreta posible. Más específicamente deben conseguir que éstos se muestren más atentos a su comportamiento lingüístico, seleccionando cuidadosamente las palabras que van a emplear, porque a diferencia de los pensamientos y sentimientos de las personas que pueden no ser observables, el lenguaje si lo es. Podemos, también, medir directamente el lenguaje con diferentes tecnologías y formar apropiadamente a las personas para que mejoren su forma de hablar entre sí durante conversaciones complicadas.

Cambiar el comportamiento verbal es la forma más eficaz de superar dos problemas clave que, con frecuencia, hacen que los desacuerdos se conviertan en conflictos:

1.- La brecha intención-acción

Si alguna vez hemos hecho una resolución de Año Nuevo estaremos familiarizados con esta brecha, que hace que fracasemos en el seguimiento hasta de los planes mejor trazados. Nuestras intenciones de gastar menos, hacer más ejercicio, comer más sano o aprender otro idioma, por ejemplo, con frecuencia se vienen abajo, fruto delas presiones de la vida cotidiana, Este tipo de fracaso es común, también, en los casos de conflictos interpersonales. Mantener la calma y comunicar de forma constructiva requiere esfuerzo y es complicado conseguirlo  mientras nos esforzamos por entender a nuestros compañeros y mientras nos sentimos enfadados por su aparente incapacidad para entendernos. resulta difícil responder con respeto y curiosidad cuando alguien está cuestionando algunas de nuestras creencias y valores más profundos, aunque estemos haciendo todo lo que podamos por mantener una mente abierta.

En una serie de estudios, realizados por los autores en los últimos años, cientos de participantes  estaban de acuerdo, abrumadoramente, en que expresar curiosidad por las personas que estaban en desacuerdo con ellos era una buena idea. Pero cuando se les pedía que mostrasen su deseo de aprender de las perspectivas opuestas de los demás con frecuencia fallaban y se les “pillaba” defendiendo sus propios argumentos.

2.- La brecha comportamiento-percepción

Aunque consigamos realizar los comportamientos que queremos, no existe ninguna garantía de que serán percibidos como esperamos. Las cosas que hacemos y decimos con la intención de comunicar un cierto estado mental no siempre son percibidas como deseamos por los demás, tal vez porque nos equivocamos con las señales que emitimos.

Para poder estar en desacuerdo de forma constructiva debemos pensar cómo podemos cerrar estas dos brechas. Esto implica ayudar a los profesionales a:

a).- Aprender comportamientos que van a ser interpretados como pretendemos.

b).- Ejecutar correctamente estos comportamientos.

Un enfoque de gestión de conflictos centrado en el comportamiento tiene varias ventajas para las organizaciones. La mayoría de nosotros no somos muy hábiles a la hora de encontrar sentido a lo que está ocurriendo en nuestras mentes. Nuestras autovaloraciones de lo que estamos pensando y sintiendo con frecuencia están enturbiadas por sesgos cognitivos, motivos interesados y emociones fuertes. Por el contrario, el comportamiento es observable y, por tanto, medible. Cuando los individuos exhiben comportamientos los que les rodean: las personas con las que están en desacuerdo, así como observadores como mentores o coaches, pueden juzgar si han hecho lo “correcto” y ofrecer el feedback adecuado, analizando,  por ejemplo, si expresaron curiosidad por el punto de vista del otro o simplemente reafirmaron  el suyo propio o si reconocieron  la perspectiva de la otra parte o  procuraron  pasar sobre ella y destruirla.

Además los comportamientos concretos pueden ser probados a través de investigaciones sistemáticas para determinar si son los correctos para el trabajo. Seguir la guía de las investigaciones puede ayudar a superar la brecha de comportamiento-percepción. Por ejemplo en las investigaciones los autores han encontrado que los resultados de un conflicto mejoran mucho cuando las personas expresan su disposición a aprender de  la perspectiva opuesta de los demás.

Resulta también útil animar o enseñar a las personas a mantener un patrón mental abierto y empático. Cualquier intervención  a nivel organizacional para cambiar la forma en que las personas interaccionan unas con otras debe comenzar con su compromiso. Si los individuos mantienen una actitud negativa hacia sus compañeros y sencillamente no quieren mostrar ninguna curiosidad o empatía hacia ellos, éstos van resistir cualquier esfuerzo para que cambien su comportamiento. Pero, cualquier consejo sobre cómo las personas deben pensar y sentir debe acompañarse de consejos sobre cómo pueden  y deben expresar esos pensamientos y sentimientos.

