Scott Walker en “Order out of chaos. Win
every negotiation. Thrive in adversity. Become a world-class communicator”, que estamos comentando plantea que cuando
estamos negociando con personas complicadas o de mucho peso y valía si no
seguimos una serie de reglas básicas nos podemos encontrar inmersos en una
batalla de egos. Por tanto, nuestro enfoque debe comenzar por ir más allá de una
forma de pensar y comunicar “nosotros versus ellos”. No tiene que existir lugar
para un enfoque “yo tengo razón y tú estás equivocado”, si queremos comunicar
de forma consistente a un nivel elevado.
En estos casos se trata
de comunicar con otra persona que está permitiendo que su sistema operativo
subconsciente domine la situación , mientras nos aseguramos de que no salimos
malparados como resultado. Alimentar su ego, por tanto, puede ser una opción
viable, ya que es lo que necesita y, también, si es necesario permitirle que “salve
la cara”. Las personas con frecuencia no tienen intención de meterse en
determinadas situaciones, ni quieren mostrar su enfado o hartazgo, por ejemplo
una de las cosas que hacen que se prolonguen, en ocasiones, los secuestros o que una persona se encarame a un tejado y
amague tirarse desde él, es que no pueden soportar la idea de encarar el que se
rindan o desciendan en presencia de sus familiares, amigos o conocidos. Se preocupan
de que el hacerlo se interprete como un signo de debilidad. Por esta razón, la policía
se asegura de que ningún miembro del público se encuentre cerca del escenario
cuando negocian con una persona en crisis.
Si tenemos que mantener
una conversación en la que “salvar la cara” puede ser importante, debemos
considerar remover a la audiencia y, quizás, alterar el entorno inmediato, de
forma que la persona con la que estamos hablando se sienta más segura y más
dispuesta a cambiar su forma de pensar o reconocer sus emociones. Mientras una
persona no se sienta segura de este modo, no será capaz de regular sus
emociones suficientemente para considerar adoptar un pensamiento racional y
objetivo.
Walker propone dos
técnicas para ayudarnos a negociar con personas complicadas, basadas en:
I.-Buscar cómo entender
su modelo del mundo
II- Tener éxito en
negociaciones estresantes, emocionales o sensibles.
I.-BUSCAR
CÓMO ENTENDER SU MODELO DEL MUNDO
Debemos comenzar por
aclarar lo que entendemos por personas difíciles. Normalmente nos referimos a
alguien que es excesivamente demandante o que proyecta un enorme ego. Estas personas
adoran tener el control y no siempre valoran sinceramente nuestras
contribuciones o a nosotros, tratándonos con poco respeto. Podemos encontrar
que nos cuesta sentirnos cómodos o atraídos por ellas, ya que pueden dar la
impresión de que sienten que están por encima de nosotros.
Pero no vamos a poder
influir o persuadir a alguien, que es realmente el fin de cualquier
negociación, si previamente ya tenemos
un juicio formado sobre esa persona. Primero debemos procurar entender “de
dónde viene” esa persona y por qué antes de pretender empezar a pensar sobre
cómo hacer que comprenda nuestra posición..
Negociar con personas
difíciles con frecuencia incluye tener que hacerlo con esas personas cuyas
opiniones, motivos y comportamientos nos disgustan o creemos que están
completamente equivocados. Puede que hasta desconfiemos de ellas, pero debemos
evitar que nuestro ego se entrometa y encontrar las oportunidades donde sea
posible para crear valor y progreso en la negociación en la que estamos
inmersos.
Mientras existen
estrategias bien conocidas que nos pueden ayudar a alcanzar nuestra metas en
una negociación, tales como BATNA ( mejor alternativa en un acuerdo negociado o
cuál es nuestra alternativa límite si la negociación falla) o ZOPA ( zona de
acuerdo posible o terreno común sobre el que ambas partes pueden llegar a un
acuerdo), la mayor parte de estas estrategias ignoran el hecho de que los seres
humanos no negociamos o tomamos decisiones racionalmente y objetivamente,
aunque pensemos que lo hacemos.
Cuando hay mucho en
juego las emociones dominan todo. Por lo que dominar el arte de la inteligencia
emocional es tan importante para tener éxito en una negociación. Si no somos
capaces de identificar y gestionar nuestras emociones y las de los demás, no
será una experiencia agradable para las personas implicadas.
En su libro “Thinking fast and slow”, Daniel Kahneman explicaba como los humanos no siempre tenemos el
control consciente de nuestros pensamientos y acciones y, por tanto, estamos
abiertos a la influencia y persuasión. Destacaba que tenemos dos sistemas de
pensamiento:
a).- Sistema 1:
impulsivo, intuitivo y emocional.
b).- Sistema 2: lento,
deliberado y lógico.
El sistema 1 impacta
directamente en lo que ocurre en el 2, que es el que determina cómo pensamos,
sentimos y actuamos. Por tanto si a través de nuestro lenguaje y empatía
podemos tener algún efecto en el sistema 1 de la otra persona, podremos
predecir las respuestas de su sistema 2. En ocasiones tener éxito con personas
difíciles radica simplemente en que puedan “salvar la cara”. Por ejemplo en
negociaciones en caso de secuestros si caemos en la tentación de humillar a los
secuestradores, el resultado no va a ser bueno para los rehenes.
