Laura Hills en “The problem employee. How
to manage the employees nobody wants to manage”, que estamos comentando,
plantea que las camarillas en los entornos laborales pueden impactar en las
salud de las organizaciones al favorecer el descenso de la comunicación entre los
compañeros de trabajo y la productividad.
Una camarilla se
considera que está formada por un grupo pequeño y exclusivo de personas, normalmente
unidas por un interés común egoísta, muy unido y que socializa durante y
después del trabajo. En muchas ocasiones se forman porque los grupos de trabajadores
tienen responsabilidades similares en el mismo departamento. Incluyen
normalmente profesionales que comparten el mismo estatus, experiencias y/o rasgos. Se caracterizan por sus prácticas
de exclusión y su tendencia a presionar a
aquellos dentro de su equipo de trabajo o fuera de él a que sigan su liderazgo.
En el entorno laboral
sus miembros se reúnen con frecuencia para compartir actividades: comen juntos,
se sientan juntos en las reuniones o confraternizan en los descansos, por
ejemplo. Con frecuencia hablan de sus planes fuera del trabajo a los que no son
invitados el resto de sus compañeros. Su actitud exclusivista puede intimidar a
sus compañeros y hacer que se sientan
incómodos, especialmente aquellos que son nuevos en la organización y que
todavía no sienten que han encajado en la misma.
Los comportamientos de
exclusión en el trabajo pueden presentarse de diversas formas, incluyendo el
silencio cuando una persona está presente, el rechazo e ignorar al otro. Pueden
ser o no intencionalmente dañinos. En ocasiones se presentan de manera sutil
como es el caso de extender rumores sobre alguien a sus espaldas para que la
persona sea gradualmente evitada o rechazada por los demás.
El ostracismo es otra
forma premeditada de exclusión, rechazo o de ignorar la existencia de un
individuo por otro individuo o grupo, que dificulta la habilidad de la persona
afectada para mantener relaciones interpersonales positivas, tener éxito en el
trabajo o tener una reputación favorable en el entorno laboral. Este
comportamiento puede generar problemas serios en el trabajo : los individuos que
se sienten excluidos a su vez
manifiestan que no les gustan mucho los miembros del grupo, llegando a
mostrarse agresivos con ellos y a sentir muchos prejuicios en relación con
ellos, sentir ansiedad y terminar abandonando el trabajo.
No todas las “camarillas”
son similares. Mientras se pueden formar en todo subgrupo de empleados hay que
estar atentos a estos tipos.
1.- Camarillas dentro
del círculo de la dirección. Incluyen a profesionales en los que confían los
jefes.
2.- Camarillas de
veteranos que excluyen a los compañeros
de nueva incorporación.
3.- Camarillas formadas
por profesionales que se conocen con anterioridad, por ejemplo compañeros de
colegio, grupo social u otro trabajo anterior, que se sienten unidos por una
historia pasada compartida.
4.- Camarillas formadas
alrededor del estatus de sus miembros.
5.- Camarillas formadas
por profesionales que comparten rasgos similares como religión, raza, edad,
nacionalidad, origen, idioma, etc.
La necesidad de
pertenecer o de formar y mantener relaciones interpersonales largas y estables
es una motivación fundamental humana. Esta necesidad parece estar presente en
todos los humanos y en todas las culturas, al menos en un cierto grado. Las personas
formamos lazos sociales con facilidad en una amplia variedad de situaciones,
incluyendo el entorno laboral y nos mostramos reacias a romper esos lazos una vez
se han formado, ya que las personas que no cuentan con ellos experimentan un
mayor estrés, mayores problemas psíquicos y físicos y un descenso en su
bienestar general y felicidad.