En este sentido los autores hacen las siguientes:

I.- RECOMENDACIONES PARA LOS INDIVIDUOS

Estas sugerencias proceden de años de investigaciones de los autores y de otros investigadores sobre el efecto de diferentes técnicas lingüísticas sobre los resultados de los conflictos. Un aspecto común en todas es que utilizan el lenguaje para escapar de la espiral competitiva que con frecuencia caracteriza los desacuerdos y que requieren que el orador comunique algún nivel de vulnerabilidad.  Expresar vulnerabilidad en los desacuerdos no es divertido ya que las personas suelen abordar  los desacuerdos preparados para luchar y lo último que tienen en mente es permitir que los otros asuman una posición psicológica dominante en el intercambio. Pero esta es otra razón por la que apoyarnos en el lenguaje es importante: solo al escucharnos a nosotros mismos decir las palabras correctas podremos estar seguros de que hemos actuado con intenciones positivas.

Las recomendaciones son.

1.- Mostrar un deseo de aprender

Cuando las personas reciben comunicaciones que claramente y explícitamente describen el interés de sus compañeros para comprender, les van a evaluar de forma más positiva y van a encontrar sus argumentos más atractivos y más razonables.  La forma más sencilla de mostrar curiosidad es decir que sentimos curiosidad. Por ejemplo, tan pronto como veamos que nuestro compañero está en desacuerdo con nosotros podemos decir: “oye, me parece que estamos viendo esto de forma diferente. Siento curiosidad por lo que piensas sobre XYZ”. Mostrar un interés por aprender no requiere que abandonemos nuestro propio argumento. Por ejemplo podemos decir: “Creo que existen distintas formas de pensar sobre esto. Puedo  creer en XYZ, pero me encantaría conocer de dónde proceden tus ideas”.

2.- Reconocer a la otra parte

Por definición cualquier persona que está hablando desea ser entendida. Y en el conflicto las personas se preocupan de que  lo que dicen ni siquiera se registre. El reconocimiento es un regalo sencillo que podemos ofrecer a los demás. Aunque no estemos de acuerdo podemos mostrar a los demás que hemos recibido su mensaje y que le hemos escuchado atentamente y, si no  lo hemos entendido, no debemos fingir, sino pedir que se nos aclare.

3.- Encontrar terreno común

Independientemente de lo mucho que estemos en desacuerdo con alguien sobre un determinado punto, si hacemos un zoom hacia fuera siempre podremos encontrar algo que tenemos en común: creencias, valores, metas, etc. Aunque el desacuerdo específico pueda capturar nuestra atención, debemos intentar hacer que el terreno común sea explícito a través de frases como: “estoy de acuerdo con parte de lo que estás diciendo….”, o “Los dos queremos….” O “Cuando estuve en esa reunión  también me di cuenta de que….”.

4.- Matizar nuestras afirmaciones

En un desacuerdo sobre un hecho (por ejemplo el coste de un proyecto o la causa de un problema técnico), las personas normalmente nos equivocamos en un 50% de las ocasiones. Con este dato en mente en lugar de defender que estamos seguros de que tenemos razón podemos intentar mostrar humildad matizando nuestras afirmaciones y dejando abierta la posibilidad de que podamos estar equivocados. Podemos hacerlo comenzando nuestras afirmaciones con comentarios como: “desde mi punto de vista….” o “en ocasiones es el caso de que …”

5.- Compartir nuestras historias

Nuestras creencias más profundas y la fuerza emocional que está detrás de ellas normalmente proceden de algo que nos ha sucedido en el pasado en lugar de venir de datos. Según muestran investigaciones realizadas por una de las autoras (Julia) y por otros equipos de investigadores, compartir historias y los sentimientos que nos despiertan es una forma más eficaz de generar confianza que el tratar de impresionar a nuestros compañeros con listados de hechos o datos.

 II.- RECOMENDACIONES PARA LAS ORGANIZACIONES

 Las organizaciones tienen mucho que ganar creando entornos donde las ideas divergentes puedan fluir libremente. Para facilitarlo los autores proponen:

1.- Formar en habilidades verbales a los profesionales

Al formar a las personas para poder gestionar desacuerdos debemos considerar cómo una instrucción para conseguir que una persona piense o sienta de determinada forma ( con más empatía, mayor humildad o mayor vulnerabilidad, por ejemplo) puede ser traducida en señales verbales claras. Por tanto en lugar de solo decir a las personas que sean curiosas debemos enseñarles a que expresen esa curiosidad verbalmente  o en lugar de solo  decirles que muestren una mente abierta, enseñarles a que sean receptivas en sus comunicaciones.

2.- Ser un modelo de los comportamientos correctos

Los líderes pueden tener como meta incluir estas habilidades en los procesos regulares de su organización. Por ejemplo en reuniones semanales con el equipo los jefes pueden mostrar los comportamientos concretos que quieren que sus profesionales tengan.

3.- Utilizar la tecnología para reforzar los cambios

Muchas de las conversaciones en la actualidad se producen de forma digital, a través, por ejemplo, de correos, Zoom o Slack. Esto permite a las organizaciones a monitorizar las habilidades de gestión de conflictos en tiempo real y a una escala. Por ejemplo, muchas organizaciones usan, ya algoritmos de procesamiento de lenguaje natural para medir la toxicidad en el lenguaje para poder  identificar cuando es necesaria una intervención.  También hay que tener en cuenta que una buena gestión del conflicto trata de fomentar los comportamientos correctos antes de que una discusión se convierta en tóxica, por lo que son útiles apps de mensajes que incluyan recordatorios preconversación de palabras y frases recomendables.