Debemos recordar que
las personas no pueden escuchar realmente cuando se encuentran en un estado
altamente emocional (sistema 1). Una forma de conseguir que intervenga el
sistema 2 consiste en etiquetar las fuertes emociones que se pueden estar
volcando sobre nosotros, tales como rabia y frustración. Podemos hacerlo
diciendo, por ejemplo: “parece que” o “suena
a que….” e insertamos la emoción que estamos contemplando. Luego debemos
permanecer en silencio y esperar. Esto ofrece a la otra persona el espacio
necesario para ser conscientes de lo que les hemos dicho y aclarar y verificar
sus emociones. Aunque inicialmente etiquetemos las emociones incorrectamente es
útil porque subconscientemente interpretarán que estamos intentando ver y
comprender las cosas desde su perspectiva.
En los casos en los que
no estemos de acuerdo con la forma en la que está hablando la otra persona o con el contenido
de su argumento tenemos que seguir mostrando empatía, ya que aunque nos resulta
duro demostrar empatía a las personas si no estamos de acuerdo con sus valores
o cuando nos están, por ejemplo, gritando, es necesario que lo hagamos para
intentar crear una sintonía.
Walker ofrece las
siguientes claves, a tener en cuenta, sobre la empatía cognitiva.
1.- La empatía no es
simpatía, ni estar de acuerdo necesariamente con la otra persona o sentir lo
que están experimentando.
2.- La empatía consiste
en la identificación de la situación del otro, de sus motivos y sus emociones y
comunicárselo para que se sienta visto, escuchado y comprendido.
3.- Hacer el esfuerzo
de entender correctamente es lo que importa.
4.- La empatía crea una
atmósfera positiva para la resolución de problemas.
5.- La empatía no debe incorporar juicios
y debe reconocer el punto de vista de la otra persona.
Otros aspectos que
debemos tener en cuenta para procurar comprender a la otra parte son el aceptar
que en conversaciones o situaciones difíciles debemos esperar recibir demandas
de parte de la otra persona y que éstas serán de todas las formas y tamaños y
que tenemos tener en cuenta la posición en que siente que se encuentra con respecto a
nosotros.
Por ejemplo, si alguien
nos dice que no le podemos ayudar y que digamos lo que digamos no va a servir y
que le gustaría tener las oportunidades que tenemos nosotros, nos está
transmitiendo una baja autoestima y probablemente se siente en un plano inferior al nuestro.
Por el contrario, si
dice ,por ejemplo: “Escucha, yo me conozco y tu no sabes nada de esto. Se lo
que tengo que hacer y no necesito tus consejos”, seguramente esa persona piensa
que es mejor que nosotros y está mostrando señales de un ego poco sano, al
tiempo que se considera mejor que nosotros.
El ideal en una
negociación es encontrar un punto de mutuo respeto en el que ambas partes
sientan que sus necesidades y resultados están siendo satisfechos en la
situación. Este es el momento en el que las partes están escuchando
activamente, demostrando empatía y sintiéndose bien con sí mismas y que
seguramente conducirá a que todos estén dispuestos a seguir teniendo contacto
unos con otros y haciendo negocios, si es su objetivo.
En el entorno laboral,
en ocasiones, los directivos y los líderes de equipo tienen que mantener
conversaciones con miembros de sus equipos que pueden ser considerados como “difíciles”
de tratar. Estas personas son oponentes que merecen la pena porque nos obligan
a dar pasos para sintonizar realmente con su modelo del mundo. Por ejemplo, algún
miembro del equipo puede estar teniendo un desempeño peor del esperado y cuando
se reúnen para hablar sobre ello puede mostrarse reticente a revelar las causas de ese bajo
desempeño. Puede, también, rechazar nuestra oferta de tomarse un tiempo libre o
de reducir su carga de trabajo, afirmando que puede gestionar su problema él
mismo y que nos lo notifica por respeto, por si notamos un cambio en su comportamiento.
Otras personas pueden
rechazar aceptar nuestros consejos directamente porque consideran que sería una
señal de debilidad el pedir ayuda emocional. La forma de atravesar las barreras
sería convencerles de que nuestra propuesta o consejo ofrece una ventaja para
ellas, diciendo, por ejemplo: “Al hablar de tus preocupaciones podemos
ofrecerte asistencia. A veces ayuda el compartir un problema y podemos remitirte
a alguien que te pueda apoyar mejor.” Debemos recordar halagar su habilidad
para tomar decisiones difíciles: “ Se necesita valor para hablar de estos temas”,
“ Eres valiente al hablar sobre tus emociones y sobre cómo te sientes”, “Se
necesita fortaleza para admitir que tienen estos pensamientos algo oscuros” o “Es
tu decisión el elegir el tipo de apoyo que requieres y el aceptarlo”
Podemos volver a
alimentar el ego una vez más en este momento y permitirles que se sigan considerando
a cargo de la situación diciendo, por ejemplo: “ Estás en tu derecho a declinar
la ayuda”, “ Tu puedes decidir lo que quieres discutir y lo que es importante
para ti en este momento” o “Puedes detener la discusión en cualquier momento. Todo
es confidencial y nadie tiene por qué conocerlo salvo que lo quieras compartir”.
El autor recalca la
importancia de ser conscientes de que los ejemplos anteriores constituyen solo
una pequeña parte de la “caja de herramientas” de un negociador y que hay que
mostrar grandes dosis de escucha activa, así como utilizar otras técnicas como
las preguntas abiertas, las pausas deliberadas y el etiquetado emocional para
que estas estrategias sean lo más eficaces posible.
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