Manfred F.R. Kets de Vries en “Storytelling for
leaders. Tales of sorrow and love” explora el importante
papel que juega el contar historias: “storytelling” para el desarrollo de las
habilidades de liderazgo.
Desde el momento en que
los humanos fueron capaces de utilizar el lenguaje contar historias se
convirtió en una forma fundamental de interactuar unos con otros. En nuestra
vida cotidiana cuando hablamos sobre eventos, personajes, acciones, temas,
sentimientos e ideas storytelling es una forma de comunicar nuestro mensaje. Y,
si tenemos una buena historia que contar, creará una emoción genuina y
respuestas en el comportamiento. De hecho, las historias que contamos van a
informar, influir, entretener y modelar nuestra vida y la de otras personas.
Todos vivimos rodeados de una red de historias ya que es la manera en la que
establecemos conexiones y de entender a los demás.
Los humanos siempre
hemos contado historias y la tradición oral es la forma humana más antigua de
comunicación. La habilidad para contar historias nos ha facilitado a nuestra
especie una ventaja evolutiva. A través de las historias nuestros antepasados
fueron capaces de codificar y comunicar información importante para nuestra
supervivencia. Las historias han sido la vía para transmitir valores
culturales, fortalecer el sentimiento de comunidad y crear esperanza en el
futuro. Las historias determinan cómo pensamos, nos ayudan a crear valores compartidos y
significado y, a través de ellas, aprendemos cómo funcionan las cosas, cómo
tomamos decisiones y las justificamos, cómo persuadir a los demás y cómo
entendemos nuestro lugar en el mundo.
Storytelling ha sido el
método de formación antes de que la educación fuese formalizada. Ha sido
siempre el nexo atemporal con las tradiciones antiguas, leyendas, arquetipos,
mitos y símbolos. Podemos pensar que comenzó con las pinturas prehistóricas,
continúo con los bardos griegos y romanos, con los trovadores de la Edad Media,
hasta llegar a las películas de Hollywood, en la actualidad, por ejemplo.
Las historias, también,
pueden ayudarnos a encontrar un cierto grado de orden y predictibilidad en un
mundo que es extremadamente impredecible, con frecuencia. Las historias, debido
a su estructura narrativa, pueden ayudarnos a imaginarnos que podemos tener
cierto control sobre nuestras vidas. Después de todo sabemos que en la
narrativa de una historia, la resolución sigue al conflicto y que,
eventualmente, puede existir una red de seguridad. Por tanto, dada la forma en
la que las historias están estructuradas pueden servirnos para encontrar
sentido en un mundo que con frecuencia desafía la lógica. A través de storytelling
podemos ver patrones específicos entre el caos y ver un significado donde
existe aleatoriedad. Esencialmente, a través de nuestra exposición a las
historias el mundo en el que vivimos puede llegar a ser más comprensible.
Cuando escuchamos una
historia absorbente nos puede parecer, a veces, que el que cuenta la historia
nos está hechizando. Hechizados, escuchando a lo que la persona nos dice
comenzamos a reconocernos nosotros en la historia y a transportarnos a otro
lugar o tiempo, convirtiendo la historia en algo más personal. Pronto la magia
de la historia estará trabajando y lo
que se está narrando hará que desarrollemos sentimientos, pensamientos,
opiniones e ideas que tenderán a alinearse con las de la persona que está
contando la historia. Y, al continuar sintiéndonos encantados por la historia
que está siendo contada, compartiremos las emociones que la historia evoca,
tales como felicidad, disgusto, ira, tristeza, ansiedad, miedo y sorpresa. De este
modo, sencillamente contando una historia, la persona que la narra, es capaz de
introducir ideas, pensamientos y emociones en nuestra mente, haciendo que
compartamos su dolor, alegría o
dificultades. Así, a través de escuchar y de contar historias aprendemos sobre
compasión, empatía, tolerancia y respeto, al tiempo que aprendemos, también, sobre el lado más
oscuro de la humanidad.