Chatboxes customizadas que empleen IA generativa pueden ser diseñadas para facilitar a los usuarios tanto práctica como feedback específico sobre su habilidad para usar el lenguaje para mostrar su desacuerdo de forma adecuada y eficaz. Estos métodos ofrecen la ventaja de que los profesionales se muestran más dispuestos a estar en desacuerdo con la IA, que con sus compañeros de equipo y los líderes lo prefieren por su menor potencial para dañar las relaciones dentro de un equipo.

4.- Contratar y promocionar a profesionales que muestren sus desacuerdos de forma constructiva

Por ejemplo, la Universidad de Harvard, así como otras universidades punteras, han añadido en sus requisitos de admisión la necesidad de presentar un ensayo en el que describan un episodio de fuerte desacuerdo en el que se hayan visto implicados y cómo gestionaron la situación.

 Como conclusión los autores plantean que aunque los desacuerdos sean inevitables, la escalada de un desacuerdo hasta llegar a un conflicto con frecuencia es evitable. Formar a las personas para que empleen comportamientos observables, especialmente para elegir las palabras correctas, al interactuar con otros con diferentes puntos de vista puede resultar muy efectivo para transformar los desacuerdos en mejores ideas y decisiones.

miércoles, 19 de noviembre de 2025

CÓMO PODER ENTENDER Y TRABAJAR MEJOR CON PERSONAS DIFÍCILES



 Brittney  Maxfield en Crucial Skills del pasado 12 de noviembre plantea que lo más difícil de trabajar con personas son las personas, por lo que tenemos que intentar ver a nuestros compañeros desde una perspectiva más generosa y centrarnos no en sus cualidades que consideramos más frustrantes, sino en sus fortalezas.

La autora propone utilizar el Inventario de Despliegue de Fortalezas ( SDI)  para ayudarnos a cambiar nuestra perspectiva, ya que ofrece una visión de los motivos y fortalezas de una persona y sobre cómo esos motivos cambian al experimentar un conflicto. Si se realiza dentro de un equipo ayuda a que sus miembros se conozcan mejor entre sí.

El SDI muestra una visión de la personalidad basada en motivos (Motivational Value System: MVS) que destaca los principales movilizadores del comportamiento. Cada persona comparte una mezcla de tres motivos primarios: personas, procesos y desempeño.

Esto significa que algunos de nosotros obtenemos principalmente nuestro sentido de auto-valía cuando ayudamos a los demás  ( personas), otros cuando tenemos un desempeño de alto nivel y alcanzamos metas (desempeño)  y otros cuando trabajamos independientemente, pensamos con lógica y ordenamos (procesos). Todos tenemos una mezcla de los tres motivos.

Aunque no siempre podamos decir cuál es el MVS de una persona observando su comportamiento, éste nos puede ayudar a valorar las diferencias de personalidad y de que existan en el equipo y esta comprensión puede mejorar nuestras interacciones y fortalecer  a los equipos.

Por tanto, si un compañero se está mostrando de una forma que podemos considerar complicada podemos dedicar un tiempo a analizar sus motivos. También, tenemos que pensar cómo nuestra personalidad afecta nuestra visión de los comportamientos de esa persona. Por ejemplo, una persona muy orientada a los procesos puede interpretar los actos de una muy centrada en el desempeño como arriesgados, o si está orientada a las personas como arrogante.

Al cumplimentar el SDI las personas aprenden cuáles son sus principales fortalezas de una lista de 28, que incluyen características como lealtad, ambición o adaptabilidad. Las fortalezas de nuestro compañero, por ejemplo, pueden ser competitivo, enérgico y ambicioso, pero aunque puedan parecer un poco intimidatorias tenemos que pensar que necesitamos en las organizaciones, también, contar con personas que tengan grandes aspiraciones y que sean tenaces para alcanzarlas. El secreto está en que su manifestación no sea exagerada. Por ejemplo, si alguien se pasa de competitivo puede ser contemplado como agresivo, enérgico como dominante o ambicioso como implacable. Cualquier fortaleza puede ser considerada como una debilidad irritante por los demás cuando es excesiva en sus manifestaciones o se utiliza inadecuadamente.

Aunque podamos describir a nuestro compañero como agresivo, dominante e implacable, lo importante es que entendamos que esas cualidades son la otra cara de la moneda de una fortaleza. Cuando comprendemos esto sobre el comportamiento de los demás podemos verlos de una forma más generosa y podemos abordarles de una manera más productiva.

