DavidRobson en “The laws of connection. 13 social
strategies that will transform your life”, como
hemos visto en una entrada anterior, plantea que existe un factor clave que
afecta a nuestra salud y bienestar que es el más importante de todos: las
conexiones sociales. Propone una serie de leyes relacionadas con la conexión que nos ayudan a establecer y mantener
relaciones más fuertes. La primera, comentada en la entrada anterior trata de ser
constante y consistente en la forma de tratar a los demás .
No debemos olvidar, en relación con esta regla que:
a).- Las conexiones sociales son uno de los
predictores más importantes de la salud física y mental.
b).- Hasta los pequeños recuerdos de los seres queridos,
como una foto, pueden reducir nuestra respuesta de alarma y calmar memorias
incómodas.
c).- Las personas con un número mayor de relaciones
sociales suelen ser más creativas y tener mayores oportunidades profesionales.
d).- El tamaño de nuestra red social y la frecuencia
de las interacciones importa, pero aún más la calidad de las relaciones que
pueden ser de apoyo, aversivas o ambivalentes, como hemos comentado.
La segunda estrategia se dirige
a PROCURAR CREAR UN ENTENDIMIENTO MUTUO
AL CONOCER A LAS PERSONAS. Ignorar las similitudes superficiales y centrarnos,
en su lugar, en nuestro mundo interno y en las formas peculiares en las que
nuestros pensamientos y sentimientos coinciden.
Estar rodeados de personas
no es suficiente. Cuando ansiamos tener compañía deseamos ser verdaderamente
comprendidos, ya que queremos saber que las otras personas están sintiendo y
percibiendo el mundo de la misma manera que nosotros. Los psicólogos llaman a
esta experiencia como de “realidad compartida"
y han mostrado que es la base sobre la que todas las conexiones sociales
significativas se construyen. En nuestras relaciones más profundas podemos
llegar a pensar que la otra persona es parte de nosotros mismos. Cuando
carecemos de la sensación de tener una realidad compartida con las personas que
nos rodean se dice que experimentamos “aislamiento existencial”.
Al reconocer las formas en
que la “realidad compartida” se forma y se “rompe” en nuestra mente
podemos comenzar a comprender los principios básicos para construir lazos
profundos y auténticos.
Las investigaciones
recientes sobre “realidad compartida” muestran que a través de compartir nuestros
pensamientos, sentimientos y percepciones es como se crean las conexiones
sociales, por encima de similitudes más superficiales como antecedentes o
circunstancias, ya que lo que realmente queremos es saber que la otra persona
está experimentando el mundo de la misma forma que nosotros y que, por tanto,
reacciona ante un evento de forma parecida a como lo hacemos nosotros. Otros hechos
sobre el pasado o antecedentes del otro , tales como el mismo lugar de origen,
pueden ayudar a crear una sintonía, pero suelen ser menos poderosos que el
conocimiento y coincidencia de los
pensamientos y sentimientos. También ocurre que no solo nos gusta más alguien
si sabemos que piensa y siente de la misma forma que nosotros, sino que estamos
más dispuestos a ayudar a esa persona aunque nos suponga un coste personal.
Dos personas no pueden estar
siempre de acuerdo en todo, pero en general cuanto más fuerte sea la percepción
de que compartimos la misma vida interior, más conectados nos vamos a sentir
con esa persona.
Si queremos saber el grado
de realidad compartida que tenemos con nuestros amigos, compañeros o familiares
podemos utilizar un cuestionario desarrollado por Maya Rossignac-Milon. Debemos
comenzar por seleccionar una persona y valorar las siguientes afirmaciones en
una escala que va de 1: estoy fuertemente en desacuerdo a 7: estoy muy de
acuerdo:
1.- Con frecuencia pensamos
las cosas al mismo tiempo exactamente.
2.- A través de nuestras
discusiones con frecuencia desarrollamos una perspectiva común.
3.- Normalmente compartimos
los mismos pensamientos y sentimientos sobre las cosas.
4.- Los hechos parecen más
reales cuando los experimentamos juntos.
5.- La forma en que pensamos
se ha hecho más parecida con el tiempo.
6.- Estamos más seguros
sobre la forma en la que percibimos las cosas cuando estamos juntos.
7.- Con frecuencia parece
que hemos creado nuestra propia realidad.
Esta es la escala SR-G (Generalised
Shared Reality Scale) y la media de las respuestas van a ofrecernos una cifra que no va a reflejar necesariamente lo similares
que externamente somos a la persona en cuestión
o cuánto la estimamos. Casi con toda certeza va a revelar cuánto nos gusta y lo cercanos que nos sentimos a
ella.
Diversos experimentos confirman que las personas con un sentido mayor de conexión social
muestran una sincronización incrementada en su actividad cerebral durante las
interacciones, ya sea en el caso de parejas románticas, padres e hijos o dos extraños que se encuentran por primera vez. Gran parte de esta sincronización ocurre en
la red de modo predeterminado del cerebro (DMN) que incluye regiones
responsables de las emociones, de la memoria autobiográfica, de los conocimientos
generales y de la planificación. Esta red se piensa que está implicada en
integrar información externa con nuestras memorias ya existentes y con nuestros esquemas de cómo
funciona el mundo. Esto nos permite dar un sentido a nuestra situación actual y
decidir cómo responder apropiadamente. No debe sorprendernos, pues, que
reacciones similares dentro de la red corresponderán a una interpretación muy
parecida de los hechos.