Esta dinámica emocional
puede cambiar la forma en que pensamos y hasta cómo actuamos, por lo que
contar historias ha sido la forma utilizada para crear conexiones interpersonales e
influir en el comportamiento de los grupos.
También, las historias
que escuchemos pueden ampliar nuestra imaginación, animándonos a que exploremos
formas distintas de pensar y si implican al lado derecho de nuestro cerebro,
despertarán nuestra imaginación y creatividad.
El arte de contar
historias puede ayudar, también, a mejorar nuestra memoria. Las historias
pueden ser comparadas con otras ayudas para la memoria, manuales de instrucción
y a brújulas morales. Nos pueden ayudar a estructurar vastas cantidades de
información y nos servirán para recordar la información mejor que cuando nos hablan
sobre datos exclusivamente. Por tanto,
nuestro vocabulario, comprensión, habilidades de secuenciación, memoria y
creatividad crecerán cuando contamos y escuchamos historias.
Más aún, las historias
pueden moldear nuestro futuro. Si nos contamos a nosotros mismos una historia
en la que alcanzamos una meta deseada o dominamos una habilidad, la confianza
que se deriva de creer esta versión de la historia puede hacer que se convierta
en una profecía autocumplida. Influidos
por lo que hemos aprendido podemos ser capaces de adquirir las competencias
necesarias para lograr aquello que nos gustaría alcanzar. De hecho, las
historias pueden ser una buen forma de mirar el futuro o de planificar o predecirlo
y de tener éxito. Cada historia de éxito puede convertirse en una lección sobre
cómo podemos tener éxito. La historia correcta, contada en las condiciones
adecuadas, puede tener el poder de reformular los hechos de una forma más positiva
desde el punto de vista emocional, de una manera que ningún número de hechos
racionales va a poder hacer nunca.
Por tanto, escuchar
historias de luchas y desafíos que salieron bien puede transmitirnos esperanza
de que también podemos tener éxito en actividades similares. Historias sobre
vidas en las que podamos escuchar cómo se afrontan retos y se superan
adversidades pueden ser un ejemplo a seguir y hacernos conscientes de que si
queremos cambiar nuestras vidas, tenemos que cambiar nuestra historia.
Como en el caso de
todos los métodos de intervención se puede utilizar bien o mal. Los demagogos
siempre han estado familiarizados con la idea de que las historias pueden
influir en las personas y, por ejemplo, si cuentan historias de odio pueden
conseguir que sus seguidores se sientan abatidos y llegar a destruir sus vidas.
El reto estriba, pues, en
crear el tipo de historias que contribuyan a vidas más plenas. El propósito de
una historia no tiene que ser el decirnos cómo pensar, sino el ofrecernos
preguntas sobre las que pensar. Las historias tienen que ser los motores de
nuestra imaginación y a través de ellas podremos dar sentido a situaciones en
nuestra vida que, a menudo, parecen desafiar a toda lógica.
Por medio de las
historias, también, podemos descubrir que la vida es una colección de
experiencias presentadas en una sucesión de escenas. Nos permiten definirnos ya
que en ellas podemos hablar de nuestros deseos, esperanzas y planes futuros.
Si estamos preparados a
contar nuestra historia debemos prestar atención, sin embargo, a la forma en la
que esta actividad nos puede afectar, como, por ejemplo: qué sentimientos van a
aflorar al contar nuestra historia y cuáles vamos a experimentar después de
hacerlo. Ser completamente honestos sobre nosotros no es sencillo, ya que podemos
tener creencias sobre nosotros de las que nos avergonzamos y que consideremos abrumador
compartir. Pero, puede ser que , también, tengamos el fuerte deseo de compartir
cosas que mantenemos “embotelladas” dentro de nosotros y que consideramos que si
seguimos manteniéndolas dentro de nosotros cada vez vamos a estar más
estresados.
Debemos tener en cuenta
que, a la hora de decidir qué historia contar, tenemos que ser conscientes de que
tratar de mantener secretos tiene un precio. Muchas veces lo más dañino de un secreto no es el secreto en sí, sino la
compulsión que siente nuestra mente de recordarlo continuamente. En otras
palabras, el verdadero daño de los secretos no es que sintamos la necesidad de
esconderlos, sino que también debemos vivir con ellos.