La manera más sencilla de entender los motivos y fortalezas nuestros y de nuestros compañeros es realizar el SDI, pero si no podemos hacerlo la autora propone las siguientes recomendaciones para mejorar nuestras conversaciones cruciales.

1.- Considerar nuestras “historias” para entender las razones por las que los demás se muestran de determinadas formas. Por ejemplo pensar que aunque creamos que una persona se está portando mal, no es terrible. Puede ser que se preocupe tanto por alcanzar metas que ha perdido de vista la forma en la que sus comportamientos pueden ser interpretados y vividos por los demás. En el fondo lo que quiere es triunfar y eso es algo bueno. También debemos recordar que nuestra perspectiva se ve influenciada por nuestros motivos y que, a lo mejor, no nos comportamos como ella porque nuestros motivos están más relacionados con las personas o los procesos y nos irritan los comportamientos excesivamente orientados al desempeño.

2.- Encontrar un propósito común. Cuando nos dirijamos a la persona, ene le caso anterior, comunicarle que también nos preocupamos por el éxito del equipo, al tiempo que le comentamos que está haciendo cosas que interfieren en el camino del éxito. Si somos capaces de encontrar una forma de trabajar mejor juntas, las posibilidades de alcanzar las metas serán mayores.

3.- Comenzar con los hechos. Al ofrecer feedback centrarnos en los hechos y datos en lugar de lanzar acusaciones genéricas como “Es horrible trabajar contigo”. La otra persona no va a saber cómo actuar ante ese feedback tan vago. Mejor describir los comportamientos como: “Llamaste idiota a Jorge cuando cometió un error”

4.- Compartir las consecuencias naturales de su comportamiento, asegurándonos de destacar cómo éste puede estar perjudicando su motivo primario. Puede ser que no le importe que su conducta esté afectando negativamente o molestando a los demás, pero si le puede preocupar que interfiera en sus resultados

domingo, 16 de noviembre de 2025

LAS LEYES DE CONEXIÓN: CREAR UNA REALIDAD COMPARTIDA

 


DavidRobson en The laws of connection. 13 social strategies that will transform your life”, como hemos visto en una entrada anterior, plantea que existe un factor clave que afecta a nuestra salud y bienestar que es el más importante de todos:  las conexiones sociales. Propone una serie de leyes relacionadas con la conexión que nos ayudan a establecer y mantener relaciones más fuertes. La primera, comentada en la entrada anterior trata de ser constante y consistente en la forma de tratar a los demás .

No debemos olvidar, en relación con esta regla que:

a).- Las conexiones sociales son uno de los predictores más importantes de la salud física y mental.

b).- Hasta los pequeños recuerdos de los seres queridos, como una foto, pueden reducir nuestra respuesta de alarma y calmar memorias incómodas.

c).- Las personas con un número mayor de relaciones sociales suelen ser más creativas y tener mayores oportunidades profesionales.

d).- El tamaño de nuestra red social y la frecuencia de las interacciones importa, pero aún más la calidad de las relaciones que pueden ser de apoyo, aversivas o ambivalentes, como hemos comentado.

La segunda estrategia se dirige a PROCURAR CREAR UN ENTENDIMIENTO MUTUO AL CONOCER A LAS PERSONAS. Ignorar las similitudes superficiales y centrarnos, en su lugar, en nuestro mundo interno y en las formas peculiares en las que nuestros pensamientos y sentimientos coinciden.

Estar rodeados de personas no es suficiente. Cuando ansiamos tener compañía deseamos ser verdaderamente comprendidos, ya que queremos saber que las otras personas están sintiendo y percibiendo el mundo de la misma manera que nosotros. Los psicólogos llaman a esta experiencia como de “realidad compartida"  y han mostrado que es la base sobre la que todas las conexiones sociales significativas se construyen. En nuestras relaciones más profundas podemos llegar a pensar que la otra persona es parte de nosotros mismos. Cuando carecemos de la sensación de tener una realidad compartida con las personas que nos rodean se dice que experimentamos “aislamiento existencial”.

Al reconocer las formas en que  la “realidad compartida” se forma y se “rompe” en nuestra mente podemos comenzar a comprender los principios básicos para construir lazos profundos y auténticos.

Las investigaciones recientes sobre “realidad compartida” muestran que a través de compartir nuestros pensamientos, sentimientos y percepciones es como se crean las conexiones sociales, por encima de similitudes más superficiales como antecedentes o circunstancias, ya que lo que realmente queremos es saber que la otra persona está experimentando el mundo de la misma forma que nosotros y que, por tanto, reacciona ante un evento de forma parecida a como lo hacemos nosotros. Otros hechos sobre el pasado o antecedentes del otro , tales como el mismo lugar de origen, pueden ayudar a crear una sintonía, pero suelen ser menos poderosos que el conocimiento y coincidencia  de los pensamientos y sentimientos. También ocurre que no solo nos gusta más alguien si sabemos que piensa y siente de la misma forma que nosotros, sino que estamos más dispuestos a ayudar a esa persona aunque nos suponga  un coste personal.