El papel de la
sincronización cerebral como la base de la realidad compartida y de los
vínculos sociales ha sido documentado en la actualidad en numerosos contextos. Por
ejemplo el contacto visual parece desencadenar sincronía cerebral, lo que
explica su importancia para la comunicación. De alguna forma cuando nuestras
miradas se encuentran absorbemos las sutiles señales emocionales que
representan el estado mental de cada uno y nuestras mentes tienden a actuar
como el espejo uno del otro.
Además de para establecer
una sintonía el acoplamiento entre las mentes ofrece muchas ventajas para poder
colaborar con otras personas. Al asegurar que prestamos atención a las mismas
cosas y las procesamos de la misma manera, la actividad neuronal compartida hace
que sea más sencillo coordinar nuestras acciones, con lo que nuestros
intercambios son más parejos, lo cual es esencial cuando estamos trabajando en
una tarea física o creativa.
La creación de una realidad
compartida ayuda, también, a facilitar que las personas proporcionen el
necesario apoyo emocional. Esto tiene importantes consecuencias para nuestro
bienestar. . Investigaciones muestran que sentir que somos comprendidos por los
demás y entenderles a ellos, favorece la relación entre conexión social y
salud. Cuanto más sentimos que tenemos una realidad compartida con alguien,
mejor funcionamos.
La importancia de la
realidad compartida para la colaboración es tan grande que hemos desarrollado
comportamientos específicos para fomentar su creación. Los orígenes de esta
teoría se centran en las investigaciones de Émile Durkheim realizadas a finales
del siglo XIX y comienzos del XX, que destacaban que muchos rituales implicaban
grandes reuniones de personas actuando sincronizadamente. Los cantos y bailes colectivos son los
ejemplos más obvios. Durkheim proponía que estas experiencias compartidas
contribuían a una mayor cohesión social , un fenómeno que describía como de “efervescencia
colectiva”
Cualquier situación que
alinee los estados fisiológicos y mentales de las personas debe, en teoría,
fomentar un sentimiento de realidad
compartida que empaña los límites entre nosotros y los demás. Al menos
temporalmente. Esto puede ser tan sencillo como sincronizar nuestros
movimientos.
Estos hallazgos han hecho
que muchos psicólogos evolutivos argumenten que las canciones rítmicas y los
bailes de este tipo se han desarrollado para ampliar la conexión social y que
son parte del “pegamento social” que mantenía a los primeros grupos humanos
juntos y posteriormente favoreció los actos de cooperación y coordinación necesarios
para el crecimiento de la sociedad hasta convertirse en la que conocemos en la
actualidad.
Otro aspecto es la expansión
de la mente que se produce del estímulo mutuo para perseguir nuestras metas
individuales. En ocasiones no hemos tenido el coraje de perseguir nuestros
sueños hasta que un amigo o compañero nos ha dado el empujón ligero que necesitamos.
Asimismo el orgullo que podemos experimentar por el éxito del otro puede
contribuir a nuestros propios sentimiento de auto-expansión.
Esta nueva comprensión de lo
que significa la realidad compartida y la auto-expansión nos ofrece algunas
sugerencias para construir mejores relaciones:
La primera lección es que
debemos tener una actitud más abierta hacia las personas con las que nos
encontramos, ya que nuestras predicciones inmediatas sobre quién nos va a
gustar y quién no con frecuencia son desafortunadas. En general, las personas
que tienen unas expectativas más optimistas sobre la posibilidad de formar una
conexión están más dispuestas a pasar por alto las diferencias superficiales si
esperan que surja la chispa de la conexión. Tienden a tener más diversidad en sus relaciones
mientras aquellos con presunciones e ideas más fijas tienden a tener círculos
sociales más limitados. La segunda lección que se deriva de las investigaciones
sobre realidad compartida se refiere a cuándo, dónde y cómo interactuamos con
los demás. Como ya hemos comentado actividades tales como cantar y bailar en grupo
. promueven una respuesta psicológica o emocional compartida.
Cualquier cosa que centre
nuestra atención en lo mismo y al mismo tiempo que otra persona y que provoque
la misma reacción visceral, ayudará a fortalecer los lazos con ella. Una comedia,
por ejemplo, suele producir unas risas sincronizadas que pueden ofrecer un medio
poderoso para establecer una realidad compartida, siempre que estemos apreciando
las mismas bromas. Algo similar ocurre cuando apoyamos al mismo equipo
deportivo.
Otra ruta consiste en buscar
actividades que produzcan un sentimiento de crecimiento y auto-expansión. Puede
ser mirar las estrellas o dibujar motivos de la naturaleza o correr en una carrera. La elección
debe depender de nuestros gustos pero tenemos que buscar algo que ni nosotros
ni las otras personas hayan hecho antes. Múltiples estudios muestran que las
personas que abordan actividades retadoras juntas tienden a sentirse más cerca
y más comprometidas unas con otras que aquellas que pasan el tiempo juntas en
actividades más pasivas.
Sea cual sea la estrategia
que empleemos debemos prestar mucha atención a las respuestas de la otra
parte y, si las compartimos, debemos mostrar que pensamos y sentimos de la misma
manera. Esta validación incrementará nuestros sentimientos de cercanía.