Las historias operan en
múltiples niveles. En la superficie ofrecen hechos relacionados con un espacio
o tiempo determinado. Pero dentro de cada historia se encuentran muchos aspectos
ocultos relacionados con la naturaleza humana ( la nuestra) y con dilemas
humanos. Por tanto, en nuestro rol de contador de historias al describir
personajes, tramas y escenarios, ponemos en marcha un proceso mediante el cual
aspectos de nosotros mismos que han estado apartados en nuestro subconsciente saldrán
a la luz, con lo que podremos mejorar nuestro autoconocimiento.
Parece que existe una
relación entre contar historias y el bienestar, ya que parece que tiene propiedades
terapéuticas potentes: por ejemplo, el hecho de compartir historias personales
sobre cómo afrontar la adversidad puede ser beneficiosos para nuestra salud
mental y nuestro estado de ánimo.
Cuando estamos contando
una historia estamos transfiriendo ideas, pensamientos y emociones a las mentes
de las personas que escuchan. De hecho, los cerebros del que relata la historia
y de los que escuchan parece que se sincronizan. Debido al la atracción
emocional de la historia se establecen conexiones emocionales y, a través de
este proceso de sincronización se pueden compartir propósito y significado,
creando un terreno común que ayudará a
que los sentimientos y pensamientos tengan un sentido. Estas actividades
mentales nos van a permitir ponernos en el lugar del otro, para entrar en su
mundo y crear nuevas formas de ver las cosas.
Las historias parece
que tienen un efecto neurológico. A través de las historias se va a producir un
fenómeno transformador y, como hemos comentado, las mismas regiones del cerebro
se van a activar en el que cuenta la historia y en el que la escucha. Este proceso
se conoce como de acoplamiento neuronal y en él están comprometidas las corteza
motora, sensorial y frontal. Estas redes se nutren y se solidifican por los
sentimientos de anticipación sobre la resolución de la historia e implican la
participación de la dopamina que se libera en el cerebro y nos hace sentirnos
bien. A través de los neurotransmisores, que se ponen en macha con la ayuda de
las historias, tenemos la oportunidad de compartir la tristeza, alegría y
contratiempos de otras personas. Esta es la razón por la que , como resultado
de la liberación de dopamina, los hechos serán recordados con mayor facilidad
cuando experimentamos un evento o escuchamos una historia que esté repleta de
emociones.
A través del relato de historias se instiga un proceso
que se puede describir como de “transporte narrativo” o de interacción dinámica
y compleja entre el lenguaje, el texto y la imaginación, que crea un estado de
inmersión cognitiva y emocional que capta la atención de los oyentes
profundamente y les introduce en el mundo de la persona que narra la historia.
Por este efecto, también, una vez una historia ha atraído nuestra atención
durante un tiempo podemos comenzar a resonar emocionalmente con los personajes
de la historia y a tener unas intensas experiencias emocionales
paralelas.
Debido a este efecto de
transporte, cuando se produce el acoplamiento neuronal, tendemos a olvidarnos
de lo que nos rodea y nos encontramos inmersos en el relato. Dependiendo de la
historia puede que las palmas de nuestras manos comiencen a sudar, nuestro
corazón a latir con más fuerza y nuestra expresión facial puede cambiar,
señales de que estamos totalmente metidos en la historia. Este efecto se
convertirá en el germen de sentimientos de empatía, propiciados también porque
al conectar con los personajes de la historia nuestro cerebro libera oxitocina,
asociada también con la conexión y empatía.
Algunas narrativas, por
el contrario pueden contribuir a la liberación de cortisol (hormona del estrés)
en los que las escuchan, por lo que al escuchar las historias que nos cuentan
podemos experimentar emociones, tanto positivas como negativas y, como
resultado, podemos ser capaces de aprender sobre el miedo, el heroísmo, el
amor, el odio, la compasión, la pena , el dolor y la alegría, todo reunido en
una misma historia, haciendo que su escucha se convierta en una experiencia
tanto dulce como amarga.
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