Dos personas no pueden estar siempre de acuerdo en todo, pero en general cuanto más fuerte sea la percepción de que compartimos la misma vida interior, más conectados nos vamos a sentir con esa persona.

Si queremos saber el grado de realidad compartida que tenemos con nuestros amigos, compañeros o familiares podemos utilizar un cuestionario desarrollado por Maya Rossignac-Milon. Debemos comenzar por seleccionar una persona y valorar las siguientes afirmaciones en una escala que va de 1: estoy fuertemente en desacuerdo a 7: estoy muy de acuerdo:

1.- Con frecuencia pensamos las cosas al mismo tiempo exactamente.

2.- A través de nuestras discusiones con frecuencia desarrollamos una perspectiva común.

3.- Normalmente compartimos los mismos pensamientos y sentimientos sobre las cosas.

4.- Los hechos parecen más reales cuando los experimentamos juntos.

5.- La forma en que pensamos se ha hecho más parecida con el tiempo.

6.- Estamos más seguros sobre la forma en la que percibimos las cosas cuando estamos juntos.

7.- Con frecuencia parece que hemos creado nuestra propia realidad.

Esta es la escala SR-G (Generalised Shared Reality Scale) y la media de las respuestas van a ofrecernos una cifra  que no va a reflejar necesariamente lo similares que  externamente somos a la persona en cuestión o cuánto la estimamos. Casi con toda certeza va a revelar cuánto  nos gusta y lo cercanos que nos sentimos a ella.

Diversos experimentos  confirman que las personas con un sentido mayor de conexión social muestran una sincronización incrementada en su actividad cerebral durante las interacciones, ya sea en el caso de parejas románticas, padres e hijos o  dos extraños que se encuentran por primera vez.  Gran parte de esta sincronización ocurre en la red de modo predeterminado del cerebro (DMN) que incluye regiones responsables de las emociones, de la memoria autobiográfica, de los conocimientos generales y de la planificación. Esta red se piensa que está implicada en integrar información externa con nuestras memorias  ya existentes y con nuestros esquemas de cómo funciona el mundo. Esto nos permite dar un sentido a nuestra situación actual y decidir cómo responder apropiadamente. No debe sorprendernos, pues, que reacciones similares dentro de la red corresponderán a una interpretación muy parecida de los hechos.

El papel de la sincronización cerebral como la base de la realidad compartida y de los vínculos sociales ha sido documentado en la actualidad en numerosos contextos. Por ejemplo el contacto visual parece desencadenar sincronía cerebral, lo que explica su importancia para la comunicación. De alguna forma cuando nuestras miradas se encuentran absorbemos las sutiles señales emocionales que representan el estado mental de cada uno y nuestras mentes tienden a actuar como el espejo uno del otro.

Además de para establecer una sintonía el acoplamiento entre las mentes ofrece muchas ventajas para poder colaborar con otras personas. Al asegurar que prestamos atención a las mismas cosas y las procesamos de la misma manera, la actividad neuronal compartida hace que sea más sencillo coordinar nuestras acciones, con lo que nuestros intercambios son más parejos, lo cual es esencial cuando estamos trabajando en una tarea física o creativa.

La creación de una realidad compartida ayuda, también, a facilitar que las personas proporcionen el necesario apoyo emocional. Esto tiene importantes consecuencias para nuestro bienestar. . Investigaciones muestran que sentir que somos comprendidos por los demás y entenderles a ellos, favorece la relación entre conexión social y salud. Cuanto más sentimos que tenemos una realidad compartida con alguien, mejor funcionamos.

La importancia de la realidad compartida para la colaboración es tan grande que hemos desarrollado comportamientos específicos para fomentar su creación. Los orígenes de esta teoría se centran en las investigaciones de Émile Durkheim realizadas a finales del siglo XIX y comienzos del XX, que destacaban que muchos rituales implicaban grandes reuniones de personas actuando sincronizadamente.  Los cantos y bailes colectivos son los ejemplos más obvios. Durkheim proponía que estas experiencias compartidas contribuían a una mayor cohesión social , un fenómeno que describía como de “efervescencia colectiva”

Cualquier situación que alinee los estados fisiológicos y mentales de las personas debe, en teoría, fomentar un sentimiento  de realidad compartida que empaña los límites entre nosotros y los demás. Al menos temporalmente. Esto puede ser tan sencillo como sincronizar nuestros movimientos.

Estos hallazgos han hecho que muchos psicólogos evolutivos argumenten que las canciones rítmicas y los bailes de este tipo se han desarrollado para ampliar la conexión social y que son parte del “pegamento social” que mantenía a los primeros grupos humanos juntos y posteriormente favoreció los actos de cooperación y coordinación necesarios para el crecimiento de la sociedad hasta convertirse en la que conocemos en la actualidad.

Otro aspecto es la expansión de la mente que se produce del estímulo mutuo para perseguir nuestras metas individuales. En ocasiones no hemos tenido el coraje de perseguir nuestros sueños hasta que un amigo o compañero nos ha dado el empujón ligero que necesitamos. Asimismo el orgullo que podemos experimentar por el éxito del otro puede contribuir a nuestros propios sentimiento de auto-expansión.

Esta nueva comprensión de lo que significa la realidad compartida y la auto-expansión nos ofrece algunas sugerencias para construir mejores relaciones:

La primera lección es que debemos tener una actitud más abierta hacia las personas con las que nos encontramos, ya que nuestras predicciones inmediatas sobre quién nos va a gustar y quién no con frecuencia son desafortunadas. En general, las personas que tienen unas expectativas más optimistas sobre la posibilidad de formar una conexión están más dispuestas a pasar por alto las diferencias superficiales si esperan que surja la chispa de la conexión.  Tienden a tener más diversidad en sus relaciones mientras aquellos con presunciones e ideas más fijas tienden a tener círculos sociales más limitados. La segunda lección que se deriva de las investigaciones sobre realidad compartida se refiere a cuándo, dónde y cómo interactuamos con los demás. Como ya hemos comentado  actividades tales como cantar y bailar en grupo . promueven una respuesta psicológica o emocional compartida.

Cualquier cosa que centre nuestra atención en lo mismo y al mismo tiempo que otra persona y que provoque la misma reacción visceral, ayudará a fortalecer los lazos con ella. Una comedia, por ejemplo, suele producir unas risas sincronizadas que pueden ofrecer un medio poderoso para establecer una realidad compartida, siempre que estemos apreciando las mismas bromas. Algo similar ocurre cuando apoyamos al mismo equipo deportivo.

Otra ruta consiste en buscar actividades que produzcan un sentimiento de crecimiento y auto-expansión. Puede ser mirar las estrellas o dibujar motivos de la naturaleza o correr en una carrera. La elección debe depender de nuestros gustos pero tenemos que buscar algo que ni nosotros ni las otras personas hayan hecho antes. Múltiples estudios muestran que las personas que abordan actividades retadoras juntas tienden a sentirse más cerca y más comprometidas unas con otras que aquellas que pasan el tiempo juntas en actividades más pasivas.

Sea cual sea la estrategia que empleemos debemos prestar mucha atención a las respuestas de la otra parte y, si las compartimos, debemos mostrar que pensamos y sentimos de la misma manera. Esta validación incrementará nuestros sentimientos de cercanía.

 

 

 

 

 

 

miércoles, 12 de noviembre de 2025

CÓMO FOMENTAR LA INCLUSIÓN EN LAS ORGANIZACIONES

 


Riza Kadilar en Talent Culture del pasado 5 de noviembre plantea que en la actualidad las organizaciones están reconociendo la necesidad de incluir personas de diversos orígenes entre sus juntas directivas, directivos y equipos. Numerosos estudios señalan los beneficios de las perspectivas diversas para fortalecer la innovación, la toma de decisiones y la rentabilidad.

Pero, incorporar un nuevo miembro solo para cambiar las ópticas, como puede ser el añadir a una mujer joven de color a una junta directiva compuesta únicamente por hombres blancos mayores, puede volverse en contra si la única intención al hacerlo es decir que se están cumpliendo unas normas de inclusión y diversidad. Si la diversidad se enfoca como la mera adicción de individuos que poseen diferentes características a un grupo, el resultado será similar a plantar una semilla pero descuidar darle agua y exposición a la luz solar. En el ejemplo anterior lo que verdaderamente importa es cómo ese nuevo mimbro joven se siente dentro del grupo, las actitudes que el resto de la junta directiva muestran hacia ella y si pueden trabajar bien todos juntos.

Para que la diversidad funcione, de forma que las diferencias sean consideradas como fuentes de riqueza, deben ser apoyadas por la inclusión que implica poner el concepto de diversidad en acción para que el grupo aprecie los beneficios que aporta la diversidad. La inclusión supone un sentimiento fundamental de pertenencia dentro de nuestro entorno, en el que los miembros se sienten seguros y respetados y en el que pueden aplicar sus mejores esfuerzos.

Cada persona es similar a una semilla y para desarrollar y alcanzar todo su potencial necesita no solo tener cualidades inherentes, sino un entorno que apoye su crecimiento. Esto es lo que significa la inclusión y la pregunta crucial es cómo podemos cultivar un entorno en los que personas diversas, cada una con rasgos únicos y diferentes unas de otras, puedan crecer y florecer juntas. El autor ofrece una serie de sugerencias para lograrlo. Entre ellas:

1.- Conocer a los miembros del equipo. Implica predecir cómo van a reaccionar en distintas circunstancias, mostrar interés por sus valores, las emociones principales que moldean sus vidas y sus patrones de pensamiento. De esta forma los líderes pueden entender las razones por las que reaccionan de formas particulares en diferentes circunstancias.

2.- Tratar a los miembros con equidad para asegurar que cada individuo se sienta suficientemente valorado e incluido.

3.- Reforzar los comportamientos inclusivos. Este enfoque enfatiza el reconocer las virtudes de cada persona y la promoción de comunidades más armoniosas, lo que enriquece el bienestar emocional y minimiza la estéril e inútil competitividad que con frecuencia domina los equipos. El nuevo paradigma fomenta la formación de equipos que complementen las fortalezas de sus miembros y se centra en crear entornos donde sus miembros disfruten realmente de un compromiso colectivo.

4.- Compartir la responsabilidad. La inclusión florece no solo a través de la visibilidad y el ser escuchado, sino por compartir responsabilidades. El éxito de una cultura inclusiva no puede recaer exclusivamente en un individuo, debe ser un esfuerzo colectivo que involucre a todos los miembros de la comunidad, en lugar de directrices procedentes solo de la cúpula directiva. La responsabilidad compartida implica, también, compartir apropiadamente la información que va a permitir que lso objetivos colectivos se alcancen.

5.- Alabar el trabajo inclusivo. La inclusión prospera a través de ejemplos positivos. Para ello es importante identificar y promover situaciones que amplíen el bienestar común. El hacerlo refuerza los comportamientos inclusivos en la organización. La clave está en reconocer y promover las fortalezas y éxitos  individuales y colectivos.

Una organización inclusiva se beneficia de la diversidad entre sus miembros. La diversidad de género, cultura, edad, procedencia geográfica, formación académica, etc, cuando está integrada de forma sinérgica incrementa la resiliencia de la organización ante las amenazas económicas.

domingo, 9 de noviembre de 2025

LOS CICLOS DEL LIDERAZGO

 


Carolyn Dewar, Scott Keller, Vikram Malhotra y Kurt Strovink en “A CEO for all seasons. Mastering the cycles of leadership” presentan una guía, fruto de su experiencia como socios de McKinsey, para navegar por las distintas fases de liderazgo que todo CEO debe vivir en su camino hacia la maestría.

El camino de un CEO tiene un comienzo, un recorrido intermedio y un final y, los retos a los que los líderes se enfrentan en un comienzo, con frecuencia, son muy diferentes de los del resto de su camino. Los líderes pasan por diferentes ciclos que se pueden asemejar a los de las estaciones del año:

A).-PRIMAVERA. PREPARÁNDOSE PARA EL ROL (INTENSIFICANDO LOS ESFUERZOS)

Los dos o tres años previos a asumir el rol deben ser dedicados a ir  ganando en la experiencia, desarrollando las habilidades y demostrando las cualidades que requieren los líderes excepcionales.

B).- VERANO ASUMIENDO EL ROL (COMENZANDO FUERTE)

Durante los dos primeros años en el rol de CEO, el líder debe conseguir que la organización trabaje desarrollando toda su productividad potencial en la dirección que haya escogido, para ello, debe tomar decisiones valientes que marquen el tono de su liderazgo.

C).- OTOÑO. NAVEGANDO LOS AÑOS INTERMEDIOS (MANTENIÉNDOSE EN CABEZA)

Después de empezar fuerte el siguiente reto será moldear el viaje a largo plazo de  la organización y combatir la complacencia, tanto la suya como la de sus profesionales. Esto implica crear periodos sucesivos de intensa actividad y de mejora radical que incrementarán el desempeño a todos los niveles, tanto el del propio líder, como de su equipo y de la organización en su conjunto.

D).- PREPARANDO LAMARCHA ( AVANZANDO HACIA DELANTE)

En una última etapa el líder se prepara para traspasar las riendas a su sucesor. Este proceso incluye reconocer cuándo hay que retirarse, navegar la transición elegantemente y descubrir el nuevo viaje.

Cada fase del camino está ligada intrínsecamente con los caminos de los CEO que vinieron antes y del que va a ir detrás. Por ejemplo casi el 30% de lo que determina el éxito de un CEO en activo procede de lo que el líder ha heredado de su predecesor.

El éxito personal de un CEO va a estar definido por su capacidad para renovar con éxito y regularmente su institución. Aquellos que adoptan esta perspectiva más amplia, inherentemente, se ven a sí mismos incorporando un liderazgo de servicio, construyendo sus organizaciones con una visión que va más allá del tiempo en que ellos desempeñen el cargo, para conseguir un impacto lo más largo posible.

Los autores han identificado las seis responsabilidades principales que tiene que asumir un CEO y han elaborado un cuestionario de autoevaluación para ver su situación, en el que la respuesta a cada pregunta va de nada a completamente. Las preguntas son las siguientes.

I.- MARCAR LA DIRECCIÓN:

¿ DE QUÉ FORMA ESTOY UTILIZANDO EN LA PRÁCTICA EL PATRÓN MENTAL DE “SER VALIENTE”?