Las camarillas
pueden potencialmente crear alianzas insanas y crear divisiones, todo lo
cual mina el éxito y productividad de la organización y el bienestar de sus
trabajadores. El sentimiento de exclusividad inherente dentro de estas
camarillas puede hacer que los otros miembros del equipo se sientan
intimidados, incómodos y dolidos. La mayor parte de las personas no queremos
sentirnos como los “extraños” en nuestro entorno laboral. El sentimiento de que
te dejan fuera o no te quiere una
camarilla puede dificultar que nos sintamos bien en el trabajo y que el equipo
tenga un buen desempeño. Y, la exclusión, si es deliberada y mantenida en el
tiempo se puede considerar como una forma de bullying, que genera una atmósfera
de toxicidad. Hay que tener muchos cuidado, especialmente con aquellas camarillas que hacen bullying,
diseminan rumores y cotilleos o se aprovechan de los demás para crecer.
La mayoría de sus
miembros disfrutan de la camaradería y sentimiento de pertenencia y sienten que
su integración en una camarilla supone un plus. Pero lo que no suelen observar
ni ser conscientes es del daño potencial que puede suponer para su carrera, ya
que pueden ser juzgados por las compañías que frecuentan o si la camarilla es
considerada y percibida como un centro de rumores, muy exclusivista, poco seria
y perezosa, argumentativa o poseedora de otra serie de características
negativas, la dirección de la organización va a percibir que todos sus miembros
tienen estos atributos. También los miembros de las camarillas pueden ser
percibidos como seguidores y no como líderes y pensar que son fácilmente manipulables
e influenciados y ser considerados como miembros de la masa en lugar de como
profesionales serios. Asimismo, en ocasiones, el miembro de una camarilla puede
parecer poco amistoso, inaccesible y “mal jugador en equipo” lo que favorecerá
el que sus evaluaciones de desempeño no sean buenas.
Otro aspecto negativo
es que al emplear demasiado tiempo en estar con un grupo determinado se pierde
todo lo que el resto de compañeros pueden ofrecer y se limitan las
oportunidades de crecimiento y aprendizaje. Generalmente los profesionales que
tienen más éxito no son miembros de camarillas, ya que suelen ser individuos
fuertes que trabajan bien en equipo e interaccionan bien con todos y piensan por sí mismos.
La autora propone una
serie de recomendaciones para gestionar las camarillas en el entorno laboral:
1.- Ser consciente de
su existencia. La primera línea de actuación es saber lo que está pasando. No es
malo que los amigos se sienten juntos en
las comidas o en una reunión, pero hay que prestar atención para que este
comportamiento no se convierta en parte de la cultura de la organización.
También estar atentos a si los miembros del equipo se comunican rutinariamente
solo con unos compañeros y no con el resto si deben hacerlo, así como a las
comunicaciones secretas o cuchicheos entre determinados miembros del equipo y
al lenguaje secreto o en clave entre ellos.
2.- Fomentar una
cultura inclusiva, enfatizando el que la fortaleza como organización se centra
en los pensamientos y opiniones diversas
de toda la plantilla y que la de cada uno es importante. Demostrar con
hechos que una representación amplia es mejor para todos. Esto mandará el
mensaje de que los grupos aislados o insulares no ayudan y no son bien
recibidos. Sobre todo no reconocer a la camarilla como unidad o permitir que
alguien la represente. Tratar a cada empleado como un individuo con su propia
opinión o perspectiva del tema que se trate. Si se asignan tareas o trabajo por
equipos evitar permitir que la camarilla se constituya como grupo de trabajo.
En lugar de eso, dividir las tareas entre todos los miembros del equipo.
Organizar eventos sociales que den a todos la oportunidad de participar.
3.- No prohibir las
amistades. No se puede y no se debe prohibir que los miembros de los equipos
sean amigos. Si se hace se puede estar favoreciendo la formación de camarillas
clandestinas o animar a que se formen ante el atractivo de lo prohibido. Lo que
hay que prohibir son los comportamientos que excluyan a las personas.