1.- Visión: ¿Tengo y ofrezco una visión clara y atractiva que reformula lo que significa ganar y que es asumida por toda la organización?

2.- Estrategia: ¿He creado una  relación  breve de grandes movimientos bien definidos a nivel organizacional que nos hagan distanciarnos de nuestros competidores?

3.- Asignación de recursos: ¿Estoy pensando desde la perspectiva de alguien externo al redistribuir activamente los recursos (por ejemplo dinero, personas o atención) a nuestras principales prioridades, aunque resulte complicado?

II.- ALINEAR LA ORGANIZACIÓN:

 ¿ ESTOY  PONIENDO EN PRÁCTICA EL PATRÓN MENTAL DE ABORDAR  LAS TAREAS QUE PARECEN MÁS FÁCILES CON LA MISMA SERIEDAD Y DISCIPLINA QUE LAS DIFÍCILES.? 

1.- Cultura:

¿Estoy focalizándome en áreas específicas de cambio cultural para lograr facilitar la ejecución de nuestra estratégica? ¿Estoy abordando estos cambios y su seguimiento sistemáticamente?

2.- Diseño de la organización:

¿ Se caracteriza mi organización por un equilibrio entre estabilidad y agilidad que minimice la fricción en la ejecución?

3.- Talento:

¿Se están cubriendo lo roles que mayor valor crean con los profesionales con el talento adecuado?

III.- MOVILIZAR EL LIDERAZGO: 

¿ESTOY PONIENDO ADECUADAMENTE EN PRÁCTICA EL PATRÓN MENTAL DE CUIDAR LA PSICOLOGÍA DEL EQUIPO?

1.- Composición del equipo:

¿Es mi equipo senior o directivo  del tamaño adecuado?, ¿Está compuesto por personas con habilidades complementarias? ¿Se caracteriza por un patrón mental de la “empresa lo primero”?

2.- Trabajo en equipo:

¿Mi equipo directivo utilizan los datos y el diálogo necesario para tomar decisiones oportunas sobre los temas que sólo el equipo de alta dirección puede decidir?

3.- Ritmo operativo:

¿Mantiene mi equipo directivo un ritmo operativo efectivo y de una cadencia de revisión del negocio que impulse la ejecución y minimice las sorpresas?

IV.- COMPROMISO DE LA JUNTA DIRECTIVA: 

¿ESTOY PONIENDO EN PRÁCTICA  ADECUADAMENTE EL PATRÓN MENTAL ”AYUDAR A LOS DIRECTIVOS, AYUDAR A LA ORGANIZACIÓN”

1.- Relaciones:

¿He construido la confianza con los miembros de mi junta directiva al ser radicalmente transparente y mostrar interés por sus puntos de vista?

2.- Capacidades:

¿La junta directiva cuenta con los perfiles adecuados y estamos formando suficientemente a los directivos y promoviendo que ayuden dónde puedan?

3.- Reuniones de la junta directiva:

¿Están las sesiones de la junta directiva bien preparadas, dirigidas correctamente y centradas en el futuro?

V.- CONEXIÓN EXTERNA CON LOS GRUPOS DE INTERÉS: 

¿ESTOY PONIENDO ADECUADAMENTE EN PRÁCTICA EL PATRÓN MENTAL DE “COMENZAR POR EL POR QUÉ?

1.- Propósito:

¿Tengo y tiene  claro la junta directiva el impacto holístico al que aspiramos (nuestro “ por qué”) y lo hemos integrado en el núcleo de la forma en la que dirigimos el negocio?

2.- Interacciones:

¿Entendemos el equipo directivo  verdaderamente las necesidades de los “stakeholders” (su “por qué”) y encontramos un terrenos común constructivo con ellos?

3.- Momentos de la verdad:

¿He generado en el equipo directivo la resiliencia necesaria para poder anteponernos a cualquier :crisis potencial, de forma que seamos capaces de mitigar su impacto y utilizar la crisis para ser capaces de  liberar oportunidades?

VI.- EFECTIVIDAD PERSONAL: 

¿ESTOY PONIENDO ADECUADAMENTE EN PRÁCTICA EL PATRÓN MENTAL DE “HAZ QUE LO QUE SÓLO TÚ PUEDES HACER”?

1.- Tiempo y energía:

¿Gestiono mi tiempo y energía bien? ¿Tengo el apoyo adecuado en la organización para ayudarme a hacer de forma sostenible y con éxito lo que sólo yo puedo hacer como CEO?

2.- Modelo de liderazgo:

¿Estoy liderando de una manera que responde a mis valores y convicciones auténticas, al tiempo que adaptó mis comportamientos a las necesidades de la organización?

3.- Perspectiva.

¿Estoy abordando mi rol con humildad, centrándome en ayudar a que los demás tengan éxito y estoy mejorando continuamente mis habilidades para hacerlo?