4.- Establecer buenas
relaciones con los líderes informales y pedirles que tengan cuidado en ser
inclusivos, especialmente con los miembros nuevos de los equipos. Pedirles consejo
sobre cómo reducir los comportamientos excluyentes en la organización.
5.- Preparar las
reuniones, por ejemplo estableciendo un sistema rotatorio en el lugar dónde
deben sentarse los miembros del equipo para que se mezclen, facilitar programas
de “team building” en la que la selección de los participantes sea aleatoria.
No asignar o reasignar asientos, por ejemplo, específicamente para romper una
camarilla ya que puede conducir a resentimientos por parte de los afectados.
6.- Reorganizar y
cambiar tareas para romper relaciones demasiado excluyentes, pero hacerlo con
cuidado para evitar resistencias. Atribuir los cambios a la necesidad de
formación cruzada y a las necesidades de la organización, procurando que sean
lógicos.
7.- Incorporar nuevos
miembros. En ocasiones la adición de una personalidad nueva y fuerte puede
romper una estructura existente y permitir la creación de un nuevo orden. Pero
tenemos que escoger muy bien para evitar que las nuevas incorporaciones
empeoren la situación.
8.- Reforzar y
recompensar la inclusión. Una forma buena de prevenir la exclusión es hablar
sobre y recompensar la inclusión en cada oportunidad que se nos presente.
Incluirla entre uno de los valores de la organización y destacar buenos
ejemplos en las reuniones y en los canales comunes de comunicación. Evaluar el
comportamiento inclusivo en las evaluaciones de desempeño ya que al hacerlo
estamos mandando el mensaje claro de que la inclusión forma parte de sus
obligaciones en el trabajo y que su éxito y posibles promociones van a estar
ligados a un comportamiento adecuado.
9.- Introducirse en la
camarilla para mostrarles que no son un club exclusivo e invitar a otros a
participar en discusiones con ellos.
10.- Enfrentarse al
comportamiento tóxico inmediatamente mostrando una política de tolerancia cero
ante la exclusión, ostracismo o bullying.
Hills sugiere, también,
que los profesionales que conviven con estas camarillas adopten alguna de estas
estrategias para neutralizar sus efectos:
a).- Mostrar
comportamientos inclusivos, procurando dedicar tiempo a cada compañero, no
solo con unos pocos.
b).- Tratar a todos con
cortesía incluyendo a los miembros de las camarillas, manteniendo la conducta
profesional aunque los miembros de la camarilla no respondan con cortesía.
c).- Recordar dónde se
encuentra el poder. Las camarillas en el entorno laboral suele parecer que
tienen más poder que el que realmente tienen. Como profesionales debemos
centrarnos en trabajar bien con todos nuestros compañeros y jefes, evitando
comprometer nuestras relaciones con nuestros jefes o compañeros para agradar a
los miembros de las camarillas.
d).- Identificar al
líder de la camarilla y procurar no dejar que nos intimide.
e).- No compartir
rumores con los miembros de la camarilla y procurar interactuar para establecer
buenas conexiones con ellos de forma individual.
f).- Mantener grupos de
amistades sanas fuera del entorno laboral, no dependiendo exclusivamente de los
compañeros para las actividades sociales
o amistades.
g).- Tener cuidado de
no caer en los comportamientos de las camarillas. Una vez que se considera que
formas parte de una de ellas será difícil eliminar los posible estigmas
asociados a la pertenencia a la misma.
h).- Resistir la
tentación de ser “querido”. Puede parecer que resulta muy atrayente
incorporarse a una camarilla, pero hay que valorar mucho si puede resultar
beneficioso para nosotros, con frecuencia los inconvenientes superan las
ventajas.
i).- Buscar apoyo y
ayuda. Si alguna camarilla o miembro de ella nos hace la vida imposible debemos
buscar ayuda de nuestro jefe o mentor lo antes posible, ya que estos
comportamientos son inapropiados y no deben ser tolerados en el entorno
laboral.
